Asunto: | [BoletinAndaluciaLibre] nº 216 - Cuentas y Urnas - China - Vietnam: El Têt | Fecha: | Sabado, 24 de Enero, 2004 01:51:39 (+0100) | Autor: | Andalucia Libre <andalucialibre @.......es>
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nº 216
En este Correo:
Andalucía
*PSOE rechaza un pacto con IU y se inclina
de nuevo por el PA
*Especulaciones
preelectorales
*El Remate. Camino de las urnas,
Andalucía
Libre
*IU urge a Chaves a exigir al Gobierno
español 9.686 millones en concepto de deuda - Enlace *Ortega (PA) critica que PSOE
y PP prometan que pagarán la deuda que no abonaron González ni
Aznar
*El Remate, Ajustando
cuentas,Andalucía
Libre
*Sindicatos y Patronal elogian Acuerdo de Concertación al
final de la legislatura - Enlace
*El Remate, Raices y
causas, Andalucía
Libre
*China, El PCCh y la transición al capitalismo, G. Buster -
Enlaces
*Vietnam, La ofensiva
del Têt, Pierre
Rousset
*Enlaces: Historia de Vietnam; Sitios
Vietnamitas en Castellano; Sitios yanquis sobre la Guerra de
Vietnam
*Sugerencias Varias:
Tuaregs, Patagonia-Tierra de
Fuego; Pascuale
Paoli
*Solidaridad
con Palestina,
*Directorio de Andalucía en Internet,
*Música de fondo
- Ayuda
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Andalucía
PSOE rechaza un pacto con IU y se inclina de nuevo por el
PA Asume la propuesta de Rodríguez
Zapatero de dejar que gobierne el partido con más votos y reta a Teofila a
asumir la promesa M. G..jueves, 22 de enero
de 2004. Europa
Sur
CÓRDOBA. El presidente de la Junta, Manuel Chaves,
descartó ayer la posibilidad de alcanzar con IU un acuerdo de gobierno tras las
elecciones andaluzas y mostró sus preferencias por el PA, con el que ha formado
coalición desde 1996, en las dos últimas legislaturas. "Hemos gobernado en
los últimos años con el Partido Andalucista", declaró Manuel Chaves,
"y ese Gobierno nos ha funcionado razonablemente bien. No tengo intención ni
entra dentro de mis cálculos ninguna coalición ni ningún acuerdo con IU",
afirmó tajante. Siguiendo el ejemplo del secretario
general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato a la Presidencia de
la Junta también aseguró que sólo formará gobierno en Andalucía si su partido es
la candidatura más votada. "Yo nunca voy a gobernar en minoría",
recalcó Chaves, quien emplazó a la presidenta del Partido Popular en Andalucía,
Teofila Martínez, a asumir "pública y solemnemente" ese mismo
compromiso. El candidato del PSOE
admitió que, "en función de lo que dicen las últimas encuestas, no parece
que me vaya a encontrar en esa situación (que el PSOE no sea la lista más
votada) y quizás la cuestión es si vamos o no a alcanzar la mayoría
absoluta", objetivo que, apuntó, "en estos momentos es bastante difícil
de lograr por el PSOE". En relación a liquidación de las cantidades
pendientes del anterior modelo de financiación, el presidente de la Junta instó
al Gobierno central a no dilatar hasta después de las elecciones "el abono
de la deuda que tiene contraída con esta comunidad, ya que, en ese caso, daría
la impresión de que no quiere pagarla". Chaves señaló que no entendía por
qué tanto la presidenta del PP en Andalucía como el ministro de Hacienda,
Cristóbal Montoro, "dicen que ahora es imposible un acuerdo entre la Junta y
la Administración central, cuando aún falta más de un mes para la celebración de
los comicios". Resaltó que " todo esto se debe a una serie de
maniobras dilatorias del Gobierno causadas por su falta de soluciones a un
problema que debería estar resuelto antes de que comenzasen las elecciones, una
vez que ambas instituciones ya nos hemos puesto de acuerdo en la cantidad a
pagar, que asciende a 2.500 millones de euros". Explicó que si este asunto
no queda resuelto antes de los comicios, " el PP cometerá un grave error,
como cuando condicionaron el pago de la deuda a que gobernasen ellos en
Andalucía, aunque luego rectificaron". En respuesta a Chaves, el
coordinador regional de Izquierda Unida, Diego Valderas, advirtió ayer de que
el presidente de la Junta es consciente de que "gobernar con IU es más
incómodo que con el PA, puesto que lo que está claro es que nosotros no nos
vendemos, mientras que los andalucistas sí". En declaraciones a Europa
Press, Valderas emplazó a Chaves a "esperar a ver qué dicen las urnas el
próximo 14 de marzo, ya que lo importante es lo que decidan los andaluces, que
son los que tienen que decidir si quieren un Gobierno de izquierdas o no".
El candidato de IU a la Presidencia de la Junta mantuvo que las manifestaciones
de su contrincante son " una contradicción con la política que está
desarrollando el PSOE en Cataluña y en Madrid" y apuntó que Chaves
"debería recordar que su partido firmó un acuerdo con IU de cara a las
elecciones municipales". "Está dejando claro que va a permitir que el
Partido Popular pueda formar gobierno", sentenció.
Por su parte, el secretario general del PA y consejero de
Turismo y Deporte, Antonio Ortega, replicó al presidente de la Junta de Andalucía y candidato a la
reelección, Manuel Chaves, que los andalucistas no acuden a las elecciones
del 14 de marzo con vocación de partido "bisagra", sino como una
verdadera "alternativa" de gobierno que espera ganar a PSOE y PP, que
defienden, a su juicio, el mismo modelo y las mismas políticas. Respecto a que
Chaves descarte un pacto con IULV-CA en la Junta, Ortega consideró que lo ha
dicho, consciente de que un "acuerdo con los comunistas no sería bien
aceptado por el electorado del PSOE", con lo que "sabe muy bien lo que
dice", mientras quiso dejar claro que "ese no es el juego" del
PA. En su opinión, lo que están diciendo tanto Chaves como la candidata del
PP a la Junta, Teófila Martínez, tiene el mismo sentido: "trasladar la
opinión de la gente hacia el bipartidismo, de tal manera que se ponen de acuerdo
a la hora de hacer las declaraciones". Ortega resaltó que los andalucistas
no van a caer "en esa trampa porque nos negamos a entender que haya un
bipartidismo en la comunidad, cuando el PA representa una alternativa al modelo
centralista de socialistas y populares".
Por el lado del PP, su presidenta y candidata a la Junta,
Teófila Martínez, tuvo que hacer frente a un planteamiento que ella misma trajo
a Andalucía después de que el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno
central, José Luis Rodríguez Zapatero, lo situase en el centro del debate
político. Martínez eludió comprometerse públicamente en un debate en el que los
socialistas parecen jugar con mayores ventajas y reafirmó su convencimiento de
que los populares lo tienen "muy claro": "O ganamos con una mayoría amplia o
no podremos gobernar". En ese futuro hipotético la candidata popular
descartó la posibilidad de llegar a pactos con IU puesto que los programas
electorales de uno y otros son "diametralmente opuestos". Martínez
obvió cualquier referencia al PA. Dirigiéndose a Chaves, la candidata del PP le
preguntó si dejará la política en el caso de que Zapatero y Maragall le obliguen
a pactar con IU y PA tras las elecciones si no es el más votado.
Andalucía
Especulaciones
preelectorales
Los resultados electorales de
las elecciones andaluzas del próximo 14 de marzo se prevén mucho más reñidos de
lo que cabría esperar. El PP, actualmente con 46 diputados en el Parlamento
andaluz, frente a los 52 que obtuvo el PSOE en los comicios de 2000, alberga
serias esperanzas de obtener un diputado más en las provincias de Córdoba,
Málaga y Sevilla, en detrimento del PSOE, con lo que las dos grandes formaciones
rozarían el empate técnico con 49 parlamentarios el PP frente a los 50 del PSOE,
sin que ninguno consiguiera la mayoría absoluta -son precisos 55 diputados-, lo
que obligaría a pactos puntuales, alianzas y acuerdos de Gobierno con las
formaciones minoritarias.
Almería - Los 11 escaños de
esta provincia se los repartieron en 2000 entre el PP, que obtuvo 6 diputados, y
el PSOE, que alcanzó 5. En Almería el PP también tiene posibilidades, no
descartadas, de obtener un séptimo diputado, no tanto porque los almerienses
vayan a respaldar más a esta formación el 14-M, sino porque al PSOE le podría
pasar factura su actitud ante el Plan Hidrológico o su respaldo a Pascual
Maragall cuando aseguró que las aguas del Ebro nunca llegarían a comunidades del
sur.
Cádiz - Los 15 escaños de Cádiz
fueron en 2000 para el PP, que obtuvo 6, el PSOE que consiguió otros 6, el PA
que se quedó con 2 parlamentarios y 1 IU. Entonces fue el PSOE el que estuvo a
punto de conseguir su séptimo escaño. En esta ocasión los socialistas
necesitarían 22.951 votos más para quitárselo al PP, o bien que los populares
perdieran 19.672 sufragios. Con la división de los andalucistas, el PA podría
quedarse con un solo diputado y el otro podría ser para el
PSA.
Córdoba - Hace cuatro años
el PSOE obtuvo 6, el PP 5, 1 el PA y otro parlamentario IU. En aquellos comicios
autonómicos, el PP se quedó en puertas de conseguir su sexto diputado, lo que
podría conseguir en esta cita electoral en el caso de que el PSOE perdiera
14.000 votos. Incluso, en los mejores augurios de los populares, si el PA
perdiera a 3.000 de sus votantes, podría perder el parlamentario que consiguió
hace cuatro años, escaño que podría pasar al PP. En todo caso, ésta es la
provincia en la que el Foro Andaluz liderado por Manuel Pimentel tiene
posibilidades de conseguir un escaño, que podría recaer en el ex ministro de
Trabajo en detrimento de los andalucistas.
Granada - Esta provincia cuenta
con 13 parlamentarios que recayeron en las últimas elecciones andaluzas entre
los 6 del PSOE , los 6 del PP y 1 para IU. Con 14.238 votos más, los socialistas
podrían hacerse con su diputado séptimo en detrimento del PP, que se quedaría
con 5. Además, si IU pierde sólo 4.705 votos, podría perder su diputado
autonómico, que ganaría el PSOE.
Huelva - Los 11 escaños que
corresponden a la provincia onubense se repartieron en 2000 entre los 6 del PSOE
y los 5 del PP. IU fue la que se quedó en puertas de obtener un escaño que el
próximo 14 de marzo podría conseguirlo en el caso de que la federación
consiguiera 1.457 votos más. De ser así, el PP perdería uno de los 5
parlamentarios que actualmente tiene por esta provincia.
Jaén - La provincia jiennense
cuenta con 12 parlamentarios que, en las elecciones de 2000, se repartieron PSOE
con 6, PP con 5 e IU con 1. En aquella ocasión fue el PSOE el que se quedó a
punto de conseguir su séptimo parlamentario. Si los socialistas consiguen el 14
de marzo 12.027 votos más obtendrán este diputado número 7 en detrimento de IU,
que quedaría sin representación en esta provincia.
Málaga - Esta provincia cuenta
con 16 escaños que, en las autonómicas de 2000, se repartieron entre los 7 del
PSOE, los 7 del PP, 1 para el PA y otro para IU. También en Málaga el PP se
quedó en puertas de conseguir su octavo parlamentario, lo que podría darse en
esta ocasión en el caso de que los populares consiguieran 30.700 votos más, en
detrimento de los socialistas, que quedarían con 6 parlamentarios. Sin embargo,
y según estos informes, el PSOE precisaría en esta provincia de más de 44.000
sufragios para obtener el octavo diputado. Por su parte, si el PA perdiera
14.156 votos, se quedaría sin su único parlamentario que recaería en el PP.
Además, si Izquierda Unida consiguiera 16.479 sufragios más, podría restarle un
parlamentario a los socialistas.
Sevilla - Por su lado, Sevilla
tendrá que repartirse 18 escaños, que en las pasadas elecciones autonómicas
recayeron en los 10 del PSOE, los 6 del PP, el del PA y el de IU. También en la
provincia de Sevilla el PP estuvo a punto de conseguir su séptimo parlamentario
en 2000. Para conseguirlo en estas elecciones, el PP necesitaría 22.814 votos
más, obtendría su escaño número 7 en detrimento del PSOE, que se podría quedar
con 9. Los socialistas, por su parte, para alcanzar los 11 parlamentarios
precisarían de 100.000 votos más, en el caso de que así fuera le restarían uno
al PP, que podría quedar en 5, aunque parece poco probable esta posibilidad. IU
y PA tiene más o menos afianzado el parlamentario que tiene cada formación en la
Cámara andaluza. Aunque si Izquierda Unida se hiciera con 12.220 votos más
podría conseguir su segundo diputado restándole uno a los
socialistas.
El Remate
Camino de
las urnas
Andalucía Libre
Como era previsible
dada la coincidencia de fechas y desgraciadamente de protagonistas, estamos
viviendo una precampaña electoral en paralelo en la que los discursos y
mensajes presuntamente referidos a los comicios andaluces y a los españoles se
retroalimentan y condicionan en espiral. La diferencia principal entre las dos
pistas del circo radica en que en cada una cambian los favoritos: si
en la andaluza, es el PSOE, en la española, ese lugar lo ocupa el
PP.
El discurso general de
la derecha españolista es simple. Se presenta como garante de la
estabilidad social, el crecimiento económico y la
continuidad política y como el guardián
intransigente de la unidad de España. En Andalucía, le añade la agitación de
la necesidad del cambio, bien en solitario -lo que es bien
difícil- bien dejando abierta la puerta a una coalición con el PA a partir de
una mutación de alianzas de los andalucistas. El PSOE, por su parte, asume
simétricamente la alternancia en España y la continuidad en
Andalucía como ejes de su oferta; reproduciendo parecidos planos de
argumentación a los que defendió en 2000 (confrontación/agravio
controlado en Andalucía etc).
Repaso de
hitos
En lo que llevamos de
campaña, el PSOE ha anunciado ya en dos ocasiones su acuerdo con Los
Verdes para que estos extiendan a las elecciones generales su
inclusión en las listas del PSOE. LV tomaron la decisión tras haberle
dado calabazas a las ofertas emanadas desde IU. Algunas organizaciones
regionales verdes han declinado integrarse en el pacto, anunciando que
concurrirán bien en solitario bien en coalición con IU, pero dado el
batiburrillo habitual de grupos verdes, el impacto mediático buscado por el
PSOE -la modernidad ecologista va en sus listas- ha sido
globalmente obtenido. Desde el punto de vista de la claridad en la
izquierda, sólo cabe agradecer que la adscripción electoral se sume
aquí a la previa ubicación política.
Aparte de los
habituales escarceos de táctica electoral y de los surtidos de promesas, el
PSOE ha difundido una propuesta de reforma fiscal políticamente muy
significativa. Aunque adobada con otros complementos el proyecto
elaborado bajo la dirección del antiguo director del Servicio de estudios del
BBVA Miguel Sebastián, tiene como columna vertebral la asunción del discurso
fiscal neoliberal. Se propone reducir los tramos superiores (del 45 al 35%)
del impuesto sobre la renta de las personas físicas para equipararlo al de
sociedades -que también se propone reducir del 35% al 30%- con el
conocido argumento derechista de que la disminución de la carga
impositiva desanimará el fraude fiscal de empresas y potentados. La opción se
encubre y endulza con la promesa de ampliar la exención de pago a una parte de
las rentas más bajas -sin entrar en detalles- y bajar también el
porcentaje en algunos objetos de imposición de impuestos indirectos como el
IVA. El PSOE ha hecho énfasis en su compromiso de no subir los impuestos,
cuando el porcentaje que los gastos sociales representan del PIB
estatal (20,1%) es siete puntos inferior a la media de la UE (27,3%). La
intencionalidad de la propuesta era tan obvia que IU, UGT y CCOO debieron
manifestar, aunque fuera con contención diplomática, su desacuerdo con su
contenido y su preocupación por sus implicaciones. Como guinda, el PSOE
adelantó que ampliaría el periodo de prueba de los trabajadores con contrato
indefinido.
Mientras aún
estaban calientes las brasas provocadas por su propuesta fiscal, Rodríguez
Ibarra -el ultraespañolista presidente de la región extremeña- se descolgó
presentando en rueda de prensa, una enmienda al programa electoral del
PSOE, que pretendía que el PSOE se comprometiera a modificar al alza
el tope mínimo para la elegibilidad al Congreso de los Diputados español,
situándolo en un 5% del censo de votantes estatal. Con esta propuesta,
aplicada a los últimos resultados, se eliminaría por completo la
representación de todas las formaciones nacionalistas y regionalistas
actualmente presentes -aun cuando fueran mayoritarias en sus
circunscripciones- quedando limitada la composición del Congreso a fuerzas
españolas como PP, PSOE y PCE-IU (por un raspado 5,4%). El escándalo fue tan
morrocotudo que Ibarra la retiró, aunque siguiera descolgándose con
parrafadas españolistas.
Al punto, siguiendo
ese hilo y para responder a las descalificaciones del PP, que acusaba al PSOE
de no ser un "partido nacional español" de confianza, Zapatero
declaró que sólo gobernaría si obtenía más votos que el PP, es decir, que
renunciaba a asumir la presidencia a partir de una suma de apoyos de PSOE,
PCE-IU, PNV, EA, ERC, etc sin una hegemonía previa. La idea era subrayar que
el PSOE era el voto útil para desalojar al PP y sobre todo que se mantenía tan
moderado y español como en los tiempos de Felipe González. Al PCE-IU, el
anuncio de Zapatero -que echaba por tierra su argumentario sobre la
"izquierda plural"- le sonó a cuerno quemado. Además, el
PSOE hizo especiales esfuerzos por clarificar que sus reformas judiciales y de
gestión tributaria en el ámbito de las autonomías no cuestionaban en
absoluto el predominio de los correspondientes órganos e instituciones
españolas. De forma coordinada, el PSOE en Andalucía revalidaba sus
preferencias por reeditar coalición con el PA.
En otros ámbitos, el
PSOE abría rendijas para reiniciar contactos con el PNV a partir del relevo de
su presidente Arzalluz por su sucesor Imaz y en Cataluña, a cuenta del
nombramiento por Maragall del jefe de la TV catalana sin contar con sus
socios, se producía el primer encontronazo serio en el seno del nuevo
Gobierno. Maragall llegó a decir que "tenia que darle clases de
gobernar" a sus inexpertos acompañantes de ERC e ICV, motivando que Carod
le recordará -con poco seny y mucha rauxa- que
"estaba donde estaba porque así lo había querido ERC y que estaría donde
estaba hasta que ERC así lo quisiera".
Del dicho al
hecho
Sea como fuera y a la
espera de los resultados, lo cierto es que el PSOE se ha reafirmado en su
presentación y en su naturaleza como fuerza neoliberal y
españolista.
Para valorar algunas
de las implicaciones de estos pronunciamientos del PSOE, habría que recordar
que el pasado 24 de Diciembre, Llamazares, el líder de IU, había llegado
hasta a proponer la presentación de listas conjuntas PSOE-IU-Etc al
Senado. O recuperar todas las declaraciones en que desde IU se daba por
sentada su participación en un Gobierno de coalición español con el PSOE,
exportando a Madrid las experiencias de Cataluña y otras regiones. O
anotar el farol de Valderas al presentar como mutuamente excluyentes a IU y al
PA como socios del PSOE, descartando la reedición de un tripartito aquí en
Andalucía. Para que nada faltara, cuando el Tribunal Constitucional español
anunció que rechazaba el recurso de Batasuna contra su ilegalización,
aduciendo como justificación "que no condenaba los atentados de ETA",
Llamazares declaró con desenvoltura que "la principal y única responsable
de su ilegalización es la propia Batasuna, por no querer ni poder zafarse ni
desmarcarse de la violencia".
Ciertamente, los datos
del 14-M serán los que tengan la ultima palabra. Pero ahí quedan las apuestas
de Zapatero y Chaves como recordatorio de lo infundado y peligroso de algunas
ilusiones y esperanzas posibilistas surgidas en sectores de la izquierda
española sobre la posibilidad de formar una alternativa al PP, más allá de la
mera alternancia, integrando al PSOE a partir de una combinación de acuerdos
gubernamentales estatales y autonómicos y de un pacto sobre la cuestión
nacional que reeditara el esquema constituyente de la Transición:
mantenimiento de la integridad del Estado español compensado con un
trato privilegiado a Cataluña y Euskadi a costa del sacrificio expreso de los
derechos y expectativas de Andalucía.
Andalucía
IU urge a Chaves a
exigir al Gobierno español 9.686 millones en concepto de
deuda SEVILLA, 19 de enero (EUROPA
PRESS)
Izquierda Unida exigió hoy al presidente de la Junta,
Manuel Chaves, que cumpla los acuerdos del Parlamento andaluz y reclame al
Gobierno español un total de 9.686 millones de euros en concepto de deuda en vez
de "rebajarla" a los 2.500 millones ofrecidos por el Ejecutivo central
para liquidar el anterior sistema de financiación autonómica.
Propaganda para el Referéndum de
1980
El coordinador general de IULV-CA, Diego Valderas,
recordó que el Parlamento andaluz aprobó el 11 de noviembre una
proposición no de Ley del PSOE que cifraba la deuda que la
Junta debía reclamar al Gobierno en 9.686,5
millones en concepto de liquidación del sistema de financiación
1997-2001 (4.625,6 millones) y de déficit de inversiones del Estado desde 1997
(3.951 millones), del fondo de suficiencia financiera (303,5 millones) y del
Fondo de Compensación Interterritorial (806,4 millones), por lo que consideró
"indecente" que Chaves esté dispuesto a "aceptar" únicamente
2.500 millones.
En rueda de prensa junto a la diputada autonómica Concha
Caballero, Valderas criticó que PSOE y PP se estén dedicando a "jugar al
gato y al ratón" con la financiación autonómica y censuró que la Junta
aborde la negociación partiendo de la exigencia de 4.616 millones de euros
"cuando lo que se adeuda supera los 9.600 millones de euros", por lo
que insistió en que "si indecente es la oferta del Gobierno, igual de
indecente es que Chaves se muestre dispuesto a aceptarla". Junto a ello, el
líder andaluz de IU denunció el "doble discurso" del PSOE al mostrarse
en Andalucía dispuesto al cobro de 2.500 millones en concepto de deuda del
Gobierno con la comunidad, mientras que el líder socialista y candidato a la
Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se compromete a pagar
toda la deuda si gana las elecciones generales. En este sentido, Valderas
garantizó que, si IU entra a formar parte del gobierno tras las elecciones
generales del 14-M, "no permitirá que Andalucía pierda ni un euro". Por
su parte, la viceportavoz de IULV-CA en el Parlamento andaluz, Concha Caballero,
se preguntó "quién es el Gobierno andaluz para hacer una rebaja a la cuarta
parte de la deuda aprobada por el Parlamento", al tiempo que dejó claro que
IULV-CA no se niega al cobro de los 2.500 millones de euros ofrecidos por el
Gobierno, pero sólo como "cantidades a cuenta" del montante global de
la deuda, que la federación de izquierdas cifra por encima de los 9.600
millones.
AGENCIA TRIBUTARIA. Junto a ello, Caballero
emplazó al PSOE a aclarar si pretende mantener el actual modelo de financiación
autonómica, que calificó como "sumamente negativo para Andalucía", o
tiene intención de modificarlo tras el 14-M. IU ha elaborado una propuesta de
financiación autonómica en la que respalda la iniciativa del PSOE de crear una
Agencia Tributaria andaluza y propone que se presente un recurso para que el
gasto sanitario atienda el cien por cien del gasto real en Andalucía. En
este sentido, la federación de izquierdas propone eliminar el déficit cero y
situarlo en el 3% del PIB, la participación de las cajas de ahorros en los
proyectos de inversión, mayores recursos de lucha contra el fraude fiscal y
reducir el gasto corriente para acabar con el "despilfarro". Junto a
ello, IU plantea que el Parlamento andaluz realice en un plazo máximo de
tres meses una evaluación del actual modelo de financiación para Andalucía y, en
el caso de que refleje "efectos negativos" para la comunidad, proceder
a su "denuncia y sustitución" por otro sistema "que garantice la
suficiencia y la autonomía financiera y la igualdad de derechos de todas las
comunidades". Por último, también reclama modificaciones en los fondos de
nivelación de educación y sanidad, el Fondo de Compensación Interterritorial y
en la asignación de los fondos europeos "sin criterios correctores"
para evitar que se "detraigan fondos" a Andalucía.
Andalucía
Ortega critica que PSOE y PP prometan que pagarán la
deuda que no abonaron González ni
Aznar
Reprocha a Chaves
que pacte con el Gobierno la fecha de las elecciones y no cierre un acuerdo
sobre financiación autonómica
SEVILLA, 19 Ene.
(EUROPA PRESS) -
El secretario general del PA y candidato a la Presidencia de
la Junta, Antonio Ortega, criticó hoy que el secretario general del PSOE, José
Luis Rodríguez Zapatero, y la presidenta del PP-A, Teófila Martínez,
"prometan a los andaluces que pagarán la deuda del Gobierno central con la
comunidad en materia de financiación autonómica si ganan las elecciones del 14-M
cuando no lo hicieron el ex presidente del Gobierno Felipe González durante 12
años ni el actual jefe del Ejecutivo, José María Aznar, en las dos últimas
legislaturas". Ortega aseguró que estos anuncios de ambos candidatos
evidencian que socialistas y populares utilizan la liquidación del anterior
modelo de financiación autonómica correspondiente al quinquenio 1997-2001 como
"un elemento más de campaña electoral", por lo que considera que ambas
formaciones "no se merecen la confianza de los ciudadanos a los que mienten
tan burdamente". "PSOE y PP están instalados en la mentira permanente a
la hora de hablar de Andalucía", denunció el líder andalucista, que censuró
duramente que ambos partidos sean "incapaces de llegar a un acuerdo en lo
que concierne a los ciudadanos y sí sean capaces de hacerlo en lo que les
conviene a ellos", en referencia a la convocatoria conjunta de elecciones
generales y autonómicas. En este sentido, Ortega reprochó al presidente de la
Junta, Manuel Chaves, que le resulte "imposible" llegar a un acuerdo
con el Gobierno en materias como infraestructuras o financiación autonómica,
"pero sí se llamen a diario para acordar hasta el día en que se hace pública
la convocatoria electoral". "Cuando quieren se entienden, así que si no hay
acuerdo con la financiación, es porque PSOE y PP no quieren".
El Remate
Ajustando
cuentas
Andalucía Libre
La polémica bipartita
PSOE-PP sobre la financiación autonómica tiene pinta de constituirse en
culebron de campaña. La tratábamos el 18 de enero en nuestro numero 215 y entre otras consideraciones,
llamábamos la atención sobre la necesidad de un mayor rigor, tanto en el
concepto de la deuda española con Andalucía como en su
cuantificación.
Afortunadamente
algo vamos progresando. Al día siguiente de que editáramos nuestro
ultimo Andalucía
Libre, IU conseguía con un ágil regate meter baza
en la disputa, sacando la cabeza a base de resucitar datos; el PA, por su
parte, se quedaba congelado en su sonsonete clásico de campaña, sin
aportar nada. Recordaba IU el acuerdo del Parlamento andaluz (apoyado por PSOE,
IU, PA y PSA) que cifraba el debito español en un total de 9.686
millones de euros en lugar de los 2.500 millones ofrecidos por
el Ejecutivo central, últimamente aceptados por Chaves en hora de rebajas.
Aclaraba IU que la suma provenía de juntar "la liquidación del
sistema de financiación 1997-2001 (4.625,6 millones), el déficit de
inversiones del Estado desde 1997 (3.951 millones), del fondo de suficiencia
financiera (303,5 millones) y del Fondo de Compensación Interterritorial
(806,4 millones)".
Esta cantidad parece
que incluye los 3.942,6 millones de euros de fondos europeos para Andalucía
sustraídos por el Gobierno español (según datos de la
misma Consejera de economía). En caso contrario, nos saldría ya una
cuenta que se elevaría a 13.628 millones de euros. Aún si la
resolución parlamentaria los subsume en la partida de déficit de
inversiones, los 9.686 millones de euros ya son bastante más de los 4.625 o
los 2.500 por los que ahora discuten PP y PSOE. Además, hay que tener
bien presente que la estimación del fondo de suficiencia financiera está
hecha dentro del marco presupuestario establecido; que en lo
tocante al Fondo de Compensación Interterritorial lo que se hace es sólo
cuantificar y acumular la reducción ejecutada por los Gobiernos del PP en
Madrid en relación con las cantidades y proporciones arbitrarias y ya
entonces ridículas que aprobaba el Gobierno español del PSOE
en 1996 y que, finalmente, no se adelanta cifra alguna sobre la
deuda autonómica inicial por nivelación (Disp. Adic. 2ª
EA) que la misma IU estimaba en 1997 en 2.404 millones de
euros. Nos movemos pues entre 9.686 y
12.090 millones (o 16.032) sólo en deuda
autonómica (y sin incluir intereses de demora). Recordemos que el
ultimo presupuesto de la Junta de Andalucía estima sus ingresos para 2004 en
22.774 millones de euros. Es decir, de menos a mas, tomando como base las
cantidades expuestas, estamos hablando -y siempre según criterios oficiales-
de una deuda que supondría entre el 42,53%
y el 53.08% del
presupuesto anual global.
Anotemos todas estas cifras en la
memoria. Provienen de resoluciones y estimaciones oficiales reconocidas por el
Parlamento y/o por el Gobierno andaluz y están elaboradas -como ya se ha
apuntado- con criterios muy restrictivos. No son fruto de ninguna
elucubración independentista. ¡Y no incluyen todavía ni un sólo
céntimo de la incuantificada deuda histórica secular ni tienen en cuenta los
otros conceptos derivados de la desigualdad impuesta y el expolio español que
configurarían el monto total de la deuda histórica!.
Es obvio que estas
cantidades a reivindicar no agotan en absoluto las demandas andaluzas, ni
cuantitativa ni cualitativamente. La cuestión de fondo no se soluciona con que
Andalucía contara hipotéticamente, por cualesquiera circunstancias, con
benevolentes intermediarios en Madrid, que igual que vienen se van y que
estaría por ver, además, hasta donde podrían y querrían llegar a la
hora de la verdad. Lo que Andalucía tendría que exigir no es sólo que España
cumpliera su propia ley sino sobre todo disponer de ley propia, es decir, de
un sistema estable de devolución, obtención y gestión de recursos que no
la dejara al libre albedrío de los intereses españoles. Sin este instrumento,
en forma de Hacienda y Concierto Nacional, Andalucía no puede siquiera
discutir con fundamento sobre sus opciones futuras -por ejemplo, elegir entre
una vía de fiscalidad competitiva o por contra, de inversión y
desarrollo redistributivo- porque, simplemente, carece de elementos
cruciales para estar en las mínimas condiciones para poder participar
autónomamente en la forja de su destino.
Aún así, la salida a
la palestra de los miles de millones de euros adicionales
evaporados evidencian hasta que punto es política la llave que nos
mantiene en la dependencia y tienen la virtud de mostrar nuevamente
que sólo la autoafirmación nacional y una representación propia pueden
abrir el camino a la emancipación, la dignidad y el
desarrollo.
Andalucía
Sindicatos y Patronal elogian Acuerdo de Concertación al final de
la legislatura UGT y CCOO aparcan sus críticas a la Junta,
pero denuncian las posiciones "obstruccionistas" de la patronal a la prevención
de riesgos laborales D. LOZANO - Diario
de Sevilla
SEVILLA. Olvidadas quedaron ayer
las críticas de los sindicatos a la "relajación" de la Junta en el cumplimiento
de medidas del V Acuerdo de Concertación
Social, o la falta de consenso con la patronal en
algunos puntos del convenio suscrito en mayo de 2001. El adiós de la consejera
de Economía, Magdalena Álvarez, y del titular de Empleo, José Antonio Viera,
contó con el beneplácito de empresarios y sindicatos por el desarrollo "muy
positivo" del pacto.
UGT y CCOO, que pidieron a los partidos que asuman
el mantenimiento del diálogo social y la concertación en sus propuestas
electorales, suscribieron el elevado grado de cumplimiento de las 204 medidas
del acuerdo, de las cuales sólo el 3%, según la consejera, están por
desarrollarse, si bien se encuentran ya iniciadas. El vicepresidente de los
empresarios, Antonio Ponce, y el secretario general, Antonio Carrillo,
respaldaron también la propuesta sindical.
La prevención de riesgos
laborales fue el único punto negativo que señalaron los sindicatos, culpando a
la patronal de la tardanza en la aplicación de las medidas del acuerdo sobre
esta materia por mostrar posiciones "obstruccionistas". Aunque sí vio la luz un
plan específico, no salió adelante el Instituto de Prevención de Riesgos
Laborales por la "resistencia" de la patronal CEA, aunque los
sindicatos esperan consensuarlo en los próximos meses. Quedó en el tintero la
regulación de la participación institucional de empresarios y sindicatos.
"Es un proyecto clave que debe ser articulado en una ley, como en otras
comunidades", afirmó a este diario Manuel Pastrana, número uno de UGT-A. El
líder de CCOO-A, Julio Ruiz, mostró también su
"preocupación" por algunos problemas que persisten en la comunidad pese
al "alto grado de cumplimiento del acuerdo". Entre aquellos, el elevado
índice de paro (18%), aún más preocupante en las mujeres (27%), el acceso a la
vivienda o la "altísima" tasa de temporalidad, suavizada por el dato de la Junta
de que el 52% de los empleos creados en estos años fueron estables. Álvarez y
Viera pusieron de relieve que la valoración positiva se basa en datos como que
durante la vigencia del acuerdo se crearon 304.000 puestos de trabajo, más de la
mitad para mujeres, y se generó una inversión privada de 10.000 millones de
euros. "La Concertación ha sido la mejor apuesta que se ha realizado desde
el punto de vista de la innovación", dijo el consejero de Empleo.
Chaves con los
emprendedores
Por su parte, el candidato y presidente del
PSOE, declaró en Córdoba que "los empresarios no surgen de la nada, de forma
que hemos de ser capaces de fomentar vocaciones e iniciativas empresariales, en
todos los campos y sectores de la economía, pero, sobre todo, entre los jóvenes,
y desde el sistema de enseñanza, sin que ello signifique que esa sea la
principal finalidad de la Universidad o de la Formación Profesional
(FP)". Según afirmó Chaves ante empresarios, representantes de la
Universidad, de asociaciones culturales y vecinales y de ONG's, entre otros
colectivos, "lo cierto es que en la Universidad reside también una
determinada responsabilidad, lo mismo que en la FP, en cuanto a fomentar
mentalidades emprendedoras, de forma que los jóvenes, al culminar su formación
académica, no piensen sólo en buscar un trabajo por cuenta ajena, sino que el
autoempleo y las iniciativas empresariales estén entre sus primeras opciones".
Después de ello, esos jóvenes, continuó el candidato
socialista a la Presidencia de la Junta de Andalucía, "deben contar con el
apoyo preciso para hacer realidad su proyecto empresarial o de autoempleo, es
decir, hemos de poner en marcha sociedades de capital-riesgo, para que la falta
de dinero no sea impedimento, en el objetivo de nuestros emprendedores de crear
una empresa".
El
Remate
Raíces y
causas
Andalucía
Libre
Ha habido
quien ha contrapuesto las movilizaciones sociales acaecidas en el ultimo
periodo con la hegemonía política del PP en el
Estado español y se ha interrogado por las causas de esta aparente
contradicción. Planteada la incógnita en Andalucía y desde una sensibilidad
andaluza, sería obvio que para resolver satisfactoriamente el
enigma debiera comenzarse por incluirse también en el análisis la
pregunta sobre el porqué de la permanencia del PSOE como fuerza dominante en
Andalucía. Que el PP y el PSOE no son lo mismo, es tan notorio como evidente
que PSOE y PP comparten lo esencial del modelo social y nacional
vigente.
Raíces
Pudiera
ser que la primera cuestión a resolver sería medir con mayor cuidado y
ecuanimidad el calado de las protestas y su impacto sobre la realidad social.
Haciendo memoria en un breve vistazo, tendría que convenirse que, por ejemplo,
las protestas antiglobalización y antiguerra han sido socialmente
epidermicas. Importantes especialmente por el numero de movilizados
puntualmente y por la reducida pero significativa capa de nuevos sectores
activos generados, especialmente entre la juventud. Desde el punto de
vista de algunas de las pequeñas organizaciones implicadas estos elementos
tienen su alcance y hasta pueden leerse como prometedoras para el futuro.
Aún con ello, no dejan de ser secundarios y no afectan al hecho
de que esas protestas resultaron ser superficiales en cuanto a su
nivel de consistencia política y de efecto social
estable. Lastradas por la hegemonía en su dirección (y
consecuentemente en sus contenidos) por quienes ejercen de prolongaciones
andaluzas de organizaciones y corrientes españolas en su amplia diversidad
(que aún con múltiples referencias inspiradoras terminan produciendo similares
productos y resultados) de ahí el simbólico hecho de que la Cumbre
alternativa de Sevilla, por ejemplo, obviara en su día en su manifiesto y
discurso cualquier referencia a la realidad nacional de Andalucía. De ahí
también que, una vez que la cuestión de Iraq se había de plantear en términos
de solidaridad con la Resistencia iraquí contra las tropas de ocupación
(especialmente las españolas), sin amparo mediático y con las posiciones
claudicantes de PSOE-IU al respecto, el eco de las convocatorias
descendiera sustancialmente. Sin despreciar en absoluto sus potencialidades y
resultados como espacio de actuación, no podían sustituir en las condiciones
en que se desarrollaron, a otras tareas pendientes y a otras carencias.
Exponente de estos limites es el hecho de que resulte claro que la
posibilidad de que la implicación del Gobierno español del PP en la invasión y
ocupación imperialista de Iraq le reporte costes políticos sensibles cara a
las elecciones no depende hoy de las actuaciones acá sino de la
decisión y efectividad de la Resistencia iraqui para propinarle al cuerpo
expedicionario español golpes demoledores en el terreno militar antes de
Marzo.
Por otro
lado, la otra lucha socialmente significativa, la protesta contra el Decretazo
y la reforma del Subsidio Agrario fue controlada políticamente en todo momento
por el reformismo político y sindical español, sin que se planteará
alternativa alguna, concluyendo de hecho en un apoyo a la perpetuación del
sistema impuesto en su día por el PSOE, que tan funcional se ha demostrado
para los intereses estratégicos políticos y económicos de la burguesía
andaluza y el Estado español. No hay que extrañarse pues de que su conclusión
en pacto no solo fuera admisible, tolerable e integrable por el PP sino
que redundará sustancialmente en beneficio del PSOE.
Causas
La clave
quizá se encuentre en dos factores, insuficientemente valorados por algunos.
Primero, en el impacto prolongado de la estructura económica y laboral
vigente; en el peso de la precariedad, la economía sumergida, los bajos
salarios y las degradadas condiciones laborales... en los profundos efectos de
una integración colaboracionista de las burocracias sindicales
españolas que ya se prolonga decadas. Todas estas protestas
citadas han pasado al lado de los tajos, las oficinas, las fábricas, sin
tocarlos ni entrar en ellas. Se han detenido en sus puertas o en sus margenes.
Con cerca de un 20% de desempleo oficialmente registrado, que incluye a
algunos que no están parados y excluye a otros que sí lo están, vivimos en una
situación de apogeo de la Construcción sostenida en la irregularidad, que a su
vez genera sensaciones contrapuestas. Hay más ingresos familiares en los
últimos años en algunos casos pero, pese a todo, siguen
siendo inestables. Se gana más pero no porque suban los salarios sino
porque se trabaja a destajo y a mayor ritmo. Y otros no pueden siquiera
trabajar. El fantasma de las ETT y los contratos basura es omnipresente y
llega mucho más allá de los directamente afectados. En la practica,
la clase obrera esta desvalida,
fragmentada y desarticulada como colectivo y a expensas de los
llamados factores objetivos. Las luchas contra despidos
colectivos o cierres se sitúan en este contexto y aún cuando tomen formas
combativas no afectan al estado de animo individualista y a la sensación de
impotencia e indefensión como clase. Ni siquiera, valga el ejemplo, los
funcionarios con plaza -los, en principio, mejor situados para resistir-
pueden percibir efectos positivos de la acción colectiva, cuando es evidente
que llevan sufriendo durante años retrocesos retributivos dado el incremento
real del coste de la vida (que poco tiene que ver con las tasas trucadas de
inflación reconocida), tolerando el retroceso simplemente por los efectos del
contexto social de precariedad que convierte a su estabilidad en el
empleo (que no en el puesto de trabajo) en un bien preciado y
envidiado.
Segundo, a estas circunstancias
objetivas se suman de forma interrelacionada otras de carácter subjetivo.
Vivimos las consecuencias de una superposición de frustraciones. A la derivada
de la imagen escasamente atrayente de los regímenes burocráticos cuando aún
operaban en la URSS y el Este se le añaden los efectos de su implosión
y caída, sintetizados en la ausencia de visibilidad y credibilidad a
nivel de masas para una alternativa socialista al capitalismo como modelo de
organización social. Ciertamente, en los últimos tiempos, el anticapitalismo
ha renacido como discurso legitimo y legitimado pero aún manifiesta
grandes debilidades cuando intenta pasar de la critica a los efectos del
capitalismo a la propuesta de formulas alternativas coherentes y globales y
aún mas cuando intenta esbozarlas o traducirlas en acción politica. Además,
atacada por una sucesión ininterrumpida de derrotas nacionales e
internacionales, la vanguardia andaluza se ha ido empobreciendo
políticamente y se ha fragmentado en sus practicas y perspectivas. Hasta el
punto de que una parte de ella se niega a si misma como tal; confundiendo una
sana reacción contra antiguos tipos de sectarismo autoproclamativo o contra el
sustitucionismo con la negativa a extraer conclusiones de los
mecanismos de formación de conciencia y funcionamiento social y de la
necesidad de integrar luchas y contradicciones en un proyecto político global
alternativo. Los contados zombiestalinistas que sobreviven, aunque
sea como anécdotas espectrales, refuerzan con su discurso y referencias
mitológicas estos prejuicios. Aparte, demasiados cuadros con formación y
experiencia se han agotado, pasándose al otro lado de la barricada o en
el mejor de los casos retirándose a recuperar su vida. La perdida de memoria
colectiva tiene como efecto paradójico facilitar el seguidismo sucursalista y
dificultar la tarea de confrontar e integrar aspiraciones genéricas con
realidades inmediatas. De todo ello, se desprende una especial dificultad para
asumir -e incluso percibir- la tarea necesaria de construir proyectos
nacionales alternativos a los existentes y dominantes. Así, la mayoría social
se encuentra inerme, sin levadura organizada que la estructure y sin acceso a
discurso alguno que le permita explicarse a si misma
colectivamente, facilitándole en suma resistir no sólo los efectos del orden
vigente sino también el acoso ideológico de sus
beneficiarios. Si el españolismo implica pasarse con armas y bagajes al
enemigo, el nihilismo nacional o el cosmopolitismo conllevan un
encapsulamiento que sólo puede producir manipulación
extranjera, esterilidad e impotencia politicas.
Consecuencias
Puede que
explorando a partir de estas raíces y causas se pueda llegar a entender no
sólo el origen del emparedamiento bipartito que mantiene a Andalucía
encorsetada sino, lo que tiene aún mayor interés, acercarse a las tareas
necesarias para dinamitarlo.
Aunque no sea
operativa para las elecciones inmediatas, dar pasos sostenidos para la
formación de una Confederación Sindical Andaluza, que luche por erradicar el
control de las burocracias españolas y aglutine de forma eficaz al
sindicalismo combativo, resulta cada día que pasa
más imprescindible. De igual modo, la izquierda independentista ha de
afrontar honestamente sus carencias internas y heredadas si quiere estar en
disposición de contribuir a la refundación de una izquierda andaluza realmente
útil para su clase obrera; habilitada para articular y ampliar el movimiento
nacionalista y para plantear, construir y conquistar un proyecto
alternativo de Andalucía como nación independiente.
China
El PCCh y la
transición al capitalismo
G.
Buster
"El problema de la formación de
continuadores de la causa revolucionaria del proletariado se refiere, en el
fondo, a si la causa revolucionaria marxista-leninista iniciada por los
revolucionarios proletarios de la vieja generación contará con quienes la
sigan llevando adelante, si la dirección de nuestro partido y nuestro Estado
seguirá en manos de revolucionarios proletarios. Se refiere a si podremos
precavernos con éxito contra la aparición del revisionismo kruschovista en
China. En una palabra, se trata de un problema importantísimo que afecta al
destino, a la existencia misma de nuestro partido y nuestro Estado. Basándose
en los cambios operados en la Unión Soviética, los agoreros imperialistas
depositan sus esperanzas de "evolución pacífica" en la tercera o cuarta
generación del PCCh". Mao Zedong, El pequeño libro
rojo, pág. 294.
La X Asamblea Nacional Popular,
reunida en Pekin en marzo de 2003, ha sancionado el cambio en la dirección del
Partido Comunista y en los Organos ejecutivos de la República Popular de China,
decididos cuatro meses antes por la nomenclatura del partido en su XVI Congreso.
El ascenso de la “cuarta generación” de dirigentes, con Hu Jintao a la
cabeza, ha estado acompañada de la disolución de la Comisión Estatal de
Planificación y Desarrollo, responsable de los planes quinquenales. El último
símbolo de una economía planificada desaparece así, con la instauración
definitiva del mercado como mecanismo regulador. Pero, ¿cuándo y cómo se ha
hecho China capitalista?
1976-1989: ascenso y
fracaso de las reformas de “socialismo de mercado”
Tras su rehabilitación en 1976, Deng Xiaoping anunció en
1978 la política de las “cuatro modernizaciones”, con la creación de un mercado
agrícola controlado por el Estado tras la disolución de las comunas populares,
zonas económicas especiales para la exportación con inversiones extranjeras en
compañías mixtas y una liberalización parcial del comercio exterior. Tras la
dimisión en 1980 de Hua Guofeng, el heredero designado por Mao, esta política se
generalizó y permitió una consolidación importante de la burocracia y, dentro de
ella, el resurgimiento de un ala reformista. En 1985, el III Pleno del XII
Comité Central extendió las reformas al sector industrial urbano, con autonomía
de la gestión empresarial, mecanismos de mercado, relaciones horizontales entre
empresas, reforzamiento del sistema financiero y bancario como eje coordinador
del Plan y combinación de todos los sistemas de propiedad, en un “socialismo de
mercado” que recogía elementos de las reformas experimentadas en Europa del
Este. Sin embargo, en 1987, las reformas se ahogaban en una importante crisis de
oferta triple: un consumo agregado superior al crecimiento de la economía con
una fuerte inflación; una “crisis de tijeras” por la falta de productos
industriales producidos por el sector público para intercambiar con los
campesinos del nuevo mercado agrícola; y una crisis de seguridad alimentaria de
productos básicos como el trigo y el arroz, a pesar de la excelente cosecha de
ese año. La crisis económica se convierte en crisis política tras año y medio de
duras luchas fraccionales internas en el PCCh y el secretario general reformista
Hu Yaobang es destituido.
El XIII Congreso, que se
reunió en octubre de ese año, adopta el marco teórico de las reformas de
socialismo de mercado pero también un duro plan de ajuste bajo la dirección del
nuevo secretario general, Zhao Ziyang, del sector reformista. La crisis política
y económica siguen imparables hasta desembocar en la crisis de Tienanmen en
junio de 1989, la fractura del PCCh y el cese de Zhao Ziyang. La masacre de
Tienanmen supone una crisis definitiva de las reformas de “socialismo de
mercado” del sector reformista de la burocracia del PCCh. Sin embargo, la
fracción conservadora no tiene ninguna otra alternativa económica, aunque corta
de raíz con los “cuatro principios” y cualquier reforma política que ponga en
cuestión la dictadura del PCCh. Mientras tanto se produce la caída del Muro de
Berlín, el fracaso del golpe de Estado de septiembre de 1990 y el colapso final
de la URSS en 1991, con las políticas de “terapia de choque” y la restauración
del capitalismo en el antiguo “bloque socialista”. En enero de 1992, un Deng
Xiaoping anciano y medio paralizado realiza una gira por la zona económica
especial de Shenzhen, la pone como ejemplo de las reformas económicas a
emprender y lanza la consigna de: ¡Enriqueceos!
1992-1997: el “arma mágica del mercado” y la restauración
capitalista
En octubre de ese
mismo año se celebra el XIV Congreso del PCCh. Mientras se aplica un duro plan
de ajuste diseñado con la ayuda del FMI y el Banco Mundial, se generaliza la
economía de mercado y la ley del valor, así como las zonas económicas
especiales. Las autoridades centrales y el Plan pierden peso frente a la
regulación de las autoridades provinciales que miman y protegen sus mercados
frente a la competencia de otras provincias y el exterior. Se mantiene el
equilibrio entre fracciones en el PCCh, pero el arbitraje final corresponde a
Jiang Zemin, con predominio de la fracción reformista. Ya no se trata de un
“socialismo de mercado” sino de una “economía de mercado socialista” y el cambio
de adjetivos marca el inicio del cambio de naturaleza de clase del Estado,
mientras el sector público comienza a ahogarse en el mar de la economía
mercantil. Empieza la fase de negociaciones, tras la solicitud en 1988, para la
adhesión de China a la OMC. El sector estatal de la economía ha pasado de
representar el 73% de la producción industrial en 1988 al 35% en
1992.
De 1992 a 1997 cuando se celebra el XV Congreso
del PCCh, pocos meses después de la muerte de Deng Xiaoping, el sector público
no sólo es asediado por el crecimiento desenfrenado del sector industrial rural,
de las zonas económicas especiales y de las nuevas empresas privadas urbanas,
sino que también es saqueado a conciencia por las burocracias provinciales, en
medio de una corrupción rampante, para mantener sus niveles de inversión del
sector privado y sus presupuestos, dependientes cada vez más de los impuestos
sobre el sector privado que tienen que engordar, mientras la burocracia central
ve disminuir su capacidad de extracción del sobreproducto social del sector
público, sometido ya a la ley del valor, y tiene que negociar con las
burocracias locales sus aportaciones al presupuesto central. El desequilibrio
regional es enorme, crece la desigualdad social (pasando de un índice Gini 0.2
al 0.46), en el campo la privatización de la agricultura supone el paro de 250
millones de campesinos y la emigración de otros 100 millones a las ciudades, la
llamada “población flotante”, y aunque la pobreza disminuye en el campo, en las
ciudades aparecen 117 millones de nuevos pobres, el 80% en las regiones del
Centro y el Oeste. Se hunden progresivamente los sistemas sanitario y la
educación primaria y secundaria, que pasan a ser
privados.
Tras la recesión internacional de 1990-91,
China se convirtió en el segundo receptor de capital extranjero después de EE
UU, pasando del 20% de todas las inversiones extranjeras en Asia a suponer el
80% y el 52% de todos los países en vías de desarrollo. Durante este período, la
economía china creció a una media anual del 9,7% (frente al 7,5% de los “tigres
asiáticos”) y sus exportaciones un 19% anual. De ese 9,7% de crecimiento anual
del PIB, un 2,7% es gracias a las inversiones extranjeras, que supusieron más
del 22% de la inversión total. El 60% de todos los trabajadores de las zonas
económicas especiales para la exportación del mundo son chinos, unos dieciocho
millones. Según una investigación del FMI, sin embargo, si la acumulación de
capital fue el factor más importante de crecimiento hasta 1994, a partir de esta
fecha el crecimiento de la productividad superó el 50% (con una media del 4%
anual frente al 2% de los “tigres asiáticos”) y la formación de capital cayó al
33%, lo que da una idea del alcance de la reestructuración
económica.
Con este panorama, no es de extrañar que el
XV Congreso intentara adaptar la ideología a los hechos y los nuevos intereses
sociales. Una creciente burguesía, un 5% de la población, es decir 60 millones
de personas, declaraban ingresos superiores a los 12.000 dólares per cápita,
mientras aparecían unas nuevas capas medias urbanas. Una burguesía íntimamente
ligada por lazos familiares a la burocracia, los capitalistas chinos de ultramar
y los inversores extranjeros. Wu Jinglian, consejero del primer ministro Zhu
Rongji propuso una nueva definición de “socialismo” en los estatutos del PCCh
como: “justicia social y economía de mercado”, punto, sin adjetivos
molestos. Y el vicepresidente de la Academia de Ciencias Sociales, Liu Ji,
resumió el marxismo en dos principios: “Los beneficios del pueblo son lo más
importante y el partido debe servir al pueblo de todo corazón”. En los
borradores iniciales la referencia al proletariado como la “vanguardia de la
revolución” fue sustituida por la de “empleados asalariados”, aunque finalmente
se optó por la fórmula mas científica del “trabajo como mercancia”. El PCCh
había dicho adiós definitivamente a la clase obrera en octubre de 1997. Y a
continuación anunció la reforma y privatización de las empresas del sector
público, con el despido de 200 millones de trabajadores en 5 años. La
restauración capitalista era ya un hecho irreversible.
1997-2001: integración en la economía mundial, crisis de sobreproducción
y neokeynesianismo
A pesar de
ello, la herencia de los aparatos de gestión del viejo Estado obrero
burocráticamente deformado de la República Popular hicieron un último y
sustancial servicio a la nomenclatura china. Le permitieron escapar casi intacta
de la crisis asiática de 1997-98, con la excepción de la quiebra de la Compañía
Internacional de Comercio e Inversiones de Guangdong. Los grandes bancos
nacionales estaban respaldados por el Estado, que garantizó las deudas de las
empresas; los controles estatales impidieron la entrada de capitales
especulativos a corto plazo, limitando los créditos extranjeros –aunque la deuda
extranjera había pasado ya del 5,2% del PIB en 1985 al 13,8% en 1998– y las
operaciones de futuros sobre la moneda nacional, el renminbi, que no era
convertible; el ahorro interno superaba la inversión, que cayó del 40,8% en 1995
al 38,2% en 1997. El impacto de la crisis fue una apreciación del renminbi del
60% frente a las monedas del Sudeste asiático y un 20% frente al yen japonés,
con una caída de competitividad relativa que hicieron que las exportaciones sólo
crecieran un 0,5% en 1998 y un 6,1% en 1999. La inversión exterior cayó en un
11% ese mismo año.
El gobierno chino aplicó una política
típicamente keynesiana para sostener la demanda, concentrada especialmente en
las regiones del Centro y Oeste del país, cuyas burocracias habían protagonizado
una revuelta por su falta de acceso a los beneficios del mercado en el XV
Congreso. El gasto público pasó del 12% en 1997 al 16% del PIB en 1999, el
déficit presupuestario del 1,8% al 3,1% en el mismo período. Se subieron los
sueldos de los funcionarios un 20% y se emitieron bonos por valor de 160.000
millones de renminbis. Sin embargo, estas medidas fueron insuficientes y la
contenida crisis de sobreproducción se convirtió en deflación, a medida que se
levantaban además las barreras arancelarias interprovinciales y se unificaba el
mercado. En 1999 el índice de precios de consumo cayó un –1,4%. La capacidad
productiva no utilizada alcanzó el 40% del PIB. China experimentaba plenamente
por primera vez las consecuencias de un ciclo económico
capitalista.
En este escenario de crisis, el gobierno
chino decidió lanzar la fase final de la reestructuración del sector público y
las privatizaciones decidido en el XV Congreso del PCCh, con la consigna:
“Amarrar a los grandes, dejar ir a los pequeños”. Los “pequeños” daban
empleo a 200 millones de trabajadores urbanos, a los que, para evitar una
explosión social, se concedió a los mayores de 35 años dos años de un salario
mensual entre 200 y 250 renminbis, es decir un 35% del salario medio no
especializado, a través de la contitución de un caja de pensiones tripartita
gobierno-empresas-sociedad, que nunca llegó a funcionar por falta de
aportaciones no estatales.
Las autoridades chinas
continuaron su política de estímulos keynesianos durante el 2000, el 2001 y el
2002, sin conseguir superar la deflación. La recesión internacional hizo que las
exportaciones a EE UU y Japón cayeran a un 7,5% del PIB y complicó la gestión
macroeconómica. Aunque la deuda pública no ha superado el 15% del PIB, se ha
multiplicado por 80 desde 1981, pasando de 870 millones a 40.000 millones de
renminbis. La explicación fundamental es una crisis fiscal de las autoridades
centrales que han pasado de recoger el 29,5% del PIB en 1978 a sólo el 13,3% en
1999, reduciendo su capacidad de regulación aún keynesiana, que se mantiene
gracias a la emisión continua de crecientes cantidades de bonos, en un ciclo
vicioso de difícil salida.
2001-2003: ingreso en la OMC, los límites
de las políticas keynesianas y el XVI Congreso del
PCCh
En diciembre del 2001, la República Popular de
China ingresó oficialmente en la OMC. Los cinco últimos años de negociación
fueron testigo de concesiones en tarifas aduaneras superiores a las de India, al
rechazar para los productos agrícolas la tarifa prevista para los países en vías
de desarrollo del 10% y situarla en un 8,5%, y una completa liberalización del
sector servicios en cinco años. El 60% de la industria del automóvil y el 50% de
la industria alimentaria chinas no podrán sobrevivir en este nuevo “clima de
negocios”. La razón de estas concesiones está en el mismo cambio de naturaleza
social del Estado. La burocracia, ahogada y arrastrada por los desbordamientos
de la economía mercantil, el caos de los intereses privados y la corrupción
generalizada no podía confiar en otra fuerza para contener el aumento de las
desigualdades regionales y el proteccionismo provincial que en la disciplina de
una reestructuración impuesta desde fuera por el capitalismo internacional. El
gigantesco dique de las Tres Gargantas del río Yangtze se convirtió en la imagen
misma de este proceso: concebido como la solución socialista de los males
perennes de China, está siendo acabado, en medio de una corrupción desbocada,
con tecnología y créditos capitalistas, ahogando de paso las aldeas, monumentos
y templos milenarios de su cauce. No es de extrañar que se haya convertido en el
escenario mítico de todas las críticas, como se puede ver en la película
“Balzac y la costurera china”.
En octubre del
2002, se comenzó a ver luz al final del túnel y la economía china volvió a
recuperar débilmente su tendencia al crecimiento. Los beneficios empresariales
del sector privado crecieron un 10%, aunque el sector público siguió cayendo un
–4,1%. Muy lentamente, el consumo y la inversión privada empezaron a superar,
según el FMI, al gasto público como motor del crecimiento y éste alcanzó a fines
del 2002 el 9%, un punto más del 8% necesario para absorber el crecimiento
demográfico y no crear paro.
Con cierta ironía, la
historia había dado cumplimiento a la profecía de Mao sobre el peligro de una
restauración capitalista en China, cuando se reunió en Pekin el 8 de noviembre
del 2002 el XVI Congreso del PCCh. En él, la tercera generación representada por
Jian Zemin dio el poder ejecutivo directo a la cuarta generación de Hu Jintao,
aunque quedaba conservando su influencia en la sombra. La gran aportación
ideológica de la tercera generación del PCCh era la teoría de las “tres
representaciones”, es decir, que el PCCh representaba no a los obreros y
campesinos de China, ni siquiera a los “cuadros” de su nomenclatura, sino “a las
fuerzas productivas avanzadas, la cultura innovadora y los intereses de las
amplias masas”. El Congreso hizo un llamamiento a reclutar capitalistas para el
PCCh, con una cuota especial de un 1% de su salario anual. Xiang Shaoling,
propietario de la empresa de textiles Baopu Garments Co, se quejó públicamente:
“Unirse al partido es glorioso, pero la cuota es muy
alta”.
Conclusión
El coste del proceso de restauración capitalista en
China ha sido gigantesco desde el punto de vista humano, social, económico y
ecológico. Y, sin embargo, hoy es el ejemplo más brillante de una “economía en
transición” del Banco Mundial, que lo propone como ejemplo a los países en vías
de desarrollo. Este cuarto de siglo de reformas, pero más precisamente desde
1992, ha tenido éxito por la terrible represión del movimiento democrático en
1979 y 1989, por la correlación de fuerzas internacional creada por el colapso
del posestalinismo en Europa Oriental y la URSS, la globalización neoliberal a
través de la OMC, el FMI y el BM, y el aplastamiento cruel de cualquier intento
de reivindicar unas condiciones de vida más humanas para la clase obrera,
sometida a una acumulación primitiva capitalista dantesca, sólo posible por la
dictadura burocrática del PCCh.
El PCCh ha conseguido
sobrevivir a todas sus crisis internas, especialmente a las gravísimas
escisiones y purgas de 1976, 1980 y 1988-89, gracias a un pacto social interno
alimentado por el “síndrome de la Revolución Cultural”. Entregó su alma
política a Deng Xiaoping primero, y más tarde a Jiang Zemin, a cambio de
estabilidad social y económica para la burocracia y sus hijos. Con un miedo
insuperable a la actividad autónoma de las masas, el PCCh cree encontrar esa
estabilidad en la dictadura del partido único y en la disciplina del mercado
capitalista sin comprender que le espera la anarquía de la competencia más
despiadada en esta era de globalización neoliberal. El marxismo ha sido
sustituido por un nacionalismo chovinista y conservador, cuando no por las
supersticiones de Fa Lungong y otras sectas.
El Ejército Popular de
Liberación, el heroico instrumento de la guerra antijaponesa, de la revolución
maoísta y de la lucha anti-imperialista en la guerra de Corea, fue el primero en
comprender el nuevo papel de potencia regional de China en 1979 para atacar
Vietnam y convertirse en una zona económica especial más, con sus fábricas y sus
negocios de importación-exportación corruptos, siempre a la vanguardia del PCCh.
Cuando entró en Hong Kong en 1997 no fue para acabar con 155 años de
colonialismo británico, sino para asegurar que los escasos derechos de los
trabajadores de Hong Kong quedaban sometidos a las leyes dictatoriales de la
República Popular.
Lo peor de esta restauración
capitalista está aún por venir. Y, siguiendo los patrones imperiales más
clásicos de las crisis del “mandato del cielo”, comenzará tomando la forma de
una crisis de seguridad alimentaria por la falta de productividad del campo y la
necesidad de importaciones masivas de más de doscientos millones de toneladas, y
de una crisis ecológica por la deforestación y las inundaciones. La crisis de
sobreproducción no podrá ser contenida con un crecimiento de las exportaciones
sobre la base de competir reduciendo costes de producción. A pesar de la falta
total de derechos laborales, de la competencia despiadada entre la “población
flotante” expulsada del campo y los nuevos parados de las reestructuraciones del
sector público para vender su fuerza de trabajo, los conflictos industriales y
las explosiones locales de protesta se han multiplicado por catorce en la década
de los 90, según los datos oficiales, en una lenta, desigual, pero continua
acumulación de experiencias de la clase obrera. China es uno de los eslabones
débiles del capitalismo y como dijo Mao: “Rebelarse es
justo”.
Bibliografía
- Liu Yufan, "A Preliminary Report on China's
Capitalist Restoration", Links nº 21, agosto del 2002. - Liu Yufan,
"Will China Shake the World?", International Viewpoint, abril del
2002. - Willy Wo-Lap Lam, The Era of Jiang Zemin, Prentice Hall
1999. - Andrew J. Nathan y Bruce Gilley, China's New Rulers: The
Secret Files, Granta Books, 2002. - Ruan Ming, Deng Xiaoping,
Cronicle of an Empire, Westview Press, 1992. - David S. G. Goodman,
Deng Xiaoping and the Chinese Revolution, Routledge, 1994. - Minxin
Pei, "China's Governance Crises", Foreign Affairs, octubre del
2002. - Roland Lew, "Rebellion in the Rust Belt", International
Viewpoint, septiembre del 2002. - Roland Lew, "Quelle regime pour
quelle Chine?" Inprecor, enero-febrero del 2003. - Jeffrey Sachs y
Wing Thye Woo, "China's Transition Experience, Reexamined", Transition
Newsletter, World Bank. - Livio Maitan, "Chine: Odissée 2001",
Inprecor, febrero del 2001. - World Bank, China Update, marzo de
2001, Washington DC. - Chen, S. y Yang, Y, "China's Growth and Poverty
Reduction: Trends Between 1990 and 1999", Policy Research Working
Paper, nº 2651, World Bank, 2001. - Ianchovichina, E y Martin, W.
"Trade Liberalization in China's Accession to the WTO", Policy Research
Working Paper nº 2623, World Bank, 2001. - DSP (Australia), The
Class Nature of the Chinese State, Report Adopted by the Congress of the
DSP, enero de 1999.
Enlaces Relacionados:
[Articulos de analisis sobre la situación
china]
[Revista electronica de actualidad de
Asia]
Vietnam - Historia
La ofensiva
del têt
Pierre
Rousset* Inprecor-francés
n° 266, 23 de mayo de 1988.
Inprecor-castellano nº
61-Especial 1968, Mayo 1988
Vietnam,
1968. El 31 de enero, la ofensiva del Têt[1] comienza. Las fuerzas de liberación
atacan casi simultáneamente a las posiciones enemigas en todas las grandes
ciudades de la mitad sur del país[2], en 36 de las 44 capitales de provincia,
así como en otros 64 centros locales. Durante tres semanas, se lucha en el
corazón de Saigón, hasta en el santuario de la embajada norteamericana,
parcialmente ocupada por comandos revolucionarios.
El General jefe de la policía de
Saigón
asesina a un guerrillero del Vietcong durante el
Tet
Los zapadores y las fuerzas armadas locales se
encuentran generalmente en primera línea, en esta ofensiva sin precedentes. Las
fuerzas regulares obligaron por su parte, al ejército norteamericano a un
combate frontal de gran envergadura en torno a la base de Khe Sanh, cerca de la
línea de demarcación entre el Sur y el Norte del país. Hué, en el centro de
Vietnam, es conquistada por el Ejército popular. La batalla de Hué dura hasta el
24 de febrero. Los norteamericanos sólo consiguen retomar el control de la
ciudadela imperial tras haber destruido bajo los bombardeos el 80% de esta
ciudad símbolo.
Durante todo el mes de
febrero prosiguen las batallas a través del país. Una segunda oleada de combates
alcanza en mayo a 119 centros urbanos y bases militares. En el momento
de la tercera oleada, en agosto y septiembre, las fuerzas de liberación
atacan más sistemáticamente las instalaciones norteamericanas. Pero el
grueso de la ofensiva del Têt tuvo lugar en febrero.
El
esfuerzo realizado por las fuerzas de liberación durante este año bisagra, es
considerable. Sin embargo, ante la potencia de fuego norteamericana, la oleada
revolucionaria entró en reflujo. Los EEUU se benefician, en Vietnam del Sur, con
el monopolio absoluto de la aviación, con una ventaja considerable en armamento
pesado, artillería y blindados. Los portaviones, que flanquean las
costas, están fuera de alcance. Se inicia un repliegue. La victoria no será
esta vez. Harán falta siete años más, ¡y qué cantidad de pérdidas!, para que la
revolución lo logre finalmente.
En EEUU, el golpe es
terrible. A pesar de las informaciones recogidas ante el desencadenamiento de la
ofensiva, el mando y el gobierno norteamericanos no supieron prevenirla ni
prever su amplitud. El régimen survietnamita y el ejército saigonés hacen un
papel lamentable. Los combates se desarrollan ante las cámaras de televisión.
Las imágenes de muerte, instantáneas, penetran en los hogares. El movimiento
antiguerra toma, en los EEUU, un nuevo auge. El sentimiento antiguerra se vuelve
verdaderamente un factor político principal.
La hora de la
solidaridad
En el mundo, es la hora de la solidaridad con el
pueblo vietnamita. La juventud radicalizada denuncia, desde México a París, la
intervención norteamericana. La realidad de la dominación imperialista se
presenta desnuda en la realización de esta guerra destructiva, masiva y
tecnológica, contra un pueblo pobre que lucha por su derecho a la
autodeterminación. La resistencia es heroica, la justicia está de su lado. Es
más, en adelante la victoria parece posible, aunque se aleje de nuevo en marzo.
El Têt de 1968, galvaniza en muchos países a los sectores radicalizados y
contestatarios de la juventud. Las movilizaciones que anuncian el Mayo del
68 francés reciben un estimulo. Muy sintomáticamente, nuestras
manifestaciones se inician a paso ligero gritando: "Ho, Ho, Ho Chi
Minh - Che, Che, Che Guevara".
Comienzan las
conferencias de París entre vietnamitas y norteamericanos. Pero aún no
se trata más que de proseguir en la arena diplomática el combate en curso
en el terreno político y militar. Las verdaderas negociaciones,
que desembocarán en los Acuerdos de 1973 y la retirada de las fuerzas
norteamericanas de Vietnam, se iniciarán unos años más
tarde.
La ofensiva del Têt es uno de los más
grandes acontecimientos políticos y militares de estas últimas décadas y es
también uno de los más complejos. Para los "desilusionados" de 1968 y
de Vietnam, como para los intelectuales de la nueva derecha, fue simplemente un
producto del "mito" revolucionario o incluso una creación mediática.
Si la televisión no hubiera estado en el lugar, suspira un
Kissinger[3], se podría haber cambiado el curso de la guerra de
Vietnam.
Sin embargo, y muy particularmente en este
caso, los medios de comunicación no crearon el acontecimiento. Tan
importante era en sí mismo que ni siquiera han podido
amplificarlo. Simplemente lo mostraron al mundo y a la población
norteamericana, -para maldición de Washington, de un gobierno llamado
democrático cuya política extranjera dependía de su capacidad de mentir
libremente a sus electores-. Los medios no inventaron el horror de la
agresión imperialista, incluso probablemente jamás pudieron transmitirla en
su realidad profunda, vivida.
Una guerra
injusta
Si la opinión pública se volvió cada
vez más contra la sucia guerra en Vietnam, no fue a causa de una agitación
artificial, sostenida por los periodistas de televisión. Fue porque morían
demasiados soldados norteamericanos; fue porque la ofensiva del Têt mostraba que
después de años de intervención militar, la victoria de los EEUU estaba más
lejos que nunca. Aquella guerra injusta no tenía
fin.
Los acontecimientos vietnamitas de 1968 no fueron
un mito; fueron reveladores. En su complejidad, ponían al descubierto los rasgos
esenciales del mundo contemporáneo, mucho más allá de lo que estábamos en
condiciones de comprender hace veinte años, cuando nos movilizábamos en defensa
de aquella lucha de liberación ejemplar.
En aquel tiempo
percibimos, aunque probablemente de forma demasiado superficial, lo que mostraba
el Têt de 1968 en cuanto a los límites del poderío norteamericano y en cuanto
al extraordinario potencial de una resistencia popular. La revolución
vietnamita había sido ya, en los años 1950, una de las que habían puesto en
jaque a las grandes potencias imperialistas clásicas, como Francia y Gran
Bretaña. La victoria de la revolución cubana, en 1959, arrojó un formidable
desafío al nuevo gendarme del mundo capitalista, los EEUU, incapaces de imponer
su ley al régimen castrista, establecido justo frente a sus costas de
Florida.
La revolución vietnamita es, en los años 60,
una de las primeras en sufrir plenamente el esfuerzo de guerra
contrarrevolucionaria desplegado por Washington en respuesta al desafío cubano.
Trás la presencia francesa, la intervención norteamericana en Vietnam había
comenzado muy pronto, mucho antes de 1954. Desde 1961, los consejeros
norteamericanos llevaban a cabo su "guerra especial". Pero la
escalada militar norteamericana comienza verdaderamente en 1965 con
el compromiso total de las fuerzas aéreas sobre el teatro de guerra indochino y
el desembarco, en Vietnam del Sur, de un cuerpo expedicionario que alcanza
rápidamente los 550.000 hombres.
Con todos los medios de
los que dispone, Washington entabla en Vietnam una verdadera lucha a muerte. Se
trata ante todo de restablecer la credibilidad de la potencia norteamericana,
traumáticamente arruinada por la fracasada invasión de la Bahía de los Cochinos,
en Cuba, en 1961. Con el paso del tiempo, la prueba vietnamita se convierte en
una pieza maestra de la política mundial de los EEUU. Y es un
fracaso, anunciado precisamente por la ofensiva del Têt en
1968.
El fracaso comienza en el mismo Vietnam. A pesar
de la gravedad de los golpes dados a las fuerzas populares, la máquina de guerra
norteamericana no logra quebrar el esqueleto de la resistencia; un Partido
Comunista y un movimiento de liberación enraizados en el terreno nacional y
social del país. Ayudada por décadas de experiencia, la resistencia demuestra
capacidad de permanencia y de movilidad. Se adapta a las nuevas
condiciones, a la vez que prosigue una lucha prolongada. Conserva la
iniciativa estratégica, retomando regularmente la iniciativa táctica; y
ello en todos los terrenos: en el político, en el militar y pronto en
el diplomático. Para Washington no hay victoria militar posible en estas
condiciones.
El imperialismo norteamericano se
encuentra, por el contrario, prisionero de los mismos medios que pone en acción
en Vietnam. Debe proteger su cuerpo expedicionario y al ejército saigonés,
reducir sus pérdidas, políticamente insoportables, y al mismo tiempo asegurar el
control del territorio a riesgo de exponerse a los golpes del enemigo. El
ejército contrarrevolucionario se encuentra en posición estática. El gobierno
norteamericano depende cada vez más de una tecnología pesada y de un régimen
corrupto, que él alimenta y que permanece más preocupado por sus luchas
fraccionales intestinas que de la dirección del combate contra el comunismo.
Washington lleva a cuestas un esfuerzo de guerra cada vez más costoso y una
economía survietnamita cada vez más artificial. Círculo vicioso. No hay victoria
política posible frente a la revolución, en tales condiciones.
La
"vietnamización"
El fracaso vietnamita se
vuelve para el gobierno norteamericano, un fracaso nacional e internacional. Es
con la ofensiva del Têt que la burguesía, la clase política y la casta militar
norteamericanas comienzan a tomar conciencia de los límites de su poderío[4].
Los recursos norteamericanos no son inagotables. La continuidad del esfuerzo de
guerra entra en contradicción con las necesidades de la economía,
mientras se anuncia la crisis del dólar y el fin del período de expansión.
Los medios empresariales se inquieta. La concentración de esfuerzos militares en
Vietnam compromete el despliegue mundial de las fuerzas norteamericanas -desde
Europa a Oriente Medio, desde el océano Indico al Pacífico Norte- y frena, a
falta de medios financieros, la modernización del armamento. Cuando Corea del
Norte inspecciona un navío espía norteamericano, Washington no puede reaccionar.
El Pentágono se divide. El costo humano -en vidas norteamericanas, se entiende-
se vuelve inaceptable para la población. El sentimiento antiguerra en los EEUU
logra su punto más elevado en 1970. Los políticos se
desesperan.
Ahora bien, la política de
"vietnamización" de la guerra, a partir de 1968, apunta a
sustituir los muertos norteamericanos por muertos vietnamitas, exige
inversiones materiales masivas. De nuevo, el círculo
vicioso.
Harán falta aún varios años para que la
evidencia se imponga a Washington: hay que negociar, aún con la esperanza de
evitar la derrota, pero sabiendo ya que la victoria es imposible. Es, sin duda,
el Têt de 1968 el que comienza a revelar esta doble realidad: los límites de los
recursos del más potente de los imperialismos, y la importancia de los recursos
de los cuales puede beneficiarse una resistencia a la vez popular y nacional.
Viejas verdades, desde luego, pero que había que reactualizar. Son los pueblos
de Indochina los que supieron asestar esta demostración en la hora en que
la Casa Blanca quería imponer la Pax Americana al mundo entero. Pagaron
por ello un precio muy elevado.
La ofensiva del Têt
mostraba también cual era este costo (y las nuevas dificultades de la lucha
revolucionaria). Esto lo comprendimos peor en aquella época. Sabemos que "a
la hora de la hoguera, sólo hay que mirar la luz". No es por ello menos
importante reflexionar sobre los problemas de las revoluciones contemporáneas,
con sus rincones oscuros y las contradicciones a las que deben
enfrentarse.
La decisión del
PCV
En enero de 1968 el Buró político del
Partido Comunista del Vietnam (PCV) tomó la decisión definitiva de realizar la
ofensiva del Têt. Debía ser un punto de inflexión en la guerra, que
cambiase cualitativamente su curso. La dirección del Partido mantenía
prudentemente un abanico bastante abierto de objetivos, que iba desde una
hipótesis "alta" (la apertura de una "grieta" que permitiese
posteriormente una victoria rápida), hasta una hipótesis "baja"
(próxima a lo que pasó, con la apertura de una crisis política en los EEUU,
unida a duras contraofensivas militares por parte de Washington, anunciando
un proceso combinado de combates y negociaciones). El resultado de la ofensiva
del Têt no estaba dado de antemano. La situación cambiaba rápidamente desde 1965
y las posibilidades reales debían ser comprobadas en el curso de la
lucha misma. El grueso de las fuerzas regulares debían permanecer móviles, para
tener tiempo de evaluar la evolución de los combates. Para obtener el máximo
efecto, los levantamientos insurreccionales debían combinarse con las ofensivas
propiamente militares y esto sobre todo en las ciudades. En esta perspectiva, el
papel de la infraestructura política urbana, clandestina, era
decisivo.[5]
La importancia acordada a los
levantamientos insurreccionales y a la combinación de todas las formas de
lucha en el pensamiento político-militar vietnamita es grande. Ello tiene
que ver con las tradiciones heredadas del Komintern y, sobre todo, con la
experiencia fundacional de la revolución de agosto de 1945 y el arraigo
posterior de una guerrilla en zonas densas de población, a veces limítrofes de
la metrópoli saigonesa misma, como en el bastión revolucionario de Cu
Chi[6].
Aparecieron algunos problemas
al principio de la ofensiva del Têt en 1968 (las fuerzas regulares no pudieron
evolucionar tan libremente como estaba previsto en la región saigonesa).
Sin embargo, numerosos objetivos asignados fueron alcanzados, salvo uno,
fundamental: no hubo movimientos insurreccionales en Saigón. En cuanto al coste
de la ofensiva, fue muy elevado. Las pérdidas fueron graves. El aparato político
clandestino apareció a plena luz para intentar organizar a la
población.
Numerosos cuadros sobrevivientes debieron
abandonar sus zonas de implantación tradicional, una vez iniciado el respaldo
militar, por miedo a la represión. Esta pudo golpear duramente a los
militantes, en los meses y años que siguieron. La organización saigonesa, ya
limitada en 1968, se encontró peligrosamente debilitada. En general, la
revolución perdió temporalmente, después de la ofensiva, el control de una
parte de su territorio anterior.
En 1969, ni la revolución ni la
contrarrevolución están en condiciones de tomar verdaderamente la
iniciativa, a escala nacional. Ambas debían reorganizar sus fuerzas.
El balance ultimo de la ofensiva del Têt depende pues en muy buena medida
de la forma en la que los adversarios van a reorganizar sus fuerzas,
utilizando sus puntos fuertes y corrigiendo sus puntos débiles. A fines de 1968,
el éxito o el fracaso de la ofensiva del Têt no está aún verdaderamente
determinado. Será el PCV quien sabrá asimilar más rápido las lecciones de
la experiencia y retomar así la iniciativa. Su pensamiento político-militar,
probablemente el más rico entre los movimientos de liberación, continúa
evolucionando. Las ofensivas de 1972 y 1975 lo testimonian.
Una dura
victoria
El Têt es desde luego una
victoria y una victoria clave para el futuro del combate revolucionario. Pero el
costo es efectivamente muy elevado. Aún hoy se deja sentir, especialmente en el
debilitamiento del aparato de cuadros enraizados y experimentados. Esto pesó
evidentemente en los procesos de burocratización que se
manifestaron después de la victoria de 1975.
Un
debate, duro a veces, se desarrolla en el seno del PCV para saber si no habría
sido posible obtener en 1968, los mismos resultados a menor costo, especialmente
deteniendo mucho más pronto la ofensiva.
¿Cómo explicar
la ausencia de movilizaciones de masas en Saigón, en febrero de 1968?. En primer
lugar, por el diluvio de fuego. Las fuerzas norteamericanas utilizaron toda la
potencia de su armamento, sin preocuparse de los civiles. Antes de una
victoria militar de las fuerzas de liberación, que paralice al menos
momentáneamente el fuego enemigo, ¿cómo organizar en estas condiciones un
movimiento insurreccional?.
Las condiciones políticas
también debieron influir. La organización del frente de liberación en la capital
probablemente no era suficientemente fuerte como para vencer ella sola, al
no poder las fuerzas regulares atravesar las defensas norteamericanas. Por
ultimo, el país se estaba transformando social y políticamente, surcado por una
guerra cada vez más terrible, por las deportaciones de la población, las medidas
sociales contrainsurgentes, los trastornos
económicos.
La ofensiva del Têt de 1968 se desencadena
en un momento en el que el sur de Vietnam está en mutación, antes que la
dirección del PCV haya tomado verdaderamente conciencia de la profundidad de
estas transformaciones (parece, de hecho, que ella no comprenderá las
dimensiones del problema plenamente hasta después de la victoria de 1975).
En este país transformado por una guerra moderna de una intensidad y de una
duración sin precedentes, la cohesión social de los medios populares de Saigón
fue minada progresivamente, haciendo por ello más problemática la autoactividad
de las masas y más difícil el trabajo de
organización.
Con el correr de los años, este problema
habría de agravarse; pero la experiencia del Têt en 1968 ya revelaba su
importancia. La mayoría de nosotros no supo percibirla entonces. Es verdad que
analizábamos con un punto de vista independiente la historia del Partido
Comunista vietnamita. Pero aún había ingenuidad en nuestra mirada
sobre la revolución. Percibíamos la energía casi increíble de una resistencia
victoriosa como aquella, pero no comprendíamos verdaderamente lo que
tenía de agotador este combate, proseguido durante varias décadas con recursos
materiales tan desiguales. Todavía no habíamos aprendido suficientemente a
buscar lecciones en las dificultades y los fracasos. Sin embargo, a menudo
es imposible extraer enseñanzas de los éxitos sin antes haber comprendido las
raíces y los alcances de los reveses, de los limites de la acción política y
militar.
Con la perspectiva que da el tiempo, el Têt y
sus consecuencias, por las problemas que plantea, se muestran como una
extraordinaria lección de iniciativa y de realismo revolucionarios. Un conjunto
de experiencias que merecerían ser estudiadas de nuevo, con la ayuda de la
documentación hoy disponible sobre Vietnam y las enseñanzas de las revoluciones
posteriores.
A muchos de
nosotros nos hizo falta, sobre todo, tiempo para comprender la importancia del
terreno de la acción diplomática, abierto por la ofensiva de 1968. Sabíamos que
el imperialismo norteamericano iba a utilizar la cobardía burocrática de Moscú,
así como las convulsiones de la Revolución Cultural maoísta y el
conflicto entre China y la URSS, para intentar aislar cada vez más a las
revoluciones indochinas. Notábamos hasta qué punto el PCV buscaba preservar
su independencia de acción internacional, decidido como estaba a no encontrarse
más en la posición subordinada que le fue impuesta en el momento de las
negociaciones de Ginebra en 1954[7].
Nosotros supimos
evitar dos errores mayores. El primero era aquel que conducía a algunos
componentes de la solidaridad a confundir su rol con el de un mediador.
Personalidades del movimiento antiguerra, en los EEUU especialmente,
se comprometían directamente sobre el terreno diplomático, buscando
proponer fórmulas de compromiso aceptables a la vez para Washington y para los
vietnamitas y esto, cuando estos últimos no querían comprometerse directamente,
juzgando que la situación aún no lo permitía. Nosotros comprendimos que el rol
de la solidaridad era otro: crear las mejores condiciones para una victoria lo
más rápida y completa posible (sin perjuicio de, como a fines de 1972, responder
activamente a un llamado de los vietnamitas para apoyar una iniciativa
diplomática concreta). La determinación de eventuales compromisos (que están en
el corazón de toda negociación) es efectivamente la responsabilidad única de
aquellos que combaten; solo ellos pueden juzgar la realidad de las relaciones de
fuerza que condicionan las elecciones
diplomáticas.
Tampoco hemos seguido a aquellos que veían
en la política de negociación de los vietnamitas una prueba de su voluntad de
capitulación, percepción peligrosamente errónea defendida especialmente por una
minoría en nuestro propio movimiento, a partir de un análisis profundamente
incorrecto de la naturaleza del Partido Comunista del Vietnam. No hemos visto
entonces, en el desbloqueo de las conversaciones de París en 1972-73 un signo de
retroceso de la lucha, sino por el contrario, una avanzada del combate
revolucionario.
Medíamos sin embargo con dificultad las
sujeciones propias de la acción diplomática en un período defensivo.
Escarmentados por dolorosas experiencias pasadas en el movimiento obrero,
permanecíamos en este terreno un poquito ultraizquierdistas. Sólo habíamos
estudiado demasiado parcialmente la experiencia fundadora de la revolución rusa.
La negociación ruso-alemana de Brest-Litovsk en 1917-18 -negación deslumbrante
de toda diplomacia secreta- nos ocultaba los problemas puestos de manifiesto por
la de Rapallo en 1922, donde la diplomacia secreta ocupaba un lugar central. La
experiencia vietnamita de 1968-73 fue para muchos de nosotros, la ocasión de
estudiar por primera vez las acciones del combate en la arena internacional en
toda su complejidad, lo que por ejemplo nos ayudó para analizar mejor la acción,
en este dominio, de los Sandinistas, después de la victoria de la revolución
nicaragüense.
Nosotros, dicho esto, no hemos sido
nunca "izquierdistas" en el terreno de la solidaridad militante internacional.
Estábamos ya convencidos -y lo seguimos estando- de que el encuentro entre la
radicalización de la juventud y Vietnam respondía a una realidad, una necesidad
recíproca, más allá de identificaciones a menudo
simplistas.
La solidaridad internacional y el movimiento
antiguerra en los EEUU eran indispensables para la victoria de los
revolucionarios indochinos. Fortalecerlos era un deber, un imperativo. La lucha
de los pueblos indochinos ha jugado, por su lado, efectivamente un papel
ejemplar que ayudó a la emergencia de nuevas generaciones revolucionarias en el
mundo. También abrió una brecha que facilitó las luchas de liberación, de
antiguas colonias portuguesas de África hasta Nicaragua.
La solidaridad internacional ha estado
siempre dentro de las exigencias de la situación y se puede decir que la
Indochina revolucionaria, de hecho, ha dado más al mundo, por su
lucha, que lo que ha recibido de apoyo internacional. La ayuda soviética y
china han jugado por cierto un rol importante. Pero jamás estuvieron a la altura
de las apuestas y las necesidades; peor aún, fueron acompañadas de presiones
inaceptables. La movilización del movimiento obrero en los países imperialitas,
ha sido tardía, demasiado frágil, por culpa ante todo de las direcciones
reformistas. Incluso en Francia, la explosión de Mayo del 68, centrando la
atención de todos sobre las luchas político-sociales nacionales, interrumpió la
continuidad de las movilizaciones de solidaridad en un momento sin embargo
crucial. Las organizaciones de antes de Mayo (como el Comité Vietnam Nacional,
CVN) prácticamente dejaron de existir. Hubo que relanzar, a contracorriente, un
nuevo movimiento, el Frente de solidaridad Indochino (FSI) en 1969-70. Estuvimos
entre aquellos, los primeros, que han permitido esta renovación de la acción
internacionalista, especialmente con personalidades intelectuales
militantes.
Todo el tiempo perdido en el terreno de la
solidaridad internacional, todas las evasivas criminales, todas las divisiones
fueron pagadas caras en Indochina: con años de guerra, destrucciones,
agotamientos suplementarios. ¡Los "decepcionados de Vietnam" no
deberían olvidarlo!
Del mismo modo, las guerras
chino-indochinas de 1978-79, de efectos desastrosos tanto en la región como en
el plano internacional, no deben borrar la lección de internacionalismo que fue
Indochina para la generación militante de 1968[8]. Los vietnamitas necesitaban
una solidaridad que fuera la más dinámica y la más amplia, que fuera capaz de
imponerse aún más allá de las rivalidades y las querellas de partidos y
sectas. Lo hacían saber claramente. Prestos a trabajar en estos dominios con
todos, el Frente Nacional de Liberación tenía necesidad de una solidaridad sin
precondiciones, sin reservas mentales. Esto fue, para nosotros, el aprendizaje
práctico de una concepción verdaderamente unitaria de la solidaridad, a
contracorriente de muchos sectarismos de organizaciones: "Todo para
Vietnam, todo para Indochina".
Fue un aprendizaje
saludable, siempre de actualidad, para Nicaragua, El Salvador, Filipinas,
Sudáfrica, aún para muchas otras luchas. Aún más allá del cinismo o la fatiga
desilusionada de demasiados viejos militantes de la generación de 1968, el
internacionalismo es un "estado de animo" de hace veinte años que
merece ser preservado y despertado aún hoy.
*Militante de la LCR francesa.
Autor de Le Parti communiste vietnamien, Maspero,
Paris, 1975 y Communisme et nationalisme vietnamien,
Galilée, Paris, 1978. La Revolución China (en
francés e ingles, 6,50 euros)
[1] El Têt es el nombre
del año nuevo vietnamita que se celebra alrededor de un mes después del año
nuevo cristiano. [2] Recordemos que de 1954 a 1975, Vietnam fue dividido en
dos por una "línea de demarcación" separando al Norte el territorio controlado
por la República democrática del Vietnam (RDVN), revolucionaria y al Sur, el
territorio controlado por la República del Vietnam, régimen neocolonial. Las
fuerzas norteamericanas tomaron, durante este período, la continuidad de las
fuerzas francesas en la parte meridional del país. [3] Uno de los
principales artesanos de la política extranjera norteamericana durante estos
años de guerra y el jefe de la delegación norteamericana en las negociaciones
de París. [4] El último libro de Gabriel Kolko presenta un análisis muy
rico e interesante de la evolución global de la guerra de Vietnam y de la
política norteamericana: "Vietnam, Anatomy of a War 1940-1975", Allen
& Unwin, Londres, Sydney, 1986. [5] Destacamos que ante la ausencia de
una documentación suficiente, una parte de esta descripción guarda un carácter
hipotético. [6] La zona de Cu Chi se volvió célebre por su extraordinaria
red de túneles que permitía a la resistencia armada actuar hasta en las
retaguardias enemigas. [7] En 1954, durante las negociaciones con Francia,
Moscú y Pekín impusieron una serie de graves compromisos a las fuerzas
revolucionarias vietnamitas, laosianas y camboyanas. [8] Para una reflexión
sobre la crisis chino-indochina y el período posterior a 1975, ver
"La crisis chino-indochina", resolución del XI
Congreso mundial de la Cuarta Internacional, noviembre de 1979, Inprecor N°
196 del 13 de mayo de 1985 y N° 197 del 27 de mayo de
1985.
Enlaces en Castellano
- Historia
Sitios Vietnamitas en
Castellano
Sitios yanquis sobre la
Guerra de Vietnam
Sugerencias
Tiene interés visitar el sitio
Tuaregs, para conocer la
situación de este pueblo sahariano. Otra pagina sugerente, El
Sur: Patagonia, Tierra del Fuego, una
iniciación al conocimiento de esta región. Finalmente, Pasquale
Paoli, sitio dedicado a la figura del padre de la nación
corsa, puede servir también para introducirse en la apasionante historia y
realidad de Córcega.
--oOo--
Solidaridad con Palestina
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