nº 262
*Andalucía en
Datos, Andalucía
Libre
*Euskadi. Reflexiones andaluzas tras las
Elecciones vascas, Andalucía
Libre
*Euskadi. Resultados, Ejes de Discurso, Análisis y
Posicionamientos.
*Sugerencias: Ecuador; Historia y
cultura andaluzas.
*Solidaridad
con Palestina
*Música de fondo
*Directorio de
Andalucía en Internet
--oOo--
Andalucía en
Datos
Andalucía Libre
Recientemente se han producido
nuevas publicaciones y actualizaciones estadísticas sobre Andalucía,
que pueden consultarse en la paginas del Instituto Nacional
de Estadística del Estado español y del Instituto de Estadística de Andalucía.
Tras repasarlas, nos ha parecido de interés exponer algunos datos que pueden ser
útiles para ayudar a configurar nuestra imagen nacional. Con todo, queremos
advertir de entrada, que conviene asumirlos con una cierta prudencia.
Aparte de nuestros posibles fallos interpretativos o contables al exponerlos
-que hemos intentado evitar, lógicamente- hay que tener en cuenta los cambios
sucesivos de criterios para su elaboración -sujetos a
consideraciones que pueden ser científicas, pero también políticas- y
también la insuficiencia o falta de algunos datos primarios -por carencia o
inexistencia documental- o las contradicciones según las fuentes, que pueden
afectar a su calidad final, tanto en el aspecto cuantitativo como
analítico.
Población
La actualización del
Padrón de Habitantes de 2004 (INE) nos ofrece, con
todo, algunos datos interesantes sobre la población andaluza. Esto es así,
incluso si tenemos en cuenta que es evidente que sus cifras no reflejan en parte
sustancial a los inmigrantes de fuera del Estado español en situación ilegal en
Andalucía, que por razones derivadas de sus circunstancias e inestabilidad
en unos casos y también siguiendo orientaciones de algunas ONGs, en
otros, no han tenido hasta la fecha especial interés por inscribirse. El
actual Proceso de regularización de extranjeros en curso -que requiere esta
inscripción- es muy posible que aporte pronto nuevos datos a este particular,
acercando algo más el reflejo estadístico a la realidad.
También hay que contar a la
hora de establecer nacionalidades que el Padrón o los otros soportes existentes
no tienen en cuenta la autoconsideración nacional de los sujetos. Sólo
ofrecen datos sobre su país de nacimiento y ciudadanía estatal (y
aún hay que buscar en otras fuentes cuando ocurre que no se corresponden ambas,
para averiguar si el hecho proviene de nacionalizaciones de foráneos o del
retorno de autóctonos o de sus hijos). Estas fallas afectan específicamente
a Andalucía a la hora de cuantificar globalmente sus nacionales fuera de
Andalucía (¿cuantos andaluces de la Diáspora se consideran andaluces y
cuantos de sus hijos?) y también a la hora de valorar las migraciones a
Andalucía provenientes de los países de acogida para distinguir con seguridad
entre retornos de andaluces de primera o segunda generación y la pura
instalación de extranjeros.
Una estimación usual sobre la
emigración andaluza en el siglo XX -no en tiempos remotos sino
bien cercanos- la cifra en cerca de dos millones y
medio de personas; algo así como si alguien hubiera deportado en masa a
toda la población de las actuales provincias de Jaén, Granada y
Córdoba, dejándolas completamente vacías. Según el informe del IEA, Un siglo de demografía en
Andalucía(1), Andalucía
pierde entre 1911 y 1940 -durante la Monarquía y la II República españolas-
226.033 personas; luego, 229.115 andaluces se van durante los años del
hambre y la represión masiva del primer franquismo entre 1940 y 1950. Durante
estos primeros años el franquismo español no induce a la emigración andaluza, al
contrario, pone dificultades (salvoconductos, devoluciones forzosas, etc) pues
requiere aquí de mucha mano de obra barata para que Andalucía produzca los
productos agrarios y mineros con que equilibra la balanza exterior
española. El cambio de política emigratoria se produce cuando el Régimen
franquista -siguiendo directrices que se recogerán luego en el
Informe del Banco Mundial de 1962- apuesta por su
inserción exterior y por el llamado "desarrollismo", que según
costumbre secular, para Andalucía significará más
subdesarrollo.(2) Cesan los obstáculos y se da vía
libre a que los andaluces acudan en masa como fuerza de trabajo a las
fabricas de Cataluña o Euskadi; a las empresas que el Régimen induce a abrir en
Madrid y a cubrir las necesidades de mano de obra de Europa occidental
(algunas estimaciones hablan de 600.000
emigrados a Francia, 300.000 a Suiza y 200.000 a Alemania, por esas
fechas). Las remesas de divisas producidas por esa emigración andaluza
exterior -siempre controladas por bancos no andaluces- financiaran como propina
el desarrollo industrial de otros. Así, en estas décadas, que abrirá
formalmente el Plan de Estabilización de 1959, se van
sucesivamente de Andalucía, 596.620 (1951-1960);
809.181 (1961-1970) y 345.427 (1971-1980). En
total, un saldo negativo neto que se cuantifica en un mínimo acreditado
de 2.206.000 personas para Andalucía entre 1911 y
1990. Este mismo informe estima los retornos entre 1981 y 1991 en 146.700,
repartidos entre 122.534 provenientes de otras naciones del Estado español
y 24.166 del exterior. Además, según la Junta de Andalucía, entre 1992 y
2002 regresaron otros 43.598 andaluces, lo que en conjunto hace ascender el
numero total de retornados en los últimos 20 años a
190.298, buena parte de los cuales -en
torno a un 70%- son pensionistas ya jubilados.
Hoy día, según los datos del
Padrón de 2004 y del Censo de residentes en el
extranjero, Andalucía es una Nación de 8.543.088 personas, de las
que 6.782.791 viven en
su Patria (tomando como criterio definidor en todos los
casos sólo a los nacidos en Andalucía y sin contar a sus
descendientes). Eso quiere decir que, al menos, 1.760.297 andaluces aún viven en la diáspora y no
han podido volver a Andalucía, un 20,6% de la nación. Las más
importantes comunidades andaluzas en el exterior residen en
Cataluña, donde viven 743.516 (10,91% de su
población total); 223.271 en el País Valenciano (4,9%, id);
91.543 en Baleares (9,58% id), que sumados dan un parcial de
1.058.330 andaluces residentes en los Países Catalanes. En
Madrid, viven 282.664 andaluces (4,86%) y 53.103 en
Euskadi (1,96%). En Francia, se registran 31.181; 22.631
en Alemania y 20.531 en la Argentina.(3)
En Andalucía constan como
residentes en 2004, 7.687.518
personas (un 17,79% del total del Estado español, que asciende a
43.197.684). Es decir, 904.727 de
quienes viven aquí han nacido fuera (sean descendientes andaluces
retornados o extranjeros), que se pueden agrupar en 416.892 nacidos fuera
del Estado español y 487.835 dentro de sus fronteras. De ese total de
registrados, 321.570 no tienen
ciudadanía española y de estos, a su vez, 116.236 son
ciudadanos de alguno de los 25 estados de la Unión Europea.
De todos los nacidos fuera y
por citar algunos datos significativos, 266.741 provienen de lo que pudiera
denominarse "España Profunda" (donde a su
vez, viven 166.463 andaluces). De Madrid -que podría asociarse al anterior
concepto, pero que por poder incluir retornados de segunda generación se
cita aquí aparte- vienen además 81.514. Nacidos en
Cataluña que vivan en Andalucía, son 88.221
(sin que tampoco se sepa, cuantos son catalanes y cuantos andaluces).
De países de donde también caben retornos, procede citar que residen en
Andalucía, 27.768 oriundos del País Valenciano;
10.837 de Baleares o 28.436 de Euskadi. Como
punto de comparación tomando como referencia otro país de emigración donde el
desplazamiento de andaluces es anecdótico, anotar que hay 22.000 gallegos
en Andalucía y 11.000 andaluces en Galicia. Nacidos en
Marruecos están inscritos como residentes en
Andalucía 79.552 (de los cuales con ciudadanía marroquí,
54.162); una diferencia cuantitativa en la que se suman
marroquíes naturalizados y antiguos colonos de la época del
Protectorado. Con pasaporte de Gran
Bretaña, hay 47.136 (en donde
quizá se incluya también a los andaluces con estatus gibraltareño residentes a
este lado de la Verja). Nacidos en Argentina, se cuentan
32.563 (de los cuales 8.000 tienen ciudadanía española y
24.562, no). Tambien hay
empadronados 24.063 personas del Ecuador
y 17.770 de Colombia (en ambos casos, con
excepcional y significativa mayoría de mujeres); 13.000 de
Rumania y sólo 15.642 de diversos países de
África, una cifra registrada llamativamente baja.
Estos datos del
INE indican que, al menos, el 88,23% de la población empadronada en Andalucía en
2004 es andaluza de origen o lo que es lo mismo, que el
11,77% podría no serlo. En 1996, según el mismo soporte, era el
91,42%; lo que supone que en ocho años se ha incrementado la
población nacida en el extranjero en un 3,19% del total.
En 1996 estaban registradas en Andalucía
620.561 personas nacidas allende
nuestras fronteras; de las cuales 171.460, de
fuera del Estado español, siendo 89.641 los residentes con otras
ciudadanías estatales. Como resumen indicativo y para comparar crecimientos,
apuntar que en esa fecha constaban 24.039 con pasaporte
británico; 36.731 nacidos en
Marruecos, de los que 13.676 tenían pasaporte
marroquí; 6.703 nacidos en Argentina (de los cuales 2.073
no tenían ciudadanía española) y todo el resto de Sudamérica sólo sumaba
conjuntamente 1.818. De Rumania,
aparecían 116. En 1991 -sólo hace trece años- según datos de la
Dirección general de Migraciones española, residían en Andalucía un total de
48.772 personas con otras ciudadanías y había, por ejemplo,
inscritos sólo 7.000 marroquíes, 1.854 argentinos o 1.044 británicos
trabajando en Andalucía. Los datos ilustran el alcance de la ola
inmigratoria y su desarrollo comprimido en pocos años.
A fecha de hoy,
2004, también podemos comparar ese 88,23% anteriormente
citado, de residentes en Andalucía andaluces de nacimiento, con
datos similares de porcentaje de autóctonos en Baleares (58%);
Cataluña (64%); Euskadi, (74,65%) o Canarias (78,39%). A este respecto
y para hacernos un cuadro analítico ajustado de la situación, podemos y debemos
acompañar siempre esta cifra con el dato de los 1.760.297 andaluces que aún viven en la diáspora
y que no han podido volver a Andalucía (un 20,6% de la nación).
Las fuentes, ya de por si
inseguras sobre otros aspectos, no ofrecen fácilmente otros datos que podrían
ser cualitativamente muy interesantes de conocer, como el numero de
funcionarios no andaluces (y especialmente, profesorado, dada
la condición estratégica de la educación para la conciencia nacional) que
ejercen en Andalucía o la distribución por nacionalidad de los cuadros medios o
de mando en las empresas andaluzas. Puede que en algún momento algún sindicato
andaluz colme este vació documental, aplicando a nuestra situación nacional
aquello que tan bien describía la frase: "no es lo mismo ser un francés
en Argelia que un argelino en Francia", aunque sea un ejemplo
extremo e históricamente superado. Otro dato cualitativo significativo a
documentar sería conocer la nacionalidad de origen de los parlamentarios
electos por Andalucía -tanto al Parlamento andaluz como al español- o de los
alcaldes y concejales de las ciudades andaluzas de más de 50.000 habitantes, su
distribución partidaria y en su caso, su correspondencia con el porcentaje
de sus connacionales residentes en Andalucía. También tendría interés hacer una
comparación proporcionada con el caso de la representación institucional y lugar
social obtenidos por los andaluces residentes en otras naciones.
Dependencia
Tanto a la hora de valorar la
generación y persistencia de nuestra Diáspora como la función y lectura de las
distintas inmigraciones, hemos de tener presentes otras magnitudes para
incardinarlas en un contexto equilibrado.
A modo de muestra,
las Series actualizadas de la Encuesta de población activa-base
2001, nos dicen que en 1996 el Estado español
reconocía en Andalucía una media de unos 900.000
desempleados -el 32,87% de tasa de paro- en
tanto la media española bajaba al 22%, diez puntos
menos. Ahora, en 2004,
con una tasa de actividad media del 53,6%, recuentan en Andalucía una media
anual de unos 568.000 desempleados, el
17,06% (que sube al 22,86% entre las mujeres)
mientras la media estatal baja al 11%. Para hacerse una
idea cabal de la situación andaluza conviene tener presente que ese 17,06%
nacional incluye picos provinciales como Cádiz, 21,30%; Córdoba,
20,83%; Jaén, 18,40%; Huelva, 17,49% o Sevilla, 16,43% y comparar ese resultado
nacional de desempleo con los que fija la misma fuente para
Madrid, 6,63%; Baleares, 7,57%;
Cataluña, 8,84%; Navarra, 4,68% o incluso
Galicia, 12,51%. De los nuevos empleos
generados en Andalucía entre 1995 y 2002, el 24,4% están en la Construcción, que
suben al 32,07% si incluimos los adscritos al sector
Inmobiliarias.
El empleo en Andalucía -como
consecuencia de nuestra dependencia y subordinación- es también de calidad
cualitativamente inferior. La precariedad es un rasgo nacional
que permanece a traves de los diversos regímenes españoles e impregna a la
sociedad andaluza, con múltiples consecuencias en todos los ordenes. Así lo
demuestra la misma EPA-2004 (INE) en su cuadro Distribución
de asalariados por sexo, tipo de contrato y comunidades autónomas que
reconoce en Andalucía un 44,3% de empleo precario
temporal -967.200 trabajadores- sobre el total
nacional de asalariados mientras la media estatal desciende al 30,6%, es
decir, hay un 13,7% más en Andalucía. El dato de temporalidad en el empleo
entre las mujeres andaluzas -para aviso de las feministas
no cooptadas por el Régimen- es aún más estremecedor: están precarias el
47,6% (382.700), mientras la media española
baja al 33,5%. Tampoco está de más realizar un mínimo recorrido comparativo
estatal para así situar en su justo alcance nuestra singularidad nacional. Así,
en la Corte de Madrid el empleo temporal es del 20,6%, un
23,7% menos que en Andalucía o lo que es lo mismo: en Andalucía hay más
del doble de empleo precario que en la urbe creada y amamantada por
España. En Cataluña, el dato es del 21,9%, un 22,4% menos que
en Andalucía; en Euskadi, el 26,9%, un 17,4% menos; en
Baleares, un 29,1%, el 15,2% menos; incluso en Galicia con un
34%, hay un 10,3% menos y en Canarias, con un
39,1%, un 5,2% menos.
Tambien el salario
medio distingue a los andaluces. Aun cuando es obvio que estas medias
son siempre engañosas, dan cierta idea de conjunto. Así, según el estudio del
INE, Mercado de trabajo y pensiones en las fuentes tributarias de 2002
y recordando que sustancialmente el coste de la vida es similar a escala
estatal, resulta que el salario medio anual andaluz asciende a
11.428 euros, mientras la media estatal se ubica en los 14.370,
es decir, los andaluces ganamos como media el 79,5% que los españoles,
2.942 euros menos anuales. Las mujeres andaluzas, nuevamente,
están específicamente aún peor: su media retributiva nacional es de
8.631 euros, 2.544 euros menos. Si procedemos a algunas
comparaciones a modo de ejemplo, el cuadro global aún resulta más tétrico: en
Madrid, el salario medio sube a 18.770 euros anuales, 7.342
euros más que los andaluces o lo que es igual, los andaluces ganamos como media
sólo el 60,8% de lo que se paga en Madrid. En Cataluña,
se cobra una media de 16.042 euros, 4.614 euros más que en Andalucía;
en el País Valenciano, 13.285 o en Baleares,
13.590. De todas estas magnitudes referidas se desprende también -entre
otras posibles consideraciones- el incuestionable fracaso, la demagogia
discursiva y el constatable carácter nocivo de todo el sindicalismo
español en Andalucía -sea en su versión neovertical (CCOO-UGT), sea en
otras que se presentan como más a su izquierda- y consecuentemente la evidente
necesidad para la clase obrera andaluza de dotarse de un sindicalismo nacional
de clase independiente, no sucursalista y de construir un marco andaluz de
lucha de clases, desde el que socavar primero y destruir después el expolio y la
discriminación españolas sobre Andalucía.
En un plano complementario, la
Contabilidad Regional de España Base 1995/Serie 1995/2004
(INE), en su calificación por PIB per Capita en Paridades de Poder
Adquisitivo, tomando como base 100 la media de la UE a 25 Estados, sitúa a
Andalucía en 2000 al 68,1% (Estado español,
91,7%, a 23,6 puntos por encima); en el Promedio 2000-2002, Andalucía se queda
en el 69,3% (Estado español, 92,9%, a la misma
distancia). Por contraste, la Corte de Madrid en similares
fechas tiene respectivamente el 122,9% y 124,7%; Cataluña,
110,2% y 110,9%; Baleares, 115,9% y 116%; el País
Valenciano, 87,8% y 89%; Euskadi (sin Navarra), 115,6%
y 115,2%; Canarias, 87,2% y 87,8% y Galicia,
72,8% y 73,4%. Con estos datos, sólo Andalucía y Galicia (más un par de regiones
españolas) cumplen los requisitos que permiten acceder a los Fondos Europeos
para el periodo 2007-2013 (menos del 75%) aunque el llamado "efecto
estadístico" consecuente a la anexión del Este europeo adelanta -como
ya avanza la previsión de 2003- que este será, en todo caso, el
ultimo. A titulo de curiosidad, la CRE avanza que el
PIB a precios constantes de Andalucía ascendió en 2002 a 77.138.176.000 de
Euros, mientras que el del Estado español a 556.651.000.000, es decir, que el
PIB andaluz supuso el 13,85% del español.
Conociendo sólo estos datos -y
otros muchos más que podrían sumarse, como el peso de la economía sumergida o
las condiciones laborales en horarios, seguridad e intensidad del trabajo, etc,
que también muestran el signo de la desigualdad- se concluye fácilmente que
el independentismo andaluz no es una estrategia y un proyecto con
razones sólo basadas en el pasado, en la historia o la cultura sino también
en el presente y en el futuro y que nace y se nutre del conjunto de las
condiciones reales de vida de la nación andaluza.
Asimismo, con este cuadro
general resulta obvio que los andaluces de la diáspora, de hecho, no tienen
libertad para retornar y reestablecerse en su Patria, si ese fuera su deseo.
Esto implica, por consiguiente, que las "asimilaciones",
"integraciones" o "marginaciones" de los andaluces en otras
naciones han de reconocerse y analizarse siempre sobredeterminadas y
condicionadas por esta situación nacional de perpetuación de la dependencia
producida por la dominación española (que también atañe a otros campos, aquí no
abordados, como la usurpación y alienación cultural).
También se desprende de todos
estos datos que la inmigración ha de ser considerada en Andalucía singularmente;
sin asimilarla a la que se produce en otras realidades nacionales bien
distintas, sin diluirla en el tópico políticamente correcto o
verla deformada con los anteojos apriorísticos de los que creen en el
pecado original y siempre andan buscando en dónde flagelarse -venga o no a
cuento- sea para reclutar nuevos fieles o para ganarse su particular
paraíso imaginario, extendiendo indiscriminadamente su
particular manía penitencial a quienes no tienen culpa ni responsabilidad
alguna. Aquí en Andalucía la inmigración no es consecuencia del desarrollo
-como pudo o puede ser en otros países y épocas- sino del
subdesarrollo y sirve para afianzarlo; favoreciendo la consolidación del
intercambio desigual, los bajos salarios, la precariedad y la economía
sumergida, nutrida entre otras fuentes gracias al Subsidio Agrario. Con
568.000 desempleados y al menos 1.760.297 andaluces aún hoy fuera de
su país; con nuestros salarios míseros y empleos precarios y con el precio
de la vivienda que retienen el crecimiento de la nupcialidad y la natalidad
andaluzas -por no seguir indefinidamente añadiendo razones- resulta
empíricamente falso afirmar que Andalucía necesite objetivamente inmigrantes.
Aparte de la habitual y escasamente citada instalación de cuadros de mando
foráneos, más correcto sería decir que lo que la economía dependiente andaluza
ha demandado en los últimos años -dado el papel adjudicado a Andalucía por el
capitalismo español y por la UE- son más semiesclavos, dispuestos
a trabajar en condiciones comparativas de sobreexplotación (aun cuando,
subjetivamente, les resulten tolerables por referencia a las aún peores de sus
países de origen). Procede pues distinguir con nitidez entre la supresión
de una vergonzosa situación sobrevenida -indigna para toda la nación y
especialmente negativa para la fuerza de presión de su clase obrera- de
cualquier seguidismo neoliberal que deje la determinación de nuestro futuro
nacional al albur de los intereses de quienes controlan el mercado. La
necesaria estabilización de todos los trabajadores extranjeros ya
instalados a traves de una ultima regularización efectiva y general puede
ser una vía para su integración social y en su caso posible
futuro acceso a la ciudadanía y asimilación nacional, pero ha de
acompañarse de la exigencia del derecho de Andalucía como nación a decidir
sin limitación exterior alguna su política inmigratoria y así poder
cortar de raíz una espiral incontrolada -que incluso hay
quien frívolamente quiere indefinida- que nada positivo justifica
en ningún orden.
Esta es en algunos trazos, a
modo de aperitivo y a partir de algunos datos proporcionados por
instituciones españoles o sometidas, la realidad de la Andalucía
Imparable que ha construido el PSOE durante los últimos 25 años (con la
ayuda del PA durante ocho). La imagen que resulta de este repaso
apresurado con toda seguridad podría detallarse y completarse cuantitativa y
cualitativamente, a poco que hubiera economistas y expertos universitarios
andaluces que se dedicaran con conciencia patriótica a esta
faena.(4)
(2) Ver, Mª Ángeles Sánchez
Domínguez, Instrumentación de la Política Económica
Regional en Andalucía, 1946-2000: Fundamentos teóricos y
evidencia empírica, Editorial Universidad de Granada, 2001.
(4) Al respecto, reiteramos que
ANDALUCÍA LIBRE está a la disposición de aquellos y aquellas -sean militantes,
profesores o investigadores- que en esta tarea la quieran usar para
difundir sus trabajos en la forma que deseen; sea con su nombre real o bajo
seudónimo para evitarse represalias político-académicas por los afines al
Régimen o en cualesquiera otra forma que pueda convenirse.
Colabora para que continúe en la red
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Socialista
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Euskadi
Reflexiones
andaluzas tras las elecciones vascas
Andalucía
Libre
Las elecciones del 17 de
Abril en la Comunidad Autónoma Vasca han abierto una nueva fase política en la
situación de Euskadi. Aún cuando, dada especialmente la condición
laberíntica de la política vasca, sea siempre arriesgado aventurar previsiones,
es posible que sus resultados provoquen consecuencias cuyas repercusiones
bien podrían llegar hasta Andalucía.

Estas elecciones se convocaron
en condiciones de excepción antidemocrática. Las sucesivas ilegalizaciones de
las fuerzas políticas representativas de la mayoría de la izquierda abertzale
impidieron presentarse a los comicios tanto a Batasuna como a su sustituta, la
plataforma AG. El resto de las fuerzas políticas vascas que habían rechazado
formal y públicamente esta discriminación (PNV, EA, Aralar) no respondieron
a esa situación de flagrante vulneración de las garantías y derechos
democráticos civiles y políticos en la forma coherente y consecuente a
sus propios pronunciamientos. Al no contemplarse por parte de PNV-EA y
Aralar siquiera la posibilidad del boicot -actitud que hubiera deslegitimado
absolutamente las elecciones y abierto una crisis política para
España dificilmente superable- y al admitir -tiempo ha- concurrir en
unas elecciones truncadas, estas fuerzas se situaron por debajo de los
mínimos democráticos exigibles. La izquierda abertzale
tenía pues todo el derecho a usar todos los medios a su alcance para
intentar sortear esta exclusión y poder así intervenir y refrendar su
representatividad.
El
recurso adoptado por la izquierda abertzale fue presentar a las
elecciones tres candidaturas. Junto a la de la ilegal Batasuna
y a la de la luego también prohibida plataforma de electores AG
-sobre la que concentró la atención- registró sin alharacas previas la
lista de un virtual Partido Comunista de las Tierras
Vascas (EHAK, en sus siglas en vasco); inscrito en el registro un par
de meses después de la aprobación de la Ley de Partidos en 2002 y mantenido en
el congelador hasta la fecha. Ciertamente, la izquierda abertzale
cuidó al máximo sus requisitos y su imagen, para no provocar
innecesariamente por adelantado la proscripción de su marca EHAK. Pero también
es verdad que el hecho de que pudiera finalmente concurrir a las elecciones -aún
con una permanente espada de Damocles pendiendo sobre su
legalidad- derivó de una opción política consciente por parte del Gobierno
español del PSOE. Es seguro que si hubiera sido otra su decisión, EHAK
hubiera acompañado en la ilegalidad a sus precedentes, por aberrante que fuera
su ilegalización incluso desde la doctrina jurídica demo-liberal; circunstancia
que sólo recuerda que todo el discurso oficial y oficioso sobre el
Estado de derecho es pura demagogia para alucinar a los ingenuos e
hipocresía al servicio de los cínicos.
¿Por qué se ha producido esta
circunstancia de coincidencia de intereses entre el PSOE y la izquierda
abertzale?. Algunos -sea desde el PP, el PNV o desde EB; sea directamente o
desde sus respectivos aledaños- insinuaron interesadamente en campaña la
existencia de un 'acuerdo secreto' entre ambos; pacto expresa y
reiteradamente desmentido por Batasuna. Sin engolfarse en especulaciones
para las que no hay datos y que en todo caso quedan a cuenta del trabajo de
historiadores futuros, lo que resulta evidente es que al PSOE no le interesaba
electoralmente a priori ni facilitarle al PNV-EA alcanzar una mayoría absoluta,
por la vía de la concentración en su beneficio del voto abertzale que le diera
alas y amplia libertad de maniobra ni mantener tampoco una situación
bloqueada en Euskadi sin interlocución en la izquierda abertzale, que lo
encadenara estatalmente como en la etapa anterior al discurso
españolista-exterminista del PP. Esto no significa que el PSOE sea "más
democrático" que el PP; plantear así la cuestión sería situarla en un plano
equivocado. Es conveniente recordar al respecto -sin remontarnos demasiado
atrás- no sólo la negativa conceptual del PSOE a reconocer y
respetar el derecho a la autodeterminación sino también que la iniciativa
del Pacto Españolista PSOE-PP partió del mismo PSOE y que tanto la ley de
partidos como todos los procesos político-judiciales que se han iniciado contra
la izquierda abertzale han contado con su amparo y apoyo y que este se
mantiene hoy, sin retractación alguna. A la hora de las explicaciones basta con
tener en cuenta que el PSOE, como equipo y aparato político de gestión del
Estado español, tiene sus intereses propios, que no son exactamente los
mismos que los del PP del que le diferencia -y no es poco- su natural ambición a
mantenerse en el Gobierno; lo que incluye también tanto aprovecharse de las
contradicciones internas del PNV como explorar que puede sacar en limpio -desde
su punto de vista- a partir de la formulación por la izquierda abertzale de lo
que se conoce como Propuesta de Anoeta.*
Cerradas las urnas,
destaca ante todo el éxito político y electoral de la izquierda
abertzale. No es pequeña cosa haber obtenido bajo condiciones de persecución e
ilegalidad más de 150.000 votos, proyectados además sobre una marca
desconocida de tan exótica denominación como EHAK; aumentando incluso su
porcentaje (12,5%), votación absoluta y representación parlamentaria en relación
a su anterior y ultima comparecencia legal como EH, hace cuatro años. Estos
resultados, obtenidos en tan desfavorables circunstancias, están al alcance de
muy pocas fuerzas. Denotan la solidez de su implantación social, evidencian
su capacidad de resistencia y manifiestan hasta que punto, primero
Anoeta y luego su opción por facilitarle el curso parlamentario al Plan
Ibarretxe, han servido para mantener su cohesión y darle perspectivas a su
base social, en el contexto de una actuación de ETA de bajo perfil. En el
ámbito institucional, la izquierda abertzale mantiene y aún aumenta su
papel determinante como fuerza fiel de la balanza. A otro nivel, su
votación explicita cual es el reparto de influencia social en el seno de la
izquierda abertzale entre el componente mayoritario identificado con Batasuna y
quienes desde la minoría, configuraron separadamente Aralar(2,3%).
En estas elecciones las fuerzas
soberanistas vascas han incrementado su apoyo -del 52,8 al 53,4%- frente a las
fuerzas españolistas. Sin embargo, la coalición PNV-EA ha retrocedido y
fracasado en relación a sus expectativas. De entre todas las posibles causas que
se reflejan en los análisis postelectorales, hay una que parece crucial, que
está en la propia esencia de la posición y estrategia adoptadas por el
PNV-EA. Se resume bien en una frase muy del gusto del Lehendakari
Ibarretxe refiriéndose a Euskadi y su relación con España: "Derecho a
decidir; obligación de pactar". ¿Qué ocurre cuando el que tiene la fuerza
-España- sólo admite "pactar" bajo sus condiciones?. ¿Donde queda
entonces ese "derecho a decidir" vasco?. PNV-EA no han querido ni
sabido explicar con coherencia y credibilidad qué ofrecían para salir del
carrusel planteado por su mismo discurso. Queriendo evitar provocar inquietudes
entre la prospera sociedad vasca por los posibles costes de la opción
soberanista, han pretendido mantener abiertas todas las vías y al renunciar a
promover movilizaciones y dinámicas que pudieran descontrolarse, han
terminado dilapidando ese capital de concreción política que venia inserto en el
diseño del nuevo Estatuto aprobado por el Parlamento vasco y rechazado por el
Parlamento español. El voto de Batasuna en el Parlamento vasco les dio
la oportunidad histórica de hablar en nombre de la Nación vasca y de su
Soberanía Nacional en Madrid, pero al minuto de terminar su momento de
gloria, se quedaron huérfanos de discurso y sobre todo sin saber
qué hacer y quiéranlo o no, así lo han transmitido. Ni se les pasó por
la cabeza entonces ofrecer incorporar a la izquierda abertzale al Gobierno
vasco y convocar de inmediato la prometida consulta popular. Por contra,
disolvieron su Parlamento y llamaron a elecciones esperando confirmarse como
mayoría, queriendo aprovecharse de esa coyuntura que incluía la entonces
prevista exclusión impuesta a la izquierda abertzale. Toda su retórica sobre su
compromiso con el Plan Ibarretxe ha sonado hueca; cuestionada por el discurso e
insinuaciones del sector michelines del PNV que encabeza su hoy
Presidente Josu Jon Imaz. Más aún, al transigir y admitir descender
desde la legitimidad de la mayoría democrática vasca que los avalaba a la
aceptación de la imposición del veto español -presentado desvergonzadamente
como "consenso"- y al reconvertir lo que era entendido y presentado
inicialmente como "mínimo" -el Plan Ibarretxe- en un "máximo",
abierto a las rebajas, han resucitado y nutrido la propuesta de
reforma estatutaria constitucional publicada a penúltima hora por el PSOE,
desmovilizando y desorientando a su propia base social.
Los resultados del 17 de Abril
permiten formar una mayoría holgada soberanista con PNV-EA-EHAK-Aralar (39), que
si se sumará EB para no quedarse fuera de la pomada, ascendería incluso
a 42 escaños y que a poco que se definiese socialmente, contaría con el sostén
de la mayoría sindical vasca (ELA+LAB), dando por supuesta la declaración de una
tregua indefinida por ETA. Unai Ziarreta, secretario general de EA, ha declarado
decantarse por esta propuesta, lo que al margen de cual sea el énfasis de su
apuesta y de si es seria o mera finta, demuestra su factibilidad política. La
cuestión decisiva que conlleva esta formula es que implica un compromiso firme
por la Soberanía Nacional vasca y a la vez una confrontación ineludible con
España. La pregunta implícita consecuente es también obvia: ¿está dispuesto
el PNV-EA a asumir ese objetivo, esa vía y esos costes?. La respuesta del PNV parece ser ahora mismo negativa a esta
pregunta. Así parece indicarlo que Ibarretxe haya afirmado ya
que se inclina por gobernar "sobre la base del acuerdo del tripartito
(PNV-EA-EB), con relaciones específicas con Aralar", con acuerdos puntuales
con PP, PSOE y EHAK. Que además sitúe al mismo nivel al españolista
PSOE y al abertzale EHAK, condicionando el establecimiento de futuros
pactos a que haya un acuerdo previo general para la normalización
política, no augura nada bueno para una resolución satisfactoria de las
exigencias vascas.
Las otras opciones posibles
para el PNV-EA son también problemáticas. Un Gobierno PNV-EA en
minoría sin EHAK (29, 32 o 33 escaños; sea a pelo o sumando a EB y
Aralar), como parece preferir Ibarretxe, es un Gobierno
parlamentariamente frágil y políticamente provisional, que incluso para nacer
requiere de la tolerancia de EHAK y de la aquiescencia como mínimo
implícita del PSOE. De otra parte, un Gobierno PNV-PSOE (40 o 43 escaños,
si se le sumara EB) resulta hoy inviable por prematuro, incluso para
quienes lo puedan preferir en el PNV, porque entre otras razones y aún si
solventara la oposición del sector Egibar, provocaría la ruptura de la coalición
con EA (7 diputados de los 29), salvo que esta ultima optara por el
harakiri terminal.
Las dudas -pese a lo que
pudiera parecer a primera vista- no están hoy a este respecto sólo en un lado.
Tambien -dado su discurso colectivo de los últimos tiempos- cabe
preguntarse si la izquierda abertzale está ahora por esa apuesta por una formula
de Gobierno Soberanista o responde por contra a otras prioridades. Así
parece que en la mayoría de la izquierda abertzale se ha pasado de considerar
al ultimo mono del campo españolista 'corresponsable de la
opresión nacional', a descubrir de repente que 'todos somos vascos
y todos vivimos aquí y por tanto entre todos, tenemos que pactar el
futuro'. Viniendo de donde se viene, es un progreso innegable pasar del
error de la sutileza del hormigón armado al error del florentinismo
extremo, pero que los costes del ultimo sean
inconmensurablemente menores que los del primero, no le quita la condición de
error. Nadie puede negarle el derecho a la izquierda abertzale a no fiarse del
PNV (y dirán los del PNV, a la reciproca) y también sería necio no
reconocer que esta alianza no solucionaría de inmediato algunos de los costes
heredados de errores anteriores -que el PNV no puede resolver- sino que los
prolongaría, se quiera o no, por urgente que sea la presión para remediarlos,
pero lo que resultará difícil de explicar es que sea por este recurso
discursivo, sea recurriendo a Navarra, la izquierda abertzale eluda de entrada
siquiera intentar explorar con decisión una senda que podría situar con nitidez
a Euskadi a las puertas de ejercer su Soberanía y facilitar realmente una nueva
situación política y social.
En contraste, parece más bien
que lo que hay ahora mismo en Euskadi no es tanto una contraposición de
estrategias como una pugna entre tres o cuatro versiones de la
misma estrategia de la negociación, concretadas en una
serie de partidas de ajedrez múltiples a las que estarían jugando en
simultaneo, mirándose por el rabillo del ojo, los de Imaz, los de Egibar, los de
EA, los de Batasuna, los de Aralar y los del PSOE (y los de Madrazo viendo a
cual apuntarse sin riesgo de poder cambiarse en marcha de darse la necesidad);
contando cada uno en su juego con su respectivo adonde quieren ir,
hasta donde están abiertos a llegar y qué están dispuestos a
pagar y haciendo cábalas sobre el de los demas.
De entre todas, la más clara es
la actual estrategia del PSOE. Al contado o a plazos, su objetivo es reconducir
la situación vasca a lo que se conoce como "vía catalana" (que en
Andalucía, por cierto y por lo que nos toca, deberíamos ya empezar a
denominar como "vía española"), bajo el amparo, aquende el Ebro, de la
consabida referencia a la "España Plural". El artilugio -justificado
con las cursiladas habituales sobre 'transversalidades',
'diálogos y demás- que ya cuenta con el apoyo por adelantado de
Maragall, ERC, los postmodernos de IC y los de IU, se concretaría en una
relectura del Plan Ibarretxe mediante hibridación con el Plan López,
que diera lugar a una Reforma estatutaria con alguna ampliación de
competencias sin cuestionar la soberanía española (y el poder de Bruselas);
dejándole a Euskadi sus privilegios fiscales y aún otorgándole alguna
satisfacción nominal adicional. Esa sería, más o menos, la propuesta que
superaría los 2/3 del Parlamento vasco que Zapatero ha dictado como listón
mínimo para merecer su benevolencia, ciscandose de paso en la propia letra
estatutaria. Puestos a especular, puede que el paquete básico de
este diseño -con el PNV, pero sin la izquierda abertzale- admitiera que esos
diálogos se realizaran sea en sede parlamentaria, reabriendo comisiones o
ponencias; sea en mesa ad hoc, para terminar siguiendo el curso institucional
establecido según se pactara, tanto en Euskadi como en Madrid. La
autodeterminación, tras los consabidos tiras y aflojas, podría
reconvertirse, tirando de semántica, en algo así como el derecho a
decidir o algo por el estilo (o incluso podría llegarse a la
autodeterminación a la americana, como sinónimo de gobierno por
elecciones, aunque parece poco probable) colocándose en el preámbulo o en
sitio similar, siempre y cuando no incluyera ni la posibilidad de secesión
ni de autoorganización institucional ni de cuestionamiento o definición
nacional del orden económico-social ni mecanismo efectivo de aplicación. El
paquete especial -con el PNV y también la izquierda abertzale-
podría incluir además, previo acuerdo de disolución de ETA, primero el
acercamiento de presos y luego su excarcelación paulatina o quizá más y aparte
de lo dicho, puede que algún órgano de relación CAV-Navarra y puede también que
un referéndum en Navarra sobre un nuevo proceso estatutario compartido con la
CAV, con lo que el PSOE tendría expedito el camino hacia una mayoría triunfal en
las próximas elecciones españolas y Zapatero asegurada su pagina en la historia
como el Presidente español que terminó con ETA. Sea como fuere, nada
indica que el PSOE este dispuesto a regalar en ningún caso un reconocimiento
real de la Soberanía Nacional vasca ni que estos preliminares impliquen que
coloca todos los huevos en una única cesta. Al PSOE le interesa en todas las
opciones posibles, ganar tiempo para esperar a ver, por ejemplo, si
consigue o no en Galicia un Gobierno PSOE-BNG con el que reforzar su
posición estatal y también darle mayor cobertura y justificación
exterior a su administración del Tripartito catalán, en la perspectiva de
conseguir asegurarse el papel de beneficiario principal tanto del éxito como del
fracaso de estas formulas. La vinculación de los procesos vasco y catalán puede
incluso servir para el PSOE, de darse la coyuntura, como canal abierto de
transferencia mutua de justificaciones: Cataluña sería para Euskadi
ejemplo de realismo combinado con ventajas contantes y sonantes y de su
lado, Euskadi -merced a la venta de la hipotética desaparición de ETA-
justificante también del proceso español en Cataluña, ante las posibles
reticencias de otras naciones del Estado.
Es lógico adelantar que el PP
hará todo lo que este en su mano para dificultar este proyecto que de triunfar
le condenaría a la oposición por largo trecho y que lo haga especialmente en su
desarrollo en Euskadi, intentando que no prospere antes de llegar a Madrid.
Tampoco hay que descartar provocaciones que aprovechen la que parece en los
últimos tiempos notoria porosidad de ETA; reutilizada en ese caso del
nivel operativo al plano político para hacer estallar cualquier proceso u otros
múltiples imponderables.
Perspectivas
andaluzas
Dejando ya atrás y aparte las
especulaciones, conviene hacer ahora alguna recapitulación de principios
desde el punto de vista de la izquierda independentista andaluza.
Procede partir de una evidencia
que no por lógica está de más reiterar llegados a este punto. Somos
siempre andaluces; ni españoles ni vascos y es nuestra obligación pensar y
actuar en toda hora y condición en consonancia a esta definición.
El internacionalismo de la
izquierda independentista andaluza se constata y se concreta como ejemplo en su
demostrado y valiente apoyo histórico a la independencia de Euskadi, pero no se
extiende ni puede ni debe extenderse al sostén seguidista de las sucesivas
políticas que en Euskadi puedan adoptarse. La izquierda independentista andaluza
está obligada a tener posición propia también sobre Euskadi. El interés y el punto de vista de la izquierda independentista andaluza
sobre Euskadi (y sobre cualesquiera otros temas) no es ni puede ser exactamente
el mismo que el de la izquierda vasca porque somos dos naciones y dos
izquierdas distintas, ubicadas en realidades diferentes, aunque
objetivamente relacionadas a partir de compartir un enemigo común que se
llama España. Menos aún podemos siquiera dar pie a confundirnos ni de lejos con
ese pequeño sector marginal de la izquierda española que cíclicamente busca
aplausos en Euskadi, pero nunca olvida ejercer como española en Andalucía, por
ejemplo, al amparo de su bandera tricolor. El sucursalismo
político español en Andalucía es despreciable pero esta premisa no embellece por
reacción a ningún otro sucursalismo pretendidamente alternativo que pudiera
plantearse. Sólo servimos y debemos servir a Andalucía, que es como en nuestra
Nación se sirve a la Humanidad. No planteamos ingerencias, pero tampoco las
admitimos. Quien nos ignore de hecho como Nación y como sujeto y
nos considere como un mero terreno de juego no puede pretender ningún apoyo
político de nuestro lado. Deseamos y debemos desear contar con el máximo
posible de aliados y amigos por todo el orbe pero siempre en condiciones que
partan del reconocimiento real de nuestra dignidad como Nación y del respeto a
nuestros intereses en términos de estricta reciprocidad política y aún siendo
conscientes del diferente estadio de desarrollo e implantación de cada cual,
nunca debemos admitir supeditarnos a pretendidas realpolitiks que sirvan
intereses extranjeros.
Podemos entender y aún respetar
las decisiones ajenas pero esto no significa defenderlas o avalarlas ni
mecánica ni incondicionalmente y esto se aplica especialmente a cualquier
hipotética salida de lo que se conoce como conflicto vasco. No somos
yuppis progres de Madrid jugando a la resolución de conflictos sino
integrantes de un proyecto de Liberación Nacional y emancipación
social andaluza. Ejemplificando, no hemos tenido ni tenemos reserva
alguna en declarar nuestra oposición radical al modelo de derrota
vasca que ha propugnado el PP durante los últimos años, nefasto tanto para
Euskadi como para Andalucía. Pero esta posición no significa que asumamos por
reacción ni cualquier solución en general que pudiera acordarse para cerrar este
capitulo ni específicamente el modelo de Pacto Vasco-Español que inspira
hoy otras estrategias, porque ese resultado sería también negativo para los
intereses nacionales andaluces.
Queremos y deseamos el final de
la actuación de ETA porque nos parece, entre otras razones, profundamente
estéril y notoriamente contraproducente en cualquier escenario para el avance y
consecución de las demandas vascas y además un obstáculo adicional
para la izquierda de las otras naciones del Estado y particularmente para
Andalucía. No estamos dispuestos a confundirnos con los españolistas a la
hora de hacer pronunciamientos al respecto pero esto no implica atenuar en
nada nuestro rechazo de principio a toda actuación de ETA en nuestro país y
a considerarla, en su caso y sea cual fuere, como un atentado y un insulto
contra Andalucía como Nación.
Dadas nuestra historia y
nuestra forma de inclusión en el Estado español debemos combatir, especialmente
en esta coyuntura, dos errores simétricos -que aún en diferente proporción- se
dan entre nuestra izquierda social. Debemos seguir denunciando esa actitud tan
extendida que ve sólo fuera la responsabilidad de nuestra subordinación para
exculpar las complicidades sociales y políticas internas -que abarcan a
todo el arco parlamentario andaluz- en la perpetuación de nuestra dependencia y
que por mediación de lo que se conoce como "agravio comparativo",
devienen en españolismo de hecho. Pero igualmente debemos constatar que sería
erróneo ver sólo las traiciones de dentro sin unirlas a los intereses políticos
y sociales de fuera, que también coadyuvan a nuestra dominación por España y que
se concretan en propuestas que parten de nuestra discriminación y de ignorarnos
como Nación para facilitar acomodos ajenos a nuestra costa en una presunta
"España plural". Sea cual sean sus apellidos, vengan de donde provengan y
hablen la lengua que fuere, quienes así actúen, nos tendrán encarnizadamente
enfrente. Andalucía por sí, por su Pueblo y por la Humanidad, es y será
siempre nuestra respuesta y nuestra consigna.
Elecciones Parlamento Comunidad Autónoma
del PAÍS VASCO
PARTIDOS |
2005 |
VOTOS
|
% |
2001 |
VOTOS
|
% |
PNV/EA PSOE PP Izq.Abertzale EB-IU Aralar
|
29 18 15 9 3 1 |
463.873 272.429 208.795 150.188 64.931 28.001 |
38,6% 22,6% 17,3% 12,5% 5,4% 2,3% |
33 13 19 7
3 - |
604.222 253.195 326.933 142.784
78.862 - |
42,7% 17,9% 23,1% 10,1%
5,5% - |
Total Escaños: 75 - Escrutado: 100% - Participación: 69%
Campaña Elecciones Vascas
2005
Ejes de Discurso, Análisis y
Posicionamientos
Sugerencias
Ecuador. El pueblo ecuatoriano está en revuelta
contra el Gobierno felón del neoliberal y vendepatria Lucio Gutiérrez. Noticias
y comentarios en directo desde Ecuador, asequibles en Altercom
y en Indymedia Ecuador.
Historia y
Cultura Andaluzas. Iniciemos recorrido en
la Alhambra de Granada, un monumento
andaluz de impacto universal. En los sitios Alhambra de
Granada y Alhambra pueden
encontrarse guias e introducciones. Para un encuentro más intimo, detallado
y específico, Alhambra Poco a Poco. Ahora bien, para recrearse en una
visita virtual con maravillosas imagenes y cuidada documentación, hay que acudir
sin excusa al espacio de Ars Virtual, La Alhambra. De la sierra al valle, un palacio hermano
del alhambreño, nos espera para sorprendernos en Sevilla
en su Alcazar, otra joya construida tras la
Conquista por los conquistados para solaz de los conquistadores. Justo al
lado se situa la inmensa Catedral que tan propiamente se
describe en La Montaña Hueca y en la que tambien merece
la pena detenerse. Rio Guadalquivir arriba, hay que visitar la imponente Mezquita de Córdoba, que tantos
secretos encierra y tantos sueños provoca y complementarla con El
esplendor de los Omeyas cordobeses. Bajando hacia el
Mediterraneo nos encontraremos con la hermosa comarca de la Axarquia que se
describe con cariño en el Sitio Axarqiyya, para luego volvernos
al interior y gracias a su Ayuntamiento, hacer una visita virtual por la
renacentista Úbeda. Y luego, por hoy,
descansaremos. Otros parajes hermosos y rincones inolvidables de esta
Andalucía de mil matices nos esperan...
--oOo--
Solidaridad con Palestina
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Música de fondo: Sevillanas -
Hoy tengo ganas de ti
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