
Queridos
amigos:
El ambiente
es, antes que nada, una faceta de la cultura. Los pueblos construyen su ambiente
de acuerdo con su trama de pautas culturales e intereses. El ambiente no puede
comprenderse si no lo consideramos como una construcción social. Y cuando
creíamos estar más cerca de integrar las distintas variantes de las ciencias,
nos dimos cuenta de que la creación literaria es una forma de conocimiento que
tampoco puede ser omitida.
Así como
existen prejuicios que dificultan la articulación de las ciencias llamadas
naturales con las llamadas sociales también los hay (y tal vez mucho más
fuertes) para integrar el conocimiento racional con el conocimiento artístico y
literario.
Por eso me
interesa hablarles de este tema, en una ocasión muy
particular.
Quiero compartir con
ustedes la alegría de haber sido distinguido como personalidad destacada en el
ámbito de la Ciencia por la de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, “por mis logros en el ámbito de la investigación, la docencia y la
gestión de la temática ambiental”.
La iniciativa fue
impulsada por los diputados Natalia Persini y Pablo
Bergel.
El diploma
correspondiente me lo dan en un acto que se va a hacer en el Salón Dorado de la
Legislatura de la Ciudad, Perú 130, el próximo martes 12 de julio a las 18
horas.
Allí voy a
desarrollar una charla sobre “La ecología y la
ciudad en la literatura”.
La entrada es libre y
gratuita, con sanguchitos al final. ¡Los espero!
En esta entrega ustedes
reciben:
-
El
recordatorio de mi libro "Historia Ecológica de la
Ciudad de Buenos Aires", del que está tomada parte de la charla y
el contacto con el representante de la Editorial, para quienes quieran
adquirirlo.
-
La obra de
arte que acompaña esta entrega es la escultura de Gian Lorenzo Bernini, "El Río de la Plata", que forma parte de la Fuente de los Cuatro Ríos, ubicada en
la Piazza Navona, de Roma, terminada en 1651. El Plata es un gigante
encadenado por los españoles, rodeado de monedas que tienen que ver con su
nombre.
Un gran abrazo a
todos.
Antonio Elio
Brailovsky
Gian Lorenzo
Bernini: "El Río de la Plata"

LA LLANURA EN LA CULTURA
Con frecuencia, los españoles utilizaron palabras
indígenas para designar aquello que no conocían. En este caso se utilizó el
término quechua “pampa”, que significa “espacio sin límite”, y el tamaño de la
región pampeana tuvo un peso importante en la creación de los imaginarios sobre
el país. La idea de que el medio natural influye sobre las características de un
pueblo ha tenido un peso importante en nuestra evolución. Desarrollada por
Montesquieu, fue el soporte ideológico de distintas miradas sobre Buenos Aires y
los porteños.
Para Alcides D´Orbigny, la
complejidad de un paisaje genera mitologías complejas. “En Buenos Aires, los
habitantes aprecian poco las bellas artes. La naturaleza del país es grandiosa,
pero nada tiene de pintoresco, ni exalta el pensamiento. Nada de bosques para
las dríadas y los faunos, sólo hay aguas estancadas salobres y fétidas para las
náyades. Nada de imperio para Flora. ¿Qué divinidad habrían colocado los griegos
en el vasto desierto de las pampas? Su fecunda imaginación habría, sin duda,
sentado al genio de la Soledad, como Camoëns puso en el Cabo de Buena Esperanza
al de las Tempestades; pero los pobladores no ven más que pastos y cardos y los
indios su gualichu o genio del mal”[i].
Por supuesto que se trata de un prejuicio. Los vastos
desiertos (incluyendo la pampa) generan mitologías tan complejas como la griega.
La cueva en la que Ulises pasó largas temporadas de amor en brazos de la ninfa
Calypso es un simple agujero en el duro suelo de Gozo, una islita del
archipiélago Maltés, sin ningún atractivo[ii]. Recíprocamente, el mito helenístico de la náyade Aretusa,
convertida en fuente por un conflicto amoroso con un río, remite a un
insignificante accidente geográfico de Sicilia, mucho menos atractivo
paisajísticamente que cualquier laguna pampeana. Los mitos se crean en la mente
de los hombres, no en los accidentes
geográficos.
Sin embargo, nos interesa esta concepción, porque nos
ayuda a comprender por qué, cuando varias décadas más tarde la Generación del 80
se proponga europeizar el país, no se conformará con cambiar la arquitectura y
el urbanismo. Además, tratará de europeizar nuestro medio natural, introduciendo
especies animales y vegetales. No se trataba de mejorar estéticamente el paisaje
sino de modificar el medio natural local por su influencia sobre el alma de los
hombres.
Garibaldi contrastó los espacios pampeanos con los paisajes
domesticados de Italia y se
identificó con esa llanura sin límites. “Ante la naturaleza feroz de la pampa,
símbolo de libertad e independencia (Giuseppe) Garibaldi se sintió sobrecogido
por una emoción intensa”[iii]. Destacamos que para D´Orbigny los porteños son habitantes de la pampa.
Un
poco después, Sarmiento sacará a los porteños de la pampa para decir que la
ciudad genera una realidad propia, la civilización, que se opone a la barbarie
pampeana, que viene determinada por la naturaleza. “Buenos Aires –dice
Sarmiento- está llamada a ser un día la ciudad más gigantesca de ambas Américas.
Bajo un clima benigno, señora de la navegación de cien ríos que fluyen a sus
pies, reclinada muellemente sobre un inmenso territorio, y con trece provincias
interiores que no conocen otra salida para sus productos, fuera ya la Babilonia
Americana, si el espíritu de la Pampa no hubiese soplado sobre ella, y si no
ahogase en sus fuentes el tributo de riqueza que los ríos y las provincias
tienen que llevarla siempre. (...) La barbarie del interior ha llegado a
penetrar hasta las calles de Buenos Aires. (…) Los progresos de la civilización
se acumulan en Buenos Aires solo: la Pampa es un malísimo conductor para
llevarla y distribuirla en las provincias[iv].
Y agrega Sarmiento, con una visión exactamente opuesta a la de
Garibaldi: “Muchos filósofos han creído también que las llanuras preparaban las
vías al despotismo, del mismo modo que las montañas prestaban asidero a las
resistencias de la libertad”.
De este modo, Sarmiento inaugura la concepción que separa
culturalmente a Buenos Aires de la pampa. A partir de allí, será más sencillo
negar que Buenos Aires se apoya sobre un medio natural y que ese medio natural
la condiciona.
Desde otro punto de vista, quizás haya sido el primer paso para
sacar imaginariamente a Buenos Aires de la pampa y poder ubicarla en
París.
[i] D´Orbigny, Alcides: “Viaje a la América Meridional”. Buenos
Aires. Editorial Futuro. 4 tomos. 1945.
[ii] Visitas de campo del
autor, 1994.
[iii] Bernard, Carmen: “Historia de Buenos
Aires”.
[iv] Sarmiento, Domingo Faustino: “Facundo o Civilización y Barbarie en las
Pampas Argentinas”, Buenos Aires, Eudeba,
1962.

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