Asunto: | [BoletinAndaluciaLibre] nº 97 - Financiación aut.- Génova - PSA - Euro - | Fecha: | Miercoles, 22 de Agosto, 2001 22:55:19 (+0200) | Autor: | Andalucia Libre <andalucialibre @.......es>
|
nº
97
Cita
Nacional:
Granada, 2 de Enero
de 2002
Toma
NO; Viva Andalucía
Libre
En este
Correo:
*Acuerdos de financiación
Autonomica: Andalucía sigue expoliada.
*El PSA
se plantea defender la
autodeterminación de
Andalucía
Opinión: De cal
y de arena
*Pedro Montes y
Diosdado Toledano, "Globalización" =
Capitalismo +
Neoliberalismo
Opinión: Reflexiones desde Andalucía a
partir de Génova
*Euskadi:Tasio, El PNV y la
autodeterminación
*Sugerencias, Enlaces,
Directorio, Música.
--oOo--
Andalucía
Acuerdo de
Financiación Autonómica
Andalucía sigue
expoliada
Andalucía
Libre
El pasado
mes de Julio, PP y PSOE saldaron un nuevo Acuerdo sobre el modelo de
financiación de las Comunidades Autonomas de regimen general (todas, excepto
las dos vascas: la del Pais Vasco y la de Navarra, que disfrutan del
privilegio de contar con sendos Conciertos economicos). El
desarrollo detallado del proceso de negociación y sus contenidos puede
seguirse en el Dossier de
Prensa que hemos colocado en nuestra pagina
Archivo de Documentos,
Carpeta "Ataques Legislativos españoles", del que se puede
descargar.
El contexto
general del Acuerdo, que tiene pretensión de ser indefinido y no quinquenal como
hasta ahora, está definido por la ortodoxia neoliberal y el compromiso
ultraespañolista de la política del PP.
La política del
Gobierno español del PP combina, de un lado, la aceptación
entusiasta del corsé neoliberal que viene de la Unión Europea a través del
Proyecto de Ley de Estabilidad Presupuestaria -que impide a las CCAA desarrollar
políticas presupuestarias expansivas a cuenta de imponer la coherencia de todas
las Administraciones para mantener el déficit cero- con su proyecto
estratégico de reespañolización. El modelo pactado por PP-PSOE desarrolla y
consolida la practica actual que prima y establece de hecho una homogeneidad en
las políticas económicas del Gobierno español y de las CCAA. A la
limitación de competencias le suma la negación a las CCAA de capacidades
fiscales normativas significativas y sustantivas, haciéndolas dependientes de
las transferencias estatales. Reservándose para España el impuesto de
sociedades, otorgando sólo el 30% del IRPF y el de patrimonio y
transfiriendo las cuantías de impuestos indirectos fijados por el Estado, el
Gobierno español pretende asegurarse que las políticas económicas de las CCAA
habrán de limitarse a complementar en lo accesorio la política general dictada
desde Madrid. Concede lo justo para permitir algunos gestos estéticos
diferenciados desde los Gobiernos autónomos, pero, a la vez, se asegura que
estos dispongan de recursos normativos claramente insuficientes para basar una
política económica realmente alternativa a la española, con lo que esto implica
de favorecer la uniformidad española.
El acuerdo
político PP-PSOE (con la adhesión de PA, Coalición Canarias y
CiU) evidencia su coincidencia básica en el modelo social e
interterritorial vigente. Los cambios en relación con el régimen de financiación
autonómica precedente, a través de la inclusión de una cesta de impuestos
indirectos siguiendo la propuesta formulada en su día por la Junta, se explican
precisamente por la regresividad del sistema fiscal español que favorece
descaradamente a las rentas del capital. Las sucesivas reformas reaccionarias
del IRPF y la escandalosa evasión fiscal masiva, si de una parte han favorecido
la acumulación de capital por la gran burguesía, de otra -por la disminución de
la recaudación- inducían a buscar en otro lado fuentes de financiación para
quienes no cuestionan esta situación. Al reservarse el impuesto de sociedades,
el Gobierno español se asegura además una garantía adicional en la preservación
de esta situación.
Desde el punto de
vista tanto de PP como de PSOE, alcanzar este acuerdo les concede a ambos una
imagen de responsabilidad institucional y española. Las aparentes concesiones
coyunturales desde el Gobierno español del PP a las CCAA gobernadas por el PSOE,
serán convenientemente compensadas a través de la continuidad de las políticas
de inversiones estatales directas preferentes en las CCAA gobernadas por el PP
(Galicia, provincia de Madrid, Castilla-León...), claramente favorecidas y
financiadas a través del desvío hacia ellas de fondos, por ejemplo de
origen europeo, inicialmente destinados a Andalucía.
La gestación
del acuerdo, eso si, ha tenido la virtud de mostrar para todo el que quiera
reconocerlo, que el reparto de recursos responde exclusivamente a factores de
fuerza y proyectos políticos. Se han pactado políticamente cantidades, dentro de
un contexto estratégico y doctrinal compartido y luego se le ha endilgado a los
técnicos la tarea de buscar las ecuaciones matemáticas pertinentes para darle
una apariencia tecnocrática.
Una conclusión
importante a destacar desde Andalucía es que el modelo aprobado preserva el
orden desigual que condena a nuestra Nación al subdesarrollo y la dependencia.
El Gobierno andaluz PSOE-PA-Verdes se ha olvidado de los 650.000
millones robados por España a Andalucía en la distribución de fondos de la UE
(ver Andalucía Libre nº 81), de la nivelación
de recursos (llamada deuda histórica) que se elude desde Madrid
desde 1981 o de los dineros sustraídos en los últimos años a cuenta de las
discriminaciones sufridas por Andalucía tanto en transferencias de recursos como
en inversiones directas (que, en su día la Junta, cuantificaba en cientos de
miles de millones). Con ser esto muy grave en lo inmediato, lo esencial de
esta nueva traición a los intereses nacionales andaluces desde el Gobierno
andaluz, radica en su enésima aceptación de un sistema que impide la devolución
desde España de recursos en cuantía suficiente para sustentar el desarrollo
andaluz y que no sitúa a Andalucía en condición singular, diluyéndola entre el
resto de CCAA españolas.
A este respecto,
sólo cabe recordar como ejemplo de lo que esta situación implica el ridículo
monto del llamado Fondo de Compensación Interterritorial (FCI), el instrumento
que, según la Constitución española, debería eliminar las desigualdades
interterritoriales. Los ingresos presupuestados de la Junta de
Andalucía provenientes del FCI para 2001 ascienden a
61.803 millones de pesetas -371,4 millones de Euros- (¡el
2,2% de los ingresos!). Como ya hemos dicho aquí anteriormente
(ver Andalucía Libre, nº 89 y nº 94) Andalucía
necesita imperiosamente, en el caso de mantenerse dentro del Estado español, un
Concierto Económico y un sistema fiscal propio que permitan desarrollar y
financiar una política de desarrollo específica para salir de la dependencia.
Continuar como hasta ahora implica apostar, no sólo por que continúe la
desigualdad y la dependencia, sino porque estas se incrementen progresivamente y
dificultar que desde Andalucía se pueda poner en practica una política
socialmente reequilibradora, que anule los efectos neoliberales de la política
española.

El PSA se
plantea defender la autodeterminación de Andalucía
Los dirigentes de la formación
argumentan que esta medida obligaría a modificar tanto el Estatuto de autonomía
como la Constitución
El Partido Socialista Andaluz (PSA) se plantea introducir en su ideario
político la «autodeterminación» de Andalucía, según reveló ayer Hilario Aranda,
miembro de la gestora del partido en Granada, que prepara el congreso de
refundación de la formación que se celebrará en esta ciudad en noviembre
próximo.
Aranda dijo, en rueda de prensa, que la autodeterminación de Andalucía
que estudia defender el PSA obligará a modificar no sólo el Estatuto de
autonomía -cuya reforma que plantea ahora el presidente andaluz, Manuel Chaves,
consideró tardía-, sino también la Constitución para posibilitar la
autodeterminación o un «estado federal», para lo cual abogó por abrir un
«profundo debate» entre los andaluces.
Añadió Aranda, que es el director gerente del Auditorio Municipal Manuel
de Falla, que este planteamiento deberá ser revisado cada cuatro años por la
formación andalucista, que definió como «nacionalista de izquierdas» para
diferenciarlas de otros partidos, en alusión al PA. Subrayó que el PSA no es una
«escisión», si no un nuevo proyecto heredero de aquel partido «clave» de la
transición política.
Pese a la firmeza con que se refirió a este postulado, el concejal de
Cultura, Turismo y Deporte de Granada, Jesús Valenzuela, que como Aranda, se ha
integrado al PSA, tras abandonar el PA, no quiso abordar este asunto al señalar
que Andalucía antes de plantearse la autodeterminación debe avanzar en muchos
otros temas. Valenzuela, que es el cargo
público más destacado que hasta el momento se ha sumado al PSA, reivindicó para
este partido el ideario de Blas Infante que, según dijo, «no ha muerto», sino
que «sigue vigente».
Preguntado por las diferencias entre el PSA y el PA -partido que le abrió
un expediente de expulsión-, Valenzuela, que se refirió a los integrantes del PA
como «compañeros», señaló que la diferencia fundamental es que al PA «le falta
compromiso social» y que el PSA «sí lo tiene». Además, se refirió al PA como
«partido bonsai», en referencia a que «no crece» y a su falta de implantación en
toda la comunidad.
Opinion
De cal y de arena
Es su sino; el sino del PSA. En la misma
noticia, una de cal y otra de arena. La de cal: el anuncio de que el PSA se
plantea la posibilidad de asumir el derecho a la autodeterminación de
Andalucía. La de arena, que en la misma comparecencia que se produce el
anuncio, el cargo público que se encuentra al lado -Valenzuela, concejal de
Granada- no quiere saber nada del asunto, empieza por relativizarlo con
el conocido recurso a las prioridades y de hecho desautoriza,
relativiza y niega lo previamente declarado.
Si fuéramos sectarios, desde nuestra
desconfianza y prevención ante bastante de lo que el PSA ampara y recoge, la
reacción lógica sería desear que el PSA no defendiera el derecho a la
autodeterminación de nuestra Nación para así facilitar su critica. Sin
embargo, como no lo somos, creemos, por el contrario, que sería positivo que
lo aprobara y asumiese. Cuantas más fuerzas compartan y defiendan este
derecho, por mucho que lo hagan de una forma que nos parezca formal, retórica
o inconsecuente, mejor
para Andalucía.
Además, sería en
extremo incongruente que el PSA, autodefinido partido
nacionalista de izquierda, naciese sin asumir ese principio
irrenunciable para todo demócrata y no digamos nacionalista. Sería de sainete
que esto ocurriera y que fuerzas como la sucursal de IU en Andalucía, por
ejemplo, pudieran alardear y refregarle por el hocico al PSA que ellas sí lo
tienen incluido entre sus papeles; por mucho que este
inoperante, bien oculto y cubierto de polvo de tan escondido que lo
tienen. Asumiendo la autodeterminación, como mínimo, el PSA se situaría, en
principio, a la altura de IU, lo que no es mucho pero sí algo; más aún
teniendo en cuenta que el PSA, a diferencia de IU, es un partido de ámbito
nacional, con todo lo que ello implica.
Y sin embargo, las mismas declaraciones
de Valenzuela nos devuelven a la mezquina, patética y triste realidad.
Siguiendo la tradición andalucista, henos aquí de nuevo encarnada la cobardía
política y la estulticia, avisándonos por enésima vez de cuan cortos son
los limites -en todos los sentidos- entre los que algunos se mueven. En
fin, esperemos que el instinto de conservación política de algunos y la
coherencia nacionalista de otros, se aúnen para que, finalmente, el PSA asuma
la autodeterminación de Andalucía. Que luego ya nos encargaremos de
recordarlo.
Opiniones sobre la
Globalizacion
"Globalización"
= Capitalismo + Neoliberalismo
Pedro Montes y
Diosdado
Toledano*
Carlo
Giulani, asesinado en Genova
por la policia italiana
Para desmitificar la
"globalización" se ha escrito que comenzó en 1519/22, cuando la expedición de
Fernando Magallanes completó por primer vez la vuelta al mundo. No obstante, aun
si admitimos que la "globalización" es un fenómeno nuevo, caracterizado por unas crecientes y muy
intensas relaciones económica de todos los países, no existen, sobre el papel, razones para que este nuevo estado de
cosas, cuyo impulso último viene dado por el desarrollo de las fuerzas
productivas, afectara negativamente al objetivo de promover un mundo donde el
conjunto de los habitantes del Planeta se beneficiara de las conquistas que el
hombre ha logrado a lo largo de su historia.
Antes muy al contrario. El desarrollo de las
comunicaciones y el transporte, la aparición de nuevos productos, la
modernización de los procesos productivos, las técnicas de preservación de las
mercancías, estos y otros avances, ciertamente maravillosos, podrían dar lugar a
un intercambio creciente y a una dependencia cada vez mayor entre todos los
países, que podrían resultar beneficiosos para el conjunto de todos ellos,
permitiendo que las posibilidades que otorga la ciencia y la tecnología hicieran más fácil, plena y, si cabe la
palabra, más feliz, la existencia de toda la humanidad.
El problema surge
porque, para empezar, la
"globalización" es una nueva fase
del desarrollo del capitalismo, y hablando de un sistema que descansa en la
división de clases y en la desigualdad no cabe pensar en la neutralidad del
fenómeno. Y, para seguir, porque la globalización es en gran medida un producto
del neoliberalismo, bajo cuya
hegemonía está hoy concebido el orden económico mundial, el cual exacerba y
amplifica los aspectos más aberrantes del sistema.
Recuerda este asunto
el viejo debate y los conflictos que se dieron entre el maquinismo y el empleo a
lo largo del siglo XIX en los primeros países industrializados. Nada
objetivamente negativo aportaban las máquinas para crear riqueza y para liberar
al hombre de los trabajos más penosos y embrutecedores, sino todo lo contrario,
salvo que en manos de los patronos y con los criterios de la gestión capitalista
las máquinas arrojaban a la miseria y al desempleo a masas ingentes de trabajadores.
De la misma
manera, la "globalización" podría
rendir beneficios espléndidos a la humanidad, los cuales podrían esparcirse por todos los confines de la Tierra si no fuera porque no está concebida
para ello, sino para servir los intereses de las clases dominantes y para la
perpetuación del propio sistema a través del mecanismo de aumentar la
explotación de los trabajadores en cada país y la explotación de los países del
Tercer Mundo por las potencias económicas mundiales.
En efecto, la "globalización" no es un fenómeno
abstracto, sino la concreción de una nueva fase del desarrollo del capitalismo.
Es la expresión actual de la
tendencia permanente, predicha por Marx, a la concentración y la
centralización del capital. En el estadio alcanzado el capitalismo, esa
tendencia ha desbordado de forma turbulenta los limites de los espacios
económicos que representan los Estados.
Como es sabido, hay
un cierto debate sobre si la globalización económica es ahora incomparablemente
más intensa que en otras etapas del pasado, si nos atenemos a las relaciones o
los intercambios de bienes y servicios entre países. Sin entrar en este debate,
parece fuera de toda duda que en estos momentos la "globalización" es una es una
realidad cualitativamente distinta a como lo fue en cualquiera otra fase del
capitalismo en el pasado.
Por un lado,
bastaría considerar que el cambio sustantivo introducido por el proceso
actual de "globalización" no es que
el desarrollo económico y los avances técnicos permitan unos mayores intercambios de
mercancías y servicios entre países en el contexto de la liberalización y la
abolición de las barreras comerciales, sino que la propia producción puede
llevarse a cabo con un grado de internacionalización impensable hasta
ahora.
Por otro, basta
tener en cuenta el desarrollo de la esfera financiera que ha tenido lugar para
dejar sentado que el capitalismo ha entrado en una nueva era. La movilidad
absoluta de los capitales, combinada con las tecnologías de la informática y las
comunicaciones, han convertido al mundo en un centro financiero único, con masas
enormes de capitales desplazándose, y especulando, como si fueran estrellas
errantes en el firmamento financiero que envuelve la economía real.
Es pertinente, pues,
hablar de la "globalización" como de un nuevo estadio del capitalismo, siendo
uno de sus rasgos mas destacados el relevante papel que han adquirido las
corporaciones multinacionales. Estas constituyen la base de la estructura de la
economía mundial, son depositarias de resortes fundamentales para su control (la
investigación y tecnología) y concentran gran parte del poder real que rige los
destinos del Planeta.
El peso de las
multinacionales está fuera de discusión y es aplastante en cuanto al porcentaje
que aparan de la producción, las
inversiones y el comercio mundial, si bien por el vertiginoso proceso de fusiones,
alianzas y absorciones que esta teniendo lugar en todos los sectores a escala
mundial -bancos, seguros, comunicaciones, informática, automóvil, industria
química, farmacéutica, energía, aeronáutica...- realmente nada escapa a este
proceso de concentración, es
difícil hacer un retrato fijo de su importancia abrumadora. Las cifras quedan
rápidamente obsoletas y las que reflejaban la realidad de ayer parecen irrelevantes hoy. No obstante, tomando incluso como referencia datos de
cualquiera de los últimos años, el cuadro que resultante es de sobra
contundente.
En el mundo existen
más de 35.000 empresas multinacionales, entendiendo por tales a aquellas que
operan en varios países. Su participación en el comercio mundial es del 70% del
total. Más del 40% de las transacciones internacionales de mercancías y
servicios se realiza entre multinacionales o entre las casas matrices de estas y
sus filiales. Controlan el 75% de las inversiones mundiales.
Entre ellas, a su
vez, se da un extraordinario grado de concentración, cada vez mas acentuado si
cabe. Los 100 grupos industriales mayores del mundo (se subraya, sólo los 100 y
sólo los industriales, no de servicios ni financieros), ocupan a unos 14
millones de personas, una cifra equivalente al 32% del empleo industrial de la
Unión Europea y a 6,5 veces los asalariados de la industria española. En
algunos sectores alcanzan
posiciones de monopolio u oligopolio a escala mundial y, por supuesto,
atendiendo a su origen, sus “patrias” se sitúan en la Unión Europea, Estados Unidos y
Japón.
Pero la importancia
de las multinacionales rebasa con creces los aspectos cuantitativos derivados de
su actividad y de la mayor o menor
penetración de sus mercancías en los mercados internacionales.
Tienen una gran
influencia en las relaciones económicas y políticas internacionales. Han
desempeñado un papel decisivo en el proceso de integración europea y en los que
tienen lugar en otras partes del mundo. Dentro de algunos estados pequeños, y no
tan pequeños, tienen un poder casi
definitivo, al punto de dirigir la política económica e imponer a los gobiernos
sus decisiones.
Por otra parte,
concentran la investigación y la inmensa mayoría de los avances tecnológicos
parte de ellas. Son las depositarias y dueñas de la tecnología. La mejora de los
productos y de los procesos de producción casi siempre tienen su origen en una
multinacional o, para que tengan éxito, ha de acabar siendo absorbidos por una
de ellas.
En fin, las multinacionales son el centro de una
red de empresas proveedoras, de comercialización de sus productos, de asistencia
técnica posventa y de servicios relacionados con sus productos o su actividad,
de modo que su influencia y poder económicos superan ampliamente las cifras
directas de su volumen de negocios o los enormes recursos financieros que
manejan o son capaces de mover.
Cabe afirmar, por
tanto, que las multinacionales son la fórmula, el modo en que se canaliza el
proceso actual de concentración del capital. Desempeñan un
papel crucial y representan la forma organizativa por medio de la cual el
gran capital ejerce su hegemonía en el momento presente. Un producto inevitable
del nuevo estadio del capitalismo y de ese rasgo particular de la hegemonía de
las multinacionales es la "globalización".
Ahora bien, sería un
error pensar que la "globalización" es sólo o fundamentalmente fruto del desarrollo económico y de las leyes
de evolución del capital. La "globalización" esta impulsada porque responde a un
proyecto político de los sectores dominantes de la burguesía y porque se ha
convertido en un arma ideológica de gran eficacia en la lucha de clases. Por
ello, la "globalización" es también un producto de la doctrina
neoliberal.
En cuanto parte de
un proyecto político, se trata de construir con la "globalización" una organización económica internacional
en la que la libre circulación de mercancías y los flujos financieros no
encuentre el más mínimo obstáculo para rentabilizar el capital. Se trata también de impedir que los gobiernos puedan realizar
cualquier política social contradictoria con las exigencias del mercado y se
pretende arrastrar a dificultades insuperables a los países o sociedades que
desafíen sus leyes.
En cuanto arma
ideológica, facilita la imposición de las políticas que el capital necesita para
recuperar su rentabilidad y salir de la onda larga depresiva que esta viviendo
el capitalismo desde el comienzo de los años setenta. Con la "globalización" se
exalta la competitividad como valor
o necesidad supremos, lo que
justifica las políticas restrictivas, las agresiones al estado del bienestar, la
"flexibilización" del mercado de trabajo, la desregulación económica, el
retroceso del poder económico del Estado, etc., todo ello, tan caro y coherente
con los intereses del capital.
Hasta tal punto se
emplea como arma la "globalización" que, por un lado, es menor que la que
exageran sus apólogos. Los países no compiten en todo y todos entre sí
indiscriminadamente. Los defensores del sistema ponen ahínco y énfasis en
resaltar la importancia del fenómeno de la globalización, para abrumar,
para aniquilar toda esperanza, para
subrayar que no hay escape a la situación y que no caben alternativas distintas
de las que impone en orden neoliberal, con el mercado como supremo regulador de
las relaciones sociales dentro de que de cada país y a escala
internacional.
Por otro lado, la
"globalización" es mayor que lo que justificaría el desarrollo de las fuerzas
productivas y el avance tecnológico. Tiene poco sentido el vaivén, él trafico
inmenso al que están sometidas las mercancías y los procesos productivos. Las
comunidades, las economías estatales, podían estar en condiciones de producir lo
fundamental que necesitan, limitándose a intercambiar en el grado necesario para
cubrir las carencias naturales por recursos, clima y desfases tecnológicos, a
cambio de los excedentes derivados de las propias condiciones naturales y
económicas, pero ello choca con los intereses de los grandes núcleos de poder
que se han conformado a escala mundial.
El neoliberalismo ha
conseguido así, y de un modo coherente con sus dogmas, no sólo implantar el
libre mercado en el interior de los países, suprimiendo la regulación y las
intervenciones estatales, sino que
las relaciones entre países, el
mundo en su totalidad, tiende a funcionar básicamente con las leyes del libre
mercado, sin interferencias de ningún tipo.
La "globalización"
queda definida y se caracteriza por tanto:
por el predominio del comercio libre; por unos intercambios de bienes y
servicios muy intensos entre los países; en particular entre los que componen
una área económica (el mundo tripolar, con Estado Unidos, la Unión Europea y
Japón como centros); por una gran dependencia y fuertes relaciones entre ellos
–tecnológica, materias primas, nuevos productos, financiera, servicios-; y, en
fin, por una libertad plena de los
movimientos de capital que, apoyada en los avances de al informática y las
comunicaciones, permiten hablar de una "globalización" financiera
prácticamente total.
Las consecuencias de
este nuevo orden se conocen suficientemente, aunque es necesario resaltar su carácter
inexorable. Teniendo en cuenta las condiciones de partida y las reglas de
funcionamiento establecidas no podían ser otras.
El auge de libre
cambio y la expansión del comercio mundial no podían ser neutrales, por la razón
obvia de la muy diferente posición competitiva de los países en el mercado
mundial, determinada por factores económicos profundos difíciles de
modificar.
El libre comercio es
una carrera continua en la que no todos los países participan en igualdad de
condiciones y como no podía ser de otro modo, los países industrializados han
acabado por arrasar a muchas de las economías del Tercer Mundo, destruyendo o
desarticulando sus estructuras productivas, supeditando los procesos productivos
al control y dominio de las multinacionales, imponiendo pautas de consumo y
haciéndose el capital extranjero
con las empresas importantes y los sectores rentables.
En líneas generales,
con la excepción destacada de los Estados Unidos, que por su privilegiada
posición de emisor de la más importante moneda de reserva internacional ha
podido permitirse un prolongado e intenso déficit de la balanza de pagos, los
países industrializados (Japón, la Unión Europea en su conjunto) se han
beneficiado de la exaltación del libre cambio. Han registrado excedentes e
invadido los marcados de los países atrasados, que, por su parte, han acumulado, en la mayoría de los casos,
importantes déficits comerciales y déficits corrientes, incurriendo en un creciente endeudamiento.
De este modo, uno de
los rasgos fundamentales de la situación económica surgida con el predominio del
neoliberalismo y la "globalización" son los agudos desequilibrios que se dan
entre los países del Norte y del Sur, lo que ha introducido una gran
inestabilidad en el sistema financiero internacional. Por su intensidad, son
insostenibles en el tiempo, y expresan elocuentemente el modo desigual en que el
modelo neoliberal repercute en los países dominantes y en los subordinados: en
provecho de los primeros y perjuicio de los segundos.
Las últimas grandes
convulsiones económicas –la que se originó en el sudeste asiático en el verano
de 1997 y la que se viene desarrollando en América Latina desde 1998-, tuvieron
como sustrato estos acusados desequilibrios de las cuentas exteriores de la
mayoría de los países. Unos, los fuertes y avanzados, acumulan superávits, fuentes de fondos
para especulación, las exportaciones de capital y la extensión de sus
multinacionales, y otros incurren en sistemáticos déficits, que en algún momento del tiempo los
mercados califican de insostenibles.
En una primera fase,
las facilidades de financiación otorgadas por la "desregualación" y la
hiperactividad de los mercados ocultaban el problema, al tiempo que permitían la
colocación de los excedentes de los países con superávits de la balanza de
pagos.
Con el tiempo, la situación ha llegado a ser fuente de
graves desequilibrios, generándose
para esos países un volumen de deuda externa y unos compromisos de pago
-intereses y amortizaciones- imposibles de cumplir. En un momento dado,
aparecidas las dificultades, se originan cambios acelerados del sentido de los
flujos financieros - la huida de capitales -, obligándolos a drásticas
devaluaciones (como las que tuvieron que asumir los países del sudeste asiático
o Brasil) y colocándolos al borde de la bancarrota.
Los Estados, atrapados por una deuda externa tan
extorsionadora como impagable, Han
perdido toda autonomía y están supeditados a las directrices del FMI - el
guardián del “desorden” económico mundial-, cuyos planes de ajuste estructural los
mantiene estrangulados.
Las dramáticas
consecuencias políticas y sociales de la "globalización" capitalista son tan
escandalosas como inocultables. Las desigualdades se han recrudecido en todos
los ordenes, dentro de cada uno los países, y en particular entre el Norte y el
Sur. La proporción entre la renta por habitante de los países más ricos y los
más pobres era en 1960 de 30 a 1. Ahora ya es de 75 a 1, y la brecha tiende a
aumentar.
Por lo demás, por si
no fuera suficiente este dominio real, las multinacionales pretenden darle
naturaleza legal a su hegemonía y capacidad de avasallar. Tal fue el objetivo
del AMI, el cual empezó a negociar
en septiembre de 1995 en el más absoluto secreto en el seno de la de la OCDE (los 29 países más ricos del
mundo), para colocar a la comunidad internacional ante hechos consumados. Fue
propuesto e impulsado por 477 empresas de las 500 empresas mayores del mundo,
que componen la lista de oro de la revista FORTUNE. Descubierto, difundidos y
denunciados sus propósitos, fue
guardado en el cajón en el segundo semestre 1998, pero amenaza con reaparecer
con otra piel en cualquier momento. Las multinacionales no han cejado en su
intento de que su poder acabe
consagrado como Derecho Internacional, pretendiendo nada menos que hacer
ilegales las luchas legitimas de los pueblos.
De todo lo anterior
surgen algunas conclusiones políticas bastante terminantes, tan fáciles de
exponer como difíciles de concretar y llevar a la practica ante el dominio que
ha logrado el capital y el dogal que ha impuesto con la "globalización". Los objetivos esenciales de poner los
recursos materiales y humanos al servicio de las necesidades de la humanidad y
de aprovechar los avances tecnológicos para mejorar y extender el bienestar
choca frontalmente con la "globalización" derivada del neoliberalismo. A este
hay que combatirlo en todas sus expresiones y en todos los ámbitos. Ahora bien,
liquidar la rabia no significa acabar con la bestia que la engendra, es decir,
el capitalismo.
*Pedro
Montes es economista. Forma parte de la Plataforma de
Izquierdas de Madrid de IU. Electo a la la Presidencia Federal de IU por la
Lista de Izquierda que encabezó Nines Maestro.
*Diosdado
Toledano, trabajador de SEAT. Militante del Col.lectiu per
una Esquerra Alternativa de Catalunya. Electo para la dirección de EUiA (rama
catalana de IU) y miembro del Consejo Politico Federal de IU.
Ambos
pertenecen al colectivo Quadernos
Internacionales, sección de la IV Internacional en el Estado
español.
Reflexiones desde Andalucía a
partir de Genova
Andalucía
Libre
Concentración de
protesta tras los sucesos de Génova
ante el Consulado
de Italia en Sevilla
En el Andalucía
Libre nº 95 ya reflexionábamos sobre el fundamento y
desarrollo del llamado movimiento antiglobalización y alertábamos tanto sobre
las futuras actuaciones represivas gubernamentales como sobre los riesgos de
reproducción de malos enfoques desde algunos sectores de ese movimiento en
respuesta a las iniciativas políticas -tanto policiales como mediáticas- de
los gobiernos capitalistas.
Al
mes del asesinato policial de Carlo Giulani, nos parece interesante volver a
abordar brevemente estas cuestiones.
Parece claro que Génova ha supuesto tanto un salto
cualitativo en la protesta como en su represión. Los Gobiernos capitalistas
llegaban a la cumbre del G-8 preocupados por la imagen de rechazo popular a
sus políticas e indignados por tener que recurrir sistemáticamente a la
reclusión en recintos fortificados para poder desarrollar sus encuentros. El
reaccionario Gobierno Berlusconi preparó la cumbre de Génova como una
posibilidad de mostrar ante Italia en particular y el Mundo en general, lo que
significaba el ejercicio contundente del principio de autoridad y como primer
escalón para romper el asedio del movimiento anticapitalista y recuperar la
calle a la normalidad establecida. Son conocidos tanto sus operativos
previos (recurriendo incluso a la explosión de artefactos) como durante la
Cumbre. En resumen, el Gobierno italiano pretendió combinar la provocación e
infiltración -tanto para controlar los hechos como para generar las imágenes
que pudieran convenirle- con la represión indiscriminada -para desalentar
la participación-, con la búsqueda de la escisión del movimiento por la vía de
la criminalización de un sector radical -cubierto bajo la denominación
genérica de anarquista y el nombre de Black Bloc- hecho responsable
de todo y la búsqueda consciente del aislamiento de la protesta de la
población en general -llamamientos a abandonar Génova o destrucción irracional
de bienes modestos-. Sin embargo, a la hora de pasar de lo proyectado a los
hechos, los efectos imprevistos del Plan Berlusconi se volvieron contra el
propio Gobierno como un boomerang. Increíblemente, el Gobierno italiano no
previo que la mentalización represiva fascistoide de los Carabinieri para
hacer frente a la protesta conllevaba el riesgo de sobreactuación: el
asesinato de Giulani y sus inmediatos efectos en la opinión pública nacional e
internacional fue su más clara consecuencia (no es lo mismo asesinar en Génova
que en Port Moresby). Y que ello lo reconvertiría internacionalmente de
presunto defensor del orden en el responsable del desorden. Las provocaciones
de infiltrados sólo consiguieron extender esa impresión. La brutal represión
indiscriminada y generalizada de las protestas masivas identificó claramente
en el Gobierno al culpable de la situación, relegitimó la protesta ante el
conjunto mayoritario de la población y soldó entre sí a los diversos
componentes del movimiento. Las detenciones arbitrarias, los golpes y
torturas, los cánticos fascistas de la policía etc en un combinado
incontrolado, acentuaron si cabe este balance. El resultado global de todo
ello fue negativo para los intereses e intenciones del Gobierno
Berlusconi.
Aún así, esta victoria política de la protesta
anticapitalista pudo ser limitada en sus daños por la inmediata reacción
de algunos sectores políticamente moderados del movimiento que,
al margen de los hechos concretos de Génova, aprovecharon los acontecimientos
para expresar sus prejuicios ideológicos y politicos. Su agenda de
preocupaciones, filias y fobias se extendió por la Red y encontró rápido
eco en los medios internacionales, interesados como es obvio en controlar los
efectos de los sucesos y consolidar dos imágenes separadas y enfrentadas: un
movimiento ético responsable, pacifico y políticamente inocuo, con el que es
factible dialogar y al que es posible reintegrar, de una parte; un sector
extremista, marginal, lumpen, violento, irracional y criminal, de
otra, al que sólo cabe obviar y reprimir para proteger no sólo a la
sociedad en general sino también a los sectores sanos del movimiento
de protesta.
Lo que se
debate y lo que no se debate.
Llama poderosamente la atención los temas que han
concentrado el debate a partir de Génova, en continuidad con los que
anteriormente motivaban el grueso de las discusiones. No se discute sobre la
importante cuestión de la evidente limitación política de los actos
antiglobalización, comparando sus realizaciones con la escena política
cotidiana. Tampoco se hace balance de la actuación política de la
socialdemocracia social-liberal, los PCs o los grandes sindicatos. No se
reflexiona colectivamente sobre la actitud a tomar ante la UE en general o su
ampliación al Este en particular. No se repasa siquiera la validez de algunas
de las reivindicaciones levantadas por algunos de los sectores del movimiento,
por ejemplo la Tasa Tobin. Tampoco se reflexiona ni se discute
mucho sobre los posibles efectos de hacer converger y concentrar las
demandas con algunos procesos de crisis política y social reales de dimensión
nacional pero con evidente repercusión internacional, como por ejemplo la
crisis argentina, en la forma de apoyar la anulación de su deuda externa, etc.
En todo esto y otros múltiples temas posibles, el movimiento no sólo sigue
siendo un magma disperso, heterogéneo, contradictorio, sino que además se
acepta que esta dispersión persista, sin que ello sea causa de preocupación o
enfrentamiento.
Mientras que la tolerancia es total a la hora de las
alternativas (por qué y para qué se lucha), el debate se
centra en términos paulatinamente más excluyentes en el cómo,
convirtiendo a los métodos -además estereotipados y simplificados- en
punto de descalificación, delimitación y cuasiruptura. Además,
inevitablemente, el debate consecuente se plantea en términos caóticos y
confusos. Resulta muy difícil integrar en posiciones presuntamente genéricas
apreciaciones nacidas de una casuística infinita de hechos, donde además ni
siquiera los testigos presénciales aciertan en muchas ocasiones a coincidir en
la descripción de los acontecimientos y comportamientos y dónde, aparte de la
tendencia a presentar las cosas de forma distinta según se dirijan a los
que estuvieron allí o bien a la mayoría que no estuvo, no suele tenerse
en cuenta como factor clave la actuación del enemigo gubernamental. El
resultado de este planteamiento suelen ser posicionamientos apriorísticos,
abstractos, genéricos y cargados de prejuicios que en muchas ocasiones rayan
el absurdo. Así hemos podido leer a Susan George (de ATTAC-Francia)
argumentando contra los llamados radicales, entre otros muchos
cargos, porque no acuden a las reuniones preparatorias y luego se
aprovechan, como si las reuniones a las que pudiera acudir George fueran
el centro del mundo o la participación en las tareas logísticas preparatorias
fueran un visado imprescindible para participar en estas o cualesquiera
protestas. Mas sería, aunque no más fundada, es su acusación contra el
recurso a la violencia de respuesta (que, por cierto, es practicada no solo
por los denominados radicales) por dos razones: una general y
estratégica, la revolución es imposible e inconveniente o si es
posible y conveniente será no-violenta; otra coyuntural, aleja a
sectores y dificulta su implicación en la protesta.
Recordando
experiencias.
Estos argumentos e interpretaciones recuerdan a otros
que ya fueron usados en su día en Andalucía en los buenos momentos
del movimiento antiOTAN o del movimiento por la insumisión al servicio
militar.
Dejemos al margen el apriorismo ideológico a cuenta
del debate sobre la necesidad, posibilidad y métodos de la Revolución, la
Ruptura, el Cambio o como queramos llamarle, que aparte de su complejidad
deriva fácilmente en pura semántica. Baste afirmar aquí -para no escurrir el
bulto- que por nuestra parte en este asunto, lo que leemos de la
historia y de la experiencia practica nos acredita que el análisis
clásico de la izquierda revolucionaria sigue conservando validez en lo
fundamental; aunque ello no solucione mecánica ni mágicamente por supuesto los
problemas prácticos para resolver tan crucial y enrevesada
cuestión.
En
todo caso parece evidente
que los métodos usuales y mayoritarios en los últimos tiempos, convertidos en
recurso único, no han sido eficaces ni para evitar los retrocesos que han
provocado la misma emersión del movimiento antiglobalización ni han facilitado
la incorporación de nuevas generaciones. Ciertamente, tampoco sería
inteligente caer en el absoluto desde el extremo contrario. El sentido común
induce rápido a preferir una sana combinación al estilo de los trabajadores
surcoreanos, Miniwatt en Cataluña o la huelga de Autobuses Comes en Cádiz. En
este sentido, parece claro que precisamente las imágenes de enfrentamiento
radical que han difundido los medios no han conseguido su objetivo de aislarlo
o disminuir su expansión, sino que por el contrario le han conferido
una marca novedosa, atractiva por lo que implica de contundencia y
de expresión de rabia por todas las consecuencias cotidianas de la situación
imperante.
En
su día en el movimiento antiOTAN la ambición de masividad y la preocupación
por no facilitar titulares criminalizadores a la prensa atlantista, llevó a
una restricción y uniformidad excesivas, sin que ello impidiera finalmente la
derrota en el Referéndum y sin que a su calor pudieran consolidarse
experiencias y aprendizajes muy necesarios, tanto para los directos
participantes como para el conjunto de la sociedad. También en el movimiento
por la insumisión, un enfoque erróneo permitió que el discurso gandhiano, en
lugar de quedar restringido sólo a quienes lo compartían honestamente, se
extendiera impregnando en su conjunto la expresión pública de ese
movimiento a lo que se sumo el recurso jurídico al amparo de los derechos
constitucionales formales. El resultado de todo ello fue que se sustituyó la
mili obligatoria por un Ejercito mercenario -más operativo y funcional para
las necesidades e intereses actuales del Estado español- sin que quedaran de
esa experiencia restos ni enseñanzas políticas significativas y sí cierta
contribución indeseada e imprevista al adocenamiento colectivo.
Puntos en común entre estos movimientos históricos y
el actual conocido como antiglobalización, son su pluralidad y que a partir de
ellos, emergen sectores -tanto de antiguos activistas que hallan justificación
para reincorporarse como de jóvenes que lo tienen como su primera experiencia-
que encuentran ocasión a partir de él de expresar su rechazo al orden político
y social vigente y una oportunidad para educarse, experimentar y organizarse
colectivamente. Cuestión clave para el futuro es que esta experiencia sea lo
más compleja, completa, dialéctica y consecuente posible, evitando los riesgos
simétricos tanto de un nihilismo activista como de la rutina
procesional.
La
actuación del enemigo.
Los gobiernos se han preocupado por este movimiento.
No sólo por sus efectos inmediatos sino sobre todo por los que puede conllevar
en un futuro, revivificando a las organizaciones nacionales existentes y al
movimiento social en su conjunto. A diferencia de buena parte de la sociedad,
el Estado capitalista tiene sobrados instrumentos para mantener la memoria
colectiva y por si esto no fuera suficiente cuenta con los consejos de los
renegados exizquierdistas que le aportan su propia experiencia.
Para eliminarlo, sus objetivos son integrarlo y
dividirlo. Como siempre, su ofensiva la intentan presentar como defensiva. De
ahí toda la panoplia de recursos que hemos descrito a cuenta de la actuación
de Berlusconi. Pero también, como ha ocurrido en otras ocasiones, estos en
muchas ocasiones provocan efectos contrarios a los previstos y
deseados.
Sí
en su época las imágenes de movimientos estudiantiles de otros países en los
ochenta -para mostrar por comparación la tranquilidad propia- ayudaron a
reproducir protestas, de igual modo, las que ahora ofrecen de enfrentamientos,
los normalizan, haciendo redescubrir experiencias perdidas o dormidas. Hay que
subrayar al respecto que el mensaje de estas imágenes -por mucho que se puedan
manipular- no es el de una violencia premeditada y fría -sea de la intensidad
que fuere- como puede achacársele por ejemplo a la kale borroka, sino
una respuesta defensiva concreta, proporcionada y
justificada.
La
utilización de la provocación y la infiltración es un método muy viejo. Pero,
sin remontarnos al caso del Pope Gapon en la Rusia de 1905, sus consecuencias
pueden ser las contrarias de las buscadas. No sólo porque una vez descubierta
-sea en Barcelona o en Génova- deslegitiman a los aparatos represivos,
ilustran sobre la naturaleza real del Estado capitalista y mueven a tomar las
precauciones debidas, sino también porque, a veces, la lógica represiva va por
delante de la experiencia concreta e indeseadamente ilustra al movimiento
sobre recursos posibles. Por supuesto, hay que estar alerta para erradicarla y
para no dejarse instrumentalizar, pero sin caer en paranoias y mucho
menos en confundir la polémica política con la calumnia; fenómenos que son
siempre mucho más dañinos que la misma provocación.
La
represión indiscriminada que busca dificultar la participación, también
ilustra en la practica sobre cuales son los fundamentos y funciones de
instituciones, de igual moodo que la vulneración de derechos formales.
Difícil resulta superar como pedagogía sobre la naturaleza real del
discurso europeísta los llamados de Aznar o Berlusconi a suspender la
libre circulación de personas dentro de la UE en el espacio Schengen para
impedir la presencia en las protestas; la publicidad de la colaboración entre
servicios policiales para el espionaje y la detención de activistas
simultáneamente a la difusión de noticias sobre detenciones indefinidas e
injustificadas o torturas o la inactividad y complicidad de las
represerntaciones diplomáticas mientras de retiene y golpea a sus
ciudadanos.
La
clave
En
nuestro numero 95 apuntábamos algunos criterios:
1º. Las citas no son propiedad
de nadie. No obstante hay que dialogar, respetar todos los trabajos
hechos, no interferirse mutuamente y colaborar en lo que sea
posible.
2º. Las formas de protesta
pueden ser políticamente complementarias si están claramente delimitadas,
al menos en un principio, de tal manera que cada cual sepa a lo que va y
no se utilice a nadie en contra de su voluntad, de tal manera que sea
posible el participar en las protestas a todo tipo de personas (mayores,
familias, etc), siempre claro que los estados mantengan abierta esa
posibilidad.
3º. Incluso las actuaciones más
comprometidas no han de resultar nunca gratuitas o irracionales y siempre
han de partir de una actitud de defensiva contundente. No tiene nada que
ver emprenderla con lunas de comercios, farolas o cabinas al arrope de una
manifestación masiva pacifica con plantearse entrar a protestar dentro del
perímetro policialmente acotado y/o responder proporcionadamente en
su caso a las agresiones que puedan producirse.
4º. La pluralidad y el debate
ha de ir unida a la solidaridad, de manera que nunca se pierda de vista
quien es el enemigo.
La experiencia de Génova ha suscitado reflexiones de interés que partiendo
del respeto a la pluralidad del movimiento y de la clara caracterización del
enemigo, aprenden de los sucesos. De ellas se desprenden conclusiones que
desarrollan criterios y practicas concretas.
Algunas de ellas están reproducidas en los enlaces que abajo
sugerimos.
En cualquier caso, nos parece que la
clave del inmediato futuro está dentro del propio movimiento activista
antiglobalización. Y puede resumirse facil. En lugar de buscar
excomuniones, auspiciar o acompañar
divisiones inducidas o hacer de coro cuando desde los gobiernos y sus prensas
se busque la criminalización, la respuesta ha de ser pronta y simple:
"Todos/as somos anarquistas-Todos/as somos Black bloc". Y resulta muy
fácil conciliar esta actitud con el debate político franco y claro, si
esa es la voluntad.
Enlaces
sobre los sucesos de
Génova:
Euskadi

Sugerencias
El proximo 15 de Septiembre todas nuestras
cuentas y cartillas de ahorro pasaran automáticamente a ser cuantificadas en
Euros. No hay pues mejor ocasión para dedicarse a la lectura del ultimo libro de
Pedro Montes, La historia inacabada del Euro, Editorial Trotta, Madrid, 2001, 204
pp.
En sus paginas, Montes nos recuerda el
camino que llevó a la Unión Europea al Euro y cómo y de qué forma se concedio el
aprobado general, que convenientemente maquillado y ocultos sus costes
sociales, dio lugar a la euforia europeista. Subraya y demuestra el caracter de
apuesta política de la unión monetaria y pone sobre la mesa, entre otras, no
sólo cifras esclarecedoras sobre la evolución de las paridades monetarias sino
argumentos sólidos sobre los fundamentos económicos profundos que convierten en
sumamente arriesgado el esperimento de la moneda única. Paralelamente, describe
rigurosamente como la senda hacía el Euro acompañó y justificó la
reestructuración capitalista de la economia española segun los principios
neoliberales -iniciada con el PSOE y continuada con el PP- y los enormes
retrocesos sociales que todo esto provocó. Mirando adelante, y más allá de la
depreciación que ha sufrido el Euro desde su nacimiento, Montes diagnostica los
riesgos estables de la moneda única en general y para el Estado español en
particular. Una conclusión que particularmente nos ha llamado la atención, que
nos parece perfectamente aplicable a Andalucía y que Montes argumenta
en sus paginas, es la estabilización y acentuación de papeles relativos a las
diferentes economias que impone el entramado politico y economico que acompaña
al Euro. Dicho en otras palabras, que el Euro y las politicas que le han
precedido y que le seguiran, condenan a Andalucía al subdesarrollo y al
desempleo estructural y dificultan enormemente la plasmación de politicas
alternativas. El autor pone en su sitio real al imperialismo español y reseña
los costes inherentes a la opción de la UE por la ampliación al Este. Todo esto
y más, como suele decirse, en un libro practico, fácil de leer e imprescindible
para afrontar politicamente con datos desde la izquierda el nuevo tiempo que nos
amenaza.
* Ya se encuentra operativo y funcionando el
portal nacionalista Galiza Livre.
Muy a tiempo cuando se atisban ya en el horizonte las elecciones gallegas.
Solidaridad con
Palestina
Victor Jara,
Charagua
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Directorio de
Andalucía en Internet
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 [Adjunto no mostrado: Euskadi.bmp (image/bmp)
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 [Adjunto no mostrado: Victor Jara, Charagua.mid (audio/mid)
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