Anthony—. Moraleja: «Toda asesina fue una buena chica en sus
tiempos.»
Iris se estremeció.
—¡Todo eso por dinero!.
—¡So ingenua!. ¡Por dinero se hacen siempre
esas cosas!
(Agatha Christie: "Cianuro espumoso", novela,
1945)
Queridos
amigos:
En
los últimos tiempos, numerosas comunidades han expresado su preocupación ante
grandes proyectos mineros, que podrían afectar sus condiciones sanitarias y
ambientales. Las mayores objeciones van contra la minería a cielo abierto
que utiliza procesos de lixiviación con cianuro.
El
cianuro tiene una merecida mala prensa, y los méritos suficientes como para ser
el malo de la película, como recordarán los lectores de Agatha Christie, en una
de cuyas novelas a alguien le echan cianuro en el champagne.
Los
especialistas dicen que es posible tenerlo bajo control, como hacen en muchas
otras industrias, que no tienen una imagen pública tan desfavorable como la gran
minería. Los posibles afectados no les creen y piensan que hay intereses
económicos detrás de esa excesiva confianza.
¿Cómo
pensamos este conflicto?
Tal
vez nos ayude ubicar los problemas en el territorio en el que ocurren. En
Argentina, los grandes proyectos mineros se localizan en zonas que son, a la
vez, semiáridas y sísmicas.
Zonas
semiáridas:
Los grandes proyectos mineros consumen agua en cantidades difícilmente
imaginables. Las leyes vigentes ordenan que antes de cada proyecto se realicen
estudios que procuran estimar el daño que ese proyecto haría al ambiente y la
forma de evitarlo o paliarlo. Como siempre, la trampa se hace casi antes
que la ley y las empresas entregan estudios incompletos.
Habitualmente,
los estudios de impacto ambiental que entregan las
empresas mineras no hacen un balance de la disponibilidad de agua para
el conjunto de actividades de la zona. En nuestras zonas andinas, el agua no
sobra. La que hay se utiliza toda, a punto tal que Mendoza se niega a soltar
agua para las actividades productivas de la Provincia de La Pampa. Está claro
que para hacer gran minería allí hay que dejar de hacer otra cosa, tal vez dejar
secar los viñedos o abandonar las ciudades. Por eso Mendoza tiene una ley que
prohíbe la gran minería con cianuro[i].
No por extremismo ecológico sino por simple sentido común.
Agreguemos
que el cambio climático está haciendo que cada vez nieve menos en la cordillera,
en una zona en la que los ríos son de deshielo. Y que algunos proyectos (como
Famatina y Pascua Lama), no sólo consumirán grandes cantidades de agua donde es
escasa, sino que pueden poner en riesgo los mismos glaciares de la que
surge.
Zonas
sísmicas:
Cualquier estudiante de economía podría preguntarse cómo hacen las mineras para
generar grandes ganancias, teniendo en cuenta el costo de remover y tratar miles
de toneladas de roca para obtener una pequeña cantidad de los minerales
buscados.
La
respuesta es que, a diferencia de otras actividades industriales, la gran
minería no hace una gestión integral de sus residuos peligrosos: simplemente los
acumula. El secreto de la rentabilidad es ése: dejar los residuos peligrosos sin
tratamiento. Lo que hacen es construir los llamados diques
de colas,
que son reservorios de millones de metros cúbicos de desechos líquidos y barros
con cianuro, arsénico, plomo y demás metales pesados. Estos residuos peligrosos
pueden filtrar al subsuelo y desbordar en los ríos y arroyos. Una vez terminada
la explotación quedan abandonados. Se supone que la empresa tiene
responsabilidad sobre ellos, pero si es una corporación del exterior, no será
sencillo obligarla a hacerse cargo si hay problemas.
¿Durante
cuánto tiempo permanecen peligrosos esos residuos? Como son metales pesados,
serán peligrosos mientras exista vida sobre la Tierra.
Las
empresas alegan que se trata de estructuras antisísmicas. Sin embargo, el
reciente terremoto y tsunami de Japón de mostró que, ante los hechos, no todas
las estructuras calificadas como antisísmicas resisten un
terremoto.
De
modo que hay riesgo de dispersión de contaminantes que afecten la cada vez más
escasa agua usada por los valles cordilleranos, y esos riesgos no desaparecen
con el final de la explotación cuando se agoten los minerales, sino que
permanecen latentes para siempre.
En
algún momento del debate se prometió que las autoridades nacionales y
provinciales controlarán que las empresas actúen con la misma tecnología y las
mismas precauciones ambientales que en el llamado Primer Mundo. Para ver en qué
consisten esas precauciones, les acerco las fotografías de dos casos de rotura
de diques de colas y extrema negligencia empresaria, ambos en países
europeos:
1
- Rotura de la presa de contención de la mina de Aznalcóllar (Sevilla), el 25 de
abril de 1998, y
2
– Derrame tóxico en una mina de bauxita, en Hungría, el 5 de octubre de
2010.
En
ambos casos, las empresas habían jurado que las instalaciones eran seguras y las
autoridades de ambos países dijeron lo mismo. Y en ambos casos, las empresas se
negaqron a hacerse cargo de su responsabilidad económica en los daños y la
remediación. Los gastos estuvieron a cargo e los respectivos Estados. Los
juicios, por cantidades inimaginables de millones de euros,
continúan.
En
esta entrega ustedes reciben:
·
Un
informe fotográfico de ambos desastres ambientales, para que puedan evaluar qué
representa la rotura de un dique de colas para los vecinos afectados. Pueden
bajarlo de aquí:
http://dl.dropbox.com/u/18205050/Imagenes/Riesgos-de-la-gran-mineria.pdf
Por
el programa en que está presentado (Adobe Reader), la mejor manera de verlo es
en Pantalla
Completa
(en inglés Full
Screen)
y avanzando con las flechitas del teclado.
· El recordatorio de mi
libro "Historia Ecológica de Iberoamérica" y
el contacto con el editor para quienes estén interesados en
él.
·
La
obra de arte que acompaña esta entrega es “Entrada
a la mina”,
un mural del mexicano Diego
Rivera,
pintado en 1923. Pertenece al ciclo "Visión política del
pueblo mexicano", y muestra las condiciones sociales de esta actividad en
ese momento. Noten que algunos de los trabajadores llevan casco y otros un
simple sombrero. No se ven botas de seguridad y en algunos casos, adivinamos que
calzan huaraches, una especie de alpargata de fabricación casera.
Un
gran abrazo a todos.
Antonio
Elio Brailovsky

Diego Rivera, mexicano: "Entrada a la mina",
mural, 1923.
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