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Asunto: | [AndaluciaLibre] nº 319 - Estrategia nacional o estrategia estatal - Hi storia: LCR y MC | Fecha: | Domingo, 25 de Marzo, 2007 18:00:18 (+0200) | Autor: | Andalucia Libre <andalucialibre @.......es>
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nº 319
En este numero:
*Andalucía
- Debate
- Izquierda y
Nacionalismo en Andalucía, Francisco Campos
López
- La falsa
dicotomía en el problema nacional y la izquierda marxista,
Juanma Barrios
- Estrategia
nacional o estrategia estatal, Kemal
*Materiales
- LCR. La Cuestión Nacional en el Estado español
(1989)
*Memoria Histórica -
Izquierda a debate
- LCR, Secuencias de una
crisis: La marcha hacia la fusión con MC, Andalucía Libre
1. Nuestra opinión
sobre el proyecto de relaciones con MC, CN de Andalucía de
la LCR, sep. de 1990 2. Las relaciones
MC/LCR, Resolución del CC de la LCR, 21 de Julio de
1990 3. Actas reuniones centrales
LCR-MC. Marzo, Abril, Junio, Septiembre,
1990
*Solidaridad con Palestina y la Nación
Árabe
*Musica de Fondo:
*Directorio de Andalucía en
Internet
Andalucía -
Debate
Opinión Izquierda y Nacionalismo en
Andalucía Francisco Campos López
Atribuyen a
Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi y padre
ideológico del actual sistema occidental de control y manipulación de masas, la
afirmación de que “una mentira repetida mil veces se convierte en una
verdad”. Y España, desde su concepción hasta la actualidad, es un preclaro
ejemplo del sostenimiento de una “verdad”, de una “realidad”
artificial, amparándose en la aplicación de dicho principio. De igual forma que
las conocidas matrioskas, esas tradicionales muñecas rusas huecas que
en su interior contienen otras, España no es más que una sucesión de mentiras
envueltas en más mentiras. Nació de la falsedad y solo mediante ella y la
represión puede subsistir. La más reciente de esas falacias es la que afirma la
existencia de un antagonismo entre por un lado modernos progresistas
constitucionalistas, federalistas, internacionalistas, etc... y, por otro,
obsoletos y retrógrados nacionalistas “periféricos”.
Partamos de una definición
obvia; nacionalista es todo aquel que cree en la existencia de una nación, sea
esta cual sea, defiende su pervivencia, sea cual sea las razones que le
impulsen, y se considera parte de la misma, sean cuales fuesen sus motivaciones.
Son indiferentes los porqués, sean estos de tipo ideológico o
“práctico”. Tan nacionalista es, por tanto, el que lucha por Andalucía
como por España. Y tan nacionalista son los objetivos de quienes declaran como
fin la liberación de Andalucía como los de aquellos otros que, aún envueltos en
otras camufladoras banderas, aseguran de hecho mediante sus actuaciones la
supervivencia de España. Por tanto no hay en el Estado enfrentamientos entre
nacionalistas y no nacionalistas, sino solo entre diversos nacionalistas y
nacionalismos. Entre los movimientos de los distintos pueblos y naciones de la
península y aquellos otros que, configurada de una forma u otra, defienden la
existencia de una Nación llamada España. Es indiferente que se persiga una
España centralizada o federal, monárquica o republicana, liberal o socialista;
que se haga por convicciones o por motivaciones “tácticas”, lo
determinante es que se hace. Y se es lo que hace, no lo que se dice. Defender a
España es ser un nacionalista español.
Una vez clarificada la
definición, es imprescindible subrayar que no hay un solo tipo de nacionalismo,
y la indiferenciación entre los mismos a conllevado una confusión entre parte de
la izquierda que subsiste aún hoy. Existe un nacionalismo de carácter burgués:
opresor, artificial, reaccionario e imperialista; y otro de carácter popular:
liberador, natural, progresista y solidario. A esto se refería Blas
Infante cuando afirmaba que su nacionalismo no era nacionalista. A que
era de raíz popular y no burguesa. A que no era patriotero, de superioridades
raciales ni ejércitos victoriosos.
El nacionalismo burgués surge
de la necesidad de estos de asegurarse el dominio sobre los territorios, y los
pueblos que los habitaban, que arrebataron a la aristocracia para su
explotación. Mientras a los antiguos príncipes y reyes les bastaba argüir el
derecho “natural” para gobernar a los distintos pueblos que les asistía
por razón de sangre y designación divina, o por simple derecho de conquista, la
burguesía no podía ampararse en razones semejantes y recurrieron a inventar
patrias artificiales que abarcaban los límites territoriales arrebatados a los
aristócratas. Así, mientras a la antigua aristocracia le bastaba reprimir las
ansias de libertad de los pueblos dominados, la burguesía necesitaba negar la
propia existencia de los mismos y dotar a las nuevas “naciones” de
“pueblos” igualmente artificiosos que sustentaran las mismas. Es así
como nacen las “modernas” naciones europeas como Francia, Gran Bretaña
o España.
El nacionalismo popular es
atemporal y responde al orden natural de las cosas. El hombre es un ser social.
Si fuese un animal más diríamos que es de los que se caracterizan por vivir y
convivir en manada. A lo largo de la historia, los seres humanos se han agrupado
en colectividades que por múltiples razones han configurado las distintas
naciones o pueblos. Y de la misma forma, y por la misma razones, que los hombres
poseen derechos y libertades inalienables individuales, las colectividades de
los mismos, sus sociedades o pueblos los poseen igualmente y por extensión. De
igual manera que todo hombre detenta el derecho de ser libre y el deber de
luchar por su libertad, de autodeterminarse y autogobernarse; sus sociedades,
los distintos pueblos o naciones que lo conforman, también los detenta. Seria
tan absurdo calificar de reaccionario o insolidario a un hombre que exigiese su
libertad y sus derechos, como lo es el designar y etiquetar con dichos adjetivos
a un pueblo que reivindique su libertad o derechos colectivos, o a un movimiento
político popular que los defienda y reivindique.
Aquella izquierda que ha sabido
diferenciar entre ambos nacionalismos, ha combatido el burgués y amparado el
popular. Normalmente ha estado constituida por aquellos sectores más enraizados
en sus pueblos y sus clases populares, habiéndolos conocido en profundidad e
interpretando, por tanto, mejor y más correctamente sus ansias y necesidades. Y
ello ha sido así porque han surgido y formaban parte del propio pueblo. Otra
parte, sin embargo, no ha sabido distinguir y, o bien ha considerado todo
nacionalismo negativo, aislándose de las clases populares y autoincapacitándose
para ser vanguardia de las mismas, o bien ha defendido como populares y
progresistas los nacionalismos burgueses, transformándose por ello en
herramientas de las burguesías imperialistas en contra de los pueblos oprimidos
y sus capas populares.
Pero hay una tipología aún mas
errada y mantenedora de tendencias que en un individuo serían calificables de
esquizoides. Se trata de aquella y aquellos capaces de comprender y defender la
libertad de cualquier pueblo menos del suyo propio. Y de esa categoría estamos
sobrados en nuestra tierra. Son esos capaces de manifestarse por la libertad del
pueblo saharaui, del palestino, o de cualquier otro; pero que, simultáneamente,
no solo no mueve un dedo por la libertad de su propio pueblo sino que
menosprecia a quienes lo proclaman. ¿Qué pensaríais de quienes negasen la
autodeterminación del Sahara y propugnasen a lo sumo una autonomía más o menos
amplia dentro del Estado marroquí?... Que son unos traidores a la causa del
pueblo saharaui, ¿no?... Pues hay grupos aquí que defienden la misma política
para Andalucía con respecto a España. ¿Y de aquellos otros que mantuviesen que
los palestinos deberían olvidarse de su lucha de liberación nacional y centrarse
en reivindicaciones de carácter social o laboral aliándose para ello, además,
con la izquierda sionista?... Que no solamente son unos traidores a la causa del
pueblo palestino sino que sirven a los intereses de Israel, ¿no?... Pues los hay
aquí que defienden esa misma política para el pueblo andaluz y propugnan la
unión con la izquierda españolista. Son los mismos que aplauden a rabiar a
ciertas personalidades, a “lideres revolucionarios internacionalistas”
que gritan sin cesar: “¡¡Patria o
muerte...venceremos!!”. ¿Que opinarían y dirían de quien desde
posiciones nacionalistas de izquierda gritase con respecto a Andalucía lo
mismo?... De todo menos palabras agradables. Si lo dice otro si, pero si es
andaluz no.
Formamos parte de un pueblo, el
más antiguo de Europa, que viene arrastrando más de quinientos años de opresión.
Andalucía ha padecido el mayor genocidio contra un pueblo que ha conocido la
Historia. Tal ha sido el grado alcanzado por el mismo que por ignorar ignoramos
hasta quienes somos y quienes hemos sido, llegándonos a identificar con el
conquistador. España es el resultado de la transformación del nacionalismo
castellano en imperialismo. España se forma por un lado por la unión de las
coronas aragonesa y castellana y, por otro, por las conquistas respectivas a
sangre y fuego de Valencia y Andalucía. Cuando las tropas castellanas entran en
el valle del Guadalquivir y las sierras que lo circundan les arrebatan sus
tierras a los campesinos y sus líderes se las apropian, obligando a sus antiguos
dueños a continuar trabajándolas en beneficio del nuevo Señor. Así nacen los
“señoritos” y los jornaleros sin tierra. Nos roban también nuestras
industrias y minas, barcos y casas. Pero no se conforman con esto, también
quieren robarnos nuestra alma. Inician una etapa de represión para arrancarnos
nuestra cultura, nuestra tradición y hasta nuestra conciencia de nosotros
mismos. Nos quitan nuestros nombres y nos ponen los suyos, nos quitan nuestra
lengua y nos imponen la suya. O aceptábamos convertirnos en copias de ellos o no
nos quedaba mas camino que el de la muerte o el del exilio... Así surge la que
hoy creemos que es nuestra cultura popular...no es la nuestra, es en gran parte
la que ellos nos impusieron. Ningún pueblo resistió tanto. Durante centenares de
años luchamos por nuestra libertad. Ningún otro pueblo ha sufrido tanto. Ninguno
está, como consecuencia, tan alienado.
Este y no otro es el origen y
el porque de nuestros males. Es la consecuencia de la invasión, colonización y
represión que sufrió nuestra tierra y que perdura hasta nuestros días. Y solo
analizando nuestras circunstancias desde la perspectiva colonial y de país
ocupado podremos acertar en los diagnósticos y alternativas. Solo comprenderemos
nuestra problemática cultural, social, económica, política, e incluso
psicológica, si la visualizamos desde esta óptica. Somos una colonia y como tal
somos tratados. Somos el tercer mundo de España. Y cuando un pueblo está ocupado
y colonizado la política primigenia que se plantea es la de unidad nacional y la
lucha prioritaria la de liberación. Se es consciente de que cualquier otra
problemática esta subordinada a la consecución de dichos objetivos. A lo largo
del pasado siglo, allí donde ha habido un país ocupado y colonizado, la política
de las izquierdas locales ha pasado por propugnar la unidad de todos ,sin
incluir lógicamente a colonizadores o sus colaboradores, en torno a la común
meta de liberación nacional. Las luchas sociales eran, en esas circunstancias,
ante todo herramientas que contribuyeran al prioritario fin liberador. Eran solo
medios, pues eran conscientes de que los objetivos sociales solo eran realmente
alcanzables en el marco de una nación y un pueblo libres. De igual manera y por
las mismas causas, ser nacionalistas y priorizar el nacionalismo en la izquierda
andaluza no es una locura o tan siquiera una opción más, tampoco se puede ser
nacionalista por razones de “oportunidad”, sino que es la única base
sólida y una necesidad insustituible. Nunca tendrá resolución la problemática de
las clases populares en general y de la trabajadora en particular mientras
Andalucía no sea libre. ¿Os imagináis a un esclavo luchando por mejoras sociales
o de condiciones de trabajo en lugar de por romper las cadenas?... ¿Y que
pensaríais de quienes propugnasen dicha “táctica”?... ¿A quienes están
sirviendo, consciente o inconscientemente, a los intereses de los esclavos o a
los de sus amos?
El franquismo fue la necesidad
de encauzar a los pueblos peninsulares. En los años treinta éramos los más
concienciados tanto como pueblos como socialmente. En ningún otro lugar los
pueblos estaban tomando tal grado de conciencia de si mismos y las clases
populares estaban tan concienciadas socialmente. De hay que el 18 de Julio no se
limitase a un golpe de estado y el régimen fascista perdurase durante casi
cuarenta años. Se imponía la necesidad de destruir esa generación y amamantar a
otra carente de sus atributos, diametralmente opuesta de la anterior.
Completamente adocenada y desideologizada. Ganada para la causa del capital y de
la España una y grande. Y en gran parte se logró. Tal ha sido el éxito que hoy
gran parte de la izquierda actual le hace el juego al capital y sirve a los
intereses del nacionalismo español. Hasta allí donde mejor se resistió, como fue
en Euskadi y Cataluña, cuajo la idea de España... Ellos no se consideran España,
claro, pero creen que España es una realidad conformada por el resto de la
península.
Y si tal grado de confusión se
ha producido en dichos lugares, imaginaros en el resto, y sobre todo en
Andalucía, esta tierra que por perder llego a perder incluso su nombre, siendo
durante mucho tiempo denominada “Castilla Novísima” y catalogada
significativamente por la Iglesia hasta hace poco como “tierra de
misión”. Sí, si en algún lugar ha triunfado plenamente el plan previsto ha
sido aquí, hasta en aquellos destinados a cambiar la situación. Pero sólo la
represión ha mantenido artificialmente viva a España. Cualquier resquicio de
libertad ha conllevado un despertar de los pueblos ibéricos y el surgimiento de
sus propias izquierdas transformadoras. Y son estas las que, por estar ancladas
en la realidad, están llamadas a perdurar y alcanzar sus objetivos. Las
españolistas tendrán el mismo destino que el artificioso marco social que
defienden; su marginalidad y desaparición superadas por la historia y el impulso
de los distintos pueblos. Su hipócrita y falso antinacionalismo, envuelto en la
bandera bicolor o tricolor de la Nación Española, esta destinado a
representar el mismo papel que el de la socialdemocracia europea durante la I
Guerra mundial. El de ser fieles siervos de los intereses imperialistas del
nacionalismo burgués.
Andalucía necesita su propia
izquierda transformadora que impulse el renacimiento de la conciencia popular,
la unidad de todos los nacionalistas y sea vanguardia de la lucha de liberación
nacional. Esta es una tarea histórica e ineludible para cualquier andaluz de
conciencia y con conciencia social. Pero para que se conforme y consolide
necesita actuar de manera autónoma con respecto a cualquier movimiento que no
sea de estricta obediencia andaluza. Nunca podrá surgir ni fortalecerse bajo el
amparo o junto con la izquierda españolista. Porque la izquierda españolista es
la guardiana de los intereses de la burguesía opresora. Su papel es el de
“cambiar algunas cosas para que nada cambie”. En aquellos otros pueblos
peninsulares poseedores de sus propias izquierdas, estas han surgido de manera
independiente de la izquierda españolista. No existen gracias a ella sino a
pesar de ella. Y allí donde crece la izquierda nacionalista, la españolista se
bate en retirada. Se convierte en minoritaria, solo seguida por aquellos
sectores mas desclasados o ajenos al propio pueblo junto al que conviven pero
del que no forman parte y son fácilmente manipulables por intereses ajenos al
mismo. La izquierda española no es el amigo al que unirse, sino el enemigo al
que desenmascarar y combatir. Es esa falsa izquierda al servicio del sistema,
capataz de sus intereses, controladora y adormecedora del pueblo andaluz. Por
pocos que seamos solos, menos seremos con ellos, porque no seremos nada, ni
izquierda ni andaluces. Ellos están ahí para impedir que nosotros seamos no para
ayudarnos a ser. Recordad el nombre del partido de la izquierda nacionalista
irlandesa: Sinn Fein, “Nosotros solos”. Pues eso lo resume todo;
nosotros solos... una izquierda solo andaluza, formada solo por andaluces y al
servicio solo del pueblo andaluz. Ese es el reto y en asumirlo estará el
principio de la “larga marcha” que conducirá a la liberación de nuestro
pueblo. Y si no somos capaces de verlo otros lo harán, es inevitable. Andalucía
volverá a ser libre. Nuestra inconsecuencia solo supondrá un breve retraso en
nuestro destino: volver a ser lo que fuimos. Levantémonos y pidamos tierra y
libertad, nuestra tierra y nuestra libertad.
Opinión La falsa dicotomía en el problema
nacional y la izquierda marxista Juanma Barrios*
Espacio Alternativo, 22 de Marzo de
2007
Pintada de Espacio Alternativo en Granada, Mayo
2005
Estoy convencido de que las
palabras que siguen irritarán a muchos, pero creo que ya es hora de asumir que
desde hace años la cuestión nacional ha sido para la izquierda revolucionaria un
elemento de fragmentación de fuerzas y aislamiento social más que una
herramienta para debilitar al estado burgués; sólo el País Vasco y Cataluña, y
parcialmente Galicia, escapan a esta consideración. El nacionalismo andaluz, por
ejemplo, ha demostrado su extrema debilidad en el reciente referéndum
estatutario, que ha dejado en completo ridículo a los que hablaban de
autodeterminación e independencia, y se encontraron con un pueblo que oscila
entre aquellos a los que no les interesa el tema en absoluto y los que respaldan
un nuevo estatuto que desde luego consagra la unidad de España.
Mientras tanto, el nacionalismo
español no deja de crecer, y no sólo en la derecha liderada por el PP, sino en
la amplísima base social del PSOE. Frente a este hecho, la izquierda
revolucionaria no encuentra más respuesta que la de repetir que “España es
una cárcel de naciones”, discurso válido durante la dictadura de Franco,
pero desfasado tras casi tres décadas de un estado de las autonomías que ha
cambiado la realidad española, aunque no sea de la manera que nos habría
gustado.
Ya es hora de que abandonemos
la dicotomía centralismo/independentismo, producto de la concepción burguesa del
estado-nación, y nos demos cuenta de que hay otros caminos, para empezar el de
construir un estado plurinacional que se reconozca como tal. No olvidemos que a
lo largo de la historia la inmensa mayoría de los estados han sido multiétnicos
y que en la actualidad esto sigue siendo así. El historiador marxista
Josep Fontana lo ha explicado de forma muy clara en diversas
ocasiones, sin que en la izquierda revolucionaria salgamos de nuestro autismo:
"...debería criticarse el hecho de que seguimos usando
todos los elementos separadores y agresivos que la teoría del Estado-nación ha
generado. Y que ha causado millones de muertes totalmente innecesarias. La gente
debe entender que el Estado plurinacional no es una forma de utopía del futuro,
sino la forma natural de vivir. Lo fue hasta que, a finales del siglo XVIII y
principios del XIX, a determinadas finalidades convino otra cosa"
[entrevista por Frances Arroyo en Nou Cicle realizada en marzo de
2006].
Y como el mismo historiador
señala, en un planeta en el que existen 2000 etnias y unos 200 estados, ¿cuántas
guerras serían necesarias para lograr el mapa perfecto?. Si añadimos que raro es
el pueblo sin estado que vive en un territorio de población homogénea o el
estado que abraza la totalidad de su etnia, ¿cuántas limpiezas étnicas serían
precisas?
No trato con ello de minimizar
lo que ha sido la opresión nacional en España, sobre la que sería el primero en
relatar una interminable serie de agravios indignantes. Pero que la alternativa
al Estado nación español sean varios estados nacionales, me parece un
planteamiento utópico no sólo irrealizable dada la correlación de fuerzas, sino
también peligroso.
Hace unos meses pudimos
comprobar que los catalanes mostraban un desinterés significativo por su nuevo
estatuto, mientras que los que acudieron a las urnas respaldaron de manera muy
clara el nuevo marco autonómico. Por otra parte, en los últimos años estamos
asistiendo a la derrota del ala militar de la izquierda abertzale, que en su
caída está arrastrando al independentismo político y fortaleciendo a la derecha
españolista; mientras, el nacionalismo pactista se mantiene fuerte, y PP y PSOE
conservan un tozudo 45% del electorado vasco y la gran mayoría del
navarro.
La fortaleza del Estado y del
nacionalismo españoles no pueden ser ignorados, ni atribuidos sólo al dominio
mediático de una burguesía centralista. Por otra parte, creo que ya está bien de
definir con epítetos insultantes a las diversas fuerzas políticas adversarias y,
lo que es más grave, elaborar los análisis políticos a partir de caricaturas. Ni
CIU ni PNV son partidos “regionalistas”, como les acusan los
independentistas de sus respectivos países, ni el españolismo del PP y el PSOE
son equiparables, porque el PP es un partido nacional-católico, heredero de la
concepción franquista de España, y el PSOE es un partido que cree sinceramente
en el Estado de la autonomías, aunque en su seno haya federalistas defensores
del carácter plurinacional del país y centralistas próximos a los planteamientos
del PP, que son aquellos que más eco encuentran en los medios de difusión del
grupo PRISA. En cuanto a IU, pueden criticarse las debilidades de su discurso
federalista y aún más de su praxis, pero desde luego que no se la puede lanzar
al saco del españolismo. Las simplificaciones ayudan poco a comprender la
realidad, las simplezas menos.
La crisis del Estado español en
el franquismo final y en la Transición, sumada a la vitalidad del
independentismo vasco, arrastraron a no pocas organizaciones de izquierda
marxista, entre ellas la LCR y el MC, a posiciones abiertamente nacionalistas en
ciertas comunidades autónomas. El insulto de españolista las
atemorizaba y no fueron capaces de elaborar una alternativa a la dicotomía
centralismo/independentismo. De los textos de Lenin sobre la cuestión nacional y
el imperialismo hacían una lectura que daba la razón a los independentistas del
presente, cuando ningún bolchevique apostó por la descomposición del imperio
zarista en una miríada de pequeños países manipulables por las potencias
occidentales, sino por la erección de un nuevo estado plurinacional. Por otra
parte, Marx o Engels, Lenin o
Trotski, distinguían claramente entre las naciones que habían
luchado decididamente y por largos periodos históricos por su independencia,
como Irlanda o Polonia, y otros grupos étnicos acomodados a vivir sin estado. No
era desde luego para aquellos revolucionarios lo mismo Irlanda que el País de
Gales, ni Polonia que Bielorrusia; no se trataba de que unos pueblos fueran
menos que otros, sino de que la cuestión nacional representaba problemas
políticos muy diferentes. Nuestros actuales independentistas de Andalucía,
divididos en minúsculos grupos, hablan de autodeterminación e independencia con
el mismo desparpajo que los vascos, sin darse cuenta de que no son equiparables
las tradiciones de lucha y los sentimientos nacionales, y que lo que en el País
Vasco puede ser una eficaz bandera de combate, en Andalucía sólo conduce al más
obtuso aislamiento. Cuando no hay ni un solo partido nacionalista que se siente
en el parlamento andaluz —el Partido Andalucista es una agrupación electoral que
ha demostrado sobradamente su vacío ideológico— creo que lo razonable no es
plantear un debate polarizador, porque aunque la abrumadora mayoría se siente a
la par andaluza y española, si se la empujara a elegir la echaríamos en brazos
del españolismo. Y creo que esta reflexión valdría para otras comunidades
autónomas donde hay grupúsculos independentistas que no miden el alcance de los
sentimientos nacionales o regionales de los pueblos a los que aspiran a
liderar.
En fin, opino que en la
izquierda del Estado español es el momento de poner claramente la lucha contra
la desigualdad social y la explotación en el centro de nuestras preocupaciones,
sin olvidar que aún nos queda por recorrer un tramo importante del camino hacia
un estado plurinacional. Ambas luchas no son desde luego incompatibles, pero las
prioridades son las prioridades, y los marxistas no podemos olvidar las
nuestras, como no las olvidan los nacionalistas.
*Militante del Espacio Alternativo -
Granada
[Espacio Alternativo forma parte
del BAI junto a CUT-BAI, Jaleo y PCPE]
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Relacionado
Andalucía Libre nº 317, 24 de Febrero
de 2007
El patriotismo también se mide en Euros
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Opinión La Cuestión Nacional en el VIII Congreso estatal de la
LCR A modo de introducción Estrategia nacional o
estrategia estatal
Granada, 1º de Mayo de 1985
"Andalucía es una Nación ¡Soberanía ya! Tierra, Trabajo,
Libertad"
El bloque de
documentos sobre la Cuestión Nacional en el Estado español aprobados por la LCR
en su VIII Congreso estatal de mayo de 1989, constituyen en su conjunto y aún
hoy, un material político, analítico y teórico de extremo interés.
Al difundir estos textos desde
Andalucía Libre, aquí y ahora, pretendemos de una
parte contribuir a la memoria de la izquierda andaluza, haciéndolos asequibles
especialmente a las nuevas generaciones militantes que los desconocen;
contrapesando olvidos y desconocimientos, fruto de las discontinuidades y
derrotas. No obstante, nuestro objetivo no es sólo
ni fundamentalmente histórico. Prioritariamente queremos facilitar el acceso a
unas aportaciones todavía útiles para afrontar cuestiones que siguen siendo
tremendamente polémicas en nuestros días y que constituyen elementos centrales y
definitorios de delimitación política -incluso entre quienes se proclaman
comprometidos con los derechos nacionales de Andalucía y su emancipación desde
una perspectiva socialista- como pueden ser la relación entre lo nacional y lo
estatal y consecuentemente los ámbitos adecuados y coherentes de organización
política y social para la izquierda andaluza o la definición del objetivo
político estratégico necesario para la emancipación de Andalucía como
Nación. Recuperar unas reflexiones no
supone compartir todas o algunas o muchas de sus premisas y conclusiones;
incluso si se asumieron en su momento. Así ocurre en este caso. No nos preocupa
en absoluto constatar las evoluciones intelectuales y aún rupturas políticas,
personales o colectivas. De todas formas, este aspecto nos parece aquí
secundario. Como el tan conocido y practicado 'ajuste de cuentas' nos
parece pueril y estéril, hemos optado por el rigor documental, como se intenta
en este dossier, para que las opiniones actuales no distorsionen el contexto
pasado. Como es sabido, desde
Andalucía Libre hace años que venimos defendiendo que
la construcción de una izquierda andaluza fuerte y eficaz para alcanzar la
liberación nacional y la emancipación social de Andalucía implica
ineluctablemente asumir los objetivos y estrategia independentistas. En multitud
de ocasiones hemos planteado que el esfuerzo necesario para conducir al éxito a
este proyecto requiere confrontarse política y analíticamente, entre otras
tareas, con las diversas estrategias estatalistas y españolistas que mantienen
política, ideológica y orgánicamente colonizada y por tanto inoperante a buena
parte de nuestra izquierda. Desde esta posición,
nuestra motivación fundamental al editar este Material con los textos del VIII
Congreso estatal de la LCR quizá resulte paradójica para algunos, pero lo hemos
hecho porque –tras comparar sus contenidos con otros muchos, pasados y
presentes- seguimos encontrando ahí la formulación más elaborada, articulada y
sutil en la cuestión nacional –sin españolismos burdos- de una estrategia
estatalista que rechazamos. Por eso precisamente la escogemos como contrapunto
sugerente para la formación y el debate. Que en 2006 estas posiciones de la LCR
de 1989 no dispongan de soporte orgánico alguno en Andalucía ni nadie las
defienda, no les resta valor para cumplir este cometido.
Lo dicho resultará más claro si resumimos a
continuación los documentos reproducidos en el Material. En su
Informe sobre la Cuestión Nacional (que incluye un
repaso histórico a la cuestión), sus Tesis sobre la Cuestión
Nacional o su Resolución sobre Modelo de
Partido se encuentran condensados, a la vez, tanto un resumen de
la propia trayectoria de la LCR[1]
–o al menos, un reflejo de cómo era leída entonces por la organización- como un
serio esfuerzo de elaboración política y estratégica ante el problema nacional,
que aún ahora trasciende su propia experiencia específica. Puede decirse que la
LCR llegó al máximo posible en relación a esta cuestión por parte de una
organización de izquierda estatal. No en balde en
ese Congreso la LCR aprobó, entre otras propuestas, apoyar la
independencia nacional de Euskadi y Cataluña como concreción de
su derecho a la autodeterminación; descartó apellidar al derecho a la
autodeterminación con cualquier propuesta apriorística unionista -incluida su
hasta entonces tradicional “Libre Federación de
Repúblicas”[2]- tal como era y
es costumbre ritual en la extrema izquierda; realizó un análisis del origen y
consecuencias del españolismo y se comprometió a promover la conciencia nacional
de las naciones sin Estado. Además intentó
dotarse de una formula organizativa que quería coherente a su nuevo proyecto
estratégico, queriendo conciliar lo nacional y lo estatal. Así, desarrollando y
formalizando una practica precedente, aprobó que la LCR vasca –LKI- se
definiera como partido nacional soberano -estatus al que también accedió
la LCR catalana- lo que implicaba reconocer que disponía en su ámbito nacional
de la capacidad de decisión política y organizativa en ultima instancia. Así la
LCR resultante de este congreso quedaba como una confederación
a tres; integrada, de momento, por las organizaciones de Euskadi, de Cataluña y
de la LCR del resto del Estado español (que a su vez, incluía las organizaciones
nacionales de Andalucía, Canarias o Galicia, a las que su desarrollo militante
aún no les hacia posible acceder a esa situación). Un adelanto para el debate
actual Para ampliar la perspectiva y
describir su implicación nacional, ubicando sus limitaciones políticas y
sirviendo además para insertarla en su contexto, incluimos además en el Material
una aportación para el debate congresual elaborada entonces desde Andalucía por
Kemal: Notas sobre la Cuestión Nacional. Dejando
aparte los aspectos positivos ya citados y algunos otros -como la relativización
y alejamiento de los marcos estatales preexistentes- los limites políticos del
debate de 1989 y de sus conclusiones aparecen nítidos en este texto.
Así, por ejemplo, se dice
allí: “El proyecto de tesis propone una modificación
importante. Dejar de considerar que la existencia del Estado determina la
existencia de un plan estratégico central a desarrollar tácticamente a nivel
nacional para reconocer que existen tareas y dinámicas estratégicas nacionales y
estatales, interrelacionadas pero autónomas, que conllevan sus propias
mediaciones tácticas y organizativas. Eso sí, ambas tienen un determinante
terminal común: la destrucción del Estado burgués español; meta que, por su
envergadura, se considera planteable necesariamente sólo a escala
estatal[3]. Es decir, no
creemos que la Liberación Nacional se pueda obtener con el objetivo de la
ruptura territorial con el Estado sino con la destrucción del
Estado[4]. Consecuentemente, el partido comunista revolucionario ha de
construirse con sus dos dimensiones -nacional y estatal- de manera que se
encuentre preparado para afrontar tanto sus tareas nacionales como estatales o
internacionales” Se suceden aquí encabalgadas
varias premisas erróneas. De entrada, afirmar temerariamente que la
“Liberación Nacional no se puede obtener mediante la ruptura territorial con
el Estado sino con la destrucción del Estado” es una previsión estratégica
arbitraria. Convierte lo que entonces era apuesta o deseo solidario en
pronostico cerrado. Más aún, establece
implícitamente una jerarquía de objetivos que desmiente y
desvaloriza la pretendida nueva equiparación entre tareas estratégicas
nacionales y estatales. Si todo –incluida la autodeterminación o la
independencia- depende de la “destrucción del Estado español”,
entendido como totalidad institucional y territorial, es lógico que termine
predominando la dimensión estatal y que ello implique la supeditación de
lo nacional a lo estatal, único marco en donde se afirma que podrá
resolverse. Ya se podía defender en
Notas sobre la Cuestión Nacional que:
“Hoy lo que tenemos que subrayar en la
autodeterminación es lo que ésta implica de ruptura con ese Estado que hoy
existe, de soberanía nacional plena de la nación oprimida. Tenemos que dotarnos
de las reivindicaciones que, atendiendo a la realidad de cada país y de la lucha
nacional que en él se desarrolla, sirven mejor a estos
objetivos” La conclusión consecuente con esta
reflexión –y con otras que aparecen en esa aportación- y que no se
asumía, era alterar radicalmente la primacía de marcos y objetivos y
convertir la emancipación nacional de Andalucía y su liberación social en
central, extrayendo de esta conclusión todas sus implicaciones políticas,
ideológicas y organizativas. Conllevaba avanzar en la definición del modelo para
la Nación a reivindicar que -a partir de la valoración positiva de la ruptura,
que ya se incluía- no podía ser otro en pura lógica que la demanda expresa y
abierta de independencia nacional; aunque luego se concretará tácticamente a las
diversas coyunturas. En la practica, sin embargo,
esta línea seguía condicionada por una hipótesis estratégica
estatalista que conllevaba subordinar la emancipación nacional de
Andalucía a la desaparición de España o del Estado español y en consonancia a
esa tesis, colocar en servidumbre la dinámica, ritmos y objetivos nacionales en
alianzas y prioridades a los estatales. No se caía en la cuenta de que si
bien situar como centro lo nacional, aparte de ubicarse correctamente en la
propia Nación, podía conducir también –o no- a esa disgregación estatal;
sostener por el contrario la centralidad estratégica estatal -al menos en su
fase resolutiva- implicaba, especialmente en el caso andaluz, castrar toda
posibilidad de desarrollo emancipador nacional y por ende fortalecer al Estado
español que se pretendía combatir. Los textos
congresuales comentados incluían, ciertamente, la posibilidad de que el Estado
español “quedara paralizado” en su capacidad represiva una vez
conquistada la soberanía nacional –lo que en coherencia significaba que esta era
alcanzable, al menos en principio, en un proceso nacional- pero este
reconocimiento volvía a ningunearse al adjuntarle que “las movilizaciones
necesarias” para sostenerla serían efectivas sólo “si tienen una dimensión
estatal”. Sin desmerecer el efecto benéfico y
positivo de una crisis estatal o de una solidaridad española efectiva, el
enfoque presente, tanto en el texto de Kemal como en las Tesis, venía a
negar la posibilidad de alcanzar la Soberanía Nacional o la independencia sólo o
esencialmente a partir de las propias fuerzas nacionales; sin contemplar
siquiera la hipótesis de un proceso nacional de alcance lo suficientemente
profundo como para que el Estado español –incluso conservando su capacidad
operativa fuera de Andalucía- reconociera que los costes de impedirlo eran tan
altos como para hacer inviable una intervención contra Andalucía. Por otra
parte, se obviaba la evidencia de que la consecución de esta
“paralización” ayudada por movilizaciones de fuera de la nación, no
implicaba necesariamente la existencia de un “partido con dimensión
estatal” -como sí ocurría en el esquema estratégico anterior formalmente
superado en el Congreso- siendo hipotéticamente posible sin su existencia.
De hecho, toda la argumentación estaba
construida para afirmar la utilidad –y por tanto necesidad- del
mantenimiento de un partido estatal (aunque fuera una suma confederal
de partidos nacionales), también para la emancipación nacional. Procesos
políticos y sociales nacionales de amplitud masiva eran leídos y retocados para
avalar lo que en comparación resultaban minúsculas continuidades organizativas.
Incluso el reconocimiento expreso recogido tanto en el texto como en los
documentos congresuales de que la clase obrera debía elevarse a la condición de
clase nacional en las naciones oprimidas, quedaba
desmentido al volver a verla como sujeto social anacional, lo que se traducía en
la practica como “estatal-español”. El atavismo estatalista que se
echaba por la puerta, se colaba de nuevo por la
ventana. No ser consciente de esas implicaciones
hacia posible creer entonces que eran conciliables contradicciones evidentes.
Aún defendiendo sinceramente la Soberanía Nacional, sin descartar la
independencia, la circunstancia de participar aún de una lectura simplificada y
esquemática del modelo insurreccional leninista y de no extraer las conclusiones
debidas de toda la historia de Andalucía y las otras naciones del Estado español
durante el siglo XX hasta esa fecha, conducía a intentar ingenuamente resolver
por elevación las incoherencias políticas de los textos congresuales y así Kemal
escribía: “La estructura del partido no tiene porqué prefigurar
el modelo de relaciones entre las naciones. Se puede construir la nación, hacer
política nacional, luchar por la independencia... en un partido que sea nacional
y estatal con la capacidad de decisión última conferida al CC. El partido es un
instrumento de combate; tiene que ser ágil, golpear fuerte y rápido cuando sea
necesario. Cuando decimos que la Liberación Nacional está unida a la Revolución
Socialista estamos diciendo que se necesita una dirección política estatal que
en coyunturas de crisis pueda decidir y una organización que se vaya
construyendo ya desde hoy educándose en
ello.” La propia tesis 13 respondía a esta
cuestión, aunque no extraía la conclusión lógica de su propio razonamiento,
cuando para defender el modelo partidario nacional y estatal,
argüía: “El partido a construir no debe ser la consecuencia
mecánica de un proyecto estratégico necesariamente general, ni tampoco el simple
reflejo de las tareas asumibles en cada momento, con sucesivas adaptaciones a la
realidad cambiante. Debe ser una opción, a medio y largo plazo, de construir una
vanguardia revolucionaria a través de las luchas, capaz de relacionar las tareas
actuales con el proyecto estratégico, y que tenga en cuenta la realidad concreta
(...) en cada momento (importancia numérica, implantación, influencia social,
formación, experiencia. etc).” Bien se podía
destacar en Notas... que: “Los
proyectos reafirman que favorecemos el desarrollo de la conciencia nacional de
las naciones oprimidas, que laboramos por su construcción nacional desde nuestro
propio proyecto nacional como comunistas. No se la ve pues como una tarea ajena
a la que, una vez que ya ha obtenido un apoyo social sustancial, damos una
salida democrática; queremos participar en ese combate en todas sus fases. No
tomamos como referencia para actuar como patriotas de esas naciones o proyectos
nacionales la presencia o fortaleza de corrientes nacionalistas radicales.
Optamos por ello al constatar que se han producido demandas políticas de
autogobierno y que éstas se encuentran vinculadas a una situación de opresión
específica valorando que el progreso de esta conciencia y de las
reivindicaciones a ella conectadas juegan un papel
positivo” Seguían sin extraerse todas las
implicaciones de este posicionamiento. Se confundía el tener presente el
contexto estatal, continental y mundial con mantener una estrategia que seguía
siendo en ultima instancia estatalista. Sin tomar conciencia de todas las
consecuencias de la necesidad ya asumida de generar una lucha socialista
contra España y el Estado español desde y por Andalucía, no se aquilataban todas
las diferencias existentes entre, por ejemplo, formar parte de una Internacional
y ser parte de una organización cuyo ámbito es justo el del Estado opresor con
el que se quiere romper. Se eludía la incomoda constatación de que no es
materialmente posible luchar por la soberanía e independencia nacional en y
desde una fuerza dependiente ni construir una organización nacional como sección
de una estatal. Han transcurrido 17 años desde la
redacción de estos textos y más de 30 desde el inicio de la
Transición. La experiencia transcurrida -con todos
sus avatares- hace hoy aun si cabe más quiméricas que entonces las bases
políticas y teóricas que sostenían cualquier estrategia estatalista y más
insustanciales las argumentaciones al uso que pretenden sostenerlas.
La practica de organizaciones políticas y
sociales como PSOE, PCE-IU, CCOO o UGT han demostrado que a efectos andaluces su
recurso demagógico a la 'solidaridad', no es más que una envoltura para
perpetuar la opresión de Andalucía y especialmente de su clase obrera y su
supeditación a sus intereses burocráticos y a su sometimiento a España. Las
organizaciones estatales a su izquierda –de cualesquiera definición- en
Andalucía han evidenciado su inoperancia; incluso cuando han recurrido a
camuflarse como 'nacionales'. La dependencia conduce a la impotencia.
El estatalismo de izquierdas –cuya versión
extrema es la secta maoespañolista UCE- se ha demostrado un secuaz
objetivo del Estado español. Los procesos de radicalización vividos –con todos
los limites y contradicciones habidos y por haber- manifiestan con nitidez que
las alternativas son o bien una 'Andalucía Libre' –o una
Euskadi, Canarias o Cataluña... Libres- y
por tanto independientes o bien una 'Andalucía española' y por tanto
sometida (y lo mismo puede decirse en relación a las otras naciones).
La miscelánea de federalismos y confederalismos
varios –eufemismos de España- han ratificado que sólo actúan eficazmente a
efectos narcóticos en contra de la extensión de la conciencia nacional andaluza;
propalando confusión o pasividad cuando no directamente colaboración o colusión
con el españolismo. Sus posicionamientos directamente ofensivos cara a los
intereses nacionales andaluces en los recientes debates estatutarios han vuelto
a evidenciar que Andalucía como Nación y los trabajadores andaluces como clase
sólo pueden confiar para su emancipación en si mismos y que cualquier relación
nacional futura digna sólo es viable desde la independencia. Sus silencios o
posturas ante el debate estatutario andaluz lo reiteran. Así pues, la única
solidaridad efectiva para con Andalucía que cabe reclamarles a estas alturas es
que, reconociéndonos como Nación, cesen en sus interferencias en Andalucía e
impulsen o reconozcan la emancipación de sus secciones andaluzas de su tutela.
En Andalucía la resistencia frente a la
asimilación española, la normalización nacional y la ruptura con el
subdesarrollo y la dependencia requieren avanzar en la definición de un modelo
alternativo que sólo puede partir de asentarse en la reivindicación de la
independencia nacional y en la construcción de una izquierda andaluza que
desplace a la fracasada izquierda sudespañola. Cierre e
invitación Para concluir esta
introducción y sin animo de ni siquiera apuntar un balance general que no
procede incluir aquí y que excede el objeto de esta introducción, cabe añadir
simplificadamente -y a titulo estrictamente informativo- que las carencias
políticas acumuladas en general por la LCR a lo largo de su historia –y en lo
tocante a lo nacional, entre otras, el predominio de su organización vasca-
condujeron, vía fusión con la secta postmaoista MC, a su
desaparición en 1991 y consecuentemente al fracaso practico de esta reflexión y
a su conclusión. Desde estonces los diversos
descendientes –directos o indirectos- de la LCR en el Estado español –que no
herederos- hemos ido construyendo por separado reflexiones y practicas
divergentes sobre lo nacional. En unos casos avanzando a partir de ese punto,
reflexionando críticamente sobre sus limites y en otros, instalándose en la
regresión a posturas estatalistas más o menos sofisticadas, que la misma LCR
llegó en su momento a considerar francamente obsoletas; al menos
teóricamente. Es desde la perspectiva de la que
aquí hemos ofrecido un adelanto y un breve resumen que pensamos que estos textos
siguen teniendo actualidad como espejo sobre el que desarrollar por contraste y
más allá de lo coyuntural o anecdótico, los argumentos y fundamentos políticos
de una estrategia de izquierda independentista andaluza.
Kemal,
Andalucía, 19 de Septiembre de
2006
Notas
[1] Entre los documentos que forman parte de esta
trayectoria y convergen para dar lugar a estas elaboraciones se encuentra
Los Comunistas Revolucionarios y la lucha por la Liberación Nacional
de Andalucía, Declaración del CN de la LCR de Andalucía,
Septiembre de 1988. Este texto esta asequible para descarga en Andalucía
Libre - Archivo de Documentos, Carpeta Andalucía
Libre [2]
Una consigna y un objetivo estratégico que cumplía hasta entonces funciones
ideológicas y políticas similares a las que van inscritas en las actuales
'III República (española)' o 'República Confederal'; que hoy
asumen y defienden las organizaciones de la extrema izquierda española en
Andalucía y aún alguna organización política de ámbito nacional como CUT-BAI.
Aunque este era su cometido esencial, aunque sea a nivel de matiz, cabe reseñar
que la formulación de 'Libre Federación de Republicas' –quizá por
necesidades vasco/catalanas- hacía hincapié en la previa autodeterminación y
sobre todo en la multiplicidad estatal consecuente, preexistente a la pretendida
federación propugnada. [3] La Tesis 13 lo manifiesta con
énfasis cuando decía: “Sin embargo, la destrucción del Estado burgués
español no puede conseguirse a nivel de una nacionalidad, sino que exige una
ofensiva conjunta (y, por tanto, más compleja que la solidaridad o la simple
coordinación) de todos los pueblos del Estado, la vertebración de una amplia
mayoría social con la clase obrera como centro de
gravedad.” [4] En
la tesis 7 de las Tesis sobre la Cuestión Nacional,
aprobadas en el Congreso, se reitera como resumen de la hipótesis estratégica
que asumía la LCR: “Por estas razones, la autodeterminación sólo puede
conquistarse por medio de grandes luchas de masas que se enfrenten al Estado y
sean capaces de destruirlo o, por lo menos, de paralizar su capacidad de
intervención represiva una vez conquistada la soberanía (lo cual sólo es
posible si tienen una dimensión
estatal).”
Memoria Historica - Izquierda a debate
A modo de
introducción
LCR, Secuencia de una crisis:
La marcha hacia la fusión con
MC
Andalucía
Libre

Desde hace tiempo venimos incorporando a
nuestro Archivo de Documentos, al ritmo que nos permiten nuestras tareas y el
trabajo que implica su selección, búsqueda y digitalización, textos sobre el
proceso LCR-MC, como una contribución a la recuperación de la memoria
histórica y al debate y formación de la izquierda
andaluza.
Como hemos apuntado en anteriores entregas
(1) pensamos que este proceso tiene interés en sí mismo; más
allá de a quienes afectó, porque en su desarrollo se plantean y dilucidan
–aunque sea en forma particular- cuestiones políticas que conservan
plena actualidad y están en el centro de múltiples debates de
hoy.
Aparte de esta motivación central y básica, nos
parece también una obligación ética y política, cara a las nuevas generaciones
militantes, facilitarles en lo que nos sea posible un material histórico
documental que evite deslizamientos hacia la hagiografía o la mitificación del
pasado –incluido, por supuesto, el de quienes hacemos hoy
Andalucía Libre- aportando a la vez luces y sombras,
de manera que tengan elementos para desarrollar su propia reflexión. Desde el
inicio de nuestra trayectoria militante siempre hemos creído que no es posible
vencer a un enemigo nacional y social tan poderoso como con el que nos
enfrentamos sin disponer de una vanguardia militante nacional
critica, capaz de elaborar conclusiones sobre aciertos y
errores pasados y a partir de ahí, de construir sus propias respuestas ante
los múltiples y complejos desafíos presentes y por venir, a confrontar y
superar. Por supuesto, sabemos que al común de
los andaluces estos debates –como en general el enfoque de la realidad que
hacemos regularmente en Andalucía Libre- les
quedan lejos de sus preocupaciones inmediatas. No más, ciertamente, que los
que emanan del resto de la izquierda. Aún así, sabiendo que en principio hoy
su publico es pequeño, no por ello desmerece la importancia que le damos a su
conocimiento para el destino futuro de nuestra Patria y nuestra clase, porque
pensamos que la actitud y compromiso de quienes nos leen es un valor
importante para recuperarnos de las derrotas históricas sufridas y acercarnos
algún día a la victoria. Este es uno de los sentidos generales de nuestro
trabajo. En esta ocasión, reproducimos
materiales que –combinados con los anteriormente publicados- creemos que
pueden contribuir a explicar porqué y cómo se produjo la fusión LCR-MC y
porqué esta fue un fracaso. También incluimos –porque nos parece
particularmente importante- materiales específicamente andaluces sobre este
proceso, aún menos conocidos que el resto y que creemos de interes. Como hasta
la fecha –más allá de estas breves introducciones- nos abstenemos de incluir
relatos y valoraciones –esencialmente por falta de tiempo y por atender a
otras prioridades- y dejamos esencialmente a los documentos originales que
hablen por sí mismos. Entrando en harina, el
Comité Central de la LCR aprobó el 21 de Julio de 1990 su
proyecto de resolución Las Relaciones MC/LCR -con 16
votos a favor, 3 en contra y 3 abstenciones- por el que tras constatar el
hecho consumado de lo que entonces ya parecía inevitable y próxima unificación
de LKI y MC en Euskadi y los primeros escarceos hacia una
operación similar en Cataluña, modificaba los criterios
políticos generales mantenidos hasta ese momento sobre las relaciones con el
MC (aprobados en el VIII Congreso estatal de 1989) y daba paso franco hacia la
unificación estatal de LCR y MC. Uno de esos tres miembros del CC de la LCR
que votaron en contra era el Responsable político nacional de la LCR de
Andalucía (único andaluz entonces en el CC). El
Comité Nacional de Andalucía de la LCR debatió ese texto del CC y a titulo
indicativo lo sometió a votación, rechazándolo: la posición
del CC obtuvo 2 votos favorables, 4 en contra y 3 abstenciones.
La mayoría del CN suscribió
entonces (Septiembre de 1990) un texto –Nuestra opinión sobre el
proyecto de relaciones con MC- en el que atendiendo a la
realidad nacional y al balance de las relaciones existentes en Andalucía con
el MC, se pronunciaba contra el proceso de
fusión, tal y como en ese momento se planteaba desde el CC. Las
formas y alcances de la argumentación han de situarse y leerse ubicándolas en
un contexto general estatal de muy fuerte presión hacia la unificación.
Comprobar la entidad y secuencia de esa
presión puede hacerse consultando las Actas de las reuniones
centrales LCR-MC, que también se
reproducen Pocos días después de realizado este
Pleno Nacional y mientras se preparaba la edición y distribución de este
documento, la dirección central de MC aceptó formalmente el
“pluralismo” para el futuro partido unificado en una
reunión estatal con sus homólogos de la LCR. El objeto de esta declaración de
MC era desbloquear la situación (y avanzar en su objetivo de absorber o
desmenuzar a la LCR). Entonces, el Comité Ejecutivo estatal de la LCR se
pronunció unánimemente a favor de iniciar el proceso de
fusión. El CN, influido por esos dos nuevos datos y constatando su
soledad en el marco de un proceso estatal que aparecía ya incontenible,
desistió de difundir y publicar estatalmente este
texto. Esta decisión del CN puede
explicarse –entre otras consideraciones- por su dependencia
de la dirección central de la LCR –en todos los ordenes-, fruto de
su juventud y debilidad políticas y sobre todo de su incapacidad para ni
siquiera plantearse y asumir un curso nacional propio,
separado del resto de la LCR. Consecuencias todas de la deseducación implícita
en el hecho de formar parte de un partido estatal, que el empeño voluntarista
de construirlo simultáneamente como partido nacional no pudo superar y se
manifestaron con toda su crudeza –tal y como suele ocurrir- en un momento
crucial. Para valorar el alcance y profundidad
de esta dependencia –que para algunos de los afectados, en diferentes
proporciones, nacía de las ataduras inscritas en las concepciones estratégicas
descritas en Estrategia Nacional o Estrategia
estatal y para otros de relaciones de confianza personal o del
tan conocido complejo de inferioridad nacional de los andaluces- téngase en
cuenta un dato: aún hubieron de transcurrir tres años más de
turbulento y sicótico proceso con el MC y de paralelo y simultaneo proceso
de crisis, contradicciones, incoherencias y conflictos en la exLCR – aún
más frustrantes, si cabe- para que por parte de algunos -y no
todos- de los supervivientes de la crisis pudiera abordarse,
cuestionarse y resolverse esta cuestión. Sólo entonces –rotos definitiva e
irreversiblemente los vínculos con la mayor parte de la exLCR y especialmente
con su equipo histórico de dirección estatal- pudieron extraerse en
Andalucía las lecciones evidentes de la experiencia vivida; permitiéndose
así desarrollar sin restricciones una reflexión política nacional
propia, de alcance general, sin anteojeras y un curso político independiente.
Y aún con todo esto –tal y como es habitual en procesos de este tipo- los
condicionantes de la situación nacional andaluza en general y de
su izquierda en particular, no dejaron ni han dejado de influir,
facilitando amnesias selectivas, particulares cláusulas de ‘punto
final’ y recaídas conversas en concepciones políticas cuyas
consecuencias llevaron al derroche y dilapidación de esfuerzos militantes y
a un desastre político incuestionable. Este
material se inicia con la reproducción del texto aprobado por el Comité
Nacional de Andalucía. Le sigue la Resolución del Comité Central de la
LCR a la que se opone. Finalmente, se incluyen las
Actas -tomadas por la delegación de la dirección central de la LCR-
de las reuniones que por entonces se mantenían regularmente con la dirección
central del MC, en los puntos relativos a las relaciones entre ambas
organizaciones en las que puede seguirse paso a paso la gestación de la fusión
y sus condiciones. Atención particular a las fechas de los diversos
textos. La cronología es importante.
(1) Ver más abajo enlaces a las
introducciones anteriormente publicadas en Andalucía
Libre Índice del
Material: 1. Nuestra opinión
sobre el proyecto de relaciones con MC, CN de Andalucía de la
LCR, sep. de 1990 2. Las relaciones MC/LCR,
Resolución del CC de la LCR, aprobada el 21 de Julio de
1990 3. Actas reuniones centrales LCR-MC.
Marzo, Abril, Junio, Septiembre, 1990
Sobre El Proceso LCR-MC y la IV Internacional
en Andalucía
Libre: XV Congreso
Mundial-Sugerencias, Andalucía
Libre nº 143, octubre, 2002;
Nota-Desvinculación de Andalucia Libre
de Quadernos Internacionales, Andalucía Libre nº 159, febrero
2003; Cuba Sí - A proposito de
la Declaración de la IV Internacional, Andalucía Libre nº 189, mayo 2003;
Historia de la IV Internacional en
Andalucía (1) - El fracaso de la
unificación LCR-MC, Andalucía Libre nº 191, junio 2003;
Historia de la IV Internacional en
Andalucía (2) - El Boletin 27,
Andalucía Libre nº 196, septiembre
2003.
--oOo--
Solidaridad con Palestina y la Nacion
Arabe
Música de fondo: Como quieres que te
quiera, Rosario Flores
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 [Adjunto no mostrado: Rosario Flores, Como quieres que te quiera.mid (audio/mid)
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