Asunto: | [BoletinAndaluciaLibre] nș 227 - Acerinox - Irlanda - Euskadi - | Fecha: | Jueves, 11 de Marzo, 2004 19:14:25 (+0100) | Autor: | Andalucia Libre <andalucialibre @.......es>
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nș 227
En este Correo:
Andalucía
*Los trabajadores de
Acerinox ponen fin a 29 días de
huelga *Granada: Preacuerdo
desconvoca huelga de la limpieza
hospitalaria
*Enlaces para unas
Elecciones
Euskadi
*La sombra del PNV es
alargada, Sabino
Cuadra Lasarte
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Andalucía
Los trabajadores de Acerinox ponen fin a
29 días de huelga La huelga indefinida en Acerinox quedó
desconvocada ayer, después del laudo de Alonso Rojas para la negociación
colectiva ROSARIO PÉREZ. EUROPA
SUR
LOS BARRIOS. La mayor parte de los trabajadores de Acerinox dio ayer
su visto bueno al laudo arbitral promovido por el alcalde de Los Barrios, Alonso
Rojas (PSOE) para poner fin al paro indefinido que sufría la factoría barreña (y
que ayer cumplía 29 días) y permitir el comienzo de un proceso de negociación
colectiva. El texto elaborado por Rojas, que contaba ya con la aprobación de la
empresa, fue sometido en la mañana y en la tarde de ayer a una votación en
asamblea. Finalmente, 1.048 trabajadores votaron a favor y 382 en contra,
registrándose también dos votos en blanco y un único voto nulo.
Según el texto, la duración del próximo convenio
colectivo será de cuatro años y habrá una revisión salarial
anual que en 2004 será del IPC real más el 0,5%, al igual que
ocurrirá en 2007. En 2005 y 2006, a todos los conceptos económicos y salariales
del convenio se aplicará el IPC real. Por lo que respecta a la jornada laboral,
el personal de jornada partida del primer, segundo y tercer turnos disfrutarán
de una reducción de jornada de 8 horas anuales acumulativas durante la vigencia
del convenio. En cuanto al personal de quinto turno, se aplicará el régimen
rotativo de 6/4 jornadas durante todo el año, o bien se mantendrá el sistema de
jornada actual, pero con una reducción efectiva de jornada de 32 horas anuales
desde el primer año de vigencia del convenio. Por lo que respecta a la
reclamación, por parte de los trabajadores, de una cuarta paga extra, el propio
texto del laudo reconoce que éste ha sido "el mayor escollo que se ha venido
apreciando en las negociaciones y contactos entre empresa y comité".
Finalmente, el laudo arbitral establece que exista un mínimo
que "permita, en todo caso, garantizar el 50% de una paga normalizada,
manteniendo respecto del 50% restante el sistema de cálculo o devengo que
establezcan las partes". En cuanto al denominado "plus de convenio", el
texto establece que este nuevo concepto salarial, de naturaleza retributiva,
vendría a remunerar cada día asistido al trabajo. "En él se incluiría el
concepto actual denominado 'Mejora Regulada' en su integridad, así como el 10%
del monto total a que ascienda la Prima de Producción". A este nuevo plus
se le incrementarían, linealmente, 3 euros en el primer ejercicio del convenio y
otros 3 en el segundo, manteniéndose y consolidándose esos 6 euros a partir de
la tercera anualidad, y en lo sucesivo.
Por lo que respecta a la
desconvocatoria de la huelga, ésta debía hacerse efectiva dentro de las seis
horas inmediatas a la comunicación del laudo. Según explicó a este diario el
presidente del comité de empresa, José María Egea, lo que estaba previsto es que
los trabajadores del primer turno se incorporaran a sus puestos a las seis de la
mañana de hoy. Eso sí, también se preveía que algunos trabajadores se incorporan
antes, a fin de ir preparando la nueva puesta en funcionamiento de la
acería.
[La facturación del Grupo, tercer fabricante mundial de aceros
inoxidables, ha ascendido a 2.913 millones de euros ha sido un 16'5% superior al
del ejercicio 2002. El resultado después de impuestos, 125'6 millones de euros
ha sido un 28'4% inferior y el cash flow neto, 253'3 millones de euros, un 11'7%
inferior. El Consejo de Administración en su reunión celebrada el 26 de febrero
ha acordado repartir un segundo dividendo a cuenta del ejercicio 2003 de 0'23
euros por acción, idéntico al del mismo periodo del Ejercicio anterior que se
hará efectivo el próximo 5 de Abril.]
Los empleados de
contratas, en vilo, reclamaron ayer el apoyo
de la Junta
Trabajadores de las contratas de Acerinox se concentraron ayer ante
la Subdelegación de la Junta de Andalucía en el Campo de Gibraltar para llamar
la atención sobre su precaria situación y reclamar el apoyo del Gobierno
autonómico. Los representantes de los trabajadores fueron recibidos por el
delegado provincial de Empleo y Desarrollo Tecnológico, Agustín Barberá, que
reconoció durante su visita a Algeciras que el fin del conflicto de Acerinox no
tiene por qué suponer el de los 20 expedientes de regulación de empleo
presentados por las empresas auxiliares. Ahora bien, confió en que así sea y en
que la situación vuelva a la normalidad. "Una vez resuelto el problema de fondo,
es de desear que las relaciones entre las empresas subcontratistas y sus
trabajadores puedan reconducirse a través del diálogo", comentó. Barberá dijo
que de los veinte expedientes presentados, tres ya han sido desestimados por la
Junta, al no haberse justificado la causa de fuerza mayor que propugnaban las
empresas. "El resto de los expedientes, argumentados en causas productivas y de
otra índole, se irán concluyendo en los próximos días, una vez que se por parte
de las empresas se vayan cumpliendo los trámites", añadió. Por su parte, el
viceconsejero de Empleo, Antonio Fernández García, afirmó que el organismo
autonómico no va a regatear esfuerzos para que, una vez reanudado el diálogo
social en Acerinox, se traslade a las empresas auxiliares. "Vamos a intentar que
los efectos colaterales de este conflicto sean los menos posibles y esperamos
que esos expedientes se replanteen con una perspectiva de diálogo con los
trabajadores", señaló.
Posteriormente, el secretario comarcal de CCOO,
Miguel Alberto Díaz, confió en que así sea, y aseguró que los sindicatos no
piensan quedarse de brazos cruzados. "Vamos a estar muy pendientes de que estos
trabajadores no se vean perjudicados, y también vamos a pedir que se les pague
el salario atrasado por una situación a la que eran ajenos", comentó.
Andalucía
Granada: Preacuerdo desconvoca huelga de la limpieza
hospitalaria
Los "servicios
mínimos" impuestos por la Junta habían desactivado el impacto de la huelga -
Preacuerdo evita Laudo.
GRANADA, 1
de Marzo (EUROPA PRESS)
Las
trabajadoras del servicio de limpieza de los hospitales de Granada anunciaron
hoy la desconvocatoria de la huelga en este servicio después de 21 días de
paro, tras alcanzar un preacuerdo con la Patronal en cuanto a sus retribuciones
saláriales, según informó una portavoz de los empleados del Hospital Clínico de
la capital granadina, María del Mar Guerrero. Según explicó Guerrero, este
preacuerdo, alcanzado en una reunión que se ha prolongado durante cuatro horas y
media, contempla una subida salarial de 60 euros en el primer
año, más 48 euros en el segundo año, así como el ajuste al IPC
real para el tercer y cuarto año. [El incremento demandado por las
trabajadoras pretendía en principio elevar los sueldos de los 703
euros actuales a 961]. Además,
también especifica un incremento del 5,7% del salario base para los trabajadores
del fin de semana y la incorporación en 2005 de las empleadas que actualmente
desempeñan su labor en jornadas de cuatro horas a jornada completa. Del mismo
modo, la portavoz de los trabajadores del Hospital Clínico indicó que, tras
alcanzar este convenio, que afecta a un total de 900 trabajadores en este
servicio de limpieza, "queda oficialmente desconvocada la
huelga".
Para Guerrero, la firma de este preacuerdo
laboral, "del cual estamos muy satisfechos", ha sido posible gracias a la
intermediación de la viceconsejera de Salud de la Junta de Andalucía, María
Jesús Montero, "quien abogó por llegar a una solución pactada, que beneficiase
tanto a los trabajadores como a los usuarios del sistema sanitario público". Por
último, Guerrero, quien criticó el "desaire" con el que la Patronal ha aceptado
dicho acuerdo, subrayó que el mismo también recoge la retirada de las
sanciones a varios trabajadores del Hospital de Traumatología, que
habían sido interpuestas por la propia Patronal, tras no cumplir, según la
empresa, los servicios mínimos [del 100x100] impuestos. La portavoz
concluyó que en los próximos días se irán cerrando los flecos que aún permanecen
abiertos en este convenio.
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Y el 14 de
Marzo...
Vota las listas
de Asamblea de Andalucía
Euskadi
La sombra del
PNV es alargada Sabino
Cuadra Lasarte -
Abogado
Por la
autodeterminación
En la ya lejana
transición política, allá por los 70, distintos organismos impulsados por la
oposición, como la Junta y la Plataforma Democrática, se revelaron finalmente
como los pasos intermedios que precisaron sus impulsores (PSOE, PCE...) para
desmantelar sus programas de ruptura democrática (república,
autodeterminación, depuración del Ejército...) y terminar aceptando una
transición de chichinabo en la que, no sólo tragaron cuantos sapos les impuso
el antiguo régimen (monarquía, unidad indivisible de España, nada de
depuraciones...), sino que, además, trataron de hacernos creer que la carne
cruda de aquel batracio era deliciosa.
Pues bien, algo de esto parece que está sucediendo
también con el Plan Ibarretxe. Este aparece cada vez más como el necesario
peldaño que precisa el PNV para bajar de las cotas de autodeterminación y
territorialidad de Lizarra-Garazi, a los de una mera reforma
estatutaria-constitucional (traspaso de transferencias pendientes, mayores
competencias, reforma del Senado, oficina en Bruselas...) admisible por el
PSE-EE. Tras las elecciones internas del PNV, cada vez quedan menos dudas al
respecto. Incluso sus relaciones con el PP (Y vasca, konparsas de Bilbo...)
están comenzando a cambiar.
Para realizar este tránsito con comodidad, el PNV
necesita debilitar todo lo posible a esa amplia izquierda abertzale que, desde
hace veinticinco años, ha mantenido viva en la práctica, no sólo en los
mítines de los Aberri Eguna la aspiración de soberanía y
autodeterminación para Euskal Herria. Para ello, el PNV ha tomado prestados
desde siempre, y muy gustosamente, todos los regalos antidemocráticos del
Estado (ley antiterrorista...) y, últimamente, tras las pasadas
ilegalizaciones, no ha dudado incluso en enviar a su Policía a clausurar
sedes, reprimir manifestaciones y concentraciones, o, en el colmo de la
pleitesía, plegarse a las paranoias del PP y atentar contra la libertad de
expresión y las fiestas populares del carnaval bilbaino.
El
PNV ha optado ya. El Plan Ibarretxe es, cada vez más, un señuelo electoral
cuya finalidad es cubrir con humo el espacio que nos separa de las próximas
elecciones autonómicas vascongadas. En ellas espera se produzca (y arrimará
para ello el hombro cuanto sea preciso) la expulsión definitiva de Batasuna
del Parlamento de Gasteiz. Esa es, de forma cada vez más clara, su apuesta
política: debilitar todo lo posible a las fuerzas de izquierda y abertzales,
para así realizar mejor su reforma estatutaria. Ahí se acabará en lo esencial
el Plan Ibarretxe. Después dará las gracias a sus actuales compañeros de viaje
por los servicios prestados, y una cuchara de propina con la cual rebañar el
máximo posible el botín electoral derivado de las ilegalizaciones.
Siendo éste el panorama político que tenemos, resulta
curioso ver como, en la recién conformada Nafarroa Bai, se aceptan los
chantajes del PNV («o Batasuna o yo» vinieron a decir), prefiriéndose así la
compañía de este partido antes que la de la formación ilegalizada. Y esto lo
decimos, no sólo por razones cuantitativas (el apoyo electoral del PNV en
Nafarroa es el chocolate del loro, comparado con el de Batasuna), sino
esencialmente cualitativas. Veamos.
Se
ha dicho por parte de Nafarroa Bai que las diferencias con Batasuna eran «el
rechazo expreso y rotundo a cualquier tipo de violencia, la defensa del
derecho de decisión de navarros y navarras sobre todo lo que compete a
Navarrra, así como el derecho de autodeterminación de Euskal Herria». Sin
embargo, lo anterior no suena muy convincente, ya que: ¿qué se entiende por
«rechazo expreso y rotundo a cualquier tipo de violencia?» ¿Tan solo el
condenar las acciones de ETA, o tiene también que ver con la aplicación de la
ley antiterrorista en las comisarías de la Ertzaintza sin tener obligación
legal alguna para ello; con haber compartido en Ajuria Enea mesa, cubiertos y
menú con quienes impulsaban a la par el pacifismo del GAL; con que Ardanza y
Arzalluz defendieran en su día el sí a la OTAN; con aplaudir el golpe de
estado contra Chávez en Venezuela, o con enviar a la Ertzaintza a cargar
violentamente contra todo tipo de manifestaciones populares, incluida la
última de los trabajadores de la Naval?
Por otro lado, cuando se habla de defender el derecho
de decisión de navarros y navarras en todo lo referente a Navarra, parece
olvidarse que el propio nacimiento de EA como partido tuvo mucho que ver con
la expulsión de todo el Napar Buru Batzar, al no respetar éste el pacto
PNV-Coalición popular y no entregar el Gobierno de Navarra a UPN-CP, en
contraprestación a que CP había dado su voto al PNV para que consiguiera las
alcaldías capitalinas vascas. ¿Acaso no ha sido esta concepción de Nafarroa,
como adorno dominguero de los Aberri Eguna y moneda de cambio con la que
comerciar los días de labor, lo que ha hecho del PNV una opción marginal en
Nafarroa?
Y,
por último, ¿no suena quizás a hueco eso de hablar de la defensa de una
Navarra «progresista» en la política social, económica, exterior, educativa y
cultural y, al mismo tiempo que se distancia de Batasuna, se abrace uno al
PNV? ¿Nadie se acuerda acaso de la postura de este partido ante el aborto y
Lemoiz; ante las reconversiones industriales y la renta básica; ante la Y
vasca y las incineradoras; ante las reivindicaciones de ELA-LAB relativas al
marco vasco de relaciones laborales...? ¿Conduce a algo bueno taparse los ojos
ante esto y seguir voceando «progresismos» vacíos de contenido?. ¿Qué opinan
Aralar y Batzarre, opciones de izquierda, de todo lo anterior?
En
general, los partidos políticos están quedando bastante por detrás de las
exigencias que el momento político requiere. Afortunadamente, a nivel
sindical, social, euskaltzale... se está mostrando una responsabilidad y
madurez muy superior a la evidenciada por aquéllos. La concepción de la
política como algo esencialmente electoral-institucional, en la que la
conquista del voto es principio y fin de todas las cosas, es un veneno que
está castrando la búsqueda de salidas políticas de fondo. Otro gallo nos
cantaría, por supuesto, si se pusiera en práctica siquiera la cuarta parte de
las hermosas páginas que las resoluciones de sus congresos dedican a ensalzar
la desobediencia civil o el pase foral. Por el contrario, frente a ello, se
levanta la estrategia del «blindaje», de la que ninguna resolución congresual
dice nada al respecto.
El
PNV tiene tomada ya su decisión, y esta no pasa por recuperar planteamientos
de soberanía, sino de volver mucho más atrás, a los tiempos de la transición y
el plato de lentejas (con más o menos «sacramentos», pero lentejas). Pero es
que, además, la sombra autonomista y vascongada del Plan Ibarretxe está
llegando también a Nafarroa, gracias al puente de plata que para ello se le
está tendiendo graciosa y gratuitamente.
Es
hora de que las fuerzas democráticas, abertzales y de izquierdas muestren sus
cartas con claridad. Y aprendiendo de los sindicatos y otros grupos sociales,
en vez de hablar de lo que divide, o exigir abstractas profesiones de fe
hipócritas en muchos casos y contundentes condenas del Maligno,
avancen por un camino en positivo que apunte hacia la conquista de un marco de
libertad, democracia y soberanía para Euskal Herria. Este camino, por
supuesto, debería estar empedrado también de medidas de distensión y tregua. Y
nadie debiera esperar o exigir que sean los demás quienes den el primer paso.
¡Sin estos mimbres, difícil será poder hacer cesto alguno!
-
[Nafarroa es el nombre en
vasco de Navarra]
Datos y
Análisis
(Documentos, Opiniones,
Enlaces)
Andalucía
Libre (5/11/2002)
Andalucía
Libre (1/10/2003)
Recopilación de artículos de opinión sobre la
cuestión vasca
publicados
en ANDALUCÍA LIBRE
(2000-Noviembre
2002)
La situación vasca.
Hechos y
posicionamientos
La situación en diciembre
de 2003
Posición del PNV y del PSOE
Intentos unitarios
frustrados
Diferencias en la
izquierda abertzale
Estrategias y
Posicionamientos
Sitios
Vascos
Irlanda
Aclarando
conceptos
Irlanda y la
Autodeterminación
Andalucía
Libre
El proceso abierto en
Irlanda del Norte con los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 se
encuentra hoy en una profunda crisis. Aquí no vamos a dedicarnos ahora a
analizar la coyuntura irlandesa sino a intentar situarlo en su origen y
desarrollo, aclarando conceptos y posiciones, especialmente desde la
perspectiva de Andalucía y del resto de las naciones oprimidas del Estado
español.

Desde Andalucía y el resto de
naciones oprimidas del Estado español la percepción simplificada ampliamente
dominante de los Acuerdos de Viernes Santo, ha sido hasta hoy que suponían un
pacto por el que Gran Bretaña reconocía el derecho a la autodeterminación de
Irlanda del Norte a cambio del abandono de la lucha armada por parte del
IRA. Subsidiariamente, el acuerdo implicaba el establecimiento de un
régimen transitorio indefinido de Gobierno autonómico bicomunal
(republicano/católico - unionista/protestante) -hasta que se planteara el
ejercicio de ese derecho a la autodeterminación- que afrontara
entretanto una normalización democrática en la provincia. El pacto
implicaba una amnistía para todos los presos políticos que aceptaran el acuerdo.
Un patronazgo conjunto de Gran Bretaña y de la República de Irlanda sobre el
proceso, con el apoyo de EEUU, completaba el escenario.
La valoración
política habitual consecuente era que el Acuerdo era fruto combinado de
tres presuntos factores encadenados: 1ș. La convicción por parte del IRA de la
imposibilidad de conseguir la victoria política a traves de su acción militar;
2ș. La idea simétrica en el Gobierno británico de la inviabilidad de pretender
la eliminación del IRA; 3ș. El pretendido desinterés británico por el futuro de
la provincia, que le hacia admitir el derecho a su autodeterminación. La
conclusión valorativa subsiguiente era que el Acuerdo era por tanto susceptible
de ser visto como expresión de un cierto "empate" -e incluso de una victoria
limitada republicana- y que podía servir por tanto de
modelo, especialmente en el caso vasco. En la formación de esta
opinión jugaba importante papel el contraste entre el tajante rechazo a
cualquier posibilidad -presente o futura- de ejercer el derecho a la
autodeterminación por parte del Estado español frente a su aceptación británica
en el caso norirlandes.
No cabe negar el derecho e
incluso la posible conveniencia política instrumental de utilizar aquí esta
diferente posición de los estados afectados, para ilustrar la cerrazón opresiva
del Estado español. No obstante, este efecto puede conllevar, por ocultación de
los datos reales del proceso irlandés, un sobrevenido efecto de confusión con
consecuencias inconvenientes en su lectura nacional y peninsular.
Realmente, el Acuerdo lo que rubrica es el agotamiento de la estrategia que
animó al IRA y al movimiento republicano -al menos desde 1969- y como mínimo, un
aplazamiento de los objetivos políticos por los que combatio. Ciertamente, el
nuevo estatus cambia los terminos del Régimen británico de opresión sectaria
unionista en que se desenvolvió la provincia desde la partición hasta la
renovación cualitativa de la lucha republicana-nacionalista en 1969,
pero ni admite sus demandas esenciales ni supone nuevas concesiones cualitativas
por parte británica. Para ilustrarlo, conviene repasar brevemente la
historia.
La construcción británica del problema
irlandés.
Irlanda fue la primera colonia
británica. En sucesivas oleadas desde el siglo XII el feudalismo ingles fue
tomando paulatina posesión formal y real de la isla vecina, instaurando su
dominio paulatino sobre la sociedad comunal irlandesa de base céltica. Las
diversas inmigraciones inglesas fueron introduciendo en Irlanda un componente
anglo-irlandés, que terminó fundiéndose en una nueva realidad irlandesa. La
Revolución burguesa inglesa en el siglo XVII -primero con Cromwell y después con
Guillermo de Orange- modificó los términos políticos y sociales de la relación
colonial, introduciendo en la isla una inmigración de origen ingles y escocés
cohesionada en torno al protestantismo como seña de identidad comunal, el
predominio económico gracias al despojo de los autóctonos como soporte
social y la supremacía política en la isla merced a la discriminación y la
lealtad a la Corona inglesa (y a su dominación sobre Irlanda) como función
política. Aunque presente en toda la isla, esta inmigración cobró predominio
demográfico en algunos condados de la región irlandesa del Ulster. Gran Bretaña,
como respuesta a las protestas y revueltas irlandesas y a sus necesidades
imperialistas, alteró la formula de la incorporación irlandesa, anexándola al
nuevo Reino Unido a principios del siglo XIX. Tras sucesivos episodios y
avatares, Irlanda terminó ese siglo polarizada en torno a dos posturas: la
de los irlandeses nacionalistas que demandaban su independencia o autogobierno y
la de los irlandeses "lealistas", fieles a la Corona británica.
La rebelión de la Pascua de
1916 contra el dominio británico encabezada por el
republicano socialista James Connolly abrió el periodo previo que conduciría a la lucha por la
independencia. A finales de 1918 las elecciones al Parlamento
británico en Irlanda dieron la victoria y 69 escaños al independentista Sinn
Fein (47,7% de los votos a escala nacional, 24% en el Ulster);
6 a los autonomistas moderados (23% nacional) y 26 a los unionistas
probritánicos (30% nacional, 60,1% en el Ulster). Los diputados independentistas
renunciaron a acudir al Parlamento ingles, se constituyeron en enero de
1919 en Asamblea Nacional (Dail Eireann), proclamaron la
independencia de la República irlandesa, elaboraron una Constitución provisional
y el IRA inicio la lucha armada contra la dominación británica para que fueran
respetados los acuerdos y la legitimidad irlandesa.
La respuesta británica fue
aprobar en Londres en diciembre de 1920 la Ley para el
Gobierno de Irlanda, -ya esbozada en ambientes gubernamentales británicos
desde el impacto del levantamiento de 1916- dividiendo la isla en dos partes
autónomas separadas, ambas bajo su soberania. "Irlanda del Norte",
instaurada en seis de los nueve condados del Ulster para asegurar el predominio
unionista e "Irlanda del Sur", acogiendo a los restantes 26 condados
irlandeses. Los británicos concedían a este nuevo sujeto político norirlandes la
capacidad de decidir en solitario y vetar por tanto la reunificación
irlandesa. La determinación concreta de la frontera interirlandesa fue
establecida desde Londres para blindar esa mayoría parcial construida; de ahí la
exclusión de los tres restantes condados del Ulster.
El nacionalismo republicano
irlandés rechazo la división impuesta desde Londres. No obstante, en plena
guerra y para revalidar su apoyo popular participó en una nuevas elecciones
-esta vez ya separadas- en los dos parlamentos en mayo de 1921,
obteniendo en el Sur, 124 de los 128 escaños en disputa, volviendo a proclamar
allí las disposiciones republicanas e independentistas de 1919. En el
Norte, en unas elecciones marcadas por la presión paramilitar y bajo la
protección británica, los unionistas se endosaron el 80% de los
votos.
Como salida a la guerra y al
bloqueo de la situación, una delegación irlandesa liderada por Griffith y
Collins firmó en Inglaterra en diciembre de 1921 el Tratado por
el que Londres reconocía al Estado Libre de Irlanda, con un
status de dominio semejante al entonces vigente en Canadá. El nuevo Estado
irlandés reconocía lealtad a la Corona británica -es decir, abandonaba su
proclamación republicana-, admitía la supervisión británica en defensa y la
presencia de bases navales inglesas en puertos
irlandeses y aceptaba la división de Irlanda en los
términos de 1920. El Dail irlandés aprobó en enero de 1922 el
Tratado por 64 votos frente a 57. Este voto significaba acatar la renuncia
a la República y a la unidad irlandesa. El Parlamento británico aprobó entonces
la Constitución del Estado Libre. La aceptación o no del Tratado
provocó entre junio de 1922 y mayo de 1923 una guerra civil irlandesa entre
partidarios y opuestos, que terminó con la victoria de los favorables a su
aceptación.
La división de Irlanda quedó
impuesta. En el Sur, se suprimió el juramento de lealtad a la Corona británica
en 1932, se abolió el puesto de Gobernador General en 1936 y se
aprobó una nueva Constitución en 1937. Esta Constitución
de Eire afirmaba que el territorio nacional irlandés comprendía "toda
la isla, islotes y aguas adyacentes", con la reserva de que, "en
espera de la reintegración de todo el territorio nacional", la legislación
irlandesa sólo se aplicaría a los 26 condados. En 1938 la
marina británica abandonaba sus bases en los puertos irlandeses del
Tratado. En 1939, al estallar la II Guerra Mundial, Churchill
ofreció a Dublin "una Irlanda unida después de la guerra", a cambio de
su entrada en el conflicto. El Gobierno irlandés optó por la neutralidad como
afirmación de su independencia. En 1949, Irlanda se proclamó
formalmente República. Durante todo este periodo, las relaciones
angloirlandesas y la pugna por afirmar paulatinamente la
independencia marcaron el signo de la evolución irlandesa, sin evitar
el mantenimiento de notorios lazos de subordinación económica a Londres y
soportar su influencia política. El aplastamiento combinado de la resistencia
republicana en el Norte -merced a la directa presencia británica- y en el Sur -a
traves primero de los partidarios del Tratado y luego de los evolucionistas-
llevó consigo a la instauración de un doble régimen social e ideológicamente
reaccionario a ambos lados de la línea: en el Norte, con la supremacía sectaria
unionista; en el Sur, con una influencia asfixiante de la jerarquía
católica.
El Norte tras la
partición.
Desde la partición, el Régimen
unionista en el Norte se aseguró su predominio en la inventada "Irlanda del
Norte" mediante el monopolio de la policía, unas circunscripciones y un
régimen electoral trucados, la discriminación social y la persistencia de
una legislación de excepción que amparaba la arbitrariedad represiva:
detenciones y encarcelamientos sin juicio, multas,
exclusiones... Portavoces del Gobierno racista sudafricano llegaron a
afirmar que de disponer de los recursos que ofrecía la legislación
norirlandesa no les hubiera hecho falta imponer el apartheid para asegurar la
"supremacía blanca". El Parlamento unionista norirlandes de Stormont
organizaba y encarnaba este régimen que permitía a Gran Bretaña controlar
indirectamente a la provincia e influir decisivamente en el conjunto de Irlanda,
bajo la pantalla del "respeto" a una voluntad mayoritaria
norirlandesa que previamente había construido.
El 18 de Abril de
1949 el Parlamento británico aprobó la Ley de
Irlanda. Allí se declaraba que "Irlanda del Norte continua formando
parte de los dominios de Su Majestad Británica y del Reino Unido y por la
presente se afirma que, bajo ninguna circunstancia, Irlanda del Norte ni ninguna
parte de ella, dejaran de formar parte de los dominios de Su Majestad y del
Reino Unido sin el consentimiento del Parlamento de Irlanda del
Norte". Westminster confería a su dominio norirlandés la misma capacidad
que luego ejercería unilateralmente la Rhodesia blanca o que
posteriormente regalaría parcialmente a los gibraltareños con estatus
colonial. Progresivamente, los irlandeses lealistas o unionistas de Irlanda
del Norte irían cambiando en su autoconsideración, dejando de reconocerse como
"irlandeses" para pasar a preferir verse como "británicos" (en
duplicidad de motivaciones e intereses de ida y vuelta que recuerdan
inevitablemente a Gibraltar). El alcance de la represión
institucional vigente en Irlanda del Norte en este periodo puede mostrarse
simbólicamente, recordando la Ley de Banderas y Emblemas Ilegales de
1954, que convertía en delito colocar o enarbolar en la
provincia la bandera tricolor irlandesa.
En 1935-1936 y nuevamente en
1938, el IRA organizo una campaña de acciones armadas, preferentemente en la
frontera interirlandesa, que fracasó por la represión combinada a los dos lados
de la línea, su desenfoque político y por la atonía de la población
republicana del Norte, aún impactada por su abandono por el Sur y por la
omnipresente hegemonía y coacción unionista. En 1939, una campaña de bombas en
Inglaterra también fracasó. Una nueva ofensiva en 1956, en forma de acciones de
guerrilla rural, tampoco tuvo exito.
En 1968-1969, sin embargo, una
campaña por el respeto a los derechos democráticos y civiles, impulsada por
nuevas organizaciones como la NICRA y Democracy's People, consiguió remover
el escenario político y social de la Provincia. El viejo e impotente Partido
Nacionalista (antecedente del SDLP) que había intentado preservar algunos
derechos de la población católica-republicana bajo el Régimen unionista y sin
cuestionarlo -sirviendo intereses de una minúscula burguesía, de los notables
rurales y de la Iglesia católica- quedó paralizado y desacreditado. La respuesta
británica tomó formas combinadas de represión a traves de las fuerzas
policiales y de las formaciones paramilitares unionistas. El IRA Provisional
-fruto de una escisión- reanudó sus acciones para defender las protestas y los
barrios de mayoría republicana del acoso.
La escalada de protestas
consecuente obligó a la suspensión por Londres en Marzo de 1972
del Gobierno y el Parlamento unionista norirlandés, teniendo que recurrir a su
gobierno directo sobre la provincia y al envió de más tropas
británicas.
La estrategia
británica.
El 8 de Marzo
de 1973, los británicos
organizaron en la provincia de Irlanda del Norte, un referéndum
por el que se consultaba a la población norirlandesa sobre su voluntad o no, de
permanecer dentro y formar parte de Gran Bretaña. Participó el
59% del censo norirlandes. El 41% lo boicoteo,
siguiendo las indicaciones del SDLP, el IRA, Sinn Fein y de la izquierda
socialista republicana. Como era previsible el 99%
de los participantes se pronuncio favorable a la opción británica. El rechazo
del movimiento republicano a esta consulta "a la gibraltareña" se
argumentaba por la desigualdad entre las posibilidades y derechos de
las opciones sometidas a consulta (que implicaban además para el sector
unionista la preservación de sus privilegios sociales) y su celebración bajo
control y presencia británica. No obstante, la base fundamental del rechazo
a este referéndum radicaba en una oposición de principio. Los patriotas y
antiimperialistas irlandeses no le reconocían legitimidad al sujeto
político y al ámbito de decisión norirlandes; efectivo y actuante sólo
gracias a la decisión y al amparo británicos. Para el movimiento republicano
irlandés, el ámbito democrático de decisión era el conjunto de la nación
irlandesa, rota como consecuencia primero del colonialismo directo británico y
luego de la partición impuesta por Londres. Desde su punto de vista,
era en toda Irlanda donde sólo podía y debía decidirse el
nuevo modelo político y social de la nación irlandesa, dando fin a los regímenes
surgidos al Norte y al Sur de la raya creada por la partición.
En Mayo de 1973
el Parlamento británico aprobó una nueva Ley para Irlanda que
restablecía una asamblea norirlandesa con elección proporcional y un Gobierno
autónomo, designado de entre los diputados elector por el ministro británico
encargado de Irlanda del Norte. Los unionistas y el SDLP apoyaron el nuevo
estatuto. En Noviembre de 1973, unionistas,
SDLP y la Alianza (un partido que se pretendía por encima del problema nacional)
aceptaron formar un Gobierno tripartito. Entre el 6 y 9 de Diciembre de
1973, ese Ejecutivo norirlandes designado participo en una Conferencia
Tripartita organizada en Sunningdale por los Gobiernos de
Londres y de Dublin. En ese encuentro, el Gobierno derechista de la República de
Irlanda -en contradicción con su propia Constitución- aceptó formalmente el
principio de que Irlanda del Norte formara parte de Gran Bretaña hasta que una
mayoría del electorado de la provincia decidiera lo contrario y se declaro
dispuesto a intensificar su colaboración antiterrorista. El escándalo en Irlanda
fue mayúsculo, obligando al Gobierno de Dublín a volver sobre sus compromisos.
Por otro lado, el sector unionista más extremo ni siquiera admitía la presencia
subordinada del "desleal" SDLP en Belfast. Orangistas y paramilitares
organizaron a traves de sus sindicatos una Huelga general de protesta que duró
15 días y obligó a los unionistas a abandonar el Gobierno y hacerlo caer en
mayo de 1974. Volvió el gobierno directo británico y una
administración de facto unionista. En 1980 el Gobierno Thatcher
intensificó sus relaciones intimas con Dublin.
Consecuencia aplazada de esta
presión fue en 1984 la celebración en el Sur del llamado
Foro por la Nueva Irlanda. En ese evento, las tres fuerzas políticas
fundamentales de la República -Fine Gael, Fianna Fail y Laboristas- aceptaron
públicamente las tesis británicas, uniéndose así al norirlandes SDLP. Los
implicados admitían que el consentimiento de la mayoría de la población de la
provincia era condición previa para afrontar la consumación de una Irlanda
unida.
Asi quedo abierto el
camino para que el 15 de Noviembre de 1985, en el castillo
de Hillsborough, cerca de Belfast, residencia del ministro
británico para Irlanda del Norte, los primeros ministros Thatcher y
FitzGerald firmaran el Acuerdo Anglo-Irlandes. A cambio de
reconocer a la República de Irlanda el "derecho a presentar opiniones y
propuestas" sobre la administración del Norte, especialmente en materia de
seguridad, prisiones y orden publico -es decir, a colaborar en el mantenimiento
del Régimen británico-, Gran Bretaña obtenía que la República
irlandesa declarara en un nuevo Tratado que "Todo cambio en la
situación de Irlanda del Norte podrá producirse únicamente con el consentimiento
de la mayoría del pueblo de Irlanda del Norte y el deseo actual de una mayoría
del pueblo es que no haya ningún cambio". Otra consecuencia fue una mayor
colaboración en la acción policial y un apoyo político mutuo entre Londres y
Dublin. Gerry Adams, portavoz del Sinn Fein, todavía cinco años después del
acuerdo seguía opinando así al respecto: "Es un disparate el argumento
de la necesidad del consentimiento de esta minoría nacional [refiriéndose a
los unionistas], elevada a rango de mayoría en un Estado no
democrático, creado artificialmente, para que tenga lugar cualquier tipo de
cambio constitucional" (The Irish Times, 17/11/1990).
Mientras tanto, en Irlanda del Norte seguía la actuación del IRA, la
represión paramilitar y policial unionista... En 1981, diez militantes del IRA
morían en huelga de hambre, haciendo famoso internacionalmente el nombre de
Bobby Sands. Entre 1982 y 1986, Londres intentó consolidar sin éxito una
nueva asamblea consultiva con la colaboración del SDLP.
Camino del acuerdo
Durante 1993 conversaciones
exploratorias secretas entre las diversas partes, terminaron conduciendo a la
Declaración de Downing Street del 15 de Diciembre de los premiers John Mayor y
Albert Reynolds en la que los gobiernos británico e irlandés reafirmaban que
ambos apoyarían "los deseos de la mayoría del pueblo de Irlanda del Norte
con respecto a sus preferencias en favor de la unión con el Reino Unido o
de una Irlanda unida soberana". El 31 de Agosto de 1994 el IRA
declaraba "el cese completo de sus acciones militares". Las
negociaciones en curso combinaron acompasada y paralelamente la resolución
de las cuestiones ligadas a la actuación del IRA (y de los paramilitares
unionistas) con el diseño del modelo político resultante del acuerdo. El 9 de
Febrero de 1996 el IRA rompió su tregua a consecuencia de
diferencias surgidas durante el proceso.
El 30 de Mayo de 1996, se
realizaron elecciones para constituir un Foro consultivo norirlandes que
legitimara la presencia de fuerzas políticas en la mesa de negociación. El
unionista UUP obtuvo el 24,4%, el SDLP nacionalista moderado el 21,4%; los
unionistas extremistas del UDP, el 18,8%; el Sinn Fein subió de su 11% habitual
al 15,5% y la liberal Alianza se quedó en el 6,5%. En julio de
1997 el IRA restableció su tregua y en septiembre el Sinn
Fein se incorporó de nuevo públicamente al proceso. En octubre, una asamblea
del IRA rubricó su apoyo.
Tras diversos y complejos avatares, se llegó
a un acuerdo que desarrollaba el Marco para el
futuro, acordado por Londres y Dublín en 1995.
El Acuerdo del Viernes
Santo (Abril de 1998) establecía que el IRA y los
paramilitares tenían dos años para entregar o desactivar su armamento, plazo en
el que concluiría la excarcelación de todos los presos. Se establecía una
Asamblea legislativa autónoma norirlandesa de 108 diputados, electa
mediante representación proporcional (seis electos por las 18 circunscripciones
diseñadas). La asamblea elegiría un Comité Ejecutivo de doce miembros,
proporcional a su vez a la composición de la Asamblea (lo que abría la
posibilidad de que hubiera "ministros" norirlandeses del Sinn Fein en Ejecutivos
compartidos con unionistas). Las decisiones adoptadas requerirían doble mayoría
para hacerse efectivas: mayoría en el bloque unionista y mayoría en el bloque
nacionalista. Esto implicaba previamente la formación de bloques de adscripción
comunitaria, practica en la que los británicos ya tienen
histórica experiencia (India, años 20; Chipre, etc). El futuro de la
policía norirlandesa RUC -un declarado instrumento represivo unionista-
quedaba al amparo de los trabajos de una comisión. La República de Irlanda
eliminaría los artículos 2 y 3 de su Constitución en los que se recogía la
reivindicación del Norte y reconocería la doble identidad y ciudadanía irlandesa
y británica de la población norirlandesa. El acuerdo sería ratificado por
referendums simultáneos en el Norte y el Sur el 22 de Mayo. Los plebiscitos
fueron apoyados por el 74% de los votantes del Norte y por el 94% del Sur.
Después del Acuerdo
Seis años después, aunque no se ha reanudado
la lucha armada, el modelo político surgido de los acuerdos va acumulando crisis
y suspensiones y aun dista de haberse estabilizado. De hecho, los
unionistas siguen conjugando en la practica su tradicional doble veto: veto a la
unificación irlandesa y veto a la igualdad de los no-unionistas, ambos elementos
claves para la pervivencia de su identidad sectaria, además nuevamente
relegitimada y adecentada con los Acuerdos al ponerla en pie de igualdad con la
identidad nacional irlandesa laica. El mecanismo de representación
garantizada comunal -presentada como un seguro para la "minoría" nacionalista-
ha vuelto a actuar como mecanismo de congelación vertical de las fracturas
heredadas. La tutela británica persiste, dificultando las nuevas condiciones de
su ejercicio la posibilidad de reorientar las líneas de polarización
política y social. El Acuerdo ha disminuido asimismo el impacto en el Sur de la
situación del Norte, aunque el cese de la lucha armada en el Norte haya
permitido asimismo al Sinn Fein en el Sur desarrollar funciones de oposición más
global y menos monotemática que con anterioridad, cuando su discurso se
reducía casi en su totalidad a la cuestión antirepresiva y a la solidaridad
con el Norte. El estancamiento pareciera como si hiciera depender el futuro
norirlandés sólo de un doble proceso político y demográfico: la sustitución del
SDLP por el Sinn Fein como representante mayoritario en el campo nacionalista y
las esperanzas en las consecuencias de la progresión demográfica vegetativa
nacionalista.
Las ultimas elecciones celebradas en Irlanda
del Norte (noviembre de 2003) para su Asamblea han constatado nuevas
correlaciones. El unionismo extremista del DUP ha subido hasta el 25,7% (30
escaños); el Sinn Fein se ha colocado en el 23,5% (24); el unionista UUP, antaño
hegemónico en su campo, se ha quedado en un 22,7% (27); el moderado SDLP obtiene
el 17% (18 esc.); la liberal Alianza, 3,7% (6); otro unionista radical, el PUP
1,2% (1) y otro más, UKUP, 0,8% (1). Lo que da un 51,6% unionista frente a un
40,5% nacionalista , pero con predominio del Sinn Fein. En escaños, 59 frente a
32. Por lo que toca a la República de Irlanda, el Sinn Fein obtuvo en mayo
de 2002 un 6,5% y 5 escaños en el Dáil Eireann.
Conclusiones
Reconocer que el Acuerdo de Viernes Santo no
fue una victoria del movimiento republicano irlandés (o lo que es lo mismo, que
fue una derrota atenuada, un repliegue ordenado o como quiera
denominársele) parece obvio a poco que se miren los objetivos inicialmente
propuestos y los resultados realmente alcanzados. Reconocerlo, asimismo, tampoco
significa postular la continuidad o recuperación de la estrategia que tenia como
eje la actuación del IRA y que había dado manifiestas muestras de sus
limitaciones y agotamiento a la hora en que fue sustituida por la vigente. Sin
entrar en mayores detalles analíticos o criticas sobre la política y
evolución del Sinn Fein y del resto del movimiento republicano, parece cierto,
sin embargo, que al menos, la aceptación de los hechos y los cambios producidos
permitió la posibilidad de una resituación, saldar los costes heredados y
con todo ello facilitar la apertura de una ventana de disputa de futuro,
trasladando la acumulación política tan trabajosamente ganada (o una parte
de ella) a un nuevo escenario. El Acuerdo de 1998 implicaba aceptar
(aunque no acatar) la derrota de 1922 y trabajar
políticamente sobre las condiciones creadas a partir de ella, modificadas
obviamente por decenios de lucha y conflicto. Esto es lo que significa aceptar
la llamada "autodeterminación" norirlandesa.
Las semejanzas y a la vez
las diferencias con nuestra compleja escena estatal saltan a la vista. De
entrada -algo que suele olvidarse- la secesión norirlandesa y la
reunificación irlandesa no entrañan para Gran Bretaña los mismos efectos
demostrativos y peligros de contagio y escalada inmediata que para el Estado
español (con todo lo que conlleva los progresos actuales de las causas
nacionales en Gales y especialmente en Escocia). Gran Bretaña puede sobrevivir a
la unidad irlandesa. Cabe preguntarse: ¿podría sobrevivir y por cuanto
tiempo España a la independencia de una de sus naciones oprimidas?. El
imperialismo británico -a diferencia del españolismo- tiene toda una tradición y
una sobrada experiencia en el uso combinado de la porra y de la urna, de ahí sus
diferentes practicas y actitudes en torno al concepto de autodeterminación.
Tampoco cabe olvidar que la legitimidad
histórica contemporánea de la reivindicación irlandesa -que ha servido
para vivificarla por noventa años- arranca de unas elecciones
ganadas en 1918 -con el 47,7% de los votos, es decir, con
menos del 51%, por cierto- que, a partir de ahí, han dado
soporte y autoridad a diversas formas de lucha y resistencia. Tambien cabe
recordar que, desde ese punto de origen, junto a periodos de acción armada
minoritaria -con muy diferente efecto y resultado- ha habido otros, en las
que esta se ha suspendido y por largo tiempo.
Otro dato trascendente es que no cabe la
neutralidad liberal o el escapismo falsamente socialista ante lo que
puede denominarse "conflicto de identidades". La autoconsideración
unionista es esencialmente tan irrecuperablemente reaccionaria en Irlanda
como la española en Andalucía y de igual modo que no cabe un "unionismo
progresista", tampoco es posible un "españolismo de izquierdas";
sea directamente, con revestimiento cosmopolita o incluso con
una pose formalmente autodeterminista planteada como rodeo para
volver a encerrarnos en un corral español (sea de cualquier color). Lo que no
obsta para que, desde el lado republicano o nacional, sea necesaria
también la pugna paralela por establecer los perfiles de un modelo
alternativo nacional de contenidos socialistas contrapuesto frente a otras
propuestas reaccionarias, burguesas o clericales. Esta contraposición es valida
incluso en escenarios distintos y diferentes; siendo inherentes a naciones que
comparten su cualidad de ser construidas no desde el Estado sino
frente y contra el Estado existente. El
unionismo -como el españolismo- sólo se merecen "tolerancia cero", desde la
conciencia de su condición alienante intrínsecamente reaccionaria y han de
ser combatidos política, social, cultural y economicamente con la misma
constancia y multipolaridad que las concepciones capitalistas, patriarcales,
clericales o aristocráticas. Nada tienen que ver el unionismo o el españolismo
con la solidaridad, cuando son su misma negación. Nada tienen que ver con
la fraternidad ni el internacionalismo, cuando llevan consigo
adheridas la opresión condensada de centurias de miseria, desprecio y
explotación. La pedagogía en ese combate puede cambiar, adaptándose a las
respectivas fuerzas y circunstancias, pero en ambos casos, no se puede
cejar en el objetivo de derrotarlos.
En cualquier caso, la experiencia irlandesa
sigue siendo buena fuente nutricia para múltiples reflexiones y
debates.
LOS ACUERDOS DE VIERNES SANTO EN
IRLANDA
Belfast,
10 de Abril de 1998
Zona Naranja: Irlanda del
Norte
Más zona verde claro: región del
Ulster
Zona verde oscuro: resto de
Irlanda
(en ingles)
Crisis en el Proceso
Irlandes
Enlaces Irlandeses
Sugerencias
*Textos sobre la
independencia de
Ucrania, de León Trotsky. En 1939-40 Trotsky defendía la opción independentista en
Ucrania en relación a la URSS de Stalin. Una lección de analisis concreto y
posición revolucionaria de hace más de 50 años que todavia sigue siendo
instructiva y util para confrontar con las posiciones de algunos
cosmopolitas-unionistas de hoy.
Ambos textos estan recogidos en nuestro
--oOo--
Solidaridad con Palestina
Música de
fondo: Irlanda
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