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Asunto: | Educación ambiental en una cuenca contaminada | Fecha: | Miercoles, 10 de Agosto, 2011 19:26:29 (-0300) | Autor: | Antonio Elio Brailovsky <brailovsky @...............ar>
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Queridos amigos:
Cualquier persona desprevenida se preguntaría por qué
es tan escaso el material para uso docente sobre un tema tan crítico como el
estado de la cuenca Matanza-Riachuelo. Tenemos un río en condiciones de
figurar en el “Libro Guiness de los
Records” como uno de los más contaminados del mundo. Ese río no está
en un lugar remoto sino en un área densamente poblada, y su contaminación
afecta a millones de personas. Hay evidentes daños a la salud, al paisaje, hay
degradación urbana y una grave amenaza a las fuentes de agua potable de una de
las mayores ciudades del mundo. Y no se trata de un problema nuevo sino de una
situación que venimos arrastrando desde principios del siglo
XIX.
¿Por qué entonces, esta lentitud de respuestas por
parte del sistema educativo? ¿Cuáles han sido los obstáculos para tratar este
tema en los programas, en los libros de texto, en las
aulas?
Hemos incorporado con éxito temas que alguna vez nos
parecían muy difíciles, como la educación sexual o los derechos humanos. ¿Qué
está sucediendo con éste?
Esta cuestión merece, tal vez, seminarios y debates
entre los docentes, y una confrontación de puntos de vista, pero podemos ir
adelantando el nuestro. La educación ambiental, cuando toma situaciones
críticas y cuando se hace con una absoluta honestidad intelectual, obliga a
revisar algunos de los paradigmas implícitos de nuestro (y de cualquier otro)
sistema educativo.
Educamos para integrar a los niños y jóvenes a una
organización social anterior a ellos y cuyas grandes líneas de progreso les
mostramos y les vamos enseñando a reconocer. Expresamos nuestra admiración por
el coraje de los navegantes del Renacimiento, que se lanzaron a ciegas a
descubrir el mundo. Seguimos paso a paso el modo en que Galileo se desprendió
de la autoridad de Aristóteles para poder razonar por sí mismo y descubrir las
leyes del comportamiento del universo. Enseñamos a admirar a José de San
Martín y a Simón Bolívar, que nos dejaron una América mucho mejor que habían
encontrado.
¿Podemos decir algo parecido cuando hablamos del
estado del ambiente en general, y del Riachuelo en particular? Ha habido
excelentes experiencias, importantísimos avances puntuales, los que, sin
embargo, no han podido generalizarse. ¿Por qué se nos hizo tan difícil
incorporarlos?
Nuestra generación les está dejando a los jóvenes un
mundo de una calidad ambiental peor que la que nosotros recibimos. Y la
generación anterior a la nuestra hizo lo mismo con nosotros. Ha habido una
infinita cadena de negligencias, en las que participaron (a menudo por
omisión, pero participaron) muchos de los grandes hombres de nuestra Patria,
algunos de cuyos nombres perpetuamos en las calles o en el
bronce. Recordemos que la contaminación es
una de las formas más tremendas y evitables del dolor humano. Hablar del
Riachuelo nos obliga a incorporar una categoría aún poco utilizada entre nosotros, que
es la noción de sufrimiento ambiental [i]. Un tema como el que nos ocupa no puede quedar reducido a un
conjunto de cifras sobre la calidad del agua, sino que tiene que estar
centrado en lo que ocurre con los seres humanos afectados. Los estudios sobre
el sufrimiento social son relativamente recientes y en muy pocos casos
registran que los sectores sumergidos en la pobreza sufren, también, una peor
calidad ambiental que el resto de la sociedad. Es decir, que respiran aire y
beben agua de peor calidad que los demás, comen alimentos dudosos y sus hijos
juegan en tierra contaminada.
Partimos, por supuesto,
del reconocimiento de la realidad y de la reflexión sobre el conflicto social,
lo que significa que hay que educar a los contaminados porque los
contaminadores saben muy bien lo que están haciendo.
En los últimos tres años
una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha activado un poco
las tareas de saneamiento, aunque todavía queda demasiado por hacer, ya que
durante todo el siglo XX no se hizo absolutamente nada para frenar la
contaminación de esa cuenca.
Para acompañar la
difícil tarea de decir en el aula lo que no quisiéramos tener que decir,
estamos organizando un curso de formación docente a distancia con Redes
Educativas. El curso se llama: "Problemas
socioambientales: Cuenca Matanza-Riachuelo". La bibliografía
básica es un manual que yo he redactado. Incluye material mutidisciplinario y
criterios para el uso pedagógico de las numerosas obras de arte vinculadas con
la temática. El empleo de obras de arte corresponde a una forma de concebir el
proceso de enseñanza-aprendizaje. La función de la creación artística es
transmitir sentimientos y un aprendizaje que no incluya componentes afectivos
suele tener resultados dudosos.
El curso se realiza con
el apoyo de tutorías de docentes especializados y la promoción requiere de un
examen presencial. Los docentes de la Provincia de Buenos Aires reciben un
puntaje de 0,12.
Los interesados en mayor
información pueden verla en:
En esta entrega ustedes
reciben:
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La sentencia de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación de 1887, referida a los
saladeristas de Barracas. Allí los jueces expresan que los ríos son de todos
y que no se puede afectar la salud pública para realizar un negocio privado.
Desde ese momento hasta la siguiente sentencia de la Corte (que fue en el
2008) pasaron 121 años en los cuales nuestra sociedad simuló no ver la
contaminación.
Un gran abrazo a
todos.
Antonio Elio
Brailovsky
Víctor Cunsolo:
"El Puerto", 1930.
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