Andalucía Libre
Independencia República
Socialismo
Nº 59
En este Correo:
4 de Diciembre,
Dia Nacional de
Andalucía
El 4 de diciembre de 1977 millón
y medio de andaluces y andaluzas llenaron las calles de Andalucía reivindicando
Poder Andaluz, Tierra, Trabajo y Libertad.
Olvidado por las
instituciones surgidas de la estafa de esas esperanzas, sin embargo, esta fecha
sigue siendo referente y acicate para el movimiento de liberación nacional
andaluz.
Por esto, una
vez y más y hasta la Independencia y el Socialismo,
4 de
Diciembre, Dia Nacional de Andalucía
* Llamamiento: Pon alta la bandera
verdiblanca.
* Fragmento Manifiesto Andalucía Libre,
1996
*
Llamamiento
Andaluz o andaluza, allí donde estes,
coloca bien alta la
Verdiblanca.
En tu balcón, en tu
ventana,
en tu mesa de trabajo, en tu
tajo,
en tu coche, en tu solapa...
Afirma tu esperanza, tu rabia, tu
dignidad;
tu solidaridad con los que luchan y con
los que sufren.
El 4 de Diciembre, ¡Viva Andalucía Libre
y Socialista!
Sea por Andalucía Libre, su
pueblo y la Humanidad
Del Manifiesto de Andalucía
Libre, 1996
Nacionalista.
Andalucía es nuestra Nación. La izquierda andaluza ha
de asumir que tiene dos patrias que construir y recuperar: Andalucía y la
Humanidad.
Andalucía
es el marco histórico, político, económico, cultural, ecológico y social en el
que debemos y queremos aplicar y desarrollar los principios socialistas y
democráticos universales. Andalucía es nuestro terreno de conflicto entre los
intereses colectivos y los privilegios de clase o género. Levantar Andalucía
como espacio social, como impulso político para eliminar la desigualdad y la
uniformidad, requieren una izquierda
nacionalista.
Construir
Andalucía como nación, con un proyecto nacional liberador en el que se
sintetice y articule el objetivo socialista de una sociedad autogobernada sin
tutelas, consciente de si misma al tiempo que solidaria, es tarea propia de
una izquierda nacionalista. Avanzar hacia una Andalucía Libre en una Europa
Socialista exige asumir que su emancipación es un objetivo específico que
afecta y compete al pueblo andaluz y que ha de conquistarse desde
Andalucía. Lleva a constatar que la recuperación de nuestra dignidad y
autoestima como nación es condición social y políticamente indispensable para
poder diseñar coherentemente su futuro con unos contenidos socialistas,
ecologistas y feministas que respondan a los intereses y demandas de la
inmensa mayoría del país.
Ante sí, el pueblo andaluz tiene tres salidas: región española
subdesarrollada pero subsidiada; región española subordinada dejada al
arbitrio del mercado capitalista o bien nación libre y soberana, capaz de
intervenir sobre su destino. Construir Andalucía, conduce pues a la necesidad
de trabajar por la derrota social y política del españolismo y del
regionalismo que, al negar su personalidad nacional y sus derechos políticos
consecuentes, colaboran en la perpetuación de su dependencia y marginación. No
existe contradicción entre un nacionalismo de izquierda y la asunción de un
horizonte internacionalista. Habitualmente, quienes así argumentan encubren
tras su cosmopolitismo al nacionalismo español. El internacionalismo real ha
de nutrirse a partir de cada personalidad nacional. Si no quiere quedarse en
retórica etérea, ha de asumirse que no es un reflejo mecánico sino una tarea
consciente y constante. La solidaridad entre los pueblos no es algo dado sino
a construir y ha de basarse en la soberanía para decidir y en la reciprocidad.
Ni el internacionalismo ni la solidaridad pueden imponerse coactivamente sin
desvirtuarse. Defender una Andalucía Libre implica reconocer que España se ha
creado a partir del expolio histórico de Andalucía y de la expropiación
cultural de la identidad andaluza.
Andalucía, por el contrario, tiene una identidad claramente singular;
fruto abierto, condensado y dinámico de su historia como país; resumen de su
devenir político, económico y cultural. El pueblo andaluz ya exigió en su día
frente al Estado español, su derecho a disponer de un poder político propio
con el que conseguir el respeto y preservación de su identidad y el desarrollo
de sus condiciones de vida. Andalucía se afirmó como nación posible y
necesaria; como sujeto colectivo poseedor de derechos y reivindicaciones. Sin
embargo, el pueblo andaluz no ha conseguido hasta hoy que el Estado español
reconozca a Andalucía su derecho democrático a gobernarse plenamente desde la
voluntad soberana de los andaluces y andaluzas, sin subordinación a los deseos
y límites impuestos por los gobiernos de Madrid.
El capitalismo español -con la colaboración de la burguesía andaluza- creció
históricamente subdesarrollando Andalucía. La Europa de Maastricht y la
reestructuración capitalista internacional refuerzan nuestra condición
subordinada. Una propuesta nacionalista debe articular las reivindicaciones en
el cuadro nacional con las demandas a escala continental. Frente a la tiranía
del mercado mundial, una Andalucía soberana es necesaria para que el pueblo
andaluz pueda disponer de instrumentos políticos democráticos con los que
intervenir sobre su presente y su porvenir; frente a la internacionalización
del capital, una izquierda nacionalista ha de laborar a la vez por construir
la acción internacional de los oprimidos.
Así pues, el
proyecto nacional andaluz habrá de perfilarse en un proceso colectivo de
reivindicaciones políticas y demandas sociales entrelazadas; de
autoorganización y movilización popular desde abajo, articulado en torno al
objetivo político de arrancar la Soberanía Nacional. Aunque el adversario sea,
en ultima instancia, el Gobierno de Madrid; ha de ser la fuerza acumulada por
nuestro proyecto nacional entre nuestro pueblo la referencia central para
medir sus tareas y desarrollos desde la consideración de que Andalucía es
naturalmente el escenario político prioritario de su
desenvolvimiento.
La Constitución española (Arts. 1, 2, 8...) niega a Andalucía su
derecho a la Soberanía y a la autodeterminación. El modelo de Estado que
establece -en cualquiera de sus posibles lecturas- condena a Andalucía a
perpetuarse en la dependencia. El Estatuto de Carmona establece instituciones
subordinadas al Gobierno y al Parlamento español, sin poder de decisión sobre
nuestros problemas fundamentales y sin capacidad de resolución en función de
la correlación de fuerzas nacional. Ambos han de ser modificados. La
experiencia histórica ha reafirmado la necesidad de abrir un nuevo proceso
constituyente desde nuestra Nación en el que se recoja el derecho de
Andalucía a su Soberanía Nacional. Hasta el punto de que una hipotética
reforma neocentralista nominalmente federal que no reconociera nuestra
Soberanía Nacional, mantendría plenamente vigentes los términos de la
cuestión. Dicho de otra manera, para Andalucía conseguir su Soberanía Nacional
ha de ser un objetivo político estratégico esencial e irrenunciable. La
modalidad de relación a escoger finalmente por una Andalucía soberana con el
resto del actual Estado español (Estado nacional federado, confederado o
independiente), es accidental y contingente; dependerá de como esta Soberanía
se articule y de la respuesta que se encuentre desde Madrid a las demandas
andaluzas.
Todo ello implica que defendamos -tal cual hemos hecho y detallado en
reiteradas ocasiones- que sea Andalucía la que establezca qué competencias
asume y cuales delega.
Nota: A diferencia de
lo expresado en este texto de 1996, hoy pensamos que es conveniente
afirmar con nitidez que la conclusión coherente y
necesaria del proyecto nacional andaluz y por tanto el objetivo
estratégico de la izquierda nacionalista andaluza ha de ser la
independencia y la constitución de un Estado nacional andaluz; aunque
sigamos compartiendo la centralidad política de la demanda de
Soberanía Nacional y Autodeterminación para nuestra
Nación.
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