Como ustedes saben,
estamos sometidos a continuas presiones para que olvidemos nuestros vínculos
con el medio natural. Pero nada de lo que ocurre en el ¡mbito de la
cultura masiva es casual. La depredación de nuestro ambiente ha sido
posible por la inacción de muchas personas, que creyeron que gracias a la
ciencia y la técnica ya no necesit¡bamos del aire puro y del agua limpia.
Por eso, la permanente
insistencia en tener presentes los ritmos de las estaciones, como una manera de
recordar nuestra pertenencia al mundo natural.
Este
olvido de nuestro componente natural es el que permite la escasa atención que
se presta a los problemas vinculados con el agua. El agua es el hilo conductor
de la vida sobre la Tierra, forma las dos terceras partes de nuestro cuerpo y
las políticas públicas vinculadas con el agua deberían ser la m¡xima prioridad
para cualquier sociedad humana que intente sobrevivir.
Basta
comparar la atención que le prestamos a las cuencas hídricas con la que le
dedicamos al dólar para darnos cuenta del modo perverso en que han condicionado
nuestros pensamientos.
Hay
dos reflexiones que quiero compartir con ustedes sobre este tema esencial:
· Uno
de ellos es la síntesis de una información sobre el aumento de las grandes
inundaciones en la cuenca del Amazonas y los desastres que pueden producirse
cuando ocurre una crecida, para muchos de nosotros inimaginable, de 20 metros de altura. El Amazonas est¡ vinculado a los sistemas clim¡ticos del Pacífico (donde se originan gran parte de las lluvias que lo alimentan) y del Atl¡ntico (donde desemboca). Nuestras sociedades se encuentran en continuo riesgo de desastres, debido a las conductas irresponsables que provocaron cambios en el clima del mundo y que muchos dirigentes políticos se niegan a reconocer. Pueden leer la reseña periodística del informe científico y encontrar el enlace para ese informe científico en: https://elpais.com/elpais/2018/09/19/ciencia/1537369024_964822.html?id_externo_rsoc=FB_CC
· Por
contraste, tenemos cada vez m¡s sequías en las zonas ¡ridas. Los caudales de los ríos de Mendoza,
est¡n afectados por una larga sequía. Comparen las cifras actuales con los promedios
históricos para ver la magnitud de la emergencia. Por ejemplo, el río Mendoza tenía un caudal promedio histórico de 22 metros cúbicos por segundo y acaba de tener sólo 13. Con los dem¡s ríos pasa lo mismo.

Pueden analizar las estadísticas detalladas en:
http://www.irrigacion.gov.ar/dgi/sites/default/files/Bolet%C3%ADn%20de%20Informaci%C3%B3n%20Hidronivometeorol%C3%B3gica%2017-09-18.pdf
Sin embargo, a pesar de eso,
se insiste en entregar la escasa agua de la Provincia a las petroleras para que
extraigan hidrocarburos mediante el fracking. Como se ve en el cuadro de arriba, la zona m¡s afectada por la sequía (es decir, la zona donde el caudal del río bajó m¡s) es la de Malargüe, que es precisamente donde se hace esa extracción petrolera.
Se trata de una actividad sorprendentemente irracional, ya que las empresas que
lo hacen son subsidiadas con miles de millones de dólares y con el agua que
necesitan personal y cultivos. Existe el riesgo muy elevado de que causen una
contaminación irreversible. Es decir, que a cambio de unos pocos años de petróleo,
nos quedaríamos sin agua potable durante muchas generaciones. Agregamos que existe una tecnología para extraer petróleo por fracking pero que en el mundo no se ha desarrollado ninguna tecnología para controlarlo.
En
esta entrega ustedes reciben:
· Un
texto de Juan José Saer, sobre el florecimiento de los ¡rboles de la Ciudad de
Buenos Aires en esta estación. Los utilicé en mi libro “Historia
Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires”, publicado por Maipué, del cual les agrego la
referencia y el contacto con el editor.
· La
obra de arte que acompaña esta entrega tiene un título que tal vez nos suene a ironía en los difíciles tiempos que vivimos: “El año en primavera, todo
anda bien en el mundo” del
inglés victoriano Lawrence Alma Tadema.
Quiero
saludarlos en el comienzo de la primavera (y del otoño para los amigos del
Hemisferio Norte),
Un
gran abrazo a todos.
Antonio
Elio Brailovsky
Lawrence Alma-Tadema: "El año en primavera, todo anda bien en el mundo"
A diferencia de otras etapas históricas, el ambiente
de la Buenos Aires de la globalización parece inspirar menos a los escritores que los ambientes de épocas anteriores.
Su reflejo en las obras literarias ha sido, hasta ahora, m¡s reducido. El siguiente texto de Juan José Saer, referido a los
palos borrachos de la avenida 9 de Julio, transmite algunas vivencias del
encuentro con esa naturaleza escasa en la ciudad:
“Esa mañana, mi intención era dejar atr¡s el centro
para inaugurar mi estadía con una visita al río, de modo que, bajando hacia el
este por la avenida Belgrano, el taxi dobló por la avenida 9 de Julio y empezó
a rodar hacia el norte.
El inmenso obelisco de cemento que la adorna en la
intersección de la avenida Corrientes no constituye para mí su atracción
principal, sino los palos borrachos, con
sus troncos inflados y espinosos de un verde claro, ¡rboles de los que no he
podido todavía, mediante la observación directa, deducir el ciclo de floración,
ya que he visto ejemplares florecidos en diferentes épocas del año, junto a
otros completamente pelados, como si existiese un individualismo en el reino
vegetal.
En las ciudades del litoral, tres grandes ¡rboles se
disputan el estrellato estético cuando avanza la primavera, y florecen en este
orden: el lapacho, la acacia amarilla, lo bastante frecuente en Europa como
para que el nombre latino que la identifica merezca ser mencionado, y el
Jacaranda, llenando,
sucesivamente, los parques, las plazas y las avenidas, de flores rosa fuerte,
amarillas o lilas que cubren no solamente las copas de los ¡rboles, en los que
a veces ni siquiera hay hojas,
sino sobre todo el suelo, de modo que en ciertas calles estrechas y arboladas
se camina literalmente sobre una alfombra, de uno de esos colores, o a veces
bicolor, ya que la floración de las acacias y de los jacarand¡es es m¡s o menos
simult¡nea. En Caballito, las enormes acacias de la calle Pedro Goyena -a mi
juicio, una de las m¡s lindas de Buenos Aires— llenan la vereda y la calle,
durante medio kilómetro, de una capa amarillo vivo, en tanto que la transversal
que la corta, Del Barco Centenera -el primer poeta que cantó a la Argentina-
opta, con abundancia idéntica, por el lila de los jacarand¡es”.
Saer, Juan José: “El río sin
orilla”, Buenos Aires, Alianza, 1991.