Asunto: | [BoletinAndaluciaLibre] nş 178 - Marcha a Rota - Guerra y Humanitarismo | Fecha: | Lunes, 31 de Marzo, 2003 02:57:25 (+0200) | Autor: | Andalucia Libre <andalucialibre @.......es>
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nş
178
Día
12 de la Guerra
¡¡Asesinos!!
[Reiteramos]
Andalucía
Multitudinaria Marcha a Rota entre un fuerte despliege
policial
Más de 75.000 personas participan en la
"Marcha a Rota"
Agencias - 30/03/03
Más de 75.000 personas
recorrieron los más de cinco kilómetros que van desde el parque Calderón de El
Puerto de Santa María hasta la puerta de Fuentebravía de la Base con
motivo de la XVIII Marcha a Rota, según los organizadores de la convocatoria,
mientras que desde la Delegación del Gobierno en Andalucía, según las cifras
policiales, ascendieron a 20.000 manifestantes. La protesta en contra de la
guerra en Iraq y de las bases norteamericanas se desarrolló sin incidentes.
Este
"éxito", como calificaron los organizadores, se ciñe en primer lugar al
estallido del conflicto bélico, lo que provocó un mayor despliegue policial con
más de 15 furgonetas antidisturbios, efectivos de Caballería y guías caninos,
según informó a EP el comisario provincial de la Policía Nacional, José Marín,
que apuntó que "el dispositivo era adecuado al número de
manifestantes".
No obstante, a
pesar del número de personas y del temor a que se produjeran ciertas actuaciones
violentas, tan sólo hubo algunos jóvenes que lanzaron huevos y botellines de
agua vacíos contra los efectivos policiales que estuvieron apostados durante más
de hora y media tras las vallas que impedían el paso de los manifestantes. En
este ambiente, también hubo un grupo de jóvenes que quemó una bandera americana,
ante la algarabía de los que le acompañaban.
Entre los
miles de manifestantes había brigadistas andaluces que estaban en Bagdag cuando
se tomó la embajada, representantes políticos y sindicales de Marruecos y
portavoces del Partido Comunista de Portugal, entre otros.
En dos horas
de caminata, donde hubo presencia policial tanto por tierra como por
aire, a su tradicional eslogan de "Otan no, bases fuera", la
marcha, que recorrió unos seis kilómetros desde El Puerto de Santa María a Rota,
ha añadido otros lemas de rechazo al conflicto bélico de Iraklos manifestantes
lanzaron gritos de protesta, comunes a otras convocatorias, como 'no
queremos un gobierno facha', 'asesinos', 'bases fuera, guerra
no', entre otros. Pasadas las 14,00 horas, la manifestación llegó al
punto final, situado en las inmediaciones del recinto militar roteño, donde la
canción "Imagine" de John Lennon, interpretada en inglés y en árabe,
dio la bienvenida a los manifestantes. A
continuación, la escritora Almudena Grandes, el poeta Luis García Montero, y el
periodista Juan José Téllez leyeron el manifiesto en el que justificaban esta
protesta pacifista, y que junto al líder del SOC, Diego Cañamero y Juan Clavero,
de Ecologistas en Acción, entregaron poco después a un soldado de la Armada
Española apostado en el control de acceso a la base.
Posteriormente, el grueso de la
manifestación, se disolvió a excepción de un grupo que se concentró ante las
vallas y el control policial de seguridad dispuesto al efecto. Los
concentrados profirieron insultos contra el Gobierno español y el de Estados
Unidos y corearon consignas contra la guerra, lanzaron globos de agua y flores y
quemaron una de las pancartas que portaban.
Guerra y
Humanitarismo,
Intervención y Rapiña
Iraq rechaza la nueva resolución de la
ONU para reanudar el programa 'Petróleo por
alimentos'
EP I AFP
Ayuda
humanitaria
BAGDAD.- El ministro de Información
iraquí, Mohamed Said al Sahhaf, ha manifestado que su país rechaza la nueva
resolución sobre el programa humanitario 'Petróleo a cambio de alimentos'
aprobado ayer por el Consejo de seguridad de la ONU.
"Sólo Irak puede manejar
ese programa", ha afirmado Sahaf en una rueda de prensa en Bagdad.
"Desvirtuaron la resolución 986 del Consejo de seguridad, aprobado en abril
de 1995 para lanzar ese programa, que fue suspendido el 18 de marzo antes del
inicio de la guerra en Irak", ha dicho el ministro iraquí, quien ha
agregado que las decisiones "que no ratifica el Gobierno iraquí no pueden
ser aplicadas".
La ONU pidió ayer al mundo
2.200 millones de dólares para hacer frente a la grave situación de la población
iraquí en los próximos seis meses y el Consejo de Seguridad dispuso la
reanudación del programa 'Petróleo a cambio de alimentos', del que se benefician
el 60% de los habitantes del país. El dinero que pidió la organización
serviría para adquirir la ayuda necesaria hasta finales de agosto e incluye una
partida sólo para comida.
Por
otra parte, la coordinadora de la ONU para Jordania, Christine McNab, ha
asegurado que la ayuda humanitaria de la ONU después de la guerra comenzará sin
una luz verde específica del Consejo de Seguridad o de las autoridades
militares. "Los servicios humanitarios prestarán todo tipo de ayuda conforme
a las normas internacionales. Esto no requerirá ninguna autorización específica
del Consejo de Seguridad de la ONU o de las autoridades
militares
La crisis humanitaria
David
Rieff, Traducción de News Clips.
En muchos
aspectos, la empresa humanitaria es víctima del éxito que ha tenido en las
últimas dos décadas. En otro tiempo consideradas un socio valioso pero
subsidiario de la empresa del desarrollo, las organizaciones humanitarias
presentan desde hace tiempo la ayuda de emergencia como una idea salvadora en sí
misma, quizá una de las pocas ideas salvadoras que todavía atraen la lealtad de
las personas moralmente serias, ahora que el comunismo ha quedado desacreditado,
el desarrollo ha sido en gran medida abandonado y la globalización no ha
demostrado ser la utopía secular que sus partidarios afirmaban inicialmente que
sería. Y así lo entiende la opinión pública occidental. Pero, por supuesto, la
ayuda no podría ser nunca una panacea para los males del mundo pobre. Como
declaró Sadako Ogata, ex alta comisaria de Naciones Unidas para los Refugiados,
"no hay soluciones humanitarias a los problemas
humanitarios". Sin embargo, lo que han demostrado de manera
concluyente los catorce años transcurridos desde la caída del muro de Berlín es
que, si bien la verdadera práctica de la acción humanitaria está en crisis, el
humanitarismo es un pretexto para que florezcan como nunca todo tipo de
programas políticos e ideológicos. El imperativo humanitario sirvió de pretexto
para que Occidente se negase a intervenir militarmente en Bosnia entre 1992 y
1995, y como pretexto para intervenir en Kosovo en 1999. Como era predecible,
los activistas de los derechos humanos la han considerado una ampliación natural
de su empresa. Pero también ha sido presentada por las grandes potencias como
corolario de sus políticas. Como el secretario de Estado estadounidense, Colin
Powell, apuntó en una conferencia de donantes de ayuda humanitaria sobre
Afganistán, las organizaciones humanitarias son "una fuerza
multiplicadora para nosotros, una parte importante de nuestro equipo de
combate".
Probablemente
era inevitable que una idea que desde hace décadas ha atraído niveles de
respaldo popular sin precedentes en Occidente resultase irresistible para los
gobiernos. A fin de cuentas, ¿qué idea salvadora no ha sido finalmente absorbida
y anexada por cualquier orden establecido al que no consiga derrocar? Y la ayuda
de emergencia, con su hincapié en la acción de individuos preocupados, por no
mencionar su creciente dependencia de la financiación de los gobiernos
occidentales -especialmente porque la resolución de las crisis humanitarias se
ha vuelto cada vez más complicada y cara- era un candidato más probable que la
mayoría a recibir ese trato. Al fin y al cabo, aun cuando la mayoría de sus
partidarios procediesen y tendiesen a alinearse con la izquierda política,
históricamente es en sí un producto de la idea de privatizar funciones
anteriormente monopolizadas por el Estado que ha constituido el legado más
duradero de la era Reagan-Thatcher.
Al mismo
tiempo, el reto para el humanitarismo no procede sólo de las fuerzas externas,
sobre todo de los poderosos Estados que quieren convertirla en instrumento de
política exterior, sino del propio movimiento humanitario. Porque si, de hecho,
no hay soluciones humanitarias para problemas humanitarios, y si organizaciones
humanitarias laicas como Oxfam o Médicos sin Fronteras se sienten incapaces, en
conciencia, de adoptar la estoica neutralidad y la dolorosa discreción del
Comité Internacional de la Cruz Roja, era seguramente inevitable que los
humanitarios se volviesen cada vez más políticos. La política que abrazaron -la
de los derechos humanos- estaba destinada a ser intervencionista. Los
humanitarios desarmados no pueden esperar ocuparse de que se cumplan las
Convenciones de Ginebra, la Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio, o el Tratado de Prohibición de las Minas Antipersona: sólo
los Estados pueden hacerlo. Y sin embargo, por mucho que dichos activistas
puedan odiar y temer el uso de la fuerza, la mayoría sabe que en lugares como
Sierra Leona y Kosovo la diplomacia sin fuerza es a veces peor que inútil.
Bosnia y Ruanda lo demostraron.
No es que
todos aquellos que trabajan en ayuda humanitaria sean partidarios de las
denominadas intervenciones militares humanitarias. Es más bien que su exigencia
de que se haga "algo" para frenar los asesinatos en un sistema de
gobierno a punto de hundirse, o que se ponga fin a la impunidad de los jefes
militares, o cualquier otra exigencia de que se repare un horror inexpresable,
y, lo que es igual de importante, el papel de los grupos de ayuda para
documentar y hacer públicos estos horrores contribuye poderosamente a la lógica
de tales intervenciones. Al igual que el movimiento a favor de los derechos
humanos, el mundo de la ayuda se ha convertido en una fuerza que, muy a su
pesar, apuntala las llamadas a la recolonización de los denominados Estados
fallidos. Obviamente, preferirían que dichas intervenciones se emprendieses
bajo los auspicios de Naciones Unidas, de manera multilateral y arropadas por la
mayor hoja de parra que el derecho internacional pueda proporcionar, en lugar de
unilateralmente, como todos los países de la OTAN, incluida Alemania, y con la
única excepción de Grecia, hicieron en Kosovo, o como Estados Unidos y Reino
Unido están haciendo hoy en Irak.
Pero éstas son
diferencias cosméticas. Independientemente de que los europeos quieran o no
creerlo, la oposición entre Estados Unidos y la ONU, entre un Estado poderoso y
la denominada comunidad internacional, es en buena medida una ficción. Como
recientemente ha declarado el ex secretario general de Naciones Unidas Butros
Butros-Gali, "Naciones Unidas es un mero instrumento al servicio de
la política estadounidense; y tanto el multilateralismo como el unilateralismo
son simples métodos para Estados Unidos: los utiliza a la carta, según le
convenga". Cuando se haya asentado el polvo sobre Irak, eso
quedará de nuevo claro. De hecho, ya está quedando claro, a medida que países
como Alemania, Francia y Bélgica, que tan farisaicamente se han opuesto a gritos
a la campaña angloestadounidense en Irak, se apresuran ahora a afirmar que
aportarán ayuda "humanitaria" al Irak de posguerra, y a insistir en que
la ONU debe ser el organismo encargado del esfuerzo de reconstrucción.
Sería más
sincero admitir que Naciones Unidas, a la que ya sólo le queda un papel
legítimo, el de ser el principal organismo de ayuda (¿cómo se puede llorar el
descrédito de un sistema de seguridad basado en un sistema palpablemente tan
injusto como es el del Consejo de Seguridad?), probablemente se convierta en un
futuro en la autoridad colonial de la potencia estadounidense cuando y como haga
falta. A eso se refiere Kofi Annan cuando dice que hará "todo lo posible
para conseguir que Naciones Unidas supere el reto" que supone el Irak de
posguerra. En cuanto a las organizaciones humanitarias, se arriesgan a
convertirse en subcontratistas de la ONU; en otras palabras, subcontratistas de
un subcontratista. Es un destino terrible para un movimiento que empezó
oponiéndose al poder y fieramente decidido a conservar su propia independencia.
Pero después de Kosovo, Afganistán, y ahora Irak, es difícil ver qué otro
destino le espera; a no ser, claro, que esté dispuesto a romper filas con el
poder y reafirme su propia independencia.
David Rieff es escritor. Su último
libro, de próxima aparición en España, es Una cama por una noche:
el humanitarismo en crisis
(Taurus).
Kofi Anan suspende
el programa 'petróleo por alimentos' y condena a Iraq a la ayuda humanitaria
internacional
26 de marzo de
2003
Solo la
indecencia de quienes actúan como delincuentes y perversos cómplices del horror,
tiene la osadía de utilizar la ayuda humanitaria como elemento de presión para
imponer su dictado después de lanzar misiles.
Mientras Iraq
ha visto como el gobierno jordano, a cambio de retrasar los plazos para el pago
de su deuda externa con EEUU, ejecutaba la exigencia de la Administración Bush
para cerrar sus fronteras al paso de un cargamento de productos alimenticios y
medicinas por valor de 21 mil millones de dólares asignados a Iraq por el
Consejo de Seguridad (CS) -y ya pagados por su gobierno- en el marco de la
resolución "petróleo por alimentos"; privando con ello al gobierno
iraquí de poder seguir manteniendo la distribución a la población de la cartilla
de racionamiento que ha funcionado eficazmente en Iraq desde que en 1991 se
impusiera el embargo contra este país, el secretario general de Naciones Unidas
Kofi Anan ha decidido unilateralmente y sin que mediara acuerdo de los miembros
del CS suspender dicho programa quebrando con ello la propia legalidad que
impone la resolución 986 del CS y privando a Iraq de la única garantía de que
pueda seguir comprando y recibiendo, aun limitadamente, productos básicos para
la población, precisamente cuando el asedio al país requeriría doblar los
suministros de medicinas y alimentos.
En las semanas
anteriores a la invasión de Iraq, el gobierno había adelantado el reparto entre
los ciudadanos iraquíes de cartillas de racionamiento correspondientes a seis
meses para poder garantizar el almacenamiento de alimentos y productos básicos
de higiene en el periodo de la invasión de EEUU. Según fuentes de NNUU, en seis
semanas se acabarán los alimentos de que dispone Iraq para atender las
necesidades de su población. El gobierno iraquí ha denunciado públicamente a
través de su ministro de Comercio, Muhamad Mehdi Saleh, la interrupción del
programa "petróleo por alimentos" que se impuso en 1996 a Iraq para
paliar la crisis humanitaria creada por el embargo de NNUU entre su población y
ha rechazado, como viene haciéndolo oficialmente desde 1991, la imposición a
Iraq, un país rico en recursos, de un sistema de ayuda humanitaria como
mecanismo de control estratégico en el marco de la injerencia exterior asociada,
hasta el inicio de la invasión estadounidense al embargo y, desde ahora, además,
a la guerra ilegal y a la ocupación que se pretende implantar en el
país.
La
interrupción del programa "petróleo por alimentos" en el marco de esta
guerra ilegal que ha lanzado EEUU contra Iraq constituye una nueva vuelta en la
tuerca del asedio trágico impuesto a este país y a su población. Indignamente,
esta medida trata de camuflarse ante la opinión pública internacional
difundiendo el mensaje asociado al discurso de la "ayuda humanitaria",
hermano menor de todos los planes de las guerras modernas que el
intervencionismo estadounidense viene imponiendo desde 1991 en todos los
escenarios donde actúa y al que apadrinan, por los pingües beneficios que
genera, terceros Estados y grandes ONG.
A cambio de
anular el programa de NNUU "petróleo por alimentos", el propio Kofi Anan ha
asumido implícitamente el plan establecido de antemano por la Administración
Bush de someter a Iraq también a través de la "ayuda humanitaria"
internacional; una "ayuda" cuya planificación, gestión y ejecución forma parte
de las diversas facetas de esta guerra de agresión y control sobre Iraq. Tras
doce años de secuestro de los recursos de Iraq y de su soberanía para
gestionarlos, se trata ahora de sumir a este país en la dependencia del falso
humanitarismo para que, en combinación con la invasión militar primero, y con la
ocupación directa después, Estado y población queden sujetos al control
estratégico absoluto de una eufemísticamente llamada "administración
internacional" que, a través de las agencias humanitarias y de las grandes
ONG internacionales, permitan asegurar la dependencia iraquí del exterior y
capitalizarla.
A los 2.400
millones de dólares ya solicitados por la Administración Bush al Congreso de
EEUU para costear los gastos derivados de la "ayuda humanitaria" para
Iraq se suman otros 3.500 millones expedidos por el Departamento de Defensa para
cubrir la misma partida además de otra asociada a la denominada
"reconstrucción" del país. En total las cifras oficiales
internacionales presupuestadas por diversas agencias de NNUU para cubrir la
"ayuda humanitaria" destinada a Iraq alcanzan los dos millones de
dólares en lo que significa el mayor presupuesto destinado nunca a esta
modalidad del intervencionismo moderno [1].
La
financiación de estos recursos debe proceder de los Estados mediante
contribuciones a las agencias internacionales de NNUU y de ONG. Pero su
desembolso solo es rentable para los Estados, y he aquí la hipocresía del
discurso de la "ayuda humanitaria", si su gestión económica recae sobre
instituciones dependientes o afines a cada Estado y si la dependencia que genera
para el país de destino permite obtener beneficios a corto o medio plazo. Ello
explica que, a pesar de que Estados como Francia, Rusia y Alemania, que
mantienen con su posición ante el CS de NNUU la ilegalidad de la invasión
estadounidense y británica contra Iraq, estén reclamando desde que se iniciara
la guerra contra este país que la administración de la "ayuda humanitaria"
recaiga en las NNUU y no en EEUU y Gran Bretaña exclusivamente. Igualmente, y
pese a haber violado el marco de NNUU con su apoyo a la guerra, la ministra de
Asuntos Exteriores del gobierno español De Palacio, ya se ha apresurado a
manifestar ante el secretario general de NNUU su apoyo y la plena disposición de
su gobierno para colaborar activamente en la aplicación y gestión de la "ayuda
humanitaria" para el pueblo iraquí.
Mientras las
bombas caen sobre las ciudades y el pueblo de Iraq, la sangre iraquí cotiza al
alza en el mercadeo inmoral de la "ayuda humanitaria".
Notas:
1.- The New
York Times, 25 de marzo de 2003
IRAQ: El pueblo iraqui pagará su propia reconstrucción, no
EEUU
Emad
Mekay
WASHINGTON, 26 mar
(IPS) - El gobierno de George W. Bush usará para pagar
la reconstrucción de Iraq miles de millones de dólares en cuentas bancarias de
Bagdad congeladas desde hace 13 años en bancos de Estados Unidos, y los
contratos primarios sólo se asignarán a firmas del país invasor.
La Agencia
para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid) informó este
miércoles que el proceso de concesión de contratos para la reconstrucción de
Iraq se abrirá en breve, y que las firmas extranjeras podrán participar en el
proceso subcontratadas por las estadounidenses.
Será un
proceso ”completamente competitivo”, aseguró a la prensa el administrador de
Usaid, Andrew Natsios. Gran Bretaña, Japón, Kuwait y los países nórdicos, entre
otros, están dispuestos a aportar dinero para reconstruir Iraq luego de que el
presidente Saddam Hussein sea desalojado del poder, afirmó. Eso significará
que esas naciones querrán que sus empresas obtengan algunos contratos, agregó
Natsios. ”Más de 50 por ciento del dinero se canalizará, de hecho, a
través de subcontrataciones, dada la magnitud de los proyectos y el escaso
tiempo con que (las firmas a que se asignen las concesiones primarias)
cuentan” para desarrollarlos, sostuvo.
El funcionario
aseguró que los contratos primarios se ofrecen a empresas estadounidenses por
razones de seguridad. Natsios explicó que los contratos son ofrecidos a
empresas estadounidenses por razones de seguridad: el control de las compañías
extranjeras para su registro llevaría demasiado tiempo. Las firmas
estadounidenses licitantes ya cuentan con certificación de seguridad,
afirmó. ”Normalmente, apelamos a empresas estadounidenses porque es el
dinero de los contribuyentes estadounidenses”, agregó el funcionario.
Pero esa no es
una verdad completa. Sólo la semana pasada, el gobierno anunció que se disponía
a requisar 1.700 millones de dólares propiedad del gobierno y
las autoridades iraquíes. Ese dinero fue congelados en los bancos
estadounidenses en que estaba depositado luego de la invasión iraquí a Kuwait,
que desató en 1991 la primera guerra del Golfo. Todas las cuentas fueron
transferidos a una en la Reserva Federal que se asignará a solventar la
asistencia humanitaria y los esfuerzos de guerra, sin consultar a su verdadero
dueño: el pueblo iraquí.
Estados
Unidos, respaldado por el secretario general de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), Kofi Annan, también trata de echar mano a entre 8.000 y
11.000 millones de dólares de la cuenta del programa Petróleo por
Alimentos. El programa, implementado bajo un estricto control de la
ONU, alivia el embargo económico a Iraq al permitirle vender una cantidad
limitada de crudo para utilizar ese dinero en la compra de alimentos,
medicamentos y otros productos de primera necesidad y en el pago de
compensaciones a aquellos cuyos intereses se vieron afectados por la invasión a
Kuwait en 1990. El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos
había informado que Washington utilizaría parte de los ingresos petroleros
iraquíes -unos 20.000 millones de dólares anuales- en la
reconstrucción del país y los gastos de guerra.
Requisar el
dinero y canalizarlo hacia firmas estadounidenses sin consultar al pueblo iraquí
es ”absolutamente ilegal”, dijo la experta Phillys Bennis, del
Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington. ”Esto viola el
derecho internacional. No se puede simplemente congelar los bienes de un país y
luego dárselos a otros”, sotuvo Bennis, para quien Estados Unidos, como
”potencia beligerante ocupante”, está obligado a cubrir todas las
necesidades humanitarias de la población iraquí.
Entre los
contratos figuran operaciones de manejo de asistencia humanitaria, incluidos
envíos de ayuda por vía aérea, reparación de emergencia del suministro de
electricidad y agua y de sistemas de saneamiento, carreteras, puentes y
edificios públicos como hospitales y escuelas. También se firmarán
contratos para mejorar los sistemas de irrigación y las instalaciones portuarias
y aduaneras, los depósitos y la distribución de agua embotellada.
La
infraestructura civil de Iraq aún sufre las consecuencias de la guerra contra
Irán (1980-1088), de la guerra del Golfo de 1991 contra una treintena de países
encabezados por Estados Unidos y de 12 años de sanciones
internacionales. La reconstrucción del país abre grandes oportunidades de
negocios a las grandes compañías mundiales de ingeniería y de
construcción. El académico Consejo de Relaciones Internacionales, con sede
en Nueva York, calculó que esa tarea insumirá 20.000 millones de dólares
anuales durante varios años, mientras el gobierno de Bush estimó que se
requerirán 100.000 millones de dólares en total. La
decisión de Washington de restringir los lucrativos contratos a grandes
compañías nacionales alimentó las versiones de que Bush pretendía beneficiar a
un selecto grupo de firmas más que buscar las mejores opciones para el pueblo
iraquí, y en lo posible las más baratas. Luego de que Usaid abrió el usual
proceso de licitaciones sin invitar a ninguna compañía extranjera, las
concesiones parecían asignarse con discreción, en beneficio de empresas que
tienen vínculos con el gobierno o con la agencia.
El comisario
de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Chris Patten, calificó el proceso
de ”excepcionalmente torpe”. Usaid asignó el lunes un contrato por
4,8 millones de dólares a la empresa Stevedoring Services of America, de
Seattle, para el manejo del meridional puerto iraquí de Umm Qasar. Fue el
segundo de ocho contratos por 900 millones de dólares que Usaid repartirá, entre
esta semana y la próxima, para reparar la dañada infraestructura
iraquí. Entre las grandes empresas que procuran contratos figura
Halliburton, de Texas, que fue dirigida por el vicepresidente Dick Cheney antes
de asumir su actual cargo. El
presidente del Consejo de Exportaciones de la Casa Blanca, Riley Bechtel, fue
gerente general de otra de esas empresas, Bechtel, de
California.
Solidaridad con Palestina
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que luchan
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