Por Andalucía, la
Tierra, el Trabajo y la
Libertad: NO A LA CONSTITUCIÓN
EUROPEA
nē 201
Razones
de estricta actualidad nos incitan a editar con urgencia
este menudo numero monográfico de
ANDALUCÍA LIBRE de tematica
borbónica.
Entendemos
perfectamente que la decisión de distribuirlo pueda ser ininteligible
para quienes viven en Estados de forma republicana; por muchos que sean sus
problemas y tareas pendientes.
Agradézcanselo a sus
Próceres patrios...
Les aseguramos que no
sufrimos ningún síndrome de Estocolmo ni hemos cambiado a ANDALUCÍA
LIBRE
del ámbito de la prensa alternativa
roja y verdiblanca al de la prensa rosa, del corazón o de
cotilleo.
Confiamos, eso
si, en contar con la complicidad y comprensión de todos aquellos que, sea
cual sea su nacionalidad, vivimos bajo la Monarquía española y llevamos
aguantándola desde 1975 (por no remontarnos más atrás).
Muy próximamente
retomaremos nuestro curso habitual, distribuyendo el Boletín en que ya estábamos
trabajando antes de este ultimo Borboneo.
Cuentos, Bodas y
Asuntos
Borbónicos
El anuncio del compromiso
nupcial del heredero de la Monarquía española se ha convertido en estos últimos
días en excusa para una agobiante campaña propagandística de apología del
Regimen.
Desde que se filtró la noticia
de que Felipe Borbón se casaba con la periodista divorciada Letizia Ortiz
estamos sometidos a una continua saturación mediática que nos presenta la
historia del noviazgo y compromiso principesco como un nuevo cuento de La
Cenicienta, actualizado a la manera de Oficial y Caballero con algunas gotas de
Pretty Woman (por lo de
hermosa-mujer-pero-hecha-a-si-misma). En
resumen, bella-plebeya-llega-a-princesa-tras-encandilar-a-príncipe-quetienesupasado... El
príncipe sienta la cabeza, se dispone a darle
continuidad a la estirpe y la novia pasa de la fabrica (en este
caso, la redacción de una televisión) al palacio.
Y es que en tratándose de
dinastías, poner medios para asegurarse la continuidad biológica es asunto de
primera importancia política. Tanto como convencer al personal de que lo
arbitrario tiene algún fundamento. Y estas consideraciones sí que no son
ningun cuento.
Veremos si esta campaña
generalizada de afirmación borbónica llega o no a tratar con similar
minuciosidad y reiteración con los que se ocupa de los presuntos meritos de
ambos novios de cómo se afronta el cumplimiento del Artē 57.4. de la Constitución
española que dice: "Aquellas personas que teniendo derecho a la sucesión
en el trono contrajeran matrimonio contra la expresa prohibición del Rey
y de las Cortes Generales, quedaran excluidas de la sucesión a
la Corona por sí y por sus descendientes".
Juan Carlos de Borbón, por lo
que le toca, ya ha dicho públicamente que sí. Pero, ¿y el Parlamento
español?. Se supone que para saber si no hay "expresa prohibición" y
por tanto se da una "expresa aprobación" se debería dar oportunidad a
someter la cuestión a consulta y voto. Si no se hace de motu
propio -porque los partidos del Régimen, ya en el ajo, quieran
librar a la Corona incluso de esta mínima supervisión y del debate político
subsiguiente y por tanto ni la presidencia del Congreso ni su Mesa
presumiblemente incluyan el asunto en ningún orden del día- todos los grupos
parlamentarios que se definen republicanos deberían exigirlo. No para
hablar de la biografía, virtudes o defectos de la señorita en cuestión o para
oponerse a este matrimonio concreto sino para aprovechar el momento para revisar
públicamente el papel de la Monarquía (que incluye la trayectoria, el
trabajo, la función y las finanzas de sus futuros suegros, su futuro esposo
y el resto de su clan). En esta circunstancia, limitarse a recordar irónicamente
que "tienen resuelto el problema de la vivienda"
(Carod Rovira, ERC) o decir más o menos lo mismo "desde una posición distanciada" pero,
eso sí, con felicitación incluida (Llamazares, IU), se queda corto.
Obviamente, resulta chocante
que una institución democrática representativa haya de reunirse
para pronunciarse en el siglo XXI sobre el casorio de un señor y puede dar
cierto reparo por aquello del miedo al ridículo y el temor de que se
confunda demasiado al Parlamento español con un programa de telebasura.
Pero no resulta lógico aplicarle el escrúpulo a la consecuencia y excluir la
causa. Lo realmente chocante es la misma existencia a estas alturas a la
cabeza de un Estado de una institución hereditaria esencialmente
antidemocrática como es la Monarquía, para más inri, "inviolable y no sujeta
a responsabilidad". Más si cabe, cuando esta específica Monarquía
española fue instaurada por una Dictadura fascista para asegurar
políticamente su transmutación y la preservación y continuidad -hasta hoy- de
los intereses que amparó, bajo una nueva envoltura. En este momento -aparte de
una monumental operación de lavado y lustre de imagen- lo que se cuece
es el marco en que trabajará el que figura como próximo Jefe del Estado
y donde se formaran sus sucesores -salvo que para entonces los Borbones
españoles hayan seguido en su destino a sus parientes franceses- y aunque pueda
resultar alucinante verse en la obligación de abordar esta mezcla de lo medieval
y lo moderno, en sufriendo Monarquías, forzoso es reconocer que la cuestión
de la sucesión y los enlaces reales es tema político obvio que toca al nucleo
duro de la institución.
Naturalmente -aunque quizá
resulte redundante proclamarlo conviene hacerlo para deshacer equívocos- la
izquierda nacionalista andaluza continuaría radicalmente enfrentada a
una hipotética III Republica española si esta sustituyera a la actual
Monarquía -porque aquí, a la hora de la caracterización, lo esencialmente
negativo e insoportable es lo español- pero esta constatación no ha de
llevar a minusvalorar la evidencia de que la formula política presente de España
tiene formas monárquicas y que la Monarquía ejerce activamente su
papel como garante de la unidad del Estado y del orden social
y extraer de todo ello las debidas consecuencias.
Sea como fuere e incluso si
-como es de temer, cuela y se pierde una vez más la
ocasión- es coyuntura apropiada para recuperar las actividades
políticas internacionales de la familia real -como su asistencia a las muy
reservadas reuniones del selecto y oligarquico Club Bilderberg- o acercarse a la muy escasa
información asequible no estrictamente hagiográfica sobre la trayectoria y
actividades de la Monarquía borbónica española y así resistir el agobiante peso
de la propaganda.
¡Y Que Viva
Robespierre!.
Enlaces:
--oOo--
Solidaridad con
Palestina
Música de fondo:
Up where we belong - Joe Cocker y
Jennifer Warnes
Oficial y caballero - Officer and a
gentleman
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