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Crisis Estado español -
Marruecos
Marruecos
recupera Islote Leila-Perejil
Viernes, 12 de julio de 2002 - Actualizada a las
2:59 h.
CRISIS CON
MARRUECOS
Gendarmes marroquíes ocupan un islote español deshabitado cerca
de Ceuta
Los
militares han montado una tienda de campaña y han izado la bandera de su país.-
El Gobierno español ha enviado tres fragatas armadas a la zona, donde ya hay un
barco militar marroquí
BERNARDO MARÍN / EL PAÍS | Madrid
Un pelotón de
entre siete y doce gendarmes marroquíes desembarcó ayer en la isla de Perejil,
un peñón español deshabitado al oeste de Ceuta cuya soberanía discute Marruecos.
Los militares, que han sido avistados por una patrullera de la Guardia Civil,
han montado dos tiendas de campaña y han izado la bandera de Marruecos en el
islote.
Los agentes de
la Guardia Civil han desembarcado en el peñón poco después de las dos de la
tarde y se han encarado con los marroquíes, que tras una breve discusión sobre a
quién pertenece la roca han instando a irse a los españoles de malos modos,
amenazándoles con dispararles “por equivocación”. La dotación de la patrullera,
compuesta por ocho agentes, ha abandonado entonces la zona y ha informado del
incidente.
El tratado
hispanofrancés de 1912, que delimitaba la zona del Protectorado español de
Marruecos, no hace referencia alguna a Perejil, pero tras la formalización del
protectorado, la isla pasó a plena ocupación española. A comienzos de los años
noventa, Marruecos protestó porque Perejil aparecía incluida en el borrador de
Estatuto de Autonomía de Ceuta preparado por el Gobierno del PSOE, pero al final
no fue incluido en la versión definitiva.
Cuatro barcos, frente a frente
España sigue
considerando, no obstante, que la isla está bajo su soberanía, algo que defiende
frente a Marruecos, como hace dos siglos mantuvo incluso con las armas frente a
los designios anexionistas de Gran Bretaña. El islote se halla en aguas
territoriales marroquíes.
El Gobierno
español ha enviado una patrullera de la Armada y otra de la Guardia Civil a la
zona, puesto que los marroquíes se niegan a retirarse y cuentan con los
materiales necesarios para permanecer por un largo periodo en la isla.
Marruecos, por su parte, ha mandado también una embarcación militar al
islote.
La isla
Perejil se llama Laila, está a 200 metros de las costas marroquíes, fue devuelta
por España a Marruecos en 1956, al término del Protectorado, y desde entonces ha
sido escenario de numerosas operaciones de las fuerzas de seguridad
marroquíes. Éstos son los argumentos que el Gobierno de Rabat ha invocado
para explicar la presencia de sus hombres en el islote, que ha calificado de
permanente y necesaria para luchar “contra el terrorismo y la inmigración
clandestina” en la zona del Estrecho de Gibraltar.
El incidente ha
causado preocupación en el Ejecutivo, hasta el punto de que el presidente
español, José María Aznar, se ha reunido con el ministro de Defensa, Defensa,
Federico Trillo, y con el secretario de Estado de Exteriores, Miquel Nadal, para
tratar la cuestión. La Oficina de Información Diplomática ha enviado una nota
verbal a la Embajada marroquí en Madrid (cuyo titular permanece ausente desde
hace nueve meses) en la que exige el “restablecimiento de la situación
anterior a estos hechos” de ayer.
Fuentes
diplomáticas españolas han considerado que el incidente es la “devolución” del
ocurrido la semana pasada cuando el ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos,
Mohamed Benaissa, convocó al embajador de España en Rabat, Fernando
Arias-Salgado, para protestar por el despliegue de cinco buques de
guerra de la Armada y de un helicóptero en torno a Alhucemas.
Marruecos dice que no se marcha
Las relaciones
entre Marruecos y España viven su peor etapa en años desde que hace nueve meses,
el 27 de octubre de 2001, el Gobierno marroquí retirara a su embajador en
Madrid. El Ejecutivo español ha mantenido en todo momento la línea dura marcada
por Aznar de que sólo el país vecino es responsable de haber retirado a su
embajador y que sólo a él le corresponde el paso de devolverlo a Madrid para que
las relaciones queden normalizadas.
Este
razonamiento se llevó al límite hace dos semanas, cuando fuentes gubernamentales
españolas hicieron saber que el Ejecutivo descartaba cualquier participación de
la familia real en las celebraciones de la boda de Mohamed VI, que comienzan hoy
en Rabat. De hecho, la invitación para tales fastos no llegó jamás al palacio de
la Zarzuela.
Marruecos ha
exigido, entre tanto, algún gesto español de asunción de parte de la
responsabilidad en esta crisis, cuyos antecedentes se remontan a unas
declaraciones hechas el año pasado por Aznar para advertir a Rabat de que el
fracaso del acuerdo pesquero entre Marruecos y la UE no dejaría de tener
consecuencias.
La diplomacia
española está convencida de que el objetivo de Rabat es que España modifique su
posición sobre el Sáhara, para apoyar la solución autonómica en el marco de
Marruecos que Francia y Estados Unidos promueven en la ONU.
Viernes, 12 de Julio
de 2002
Actualizado a las
02:41
Rabat pretende instalar un puesto de control
contra el terrorismo
Marruecos invade el islote español del Perejil e iza dos
banderas
Islote Taura-Perejil desde el mar
con la costa al fondo
MADRID.-
EL MUNDO. Ocho militares marroquíes han
desembarcado en el islote español del Perejil, cerca de Ceuta, y ha clavado dos
banderas marroquíes en tierra. Rabat justifica esta acción invocando la
necesidad de establecer en la zona "un centro de control para luchar contra la
emigración ilegal y el terrorismo en Gibraltar". El Gobierno español ha pedido a
Marruecos que respete el 'statu quo' y que vuelva a la situación
anterior.
Un alto funcionario del
Ministerio marroquí de Exteriores citado por la agencia oficial MAP, señaló que
"la isla que se encuentra en las aguas territoriales marroquíes, según la
legislación de Marruecos que concierne el espacio marítimo, fue liberada en el
año 1956 tras la salida del protectorado español de la zona del norte, y en
varias ocasiones Marruecos ha desplegado fuerzas cuando eso era necesario".
Aunque existe un litigio por la territorialidad de esta isla, deshabitada,
España la reconoce como parte de su territorio.
Según el Ministerio de Asuntos
Exteriores, a las 16.00 horas, siete gendarmes marroquíes con un comandante al
mando llegaron a la isla. Una patrullera detectó la presencia y les instó a que
abandonaran el territorio. Lejos de marcharse, los soldados sacaron dos banderas
y las clavaron en tierra. Después plantaron sus tiendas de campaña.
El Ministerio de Asuntos
Exteriores ha condenado los hechos y ha solicitado al Reino de Marruecos que
respete el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación de 1991, por el que
se establece la cooperación y respeto mutuo entre ambos países. Asimismo ha
exigido al Gobierno alauí que "tome las medidas necesarias para restablecer la
situación".
Según informó el Ministerio de
Asuntos Exteriores en un comunicado, la instalación de las dos banderas
marroquíes y las tiendas fue llevada a cabo por "miembros de las Fuerzas
Armadas, que permanecerían en dicha isla". Según las estimaciones del Gobierno
español, los hechos suponen "una modificación del statu quo actual" y, "en
ningún modo, se corresponden con la voluntad manifestada de mantener unas
relaciones amistosas ".
Lo que se ha considerado como una
invasión se produce unas horas antes de la celebración del matrimonio del rey
Mohamed VI.
Islote estratégico
Después de ser disputada por
España, Francia, Portugal, Estados Unidos e Inglaterra durante siglos, en la
formalización del Protectorado español de Marruecos, fijado en el tratado
hispanofrancés de 1912, consta que la Isla Perejil pasó a plena ocupación
española, sin ninguna objección inglesa. Estuvo ocupada por españoles hasta los
años 60.
En los preparativos del Estatuto
de Autonomía de la ciudad de Ceuta, se consideró que la Isla Perejil pertenecía
a la zona española. Sin embargo la redacción definitiva del estatuto no
contempla explícitamente esta pertenencia.
Nuestra vecina la Isla
Perejil
Wenceslao
Segura González
Islote Perejil, en la costa de
Marruecos
La
ocupación británica de Gibraltar en el siglo XVIII y el resurgimiento de
Algeciras, ha quitado en estos últimos siglos el protagonismo que histórica y
geográficamente debería tener Tarifa en el Estrecho de Gibraltar, que en buena
lógica se debía de llamar Estrecho de Tarifa y no de
Gibraltar.
Este
abandono de nuestros intereses locales en el Estrecho nos ha hecho olvidar
asuntos importantes que se han producido. Entre ellos el interés mantenido por
diversas potencias internacionales por la posesión y dominio de un pequeño
islote, vecino de nuestra ciudad y conocido en castellano como Isla Perejil y en
árabe por Isla de Taura.
SU
GEOGRAFÍA
El islote
de Perejil, también conocido por Coral, es una masa pétrea desprendida del
cercano Yebel Musa, nuestra familiar Abila, el sobresaliente monte rocoso que
desde la antigüedad fue considerado como una de las columnas de Hércules, y que
vista desde la vecina Ceuta muestra una sorprendente silueta humana, que es
conocida como la mujer muerta.
Su nombre
parece derivar de las grandes matas de perejil que crecían antiguamente en su
suelo. Algunos investigadores la han identificado con la isla Ogigia, de que se
habla en la Odisea, donde según el poema de Homero, Callipso, la hija de Atlas y
de Tethis, amó y retuvo a su héroe Ulises, arrojado a ella por las furias de
Neptuno.
La isla
está situada entre las puntas de Almanza y Leona, a una milla de ambas y a 6 de
la plaza de Ceuta. Su forma es triangular y a pesar de su naturaleza pedregosa
crecen bastantes arbustos, por contar con una capa de tierra
vegetal.
Su
dimensión es una milla de bojeo, alcanzando en algunos sitios los 74 metros de
elevación. Una estrecha separación, más bien un canal de media milla, la separa
del continente. La profundidad del agua a sus pies llega a alcanzar de 20 a 30
metros. En la costa Este aparecen dos pequeñas caletas, llamadas la más
septentrional del Rey y la más meridional recibe el nombre de la Reina. Cercana
a esta caleta aún se perciben restos de una torre y de un aljibe, construcciones
realizadas durante la ocupación portuguesa, que poseyeron la isla que desde
siempre ha sido parte integrante de Ceuta.
La Isla
Perejil cuenta con una cueva de suficiente tamaño para albergar en su interior a
200 personas. Entre la isla y la tierra firme, está el fondeadero de Perejil,
que puede dar cobijo a pequeñas embarcaciones, que ha sido utilizado tanto por
pescadores que en mal tiempo buscaban su protección, como por contrabandistas,
que encontraban resguardo ante la belicosidad de los habitantes
cercanos.
En la
actualidad se encuentra deshabitada, sólo ocasionalmente visitada por
submarinistas deportivos, que encuentran en sus cercanías una zona adecuada para
la práctica de su afición. Su última ocupación fue española, cuyas fuerzas
militares se retiraran ya comenzando los años sesenta, dentro del proceso de
descolonización de Marruecos. Sus últimos inquilinos, un destacamento de la
Compañía de Mar formado por un cabo y cuatro soldados, que dependían de la
Capitanía Militar del Norte de África.
SU
HISTORIA
Lo que
verdaderamente interesa de nuestra vecina la Isla Perejil no es su escaso
interés geográfico, al que acompaña su pequeño tamaño, sino su posición
estratégica, equiparable a la que posee la Isla de las Palomas, por lo que desde
hace siglos ha sido apetecida por diversas potencias que han querido acrecentar
o iniciar su dominio del Estrecho de Gibraltar.
Desde 1415
hasta 1581 Ceuta y su zona de influencia que abarcaba Perejil fue portuguesa,
pasando a España tras separarse Portugal. Nuestra nación devolvió al país vecino
las plazas y dominios lusos, excepto Ceuta, su zona y Perejil. Esta posesión se
confirmó en el Tratado Hispanoportugués de 1668.
Desde su
traspaso a España la Isla Perejil careció de ocupación efectiva, hasta que en
1746 el gobierno español estudió su defensa, y en 1779 el general Orcasitas, a
la sazón gobernador de Ceuta, dispuso el reconocimiento militar en
ella.
Durante la
guerra de la Independencia y en el año 1808, por consejo de
Inglaterra, España tomó posesión de la isla, con objeto de vigilar desde allí,
el paso de las naves napoleónicas por el Estrecho, haciéndose entonces algunos
trabajos de defensa y artillándola.
Poco tiempo
después, arribaron a la isla algunos soldados ingleses de la guarnición de
Gibraltar para reforzar las fuerzas de ocupación española, hasta que en
1813 el rey Fernando VII pidió al gobierno de Inglaterra la
evacuación de sus soldados, cosa que consiguió, quedando sólo nuestra guarnición
unos años más, hasta que se dio orden que se retirase a la plaza de Ceuta,
decisión motivada por razones económicas.
Pero poco
antes del comienzo de la guerra de la Independencia, Inglaterra había llevado a
la isla cien infantes y algunos artilleros provenientes de Gibraltar. España
reclamó contra semejante intromisión y los ingleses hubieron de abandonar su
presa. Se publicó una Real Orden del presidente de la Junta de Gobierno, para
que los ministros de la Guerra y Marina preparasen una expedición para recuperar
la isla en aquella ocasión.
Aún
desocupada, la isla seguía siendo un atractivo, por ello no es extraño que en el
año 1836 los Estados Unidos trataran de entablar negociaciones
para que se les permitiese el establecimiento de una estación carbonera en tan
codiciado islote. Sus pretensiones fueron abandonadas ante la negativa de
Inglaterra a que la nueva potencia emergente pudiera tener influencia en el
Estrecho de Gibraltar. Quedó desguarnecida y deshabitada, sin volverse más a
hablar de ella hasta el año 1848, en que algunos indígenas de
la kabila de Anyera, llevaron a cabo actos de hostigamiento contra la plaza de
Ceuta, lo que motivó que el gobierno español presidido por Narváez, entablase
una enérgica reclamación ante el sultán, exigiendo una rectificación de las
fronteras. La decisión española aconseja al sultán Muley Abderrahaman a aceptar
una extensión del dominio español hasta Jadú. La reacción del gobierno inglés no
se hizo esperar, y al no reconocer los nuevos derechos españoles sobre la isla
Perejil, trató de ocuparla con fuerzas de la guarnición de
Gibraltar.
Alertado el
gobierno español de los propósitos ingleses, mandó que un batallón del
regimiento de Ceuta ocupara la isla. Tras una nueva reclamación, los ingleses
terminaron por reconocer los derechos de España sobre el polémico
islote.
Pero las
pretensiones inglesas no habían finalizado y ante la inminencia de la guerra
entre España y Marruecos de 1859, el gobierno británico le comunica al
presidente del gobierno español O'donelI: no ocupar ningún punto en el Estrecho,
en referencia directa a la Isla Perejil, cuya posesión diera a España una
superioridad peligrosa para la navegación.
Nada nuevo
ocurrió en el cercano peñasco, hasta el año 1887, en que en uso de la soberanía
reconocida a España, el gobierno español intentó establecer un faro en la Isla,
a fin de aminorar los peligros de la navegación.
El
Ministerio de Fomento envió a la Isla Perejil una comisión en el vapor Katti,
que tras estudiar el mejor emplazamiento, colocó para determinarlo unos piquetes
de hierro con los colores de la insignia española. Esto dio lugar a que se
alborotasen las autoridades marroquíes de Tánger y reclamasen ante el
representante español en aquella zona, que autorizó a que fuesen arrancados por
los propios delegados del gobierno marroquí aquellos signos que España había
colocado, con lo que se entendía que se renunciaba a los derechos sobre la Isla
Perejil.
Por
aquellos años fueron los ingleses los que quisieron colocar una estación
carbonera, cosa que no lograron, aunque sí consiguen que el sultán les autorice
a sacar piedra de la isla, para construir los diques y muelles de
Gibraltar.
En el año 1894 se propaló el
rumor de que Marruecos había cedido a Inglaterra la Isla Perejil, mediante
ciertas condiciones, lo que fue rápidamente negado por el representante del
sultán. No obstante, la opinión pública se alarmó extraordinariamente, desde el
Senado y el Congreso se llamó la atención del presidente del gobierno español,
Mateo Sagasta, quien negó también los rumores que en la prensa habían
salido.
El tema de
la Isla Perejil seguía permanente en la política interior y exterior española,
como muestra de ello, comentar como en los años 1887 y 1888 y posteriormente
Groizard en 1894, hablaron de los solemnes derechos que España tenía sobre la
isla, derechos que también aparecieron en la Guía General Marítima, publicada
por el entonces Ministerio de Marina.
El tratado
hispanofrancés de 1912, que delimita la zona del Protectorado español de
Marruecos, no hace referencia alguna a Perejil, pero tras la
formalización del protectorado, la Isla Perejil pasó a plena ocupación
española, sin ninguna objección inglesa, estando ocupada militarmente hasta
principio de los años sesenta como ante hemos indicado.
La historia
no está concluida. Ya en periodo reciente en los preparativos del Estatuto de
Autonomía de la ciudad de Ceuta, se consideró que la Isla Perejil pertenecía a
la zona española. Sin embargo la redacción definitiva del estatuto no
contempla explícitamente esta pertenencia.
BIBLIOGRAFÍA
-
(1) GONZÁLEZ
JIMÉNEZ, E., El Túnel del Estrecho de Gibraltar, 1943.
-
(2) HISPANUS, El
Estrecho de Gibraltar; Editora Nacional, 1963.
-
(3) Enciclopedia
Universal Ilustrada Europa América, vol. 73, Espasa calpe,
1989.
Nota: La
negrita del texto, es nuestra. A.L.
Enclaves coloniales españoles en el
Magreb en el siglo XVIII
NOTA
VERBAL DEL MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES ESPAÑOL A LA EMBAJADA DEL REINO DE
MARRUECOS
El Ministerio de Asuntos Exteriores saluda atentamente a la
Embajada del Reino de Marruecos en España, y tiene el honor de informarle
que el Gobierno español ha tenido conocimiento de la instalación en la Isla
del Perejil de dos tiendas de campaña y dos banderas del Reino de Marruecos
por miembros de las Fuerzas Armadas marroquíes, que permanecían en dicha
isla.
El Gobierno español rechaza estos hechos que suponen una
modificación del statu quo actual y que en ningún modo se corresponden con
la voluntad manifestada de mantener unas relaciones amistosas en un espíritu
de cooperación y respeto mútuo sobre la base del Tratado de Amistad, Buena
Vecindad y Cooperación de 1991.
En consecuencia, el Gobierno español reclama al Gobierno de
Marruecos la adopción de las medidas necesarias en orden al restablecimiento
de la situación anterior a estos hechos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores aprovecha esta oportunidad
para reiterar a la Embajada del Reino de Marruecos en España el testimonio
de su más alta consideración.
Madrid, a once de julio de dos mil
dos
A
LA EMBAJADA DEL REINO DE MARRUECOS EN
MADRID
Opinión
Marruecos mueve
ficha
Tras nueve meses de crisis diplomática entre el Estado
español y Marruecos, el Majzen ha movido ficha con una iniciativa sorprendente
y en el momento más inesperado. Un día antes de los festejos por la boda de
Mohamed VI, Marruecos ha instalado un destacamento en el Islote de
Leila-Perejil, ubicado a media milla de la costa marroquí, como acto de
reivindicación expresa de su soberanía sobre el peñasco, frente a las
pretensiones españolas.
Es
evidente que la razón aducida -instalar en el islote un puesto de control
antiterrorista y contra la inmigración ilegal- es sólo una excusa: la
costa marroquí es lo suficientemente amplia como para que en ella se
encuentren múltiples ubicaciones para el propósito esgrimido infinitamente más
idoneas.
Realmente, lo que ha hecho Marruecos es escoger de
entre todos los enclaves coloniales mayores y menores que todavía conserva el
Estado español en Marruecos (Ceuta, Melilla, Peñón de Alhucemas, Peñón de
Velez de la Gomera y Chafarinas) precisamente aquel cuyos títulos
formales sobre el que justificar la ocupación colonial española eran más
débiles, por no decir inexistentes. Además, el Islote Leila-Perejil no sólo
estaba abandonado desde la retirada de las tropas coloniales españolas de la
zona del antiguo Protectorado sino que puede asegurarse que su misma
existencia era prácticamente desconocida por la casi totalidad de la población
del Estado español. Aún así, la acción marroquí implica no sólo el recurso a
una fuerza militar sino también un nítido recordatorio político de la
existencia del contencioso de las plazas coloniales españolas en el Norte de
Marruecos. Con esta jugada, el Majzen rompe -aúnque sea de manera
controlada- un doble tabú tradicional de su política hacia el Estado
español.
Está por ver sí el Régimen marroquí cumplirá o no su
aviso de que sus tropas están en ese peñasco para quedarse indefinidamente. En
cualquier caso, la instalación en Leila-Perejil y su recuperación expresa para
la soberanía marroquí genera una situación imprevista y extremadamente
incomoda para el Gobierno español. De momento, las reacciones diplomáticas
públicas de Madrid han intentado mantener un nivel bajo: nota verbal de
protesta, queja formalista por no atenerse a las vías del Tratado de
Amistad Marruecos-Estado español y reclamación de vuelta al
status-quo anterior. El envió, según EL PAÍS, de tres fragatas
españolas a la zona, sin embargo introduce otros interrogantes aun cuando
parecería razonable pensar, en principio, que su misión esencial no es tanto
intervenir en el islote -abriendo con ello una escalada de consecuencias
imprevisibles- como tranquilizar a la población colonial española de Ceuta y
Melilla. También es probable que en estos momentos se estén poniendo en
practica los planes de seguridad tanto interna como externa de estas dos
plazas, de especial enjundia y complejidad en una situación como esta,
teniendo en cuenta la existencia en ambas ciudades de una importante población
marroquí con ciudadanía española. Es lógico pensar que la primera preocupación
en estas dos plazas coloniales será de forma combinada tanto prevenir
hipotéticos movimientos de la parte marroquí de la población
como evitar cualquier acción o represalia incontrolada sobre ella por
parte de la población peninsular que abriera, a su vez, otras dinámicas
peligrosas. De momento no se conoce que va a ocurrir con las fronteras entre
las dos colonias y el territorio de soberanía marroquí.
La
interpretación al uso más extendida sobre las razones de fondo de este
movimiento del Régimen marroquí es que constituye una advertencia, a la
vez que una represalia, por la posición del Gobierno español de Aznar en el
conflicto del Sahara en el que, hasta la fecha, no se ha sumado explícitamente
a la postura favorable a la autonomía saharaui dentro del Reino de Marruecos,
ya asumida públicamente por Francia, EEUU y Gran Bretaña. A diferencia de sus
aliados, en este caso concreto, el Estado español mantiene una doctrina propia
que articula de una parte el apoyo a los anteriores posicionamientos de la ONU
sobre el referéndum de autodeterminación como salida del contencioso saharaui
y de otra la apuesta por el mantenimiento indefinido del conflicto como
plataforma para la intervención en la región e instrumento de balance y
compensación de fuerzas entre los diversos estados y poderes actuantes en la
zona. En todo caso, no se entiende bien como en Rabat han podido pensar que
una acción de esta naturaleza -especialmente si se prolonga en el tiempo- va a
facilitar ese objetivo de atraer a su causa al Estado español. Tras el fracaso
aparente de las negociaciones con los británicos sobre Gibraltar lo ultimo que
podría admitir un Gobierno español como el de Aznar es plegarse de forma clara
ante una presión marroquí de esta naturaleza para modificar públicamente su
postura sobre el Sahara. Implicaría un reconocimiento difícilmente digerible
de la debilidad del imperialismo español, que además ahora habría que
sumar a las dificultades económicas de los bancos y multinacionales
españolas en América Latina, con evidentes costes políticos y no sólo
partidarios.
Aún a la espera de nuevos datos, acontecimientos
y desarrollos sí conviene afirmar con claridad desde Andalucía, en primer
lugar, que -al margen de los análisis sobre las motivaciones o intereses
políticos del Majzen- los gendarmes marroquíes no están más que
instalándose en un trozo -escueto- de tierra marroquí más; rechazando
cualquier línea de actuación española colonialista o belicista y especialmente
cualquier posible derivación racista o xenófoba que pueda generarse y afectar
a la población inmigrada marroquí, magrebí, árabe o musulmana residente en
nuestra Nación. En segundo lugar, que ya va siendo hora
especialmente que desde el conjunto de la izquierda andaluza se reconozca
la existencia de un problema de descolonización pendiente en relación a los
casos de Ceuta y Melilla, a resolver desde el respeto tanto a los derechos
individuales de todos sus habitantes como al derecho de Marruecos a recuperar
su integridad territorial.
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