El
presidente del planeta anuncia su próximo crimen en nombre de Dios y de la
democracia. Así calumnia a Dios. Y calumnia, también, a la
democracia, que a duras penas ha sobrevivido en el mundo a pesar de
las dictaduras que los Estados Unidos vienen sembrando en todas partes
desde hace más de un siglo.
El gobierno de Bush, que más
que gobierno parece un oleoducto, necesita apoderarse de la segunda
reserva mundial de petróleo, que yace bajo el suelo de Iraq. Además,
necesita justificar el dineral de sus gastos militares y necesita exhibir
en el campo de batalla los últimos modelos de su industria
armamentista.
De eso se trata. Lo demás, son
pretextos. Y los pretextos para esta próxima carnicería ofenden
la inteligencia. El único país que ha usado armas nucleares
contra la población civil, el país que descargó las bombas atómicas que
aniquilaron Hiroshima y Nagasaki, pretende convencernos de que Iraq es
un peligro para la humanidad. Si el presidente Bush ama tanto a la
humanidad, y de veras quiere conjurar la más grave amenaza que la
humanidad padece, ¿por qué no se bombardea a sí mismo, en vez de
planificar un nuevo exterminio de
pueblos inocentes?
Inmensas manifestaciones
invadirán las calles del mundo este 15 de febrero. La humanidad está
harta de que sus asesinos la usen de coartada. Y está harta de
llorar a sus muertos al fin de cada guerra: esta vez quiere impedir la
guerra que los va a matar.
¿Porqué Aznar sigue a Bush?
Ensayo de
interpretación especulativa
Andalucía
Libre
El imperialismo español se ha
alineado
tras el imperialismo
yanqui
Tras el
británico Blair y al par que el italiano Berlusconi, Aznar se ha destacado
internacionalmente por su alineamiento con los EEUU en el apoyo y cobertura de
su agresión imperialista contra Iraq. El Gobierno español ha adquirido
protagonismo al liderar, para mayor agrado de Washington, la respuesta a la
posición de Francia y Alemania (plasmada en la famosa declaración
conjunta publicada por The Wall
Street Journal), sin arredrarse ante lo
que ello suponía de evidenciar las divisiones internas en el seno de la Unión
Europea.
No merece la pena
perder más de un minuto con los argumentos oficiales con que Aznar
justifica su belicismo. Tienen tanta credibilidad como el "Guerra, de
entrada, no" con el que, de momento, el PSOE acompaña la mayoritaria marea
social antiguerra. Tampoco tiene sentido enredarse con sofismas varios a
partir de las diversas interpretaciones sobre el presunto carácter
justo o injusto de las guerras imperialistas a partir de
estar bendecidas o no por la ONU (o por su Consejo de Seguridad, que es lo
mismo). Los reproches que el PP endilga al PSOE, recordándole sus
anteriores posiciones agresivas en las Guerras del Golfo o de Kosovo, aunque
ciertos, sólo sirven a modo de recordatorio de los fundamentos oportunistas de
la presente posición del PSOE.
Más interés tiene
reflexionar sobre las razones profundas por las que el Gobierno Aznar ha optado
por tan sonoro apoyo a EEUU.
Ciertamente, Aznar
es un ultrareaccionario de orígenes franquistas transmutado en
liberal (como toda la derecha española) pero esta génesis y ubicación
políticas resultan insuficientes para explicar su posición. ¿Es que quizá
Chirac es cualitativamente diferente en su practica y objetivos, por más que
tenga un origen gaullista?. Más bien parece detenerse en especular sobre
cuales pueden ser los fundamentos pragmáticos del análisis de Aznar (y de las
fuerzas e intereses sociales que representa).
Aznar es un
rabioso españolista, preocupado por la unidad de España y la integridad del
Estado español. Esta es su seña de identidad política más significativa. La
cruzada antiterrorista tras el 11 de Septiembre le permite confluir con Bush y
obtener su respaldo político, policial y operativo en la acción contra ETA y por
extensión contra cualquier movimiento político de cualquier nación que cuestione
la unidad del Estado español. Con todo, este apoyo de EEUU (y de su escudero
Israel) en tareas de inteligencia y represión, no viene más que a revalidar una
posición previa tanto de Washington como de Tel Aviv, que hace mucho tiempo
que apostaron por una España Unida, a partir de sus propios y
específicos intereses estratégicos. Además, en esta postura también se encuentra
solidamente instalada Francia (y hasta nueva orden, también Alemania), que
además son, al momento presente, mucho más necesarias para la actividad
antiterrorista española. No parece pues que esta sea la clave única de la opción
del PP.
Quizá sea más
sugestivo recordar el alto nivel de inversiones del imperialismo español en
América Latina. Las ganancias extraídas a costa de la sobreexplotación de la
clase obrera acá desde el Pacto de la Moncloa (1978), la protección estatal a la
concentración y fortalecimiento bancario y las privatizaciones de empresas
publicas iniciadas por el PSOE y culminadas por el PP, han permitido emerger un
selecto núcleo de empresas y entidades (BBVA, SCH, Repsol-YPF, Telefónica,
PRISA...) claves para el capitalismo español, que han emprendido su expansión,
especialmente por Latinoamérica, aprovechando la ola neoliberal. Tras
decenios de retórica de origen reaccionario y luego falangista sobre la
Hispanidad y la voluntad de Imperio, resulta que en las postrimerías del
siglo XX y principios del XXI, el imperialismo español vuelve a existir y actuar
(como ha podido verse en Argentina, Brasil, Venezuela...). Es un imperialismo
castizo y subordinado; pero imperialismo a fin de cuentas. Sus negocios de
rapiña dependen del mantenimiento del orden imperialista en América Latina. En
una perspectiva a medio plazo no es de extrañar que presuponga que su cuenta de
resultados futura dependerá en buena medida de que el gendarme yanqui -ya que
directamente no puede- proteja sus inversiones, interviniendo contra los
gobiernos y pueblos latinoamericanos que osen discutir o rechazar su
dependencia.
Por otro lado, el
Estado español -a través del territorio de Andalucía y de Canarias- es vecino
inmediato de la Nación Árabe. Aunque restablecidas las relaciones diplomáticas
con el Reino de Marruecos hace poco y anudadas alianzas con la Argelia de
Buteflika y el Túnez de Ben Alí, el imperialismo español es consciente de la
condición volátil de la situación en el Magreb. Allá el Estado español dispone
de dos enclaves coloniales -Ceuta y Melilla- esenciales para la identidad
reaccionaria española y de múltiples intereses. En el reciente episodio de
Leila-Perejil, el Gobierno Aznar pudo comprobar que la intervención mediadora
yanqui fue muy eficaz para salir con bien del asunto. Teniendo en cuenta el
singular papel de Francia en la región, no sería extraño que Madrid pensara que
le conviene contar con una sólida coincidencia de intereses con Washington que
imponga respeto a los serviles regímenes árabes de la zona.
En otro plano,
aunque sea algo que no se diga en público desde los ámbitos gubernamentales, es
obvio que la anexión del Este y la reformulación institucional de la UE, si es
claro que beneficia a Alemania también lo es que al disminuir transferencias y
difuminar influencias, altera los equilibrios internos de la UE en perjuicio y
no sólo inmediato del Estado español. En ese nuevo escenario -en donde Berlín
pacta con Paris la reordenación continental- la búsqueda de espacios propios de
poder e influencia económicas resulta muy conveniente para contrapesar las
nuevas correlaciones. Y dado que estos espacios sólo son asequibles con la
benevolencia yanqui, no cabe sorprenderse de que conlleven un estrechamiento aún
más intimo de relaciones. Aquí cabe incluir el rumor sobre el apoyo
norteamericano a la inclusión del Estado español en el G-8; el grupo de países
rectores del nuevo orden mundial.
También cabe
apuntar quizá las expectativas sobre la participación española en el expolio del
proyectado Iraq de postguerra, dejando algunas migajas petroleras o de
infraestructuras para la inversión española.
Sobrevolándolo
todo, está presente una idea que bien puede inspirar el pensamiento y la acción
de la derecha española: en la selva que es y será el mundo del siglo XXI,
mejor colocarse a la sombra y tras el gangster más decidido y sanguinario.
A Aznar no tienen que contarle cuan cínicas e hipócritas son las posiciones
imperialistas francesa o alemana. Sabe qué opciones e intereses mueven a cada
cual y en ese juego ha optado por reproducir, a la manera hispana y aunque
sea a modo de copia de saldo, la llamada relación especial Washington-Londres.
Que esta apuesta se sostenga sobre el asesinato y la desgracia de millones de
árabes y kurdos no es asunto que pueda afectar en lo más mínimo a
un tipo como Aznar. Convendría tomar nota de ello y no sólo en sus consecuencias
sino también en sus causas.
Andalucía
Andalucía y
la Guerra
Andalucía
Libre
Lo importante del 15 de febrero son las
manifestaciones; la coincidencia prevista en todo el mundo de
movilizaciones en contra de la Guerra, de los proyectos imperialistas de EEUU y
del apoyo criminal a sus propósitos por sus gobiernos aliados, entre ellos
destacadamente el español. Expresa y objetivamente, la jornada tiene también un
carácter solidario con la Palestina mártir bajo la tiranía sionista.
Ante este hecho, las formulas, contenidos,
afirmaciones u omisiones concretas que se plasmen en tal o cual manifiesto
de convocatoria tienen una entidad claramente secundaria. La afluencia no se
determinará por lo feliz o desafortunado de una redacción determinada ni avalará
o desmentirá todos y cada uno de sus extremos. La masividad depende de la
actividad informativa y de agitación creciente en desarrollo y sobre todo
de la confluencia con la amplia conciencia social de que estamos en
puertas de un escandaloso ejemplo de agresión egoísta y destructiva al servicio
de un imperialismo prepotente. Además, en un plano más doméstico, es
sabido, lo cansino y agotador del proceso de elaboración de este tipo de textos
cuando responden a empeños y coaliciones unitarias, que tiende a provocar en más
de uno la abstención para dedicarse a otras tareas más productivas y
estimulantes.
Pero dicho todo esto, al menos desde este
modesto Boletín, sí tenemos que expresar que cualquier oposición a la guerra
desde Andalucía que sea consecuente con su realidad y su papel en el conflicto
tiene o debería de tener clara noción de su singularidad nacional y hacerlo
constar así. La misma prensa comercial andaluza se hace ahora eco
cotidiano de que las bases yanquis instaladas en nuestro territorio están siendo
ya hoy fundamentales para el despliegue de los aviones y barcos desde los que se
masacrará Iraq. Este crimen se está cometiendo porque no se encuentran bajo
Soberanía Nacional andaluza; sólo responden a los acuerdos de dependencia entre
España y EEUU, que admiten y defiende el Gobierno andaluz. Si Andalucía no
fuera un mero añadido, un sujeto colectivo mudo e impotente bajo el Estado
español, atendiendo incluso a lo que es la opinión actual de las fuerzas
representadas en su Parlamento, no tendría porque soportar que se le
pusiera en riesgo ni que se usaran los campos andaluces de la Campiña entre
Morón y El Coronil o la costa andaluza de Rota frente a Cádiz para preparar un
crimen contra la Humanidad y contra la Nación Árabe. ¿No merecería este hecho
verse destacado?. ¿No merecería una exigencia de soberanía nacional
andaluza a tono?.
Quede aquí expuesta la reflexión. Por
razones internacionalistas y también por argumentos nacionalistas tenemos
sobrados motivos para gritar: No a la Guerra Imperialista contra
Iraq. Desde Andalucía, además, para quienes pensamos como
andaluces, constatemos que en pocos países hay mayores fundamentos y argumentos
concretos adicionales para añadirle, llenando las calles andaluzas el próximo
día 15: No en nuestro nombre...
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Solidaridad con Palestina
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Lennon
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