*Opinión, El
Enemigo de la
Humanidad, Andalucía
Libre
*Venezuela, Los remezones
de una revolución
verdadera, Jaime
Ortiz
Bustamante
*Solidaridad activa con la
lucha de los trabajadores y el
pueblo de Venezuela, IV
Internacional
*ENLACES DE
VENEZUELA
(ACTUALIZADOS)
*Importante
Nueva
Encuesta
*Directorio,
Musica
--oOo--
Presentación
Comenzamos un
nuevo año y nos ha parecido interesante situar los puntos calientes con
que empieza el mundo 2003.
También,
llamamos vuestra atención sobre una encuesta importante.
Los enlaces
anexos permiten ampliar y actualizar -sea en Kurdistan,
Iraq, Palestina o Venezuela-
los contenidos que aportamos.
La música y
con ella, la película y la figura que evoca, está escogida con toda intención
como aviso simbólico de estos nuevos tiempos [que en tanto
recuerdan a algunos antiguos].
En nuestro
próximo numero, recuperaremos la distribución habitual, con mayor espacio para
hechos y comentarios de nuestra Nación.
Que os sea
util.
Las cuentas totales de la ayuda de EEUU a
Israel
David R. Francis -
redactor de The Christian
Science Monitor.
Traducción: Loles
Oliván, CSCAweb
Efecto colateral - J.
Kalvellido
Desde 1973, el mantenimiento del Estado de Israel ha
supuesto un impacto global para la economía de EEUU de cerca de 1,6 billones de
dólares. Si esa cantidad se divide entre la población actual de EEUU, alcanza la
cifra de 5.700 dólares por persona. Israel es el mayor receptor de la ayuda
exterior de EEUU. Para el año fiscal 2003 se le han asignado ya en ayudas
directas 2.040 millones de dólares en asistencia militar y 720 millones en ayuda
económica. Desde hace años viene recibiendo 3.000 millones de dólares por año en
estos conceptos.
Desde 1973 Israel ha costado a EEUU unos 1,6 billones de
dólares. Si esa cantidad se divide entre la población actual [de EEUU], alcanza
a más de 5.700 dólares por persona. Este cálculo es una estimación de Thomas
Stauffer, consultor económico de Washington [1]. Durante décadas, sus análisis
de la escena de Oriente Medio han sido una espina clavada para el lobby israelí.
Por primera vez en muchos años, Stauffer ha hecho cuadrar el coste total del
apoyo de EEUU a Israel en su interminable y violenta disputa con los palestinos.
Hasta ahora, calcula Stauffer, la suma asciende a más de dos veces el coste de
la Guerra de Vietnam.
Y ahora Israel quiere más. En una reunión celebrada en
la Casa Blanca el mes pasado, representantes del gobierno de Israel hicieron una
solicitud de 4 mil millones de dólares en ayuda militar adicional para pagar los
elevados costes que conlleva hacer frente a la Intifada y a las "bombas humanas"
[suicidas]. Asimismo, también solicitaron un crédito garantizado de más de 8 mil
millones para hacer frente a la recesión económica de Israel.
Teniendo en cuentas los profundos problemas económicos
de Israel, Stauffer duda de que los depósitos israelíes que cubren las garantías
del crédito sean reembolsados en el futuro. Los depósitos son probablemente
estructurados de manera que no se pagan intereses hasta que vencen. Si Stauffer
está en lo cierto, EEUU acabará pagando tanto el principal del capital concedido
como los intereses, quizá durante 10 años.
La solicitud de Israel podría formar parte de una ley de
gastos suplementarios que será aprobada probablemente a comienzos del año
próximo, encubierta quizá en el coste de la guerra contra Iraq.
El mayor receptor
Israel es el mayor receptor de la ayuda exterior de EEUU
[2]. Para el año fiscal 2003 se le han asignado ya 2,04 mil millones de dólares
en asistencia militar y 720 millones en ayuda económica. Desde hace años viene
recibiendo 3 mil millones de dólares por año.
Calculando la ayuda oficial al valor del poder
adquisitivo del dólar del año 2000, Stauffer estima que se ha concedido a Israel
240 mil millones de dólares desde 1973. Además, EEUU ha concedido a Egipto 117
mil millones de dólares y a Jordania otros 22 mil millones de dólares de ayuda
exterior a cambio de firmar tratados de paz con Israel.
"En consecuencia, desde el punto de vista político, si
no administrativo, estos desembolsos forman parte del paquete total del apoyo a
Israel", sostiene Stauffer en una intervención sobre el coste total de la
política de EEUU en Oriente Medio, en el marco de una conferencia reciente en la
Universidad de Maine, organizada por el US Army War College.
Estos costes de ayuda exterior son bien conocidos.
Muchos estadounidenses dirían probablemente que se trata de un dinero gastado
para poyar a una democracia cercada por ciertos intereses estratégicos. Pero
Stauffer se pregunta si los estadounidenses son conscientes de lo que cuesta en
su totalidad apoyar a Israel ya que algunos gastos, si no ocultados, son poco
conocidos.
Existe un gasto descomunal que no es secreto. Es el
gasto más elevado del petróleo y de los daños económicos tras las guerras
israelo-árabes. En 1973, por ejemplo, los Estados árabes atacaron Israel en un
intento de recuperar los territorios que Israel había conquistado en la guerra
de 1967. El presidente Nixon reforzó el abastecimiento de armas estadounidenses
a Israel desatando el embargo del petróleo árabe contra EEUU. La caída de la
distribución de petróleo inició una profunda recesión. Como resultado, según los
cálculos de Stauffer, EEUU perdió 420 mil millones de dólares (en dólares de
2001) en producción. La subida de los precios del petróleo costó otros 450 mil
millones de dólares.
Temiendo que las naciones árabes pudieran hacer uso de
su arma petrolera, EEUU puso en marcha una Reserva Estratégica de Petróleo.
Stauffer ha estimado a la baja que ello ha costado 134 mil millones de
dólares.
Otras ayudas de EEUU
Otras ayudas de EEUU a Israel son:
-
Sociedades benéficas y organizaciones judías estadounidenses han
enviado ayudas o comprado bonos israelíes por valor de entre 50 mil y 60 mil
millones de dólares. Aunque tiene un origen privado, este dinero es un
"sumidero neto" para la economía de EEUU, afirma Stauffer.
-
EEUU ha garantizado 10 mil millones de dólares en créditos comerciales
a Israel y 600 mil millones en "créditos para la vivienda". Stauffer supone
que es el Tesoro quien cubre tales créditos.
-
EEUU ha donado 2,5 mil millones de dólares para apoyar el proyecto
militar del avión de combate Lavi Fighter y el proyecto de misiles
Arrow.
-
Israel compra a precio rebajado el "excedente" de equipamiento militar
estadounidense en servicio. Stauffer considera que esos descuentos han
alcanzado "varios miles de millones de dólares" en los últimos
años.
-
Israel utiliza cerca del 40% de los 1,8 mil millones de dólares anuales
que recibe en concepto de ayuda militar (aparentemente destinados para la
adquisición de armas de EEUU) para comprar armamento y material informático
israelí. Igualmente, Israel ha adquirido el derecho de exigir al Departamento
de Defensa de EEUU o a los contratistas de la industria de defensa de EEUU que
compren equipamiento militar israelí o subsistemas, debiendo pagar aquellos
entre 50 y 60 céntimos por cada dólar que EEUU destina a gastos de defensa
concedidos a Israel.
-
La ayuda de EEUU a Israel -financiera o técnica- ha
permitido a Israel convertirse en un importante proveedor de armamento. Las
armas constituyen casi la mitad de las exportaciones manufacturadas de Israel.
Los contratistas de la industria de defensa de EEUU se quejan con frecuencia
de los requisitos de compra impuestos por Israel y de su extraordinaria
competitividad por estar subsidiada con los impuestos que pagan los
estadounidenses.
-
La política de EEUU y las sanciones comerciales
reducen las exportaciones estadounidenses a Oriente Medio a unos 5 mil
millones de dólares anuales, con un coste de unos 70.000 empleos
estadounidenses, según Stauffer. El hecho de que no se exija a Israel que
utilice la ayuda que le concede EEUU para comprar productos estadounidenses
(como es habitual en la ayuda exterior) cuesta otros 125.000
empleos.
-
Israel ha bloqueado algunas importantes ventas de armas estadounidenses
[a terceros países], como en el caso del avión de combate F-15 a Arabia Saudí
a mediados de los años 80. Ello tuvo un coste mantenido durante diez años de
40 mil millones, afirma Satuffer.
La lista de Stauffer será controvertida. Para su
investigación ha recibido asistencia de un número de oficiales militares y
diplomáticos en su mayoría retirados quienes no se han dado a conocer por temor
a ser acusados de antisemitas si critican la política de EEUU hacia
Israel.
Notas:
1.
Este artículo está basado en la intervención de Thomas Stauffer
dedicada al coste total de la política de EEUU en Oriente Medio en una
conferencia recientemente celebrada en la Universidad de Maine y organizada por
el US Army War College (http://carlisle-www.army.mil).
Estado
sionista
Israel: El arsenal nuclear que la IAEA-ONU no ha
controlado nunca
Rohan
Pearce
Complejo nuclear de
Dimona
Foto: Mordechai Vanunu
Los
inspectores en Israel, Bush y los medios de comunicación internacionales
esconden, hipócritamente, que Israel es ya un país en Oriente Medio que posee
armas nucleares
Según la
Federación de Científicos Norteamericanos, la tentativa de Israel de acumular un
arsenal nuclear comenzó en 1948 con la institución de un Cuerpo Científico
(Hemed Gimmel) dentro del ejército israelí. En 1949 el Hemed Gimmel inspeccionó
el desierto del Negev en busca de reservas de uranio. En 1952 fue creada la
Comisión Israelí para la Energía Atómica. En 1956 Francia aceptó proveer a
Israel de un reactor nuclear de 18 megavatios. Después de la invasión de Egipto
por parte de Israel en 1956, el acuerdo fue revisado para proveer un reactor de
24 megavatios. Francia adquirió agua pesada para el reactor en Noruega,
traicionando la seguridad dada al gobierno noruego de que no habría trasladado
del agua a terceros países. Los funcionarios aduaneros franceses fueron
engañados sobre el destino de las partes del reactor.
El complejo
que para hospedar el reactor fue construido en Dimona, en la región
septentrional del desierto del Negev. Para proteger el programa sobre las armas
nucleares de Israel y mantener el secreto fue creada una organización
especifica, el Buró para las Relaciones Científicas. Entre las estratagemas
adoptadas por Israel para esconder la naturaleza del proyecto Dimona, fue
describirlo como una "instalación de manganeso."
En 1960
los gobiernos israelí y francés tuvieron un enfrentamiento por el proyecto.
Francia pidió a Israel que hiciera público el proyecto Dimona y autorizara
inspecciones internacionales de su estructura. A pesar de esto, Francia aceptó
acabar el envío de partes del reactor, e Israel aseguró a París que no
construiría armas nucleares. En 1964 el reactor se puso
operativo.
Del proyecto
nuclear de Israel también fueron informados los Estados Unidos, es decir su
principal fuente de ayuda militar. Según Sir Timothy Garden, docente de la
Universidad de Indiana, en 1954 Israel firmó un acuerdo de cooperación nuclear
con Estados Unidos. En 1958 aviones espía de Estados Unidos fotografiaron el
complejo de Dimona. Israel adquirió de Estados Unidos un reactor más pequeño,
que habría sido difícilmente útil en la producción de armas nucleares. Tal
reactor se puso operativo en 1960.
El papel de Estados
Unidos
Hacia finales
de los años 60 las inspecciones de la Comisión de Estados Unidos para la Energía
Atómica en las instalaciones de Dimona fueron obstaculizadas por la actitud de
no-cooperación del gobierno israelí. Además de controlar el equipo de los
inspectores y su alcance, Israel construyó falsos paneles de control y tapió
pasillos para engañar a los inspectores.
Significativamente, un memorándum
del gobierno Estados Unidos de octubre de 1969, que informó de las discusiones
entre funcionarios del Departamento de Estado y un representante de la Comisión
de la Energía Atómica, hizo entender que la posesión por parte de Israel de
instalaciones para la fabricación de armas nucleares no constituyó un problema
para el gobierno de Estados Unidos. Según el memorándum, "el equipo de la
Comisión de la Energía Atómica ha llegado a la conclusión de que el gobierno de
Estados Unidos no está decidido a sustentar un verdadero esfuerzo de inspección,
en la cual los inspectores del equipo puedan sentirse legitimados para hacer
directamente preguntas pertinentes e/o insistir que les sea permitido ver
documentos y otros materiales. A los inspectores les ha sido encomendado no
causar controversias, comportarse como 'caballeros' y no manifestar desacuerdo
con la voluntad de los huéspedes. En una ocasión parece que los miembros del
equipo han sido criticados duramente por los israelíes por haberse comportados
como inspectores."
Al final de
1964 la instalación de Dimona produjo acerca de 8 kilogramos de plutonio al año,
bastante para permitir a Israel construir una o dos armas nucleares puesto que
el plutonio habría sido tratado ulteriormente. Garden (In Can
Deterrente Last, Buchan & Enright, Londres, 1984,) ha escrito
que "teniendo en funcionamiento un sistema estable de producción de plutonio
fisible, se hizo necesaria una instalación de tratamiento que hiciera
rápidamente el plutonio utilizable como arma. [...] Israel no construyó ninguno.
La razón de esta omisión parece residir en el hecho de que Israel logró adquirir
ilegalmente una significativa cantidad de uranio enriquecido. Informes de la CIA
han revelado que Israel consiguió "grandes cantidades de uranio con medios
clandestinos". A este propósito el New
York Times recordó a los lectores la
pérdida de uranio altamente enriquecido por el Nuclear Materials and Equipment
Corporation en Apolo, Pennsylvania, en 1965.... Si Israel en 1965 logró
conseguir material para armas nucleares, esto explicaría porque no ha sido
construida ninguna instalación para la elaboración del plutonio. Teniendo
asegurada una cantidad de uranio pudo usar el método más lento, pero no
controvertido políticamente, de la separación del plutonio a través del
"laboratorio en caliente" y así gradualmente aumentar su cantidad."
Aliados del
Apartheid
Desde 1967
hasta los años '80 Israel ha podido contar con la Sudáfrica del apartheid para
el suministro de cerca de 550 toneladas de uranio para la instalación de Dimona.
Se dice que en septiembre de 1979 los dos países han realizado una prueba
conjunta de armas nucleares en el océano Indico. Un artículo aparecido en el
Ha'aretz el 20 de abril de 1997. sustentó que al
principio de los años 80 Israel habría ayudado al gobierno de Sudáfrica a
desarrollar armas nucleares. Constand Viljoen, ex jefe del Estado Mayor del
ejército sudafricano, le ha dicho a Ha'aretz:
"Quisimos adquirir conocimientos sobre lo nuclear de quien pudiéramos, también
de Israel."
La
confirmación pública de la producción de armas nucleares por parte de Israel
llegó en 1986, cuando
Mordechai Vanunu
proveyó al británico
Sunday Times de
fotografías de instalaciones nucleares israelíes. Vanunu fue un técnico cercano
a la estructura de Dimona "Machon 2" desde 1976 al 1985, antes de ser alejado
por su implicación con una política de izquierda, a favor de los palestinos.
"Machon 2" produce plutonio y partes para bombas nucleares.
Según las
revelaciones de Mordechai Vanunu, en 1986 Israel ya poseía 200 armas nucleares.
Antes de que The Times publicara la
noticia, Vanunu fue atraído a Roma por un agente del Mossad, la policía secreta
de Israel. En Roma fue secuestrado y llevado a Israel, dónde fue condenado en un
proceso oculto y encarcelado. Las transcripciones del proceso de Vanunu han
quedado clasificados hasta que algunas secciones han sido hechas públicas por el
gobierno israelí en noviembre de 1999, después de que el periódico israelí
Yediot Ahronot se dirigió al Juzgado
del Distrito de Jerusalén.
Vanunu fue
sido condenado a 18 años de cárcel. Ha transcurrido los primeros 11 años y medio
en aislamiento. Según el hermano de Vanunu, Asher, de la prisión de Ashkelon
dónde Mordechai está detenido no saldrá hasta el 22 de abril de 2004, sólo cinco
meses antes del fin de su condena.
Después de
haber cumplido los dos tercios de la pena, Vanunu ha pedido la libertad
vigilada. Su solicitud ha sido rechazada una primera vez, y luego de nuevo cada
seis meses. La corte del distrito de Be'er Sheva tuvo que examinar la solicitud
de Vanunu al final del pasado octubre. Según el
Ha'aretz del 9 de octubre, "[Vanunu] sustenta que
en el 2001 [el ministro israelí Shimon Peres} en un documental de la red israelí
Channel Two ha revelado mucho más sobre la capacidad nuclear de Israel de lo que
Vanunu haya revelado nunca [Sunday Times]."
El debate en la
Knesset
La
controversia sobre Vanunu y el arsenal oculto de armas nucleares de Israel ha
llevado, a principios del 2000, al primer debate ocurrido en el Knesset
(Parlamento) sobre la política nuclear.
El 3 de
febrero de 2000, Yediot Ahronot
ha descrito así el debate que literalmente reproducimos por su importancia
histórica:
"El
Honorable Issam Makhoul Hadash, ha hecho historia cuando ha declarado: 'Israel
posee entre 200 y 300 bombas atómicas'". El ministro Ramón, que contestó
por el gobierno, ha repetido la afirmación. "Israel no será el primer país
en introducir armas nucleares en Mediano Oriente".
"No es el mensajero
Vanunu el problema, más bien es la política de todos los gobiernos israelíes,
que han transformado esta pequeña porción de tierra en un vertedero nuclear
envenenado y venenoso, que podría llevarnos a todo al cielo en un hongo
nuclear" le ha reprochado ayer Issam Makhoul en el Knesset.
Makhoul ha
hecho historia cuando ha conseguido permiso para discutir una propuesta
sobre la política nuclear de Israel que ha llevado al primer debate abierto de
este tipo. Justo cuando Makhoul ha empezado a hablar, miembros del Likud, del
Partido Nacional Religioso, del Shas y otros han decidido dejar la asamblea en
señal de protesta. Makhoul ha afirmado que Israel es el sexto país del mundo
en lo que concierne a la cantidad de plutonio de alta calidad en su poder:
"El mundo sabe que Israel es un gran depósito de armas nucleares,
biológicas y químicas, que sirve como piedra angular para la carrera a las
armas nucleares en Mediano Oriente", Según él, Israel tiene "200-300
bombas atómicas".
Miembros del
Knesset han reaccionado gritando ante el discurso de Makhoul: "Hoy Usted
está cometiendo un crimen contra los árabes israelíes" ha gritado el
Honorable Ophir Pinnes, jefe de la coalición. "Si alguien necesitara una
justificación para qué los miembros árabes del Knesset no deberían participar
en la comisión Asuntos Exteriores y Seguridad, acaba de
proporcionársela", ha concluido Yosef Pritzky (Shinui)."
Palestina
Los Estados árabes y la Intifada: una carrera hacia
atrás
Nassar
Ibrahim y Mayed
Nassar
Comité de
Solidaridad con la Causa
Árabe
Traducción: Loles Oliván,
CSCAweb
"A pesar del excepcional potencial de energía del
mundo árabe, la mayor parte del pueblo árabe sufre la pobreza, el desempleo,
la opresión, la ausencia de democracia, pobres sistemas de seguridad social e
inadecuadas visiones de desarrollo por parte de sus dirigentes. Más aún, esas
sociedades sufren la desunión política. Los intereses nacionales y las
decisiones nacionales pan-árabes están controladas por las compañías
multinacionales y por el capital exterior que promueve una cultura consumista
opuesta a los principios de progreso pan-árabes".
"La gente
rica se comporta superficial, estúpida y pretenciosamente. La corrupción está
extendida y se niegan los derechos de los sectores marginados de la sociedad,
en particular los pobres, las mujeres y las minorías. Existe una cantidad
enorme de violencia que toma diversas formas, como largas y crueles guerras
civiles y movimientos de terror que echan a perder la vida de los ciudadanos y
la de los visitantes extranjeros".
(Muhammad Sayyed Said, Asesor del Comité Árabe para
los DDHH)
El mundo árabe
parece ser una excepción a los cambios democráticos que tienen lugar en todas
partes del mundo. Es una región donde reinan la opresión y el absolutismo. Los
derechos humanos se violan extensamente y a diferentes niveles. La ley está
ausente y la riqueza está injustamente repartida y de modo mucho más visible que
en cualquier otra parte del mundo.
El viejo general Sharon
La gente aún
recuerda el día en que el viejo general Sharon llegó al poder tras derrotar al
joven general Barak en las últimas elecciones israelíes. La victoria de Sharon
fue un rayo que golpeó a la dirección palestina y a los regímenes árabes. La
reacción inicial fue de sorpresa, desesperación y depresión. La mayor parte de
la gente predijo que la zona alcanzaría mayores cotas de violencia. Los gritos
de protesta de todos aquellos que buscaban aislar a Sharon y proteger el proceso
de paz se escucharon en todos los rincones del mundo árabe.
Desde la
Administración de EEUU llegó una opinión distinta que hacia de la democracia
israelí un modelo para el salvaje mundo árabe a pesar de las inhumanas políticas
del Estado judío y de más 35 años de ocupación militar ilegal. EEUU protegió
inmediatamente a Sharon y dedicó todos sus esfuerzos a fortalecer su relación
con el viejo general. Parecía que EEUU estaba dispuesto a sacrificar el proceso
de paz en un intento de legitimar su sesgo pro-israelí a pesar de que Sharon
estaba conduciendo a la región a una confrontación aún más
profunda.
Se dijo que
los dirigentes más extremos y crueles son aquellos capaces de tomar decisiones
históricas. Se señaló que Menahem Begin, del Likud, fue quien alcanzó un acuerdo
de paz con Egipto. Sharon, se decía, era ahora el jefe de gobierno y no el mismo
adolescente Sharon que condujo la oposición. "Darle una oportunidad", imploró
Washington. Los regímenes árabes y la Autoridad Palestina (AP) aceptaron la
visión de EEUU, en primer lugar porque no tenían otra elección y, en segundo,
porque no tenían una propia visión independiente.
Mal presagio
En lugar de
que su gobierno de derecha corriera el riesgo del aislamiento, Sharon comenzó a
rodear las capitales árabes y a dictar condiciones. En unos pocos meses las
armas de sus tanques estaban apuntando al dormitorio de Arafat confinándolo en
su destruido recinto y aislándolo completamente del mundo
exterior.
Sharon declaró
una guerra total contra el pueblo palestino y contra sus estructuras políticas,
económicas y culturales sin que nadie desafiase oponérsele o condenar sus actos.
Esta situación fue posible una vez que Bush anunció que "Israel tiene el derecho
a defenderse". Sharon se convirtió en el "hombre de paz" en tanto se declaraba
que el movimiento de resistencia del pueblo palestino era una organización
terrorista ilegal. Arafat, no Sharon, se convirtió en
proscrito.
Aunque la
primera reacción de los regímenes árabes fue hacer un llamamiento a la
solidaridad con la resistencia palestina, los cambios de poder en Oriente Medio
supusieron una seria prueba para los regímenes árabes que condujo a una
desafortunada -pero no sorprendente- revelación de que los regímenes eran más
impotentes y estaban más paralizados que nunca anteriormente, tanto interna como
internacionalmente. Como consecuencia, la primera posición de los Estados árabes
dio paso a otra que abruptamente adoptó la visión de EEUU de ponerse al lado de
Israel con poca o ninguna distinción.
La pregunta
es, ¿tenían los regímenes árabes alguna alternativa viable más que la retirada y
el colapso ante la alianza de EEUU e Israel?
Dejando a un
lado las simplistas -aunque persuasivas- teorías de la conspiración que
atribuyen la pobre actuación de los regímenes árabes a factores "exteriores",
debemos analizar sus estructuras económicas, políticas y de clase las cuales
ejercen una influencia enorme en sus políticas exterior e interior. En estos
términos, nos gustaría mantener que un sistema político que no adopta una
política interna de respeto a los intereses individuales y nacionales de su
pueblo y que no trabaja para incrementar los acuerdos democráticos y un sistema
de seguridad social sólido y firme, difícilmente adoptará una política exterior
que proteja los intereses nacionales de amenazas externas.
Durante años,
la causa palestina ha sido siempre importante para el conjunto de la región y
por ello ha sido fuente de una gran preocupación para los regímenes árabes. Por
otro lado, la causa palestina tiene tal respaldo del público en general que
cualquier aproximación que no tenga en cuenta los derechos nacionales palestinos
se encontrará en confrontación permanente con las masas árabes. Por otro lado,
la causa palestina ha sido siempre una razón para movilizar a las masa árabes
contra los propios regímenes.
Principios de
resistencia
En este marco,
el movimiento de resistencia palestina -la Intifada- se ha convertido en una
expresión de la conciencia palestina y árabe; se ha convertido en el modelo con
el que se comparan todos los movimientos en términos de influencia sobre la
conciencia colectiva de las masas árabes.
El movimiento
de resistencia palestina alcanzó horizontes de leyenda y se hizo -junto con el
modelo de la resistencia libanesa- una cuestión a comparar. Contenía el
potencial para transformar la lucha de liberación nacional en una lucha de
liberación social y política contra aquellos regímenes árabes que confiscan los
derechos económicos y políticos del pueblo árabe. El pueblo palestino demostró
con su firmeza, sacrificio y resistencia que a pesar de estar aplastada por
ejércitos extranjeros y economías externas, y a pesar de sufrir un desequilibrio
de poder, perseveró en su movimiento de resistencia y se aferró firmemente a sus
derechos. Ello se manifiesta en claro contraste con los discursos oficiales de
los regímenes árabes que se han referido a la inutilidad del movimiento de
resistencia frente a la alianza de EEUU e Israel.
La mayor parte
de los regímenes árabes reconocieron muy pronto los peligros de que se
extendiera el carácter revolucionario de la Intifada; un carácter que amenaza
con no detenerse en los límites del ejército de ocupación. Sus lecciones y sus
valores políticos y humanos trascienden fronteras y amenazan con liberar un gran
potencial enérgico de recursos humanos, poder económico, reservas naturales y
liberación de la cultura y de los valores del mundo árabe.
Debido a su
débil actuación y a su asociación política y económica con los países
imperialistas, los regímenes árabes se han transformado en regímenes sumisos
que, a cambio, han sometido a la sociedad árabe durante la última década,
haciéndola retroceder y privándola de una visión política, social y económica
para crear un futuro de esperanza. Al mismo tiempo, las actividades de
resistencia contra esas dinámicas se están estableciendo en cada país del mundo
árabe como un proceso natural para mejorar las condiciones individuales y
sociales.
A pesar del
excepcional potencial de energía del mundo árabe, la mayor parte del pueblo
árabe sufre la pobreza, el desempleo, la opresión, la ausencia de democracia,
pobres sistemas de seguridad social e inadecuadas visiones de desarrollo por
parte de sus dirigentes. Más aún, esas sociedades sufren la desunión política.
Los intereses nacionales y las decisiones nacionales pan-árabes están
controladas por las compañías multinacionales y por el capital exterior que
promueve una cultura consumista opuesta a los principios de progreso
pan-árabes.
Trazando el mapa de
Oriente Medio
A la vista de
este panorama general, ¿cómo debemos interpretar las posiciones y los
comportamientos de los regímenes árabes, y a qué dirección apuntan los vectores
de sus movimientos? Resulta imperativo destacar que mientras nosotros utilizamos
el término "regímenes árabes", es necesario distinguir entre cada régimen
individualmente y evitar tratarlos como si fueran iguales.
Los regímenes
nacionalistas árabes de Siria, Iraq y Líbano reivindican todavía una política de
resistencia independientemente de las presiones exteriores. Tienen, en varios
grados, interno y exterior, visiones políticas y económicas que no coinciden
necesariamente con las de EEUU.
Los
denominados "regímenes moderados", incluyendo a Jordania, Egipto y Arabia Saudí,
se consideran aliados de EEUU y, con la excepción de Arabia Saudí, han firmado
tratados con Israel. Tal y como está el equilibrio de poderes en la actualidad,
el resto de los países árabes tiene muy limitada influencia en la formación de
políticas pan-árabes, bien porque están geográficamente distanciados o por
atender a sus problemas internos -como es el caso de Argelia, Túnez, Libia,
Sudán y Yemen.
Hay dos
corrientes que marcan la política del mundo árabe: el eje de Siria y Líbano que
encuentra apoyo en Iraq, Libia, Sudán y Argelia, y el eje de Egipto, Jordania y
Arabia Saudí que encuentra apoyo en Marruecos, Kuwait, y en el resto de los
Estados árabes del Golfo. Existen, por supuesto, muchas contradicciones,
anomalías, desacuerdos y competiciones entre los miembros del primer eje. La
disputa sirio-iraquí, por ejemplo, no se ha resuelto todavía a pesar de la
distensión y el acercamiento entre ambos Estados. Líbano sigue intentando
minimizar la influencia y presencia de Siria.
Hay una clara
competición entre Arabia Saudí (que se considera la cuna del Islam y que tiene
unas relaciones fuertes con EEUU) y Egipto, que es un vértice del pensamiento
árabe, con recursos y potencial humano, historia y cultura. Jordania detenta una
posición intermedia pero tiene su importancia a pesar de su renuncia a los
vínculos políticos y administrativos con Cisjordania -tal y como determinó el
rey Husein en 1988- en virtud del hecho de que mas de la mitad de la población
de Jordania es de origen palestino y de que Jordania tiene la frontera más larga
con Israel.
Aunque Egipto
y Jordania han firmado tratados de paz con Israel, ambos tienen problemas
similares para hacer aceptar tales tratados de paz a sus pueblos. En ambos
países, la oposición popular a los tratados es fuerte. La importancia del
denominado eje "moderado"se evidencia significativamente en la inclusión en este
eje de la AP, que igualmente sigue lo que se percibe como una línea política
"pragmática" en relación a EEUU e Israel.
El mínimo común
denominador
Las relaciones
entre los países árabes se regulan de acuerdo al grado de incongruencias o a la
cantidad de intereses que se solapan en un momento dado. Sin embargo,
diferencias aparte, los siguientes rasgos distintivos son comunes a
todos:
-
Las relaciones de todos esos
regímenes con sus sociedades está basada en la opresión. Los regímenes ven en
el movimiento político de sus pueblos una amenaza a sus propias legitimidades
y a sus privilegios.
-
Esos regímenes llegaron al
poder mediante golpes militares, por designación hereditaria o por elecciones
increíblemente amañadas (por ejemplo, ganando el 99% de los
votos).
-
La mayoría de los regímenes
manejan el problema palestino de manera que sirva a sus propios intereses y
poco más. Brevemente: usan el problema palestino para legitimar su propio
poder.
-
La mayoría de los regímenes
son hostiles a los cambios democráticos, sean de naturaleza política, social o
cultural. Consideran que la democracia es una amenaza para su estabilidad y la
utilizan solo como un método para cimentar su propio poder, no para dar rienda
suelta a las capacidades y potencialidades de sus pueblos.
-
La posición y la práctica
cotidiana de los regímenes árabes en relación con el movimiento de resistencia
palestina -la Intifada- revela constantemente niveles reducidos de entusiasmo
y apoyo. La razón de esta frustrante realidad puede trazarse en las siguientes
fases de la Intifada.
1. Desde el comienzo de
la Intifada el 28 de septiembre de 2000 hasta la caída de Barak en febrero de
2001
La mayoría de
los regímenes árabes consideraron la Intifada como una respuesta espontánea de
los palestinos a la provocativa visita de Sharon a la explanada de Al-Haram
al-Sharif. Al principio pensaron que la Intifada sería un fenómeno transitorio o
limitado que se agotaría por si mismo. Vieron en la Intifada un intento de
mejorar las condiciones de los Acuerdos de Oslo dentro de su propio contexto,
pero nunca como un esfuerzo para crear una alternativa a Oslo.
Igualmente,
los regímenes árabes tomaron la Intifada como una herramienta útil para mejorar
su propia imagen interna. Ello se hizo evidente en muchas manifestaciones
políticas en las que se saludaba a la Intifada como la realización de un derecho
legítimo del pueblo palestino a resistir a la ocupación. Además, utilizaron la
Intifada como un medio de agitación contra muchas políticas opresivas de
Israel.
La masiva y
violenta reacción de Barak al estallido de la Intifada produjo en esos regímenes
la esperanza de un rápido final del levantamiento. Sin embargo, la capacidad del
pueblo palestino y de su movimiento político de absorber los golpes israelíes,
su disposición para hacer aún mayores sacrificios y la claridad de sus metas
políticas de libertad e independencia comenzaron a preocupar a los regímenes
árabes, especialmente cuando el movimiento masivo de los pueblos árabes comenzó
a formar parte del extenso mecanismo de apoyo al pueblo
palestino.
Los regímenes
árabes, especialmente los moderados, mostraron claramente su consternación y
comenzaron a presionar a la dirección palestina para que detuviera la Intifada y
aceptase las condiciones que EEUU e Israel exigieron en las propuestas políticas
y de seguridad durante la cumbre de Camp David y, posteriormente, de
Taba.
Arafat rechazó
la "generosa oferta de Barak" e inmediatamente comenzó a sufrir la presión no
solo de EEUU sino también de varios dirigentes árabes. Arafat se mantuvo firme e
insistió en los derechos nacionales del pueblo palestino para reivindicar la
retirada de los soldados israelíes a las fronteras del 4 de junio [de 1962], el
derecho al retorno [de los refugiados palestinos], el desmantelamiento de los
asentamientos y Jerusalén. El presidente Clinton amenazó a Arafat muy
abiertamente, "si no firmas, Israel lanzará la guerra contra ti con el apoyo de
EEUU".
Las
preocupaciones de los regímenes árabes comenzaron a aumentar según se hacía
evidente que la situación amenazaba a extenderse sin control. El movimiento de
resistencia crecía fuertemente. Por otro lado, Barak, que se estaba preparando
para una guerra total, actuaba bajo dos influencias: primera, su convicción de
que podría para al movimiento de resistencia palestina mediante el uso
contundente de la fuerza; segundo, ante la creciente presión de la oposición del
Likud y de Sharon.
En marzo de
2001, en la Cumbre Árabe celebrada en Amán se alcanzó un acuerdo sobre los
siguientes puntos: glorificar la Intifada y su heroísmo; condenar la política
israelí y sus acciones; aprobar un plan de apoyo al pueblo palestino; formar un
comité de seguimiento de los incidentes en Palestina.
Las
resoluciones de la Cumbre árabe se aprobaron a pesar de las contradicciones
entre los dos ejes del mundo árabe: el eje nacionalista -Siria, Iraq y Líbano-
que hizo un llamamiento al boicot cotra Israel, a la condena de la posición de
apoyo de EEUU a Israel y al incondicional respaldo a la Intifada. El eje
moderado -Jordania, Egipto- enfatizó su apoyo a la Intifada y a la condena de la
ocupación israelí pero insistió en solicitar a EEUU que interviniera más
activamente para frenar la violencia en la región. Rechazaron la idea del boicot
a Israel y consideraron que sus establecidas relaciones con este Estado
proporcionarían la posibilidad de influir positivamente sobre
Israel.
En aquella
conferencia, Arabia Saudí diferenció su posición por su criticismo hacia EEUU y
por garantizar su apoyo financiero al pueblo palestino. Con ello, Arabia Saudí
intentaba asegurarse un papel de liderazgo basado en su poder económico, en su
influencia sobre el Consejo de Cooperación del Golfo y en sus viejas relaciones
con EEUU.
Merece la pena
destacar que la Cumbre árabe normalmente se reúne para discutir cuestiones
pan-árabes. No obstante, las reuniones de altos dirigentes árabes, ya sean a
nivel de ministros de Asuntos Exteriores o de los respectivos de la Liga Árabe,
están sometidas a las rivalidades [existentes] entre los diferentes países. Por
esta razón, sus decisiones son normalmente vagas y no comprometen [a sus
miembros], con la posible excepción de la Cumbre mantenida por primera vez en
1964, bajo el liderazgo de Gamal Abdel Naser.
Poco antes de
la Cumbre árabe, Barak perdió las elecciones israelíes el 6 de febrero de 2001 y
Sharon llegó al poder.
2. De la llegada al
poder de Sharon en marzo de 2001 al 11 de septiembre de 2001
Barak fracasó
en aplastar la Intifada al igual que fracasó en las elecciones israelíes. Sharon
llegó al poder como el rey de Israel, el salvador. No fue elegido porque tuviera
una visión global para la paz o un plan maestro singular para resolver el
conflicto de Oriente Medio. Fue elegido porque prometió al público israelí la
seguridad absoluta. Era un general con una historia sangrienta. Era el héroe de
la guerra de 1973 con Egipto y el comandante que dio una lección al pueblo
palestino en Gaza desde 1970 hasta 1973. Su posibilidad de ganar las elecciones
no disminuía por su pasado como artífice de la invasión de Líbano y Beirut y de
las masacres de Sabra y Chatila.
La elección de
Sharon no fue solo un reto para la Intifada sino que creó una situación delicada
para los amigos de Israel. Ello constituiría después una seria prueba para los
regímenes árabes sobre su credibilidad ante el pueblo árabe. La repugnante
imagen de Sharon en el mundo árabe ayudó a los regímenes árabes a elevar el tono
de su retórica política -incluida la reclamación de aislar a Sharon si ello
fuese necesario.
Al principio,
los discursos de los dirigentes árabes eran agresivos. No obstante, confiaban en
que el general electo acabaría con la Intifada en cien días como había
prometido. Hicieron sus cálculos en dos direcciones: si Sharon tenía éxito en
acabar con la Intifada, sería bueno para ellos; e, igualmente, si la Intifada
triunfaba y hacía caer a Sharon, también les beneficiaría.
Pero las
expectativas de los regímenes árabes se diluyeron ante la firmeza del pueblo
palestino y ante la eficacia de su movimiento de resistencia, por el aumento de
las pérdidas en el lado israelí -tanto en términos humanos como económicos- y
por el incremento de las medidas opresoras del ejército
israelí.
El dilema de
los regímenes árabes se complicó más cuando el movimiento de resistencia
palestino consiguió establecer un cierto aunque delicado equilibrio con las
fuerzas de ocupación. Como la confusión de los regímenes no parecía resolverse,
insistieron en reclamar a EEUU que interviniera más activamente. El juego se
había hecho demasiado peligroso para su gusto. Siguieron apoyando la Intifada
pero solo en sus discursos. El primer signo de la desviación tomó la forma de
dirigir su apoyo financiero no hacia la AP sino a las ONG nacionales e
internacionales. De repente, su apoyo adquirió un carácter más humanitario para
evitar, de hecho, el apoyo político a la autoridad palestina.
Durante este
periodo se hizo evidente que Sharon era incapaz de acabar con la Intifada. La
opinión pública israelí comenzó a preguntarse a dónde les estaba conduciendo
[Sharon]. Él contestó con una agenda que superponía el poder a las negociaciones
o al compromiso. Sus discursos se fueron haciendo más radicales que antes y
procedió a aplicar la política gubernamental de asesinatos hasta alcanzar su más
alto apogeo.
La guerra
abierta y global de Sharon contra los palestinos fue respondida con los cada vez
más suavizados discursos de los líderes árabes. Ello culminó cuando el ministro
de Asuntos Exteriores de Qatar, Hamad Ben Yasim, declaró que los árabes deberían
"rogar" a EEUU para que acabase la agresión israelí contra el pueblo
palestino.
3. Del 11 de septiembre
de 2001 hasta la Cumbre árabe de Beirut, de marzo de 2002
EEUU declaró
una guerra total contra el terrorismo. Comenzó por reorganizar su agenda y sus
prioridades. Disfrazando sus acciones tras los sucesos del 11 de septiembre,
EEUU empezó a pasar las cuentas a aquellos Estados contra los que tenía
resentimientos porque no aceptaban su política.
Sharon se
subió a la ola de EEUU para pasar las cuentas de Israel al pueblo palestino.
Hasta ese momento, Sharon había recibido fuertes ataques no solo de la comunidad
internacional sino también de la comunidad israelí por no haber sido capaz de
acabar con la Intifada como había prometido. Desatendió la economía y el
deterioro de todos los sectores de la sociedad israelí, especialmente el sector
del turismo. Sharon no pudo dominar la Intifada con los medios que había
utilizado hasta entonces. Los sucesos del 11 de septiembre le proporcionaron la
oportunidad de maximizar el uso de la fuerza. Intensificó la presión militar,
política y económica para aplastar al movimiento de resistencia palestino. Con
el apoyo de EEUU declaró que su guerra contra el pueblo palestino formaba aparte
de la campaña internacional "contra el terrorismo". Equiparó a Arafat con Bin
Laden y comparó al movimiento de resistencia palestino con los
Taliban.
A la vista de
la nueva fórmula de Washington -"los que no están con nosotros están contra
nosotros"- y del respaldo a la opresión israelí -"Israel se está defendiendo"-,
emergieron mayores contradicciones entre los regímenes árabes y la dirección
palestina y la resistencia. La posición árabe oficial perdió capacidad de
maniobra y en consecuencia comenzó a reajustarse, especialmente cuando la
alianza de EEUU e Israel no dejó espacio para las objeciones o las críticas.
Washington empezó a exigir declaraciones políticas muy claras y consecuentes con
su propia visión.
Al mismo
tiempo, la relativamente fácil victoria de EEUU en Afganistán aumentó su apetito
de influencia en Oriente Medio. Guiados por los intereses comunes de EEUU e
Israel y por las medidas opresoras del general israelí bajo el lema de "la lucha
contra el terrorismo internacional", Washington presionó para que se acatara su
voluntad -y la de Israel- en Oriente Medio. Sin embargo, este empeño chocó con
dos grandes obstáculos: primero, el movimiento de resistencia palestino resultó
inquebrantable y se intensificó; segundo, Iraq rechazó con firmeza las
exigencias de EEUU.
Al igual que
la causa palestina representa una causa moral e histórica para el pueblo árabe,
representa también un modelo para mejorar su propia situación. Este hecho ha
forzado a EEUU a poner fin al problema palestino cuanto antes, sacándole de su
silencio inicial. Para Washington resultaba difícil, si no imposible, concluir
su tarea en Iraq sin arreglar antes el problema palestino.
A la vista de
esto, la política de EEUU definió cuatro estrategias
principales:
-
Dar rienda
suelta a Sharon y su maquinaria militar contra el pueblo palestino bajo el
lema "Israel tiene derecho a defenderse".
-
Aislar a
Arafat señalando la falta de confianza en él y describiéndole como incapaz e
inútil para controlar el "terrorismo palestino".
-
Exigir a los
países del "eje moderado" Egipto, Jordania y Arabia Saudí- que declarasen
abiertamente su voluntad de trabajar para poner fin a la Intifada y rechazar
el "terrorismo palestino".
-
Presionar a
los países del "Eje del Mal" Siria y Líbano- mediante la amenazada de la
guerra y designándolos como países del "Eje del Mal", además de declarar
abiertamente la necesidad de derrocar al régimen de Sadam Husein en
Iraq.
La presión de
los pueblos árabes creció tanto como la contra-presión de Washington, lo que
situó a los regímenes árabes entre la espada y la pared, una situación que se
ajustó a través de las resoluciones de la Cumbre Árabe de Beirut, en marzo de
2002. En ese marco, los regímenes de eje moderado y aquellos del eje nacional,
aceptaron la iniciativa saudí que se había hecho pública de ante mano en
diversos periódicos internacionales. Este incidente particular, enojó a varios
dirigentes árabes y ciertamente pudo contribuir al boicot de Mubarak [Egipto] y
del rey Abdala [Jordania] que declararon que su ausencia era un acto de
solidaridad con Arafat, a quien Israel había prohibido salir del país para
acudir a la Cumbre de Beirut.
Arabia Saudí
sabía bien que Amman y El Cairo apoyarían la iniciativa no solo porque EEUU y
Europa la habían aprobado sino porque también lo había hecho la dirección
palestina. Ello explica porqué Arabia Saudí estuvo más preocupado por convencer
a Damasco y a Beirut.
De camino a
una reunión con Colin Powell, el príncipe saudí viajó desde Damasco hasta
Marruecos sin detenerse en El Cairo ni en Amman. En general, la aceptación de la
iniciativa saudí fue un intento de los regímenes árabes de postrarse ante EEUU.
Trataban de hacerse visibles como si tuvieran algo con lo que contribuir.
Arafat, a quien Israel había prohibido asistir a la Cumbre de Beirut, estuvo de
acuerdo con la iniciativa saudí que reclama la aplicación de la fórmula de "paz
por territorios" y la normalización de las relaciones entre Israel y los países
árabes. El problema de los refugiados se pospondría para futuras
negociaciones.
4. De la invasión
israelí de las ciudades palestinas el 28 de marzo de 2002 al discurso del
presidente Bush el 24 de junio de 2002
La invasión
-reocupación- de las ciudades y aldeas palestinas por el ejército israelí, y la
destrucción masiva que ha dejado tras de sí evidenciaron la respuesta militar y
política a las resoluciones adoptadas a la Cumbre Árabe de Beirut que fueron
ampliamente consideradas como una estrategia para la paz. La invasión fue una
bofetada en la cara de todos los regímenes árabes.
Al igual que
Sharon quería dar una lección a Arafat y acabar con el movimiento de resistencia
palestino forzando la rendición de ambos, también quería mandar un mensaje a los
dirigentes árabes. En esencia decía que el horizonte de la iniciativa saudí era
todavía demasiado alta y que, a cambio, tendrían que hacer concesiones
interminables. No hay que decir que la iniciativa fue rechazada de hecho por
Israel cuando EEUU aligeró por un momento su perpetua justificación de Israel y
aceptó una reunión con el príncipe saudí para discutir la iniciativa. Para
cuando los dos dirigentes se reunieron, la iniciativa ya estaba muerta y desde
entonces los regímenes árabes no han vuelto a pronunciar una palabra para
defenderla.
El respaldo de
EEUU a Israel y a su opción militar y la crueldad de la invasión causó grandes
pérdidas a los palestinos que afectaron a las ciudades, a las cosechas y las
viviendas palestinas. Ello reveló la última fase de impotencia de los regímenes
árabes y reactivó la resistencia palestina. Los acontecimientos movilizaron por
un momento a los pueblos árabes conduciendo a una explosión en las calles árabes
desde Marruecos hasta el Golfo Arábigo- Pérsico. Ello reveló de nuevo el
profundo foso que separa a los pueblos árabes de sus gobiernos.
Los regímenes
árabes se encontraron sumergidos en un lodazal. Las protestas árabes se
entendieron como la expresión política y social de un discurso multifacético en
tres dimensiones:
La primera
dimensión expresó la profunda frustración y desesperación de los pueblos árabes
como consecuencia de su difícil realidad económica y política.
La segunda
dimensión fue una expresión de solidaridad con el pueblo palestino, el rechazo
de la política de EEUU, la condena del sesgo pro-israelí de Washington. Los
pueblos árabes reafirmaron que la causa palestina sigue estando en el vértice
del nacionalismo panárabe.
La tercera
dimensión halló su expresión en la condena de la impotencia de los regímenes
árabes y del consenso del rechazo general de los pueblos árabes hacia la
declaración de Beirut.
La fusión
dialéctica de estas tres dimensiones originó una cuarta dimensión. El movimiento
de los pueblos árabes siguió expresando su solidaridad con el pueblo palestino,
rechazando la política de EEUU y condenando la impotencia de los regímenes
árabes oficiales, y este proceso comenzó a transformarse de movimiento de rabia
hacia cuestiones externas a movimiento en el que emerge la conciencia de las
cuestiones internas. La continuación de este movimiento pondría en peligro
realmente los intereses de los regímenes árabes.
Esta
transformación en el movimiento de la calle árabe comenzó a reflejarse a nivel
social. Asimismo, comenzó a reflejar una conciencia colectiva que maduraba con
la práctica. En su núcleo se encontraba la necesidad de estar firmemente al lado
del pueblo palestino y de proteger los intereses nacionales árabes, y esos
objetivos no eran posibles sin [que se produjeran] cambios radicales en la
sociedad árabe a nivel político, social y económico.
El movimiento
de la calle árabe ya no era una expresión espontánea de la solidaridad con el
pueblo palestino y por ello, los regímenes árabes nunca más volvieron a mirar a
este movimiento en términos tan simplistas. El movimiento comenzó por unir a
todos los sectores de la sociedad reclamando un cambio radical que
reestructurase y reconstruyese la vida política, económica y social en todo el
mundo árabe y en cada uno de sus Estados miembros.
Este peligro
inminente tenía que acabar lo más pronto posible y antes de que adquiriese mayor
poder político. Para ello, los regímenes árabes comenzaron a presionar a Arafat
cada vez con más intensidad para que pusiera un fin a la Intifada y tomara
fuertes medidas contra los activistas. Sus posiciones empezaron a hacerse eco de
las de Washington y Tel Aviv.
No obstante,
las razones y las metas de Washington no eran las mismas que aquellas de los
regímenes árabes. Los regímenes árabes deseaban una iniciativa política que
acabara con el levantamiento de los pueblos árabes. EEUU tenía en mente una
solución más global: fomentar entre los dirigentes árabes la competencia entre
ellos para ver cuál era capaz de complacer más a EEUU. Washington quería dar a
Sharon suficiente tiempo para acabar con la infraestructura del movimiento de
resistencia como primer paso hacia una solución global basada en las condiciones
israelíes y estadounidenses.
La
Administración Bush era bien consciente de los peligros del movimiento de la
calle árabe porque transmitía la abierta hostilidad contra EEUU. Sin embargo, la
Administración Bush utilizó al mismo movimiento como medio de presión ante los
regímenes árabes y consiguió mayores concesiones de éstos. El precio que han
tenido que pagar a Washington ha sido guardar silencio mientras el movimiento de
resistencia palestino estaba siendo machacado brutalmente y aceptar la guerra
que viene contra Iraq.
El objetivo
global de la política de EEUU ha sido conducir a la AP y a los regímenes árabes
a un punto en el que solo pudieran aceptar las condiciones estadounidenses e
israelíes para la resolución del conflicto de Oriente Medio. Washington podría
entonces reordenar la región a su medida.
5. Del discurso de Bush
del 24 de junio al presente
La zona de
Oriente Medio está siendo testigo de un incremento dramático de las actividades
de guerra, invasiones, reinvasiones así como del aumento del activismo de la
resistencia palestina. Israel reaccionó invadiendo a gran escala, cercando
muchas ciudades y aldeas palestinas, extendiendo el toque de queda e
intensificando los daños económicos. Se había preparado el clima para que EEUU
presentase su visión de la paz sin ninguna oposición seria por parte árabe. Los
regímenes árabes eran conscientes de que no tenían otra alternativa que aceptar
la visión de EEUU a pesar de la debilidad y la inconsistencia del discurso de
Bush, que se concentró en lo siguiente:
-
Aislar a Arafat y cambiar la
dirección palestina.
-
Reestructurar las fuerzas de
seguridad palestinas bajo la supervisión de la CIA, Egipto y
Jordania.
-
Redibujar la sociedad
palestina y sus fuerzas políticas.
-
Controlar y supervisar la
economía de la AP.
Según Bush, la solución del
conflicto de Oriente Medio no era tan urgente. La fórmula de "tierra a cambio de
paz" podría esperar tres años más y la iniciativa árabe de la Cumbre de Beirut
podía pudrirse en el foso más profundo. La lección para los monarcas y
dirigentes árabes era la siguiente: si tiene que haber una solución en el
horizonte, solo podrá ser una solución estadounidense -incluso aunque la
iniciativa saudí no contradiga necesariamente los designios más básicos de EEUU
para la resolución del conflicto de Oriente Medio.
Todas las condiciones del
discurso de Bush iban contra el alivio gradual de las medidas de presión y la
opresión del gobierno israelí. Bush retiró su demanda de que el gobierno israelí
debería retirarse inmediatamente de las ciudades palestinas. No importa que
Sharon la hubiese rechazado. En lo que se refiere a la solución final, esta
cuestión podría resolverse de algún modo cuando las partes negociadoras
abordasen las cuestiones como Jerusalén, fronteras, refugiados y
asentamientos.
Los regímenes
árabes, tal y como están estructurados en la actualidad y dependientes de EEUU
tuvieron que aceptar la iniciativa estadounidense. También aceptaron la
terminología de EEUU en relación al terrorismo. Incluso el aliado tradicional de
EEUU, Arabia Saudí, estaba recibiendo ahora amenazas de Washington por su
supuesto cobijo a terroristas. La actual sumisión de Arabia Saudí parece ser
insuficiente. Se pide a Arabia Saudí que tenga más cuidado con sus iniciativas,
que no se pronuncie tan vigorosamente en las relaciones con otros regímenes
árabes. Los regímenes árabes han aceptado la reestructuración de la sociedad
palestina en los niveles social, económico y político que nunca habrían aceptado
para sus propios países. Pero para EEUU e Israel, esa no es la
cuestión.
Para concluir,
además, ¿porqué no deberían aceptar los regímenes árabes que se transformara a
la AP en una copia de si mismos?
Una vez aquí,
cuatro puntos caracterizan ahora el futuro de la política de EEUU en Oriente
Medio:
-
El cambio del gobierno en
Palestina, Iraq e Irán.
-
El mantenimiento de la guerra
a largo plazo contra el "terrorismo internacional".
-
Acabar con las armas de
destrucción masiva.
-
Cambiar el rostro de las
sociedades de Oriente Medio (democratización).
Haciendo
frente a estos objetivos -que están en su mayor parte dirigidos contra nosotros-
no podemos evitar reconocer la posición permanentemente débil de los dirigentes
árabes, cuyos horizontes políticos están en declive crónico. Lo que comenzó
siendo su apoyo total al movimiento de resistencia palestina acabó, tras las
cumbres de Aman y de Beirut, en una absoluta renuncia ante las exigencias de
EEUU e Israel. Cualquier error o tumulto podría costar la cabeza de cualquier
dirigente árabe.
Sin embargo,
la vida es más rica que los campos de petróleo de Arabia Saudí y de Kuwait, y
los resultados desde el punto de vista de la Historia difieren de los resultados
derivados de los juicios inmediatos. Lo que sigue siendo cierto es que mientras
esta realidad contradiga los intereses de la vasta mayoría de la gente, el
pueblo luchará hasta el último aliento para cambiarla.
*
Majed Nassar es subdirector de los Health Work
Committees (Palestina) - * Nassar Ibrahim es
miembro del Alternative Information
Center (Israel). - 11 de
noviembre de 2002
Enlaces Palestina: