LA DIFICIL SITUACION DE LOS SUPERPRIVILEGIADOS
por Ray C. Stedman
El pasaje de Marcos que vamos a estudiar hoy nos presenta dos relatos
conocidos: el de Jesús bendiciendo a los niños y el relato del joven
dirigente rico. Marcos enlaza estos dos relatos, aunque los predicadores rara
vez lo hacen y normalmente los tratan en mensajes aparte, pero es de gran
ayuda cómo se enlazan estos dos incidentes, y cómo harán posible que entendamos,
de labios de Jesús mismo, lo que nos pueden hacer el dinero, las riquezas y
nuestro empeño por conseguir la abundancia. Comenzamos con el relato de la
bendición de los niños, que se encuentra en Marcos 10, empezando con el
versículo 13:
"Y le presentaban niños para que los tocase, pero los
discípulos los reprendieron. Al verlo, Jesús se indignó y
les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no les impidáis;
porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo que cualquiera que
no reciba el reino de Dios como un niño, jamás entrará en
él. Entonces tomándolos en los brazos, puso sus manos
sobre ellos y los bendijo."
Este pasaje ha sido llamado adecuadamente la Magna Carta de los niños, el
Decreto de los Derechos de los niños en todas partes del mundo, su derecho a
ser queridos y altamente valorados. A los grandes pintores les encanta pintar
esta escena y si tiene usted imaginación puede ver fácilmente aquella escena,
Jesús reuniendo a todos los niños a su alrededor, con un niño inquieto sobre
su regazo, una niñita que está modestamente a su lado, mirándole a los ojos y
otros agrupados a su alrededor, pidiendo a gritos su atención. Es una escena
preciosa, una que se ha convertido en una gran bendición para miles y miles
de niños alrededor del mundo, a lo largo de todos los siglos.
Quiero mencionar dos puntos de gran importancia en este relato, porque
quiero unirlo con el que viene a continuación. El primero es el hecho de que
Jesús reprende a los adultos en esta situación, es decir, a los discípulos.
Marcos da a entender que los discípulos estaban intentando proteger a Jesús,
impidiendo que los padres le trajeses a sus pequeños, pero cuando Jesús
lo vio, se indignó. De hecho, la expresión que se usa en el griego es mas
fuerte y dice que se puso furioso y reprendió seriamente a aquellos
discípulos. Les dijo: "no hagáis eso, deteneos. Dejad que los niños vengan a
mi, porque a ellos les pertenece el reino de Dios." No hay duda de que la
intención de los discípulos fue buena, como lo es con frecuencia la intención de
los adultos en relación con los niños, a pesar de que hicieron algo
equivocado. No comprendieron el punto relacionado con la vida de los niños y
eso era lo que estaba corrigiendo Jesús. Aquellos discípulos creyeron que
Jesús necesitaba protección de unos adultos torpes. De modo que le dice a los
adultos: "dejad que impedirles que se acerquen, dejad que vengan a mi. Quitaos
de su camino y dejad que vengan."
Esto es altamente significativo, porque indica que los niños han sido
creados para Dios. Es lo que está diciendo Jesús, que los niños y él están
hechos los unos para el otro. No se puede leer esto sin darnos cuenta de lo
atractivo que debía resultar Jesús para los niños. Ellos en seguida le
querían y deseaban estar con él. Esto nos indica muy claramente que es fácil ir
a Jesús cuando se es niño. El es quien ellos necesitan, por encima de las
demás personas. Los niños necesitan a Jesús mas que ninguna otra cosa y es lo
que él está diciendo. Lo que debiera preocupar a los adultos, en lo que a los
niños se refiere, es quitarse de en medio y dejarles que acudan a Jesús y no
poner impedimentos en el camino, ni obstáculos por su propio egoísmo, sino
dejarles ir a Jesús.
El segundo punto significativo en este pasaje son las cualidades infantiles
que Jesús dice que son absolutamente necesarias para poder entrar en el reino
de Dios: "cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás
entrará en él." No cuenta de modo elaborado en qué consisten esas cualidades
y deja que seamos nosotros los que las descubramos al fijarnos en los niños,
porque son algo que todo niño representa. Por muy diferente que sea el lugar de
donde procedan o por diferente que sea su raza o su cultura, todos los niños
tienen estas cualidades. Los comentadores se las han visto y se las han
deseado para adivinar cuáles eran, pero Jesús nos lo deja a nosotros el
intentar descubrirlas.
Yo soy un abuelo que siempre lleva tarjetas encima y últimamente he estado
haciendo una extensa investigación del tema, observando a mis nietecitos en
un esfuerzo por descubrir a qué cualidades se refería Jesús. ¡Quiero
presentarle las averiguaciones que he podido realizar mediante esta
investigación exhaustiva y agotadora! La primera y más evidente de la
cualidades de los niños es que son sencillos, pero no en un sentido
despreciativo. Lo que quiero decir con esto es que los niños básicamente no
tienen complicaciones y son elementales. Van derechos al grano y por eso es
por lo que pueden hacer preguntas tan sinceras. Si cogemos a un niño en
los brazos, es fácil que le mire a los ojos y le diga: "¿Por qué tienes esa
nariz tan grande?" Todos nuestros amigos adultos se las han arreglado para
eludir el tema durante años, pero el niño lo dice de golpe y porrazo, sin
ningún problema, yendo derecho al grano. No se andan por las ramas ni hay
pretensión alguna en ellos, sino que son francos.
Esto es algo que se aplica a todos los aspectos de su vida. Cuando sus
necesidades físicas son imperiosas, lo que quieren es que se las solucionen
de inmediato. Quieren comer cuando tienen hambre, quieren dormir cuando
tienen sueño y lo harán sin importarles quién pueda estar en la casa ni lo
que esté sucediendo. Si quieren hacer sus necesidades, las hacen. En el ámbito
del alma, cuando necesitan cariño, vienen a ti y busca tu afecto, dando a
conocer sus necesidades. Tienen una mente curiosa y saben expresar muy bien
su sentido de fascinación. Un día vi a una madre que iba arrastrando a su
hija por la calle. La niña había visto un pedazo de mica que brillaba sobre
una piedra y se detuvo a cogerla. "¡Mamá, mira! ¡Hay estrellas en la piedra!"
La madre la agarró por el brazo y le dijo: "Venga, vamos, no tenemos tiempo
para eso." Ese es el sentido de la fascinación y de lo misterioso en los
niños y eso es lo que quiso decir Jesús. Un espíritu infantil es aquel que
capta esta franqueza elemental.
Y resulta maravillosamente fácil enseñar a los niños. Todos los niños
quieren aprender y están dispuestos a dejarse guiar. Los niños reconocen su
necesidad básica de ayuda e instrucción y están completamente abiertos, son
dúctiles y fáciles de moldear. Esto es característico de los niños y es lo
que quiso decir Jesús. En tercer lugar, todos los niños son obedientes
por naturaleza. Puede que algunos de vosotros padres digáis que a todo hay
una excepción y lo sé, pero eso es debido a que les habéis enseñado lo
contrario porque los niños se muestran sensibles por naturaleza y responden a
lo que les enseñamos. Son confiados y lo ponen de inmediato en práctica. No
demoran, no esperan, no dicen: "tengo que pensármelo un rato" como lo hacen
los adultos. Si les decimos algo o ven algo o han aprendido algo, lo han sin la
menor demora.
Estas son las características a las que se refería Jesús. El nos dice que
son esenciales para entrar en el reino de Dios. Cuando nos preocupan nuestras
necesidades básicas y escuchamos lo que enseña Jesús y entendemos lo que dice
acerca de nosotros y acerca de él, si respondemos de inmediato y de todo
corazón, la puerta del reino de Dios está abierta de par en par
para nosotros, no solo para entrar por ella inicialmente, sino para crecer y
desarrollarnos y para que podamos ser cabales, estar fuertes y sanos. Esto es
lo que subraya Jesús mediante esta imagen preciosa de las cualidades
semejantes a las de los niños. Pero continuemos con la historia, como lo hace
Marcos, para examinar el incidente que tiene lugar inmediatamente después:
"Cuando salía para continuar su camino, un hombre vino
corriendo, se puso de rodillas delante de él y le
preguntó: --Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?
Pero Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno es
bueno, sino solo uno, Dios."
Este es el incidente al que normalmente nos referimos como "la historia del
joven gobernante rico" porque Lucas y Mateo nos dicen que este joven era muy
rico, que era un gobernante, un aristócrata. ¡Qué escena mas asombrosa! Este
joven aristócrata, brillante, atractivo, que viene y se arrodilla a los pies
de aquel maestro campesino de Galilea. Fijémonos en la pregunta con la que se
presenta: "Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?" Es
evidente, basándonos en sus palabras, que el joven acababa de escuchar a
Jesús y que estaba presente cuando Jesús respondió a las preguntas que le
hicieron los fariseos acerca del divorcio y que vería a Jesús bendecir a los
niños y reprender a los discípulos, diciéndoles que era preciso que se
volviesen como niños para poder entrar en el reino de los cielos. Algo despertó
en el corazón de este joven al escuchar y cuando Jesús se dispone a marcharse
viene a él corriendo. Arrodillándose ante él, le dice de hecho: "está bien
¿cómo? ¿Cómo se puede entrar en el reino? ¿Qué tengo que hacer para heredar
la vida eterna?" No es posible leer esto sin darse cuenta de que este joven,
quienquiera que pudiera ser, poseía por lo menos la primera de
aquellas cualidades que Jesús había dicho que era preciso tener para entrar
en el reino. Fue directamente al grano y se expresó con sinceridad, fue de
inmediato y no se anduvo con rodeos. Su sentido de la necesidad se había
despertado y no esperó, sino que preguntó de inmediato: "Señor, ¿qué es lo
que debo hacer?"
Fijémonos en la respuesta de Jesús: "¿Por qué me llamas "bueno"? Nadie es
bueno, solamente Dios." Muchos se han sentido intrigados por el motivo por el
que Jesús le hablo de ese modo a aquel joven. Algunos de los comentadores más
liberales han dicho que esa es una de las claras ocasiones en las que Jesús
negó ser Dios. Su argumento es el siguiente: Jesús dice: "¿por qué me llamas
bueno? Nadie es bueno, solo Dios." Al preguntar ¿por qué me llamas bueno? está,
de hecho, negando que él es bueno. "No me llames bueno, yo no lo soy, solo
Dios es bueno y yo no soy Dios." Este es un enfoque que se puede adoptar con
respecto a estas palabras.
Pero es igualmente válido como afirmación de la deidad de parte de Jesús.
Lo que realmente le está diciendo al joven es: "Escucha, ¿por qué me llamas
bueno? ¿Qué quieres decir con bueno? Si entiendes lo que quiere decir bueno,
entenderás que solo Dios es bueno. Por lo tanto, si me llamas bueno, debes
entender que me estás llamando Dios." Esto resulta una
interpretación igualmente válida y encaja sin duda con el resto de las
declaraciones de las Escrituras con respecto a Jesús y lo que afirmaba acerca
de sí mismo.
De modo que es aparente que está interrogando al joven, intentando ver si
está dispuesto a investigar y a aprender, en otras palabras, si es una
persona que se deja enseñar o no. Ya ha demostrado la cualidad de la
franqueza elemental y sin complicaciones. Vino de inmediato con la pregunta
que tenía en su corazón, vino corriendo y se arrodilló delante de él, con el
corazón abierto y buscando. Jesús le dice entonces: ¿Estas dispuesto a que te
enseñe? ¿Estás dispuesto a investigar y a meditar en las cosas?" Y entonces
le pone a prueba con respecto a la cualidad final: "¿eres obediente?" El
versículo 19 dice:
"Tú conoces los mandamientos: no cometerás homicidio, no
cometerás adulterio, no robes, no des falso testimonio, no
defraudes, honra a tu padre y a tu madre."
"¿Qué te ha dicho Dios? ¿Has obedecido? ¿Eres
obediente?" La respuesta de aquel joven es preciosa y la
da sin dudar ni por un momento:
"Maestro, todo esto he guardado desde mi
juventud."
Hemos de darnos cuenta de que Jesús no le dice: "bueno, me debes de estar
ocultando algo. No lo creo." No implica para nada que el joven le estuviese
mintiendo ni que se estuviese engañando a sí mismo, en modo alguno. Parece
aceptarla, estar satisfecho con la respuesta del joven. No es de sorprender
que Marcos continúe diciendo: "he aquí un joven de corazón abierto,
maravilloso, moral, excelente. Observándole Jesús y oyendo sus respuestas, le
amó porque tenía las cualidades que hacen posible entrar en el reino, pero
tenía algo más que decirle, en los versículos 21 y 22:
"Entonces al mirarlo Jesús, le amó y le dijo: --Una cosa
te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los
pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme. Pero él,
abatido, por esta palabra, se fue triste, porque tenía
muchas posesiones."
Jesús está diciéndole: "tienes las cualidades necesarias
para entrar en el reino, eres sencillo y sincero, eres una
persona que se deja enseñar y eres obediente. Es decir, lo
has sido. Veamos ahora cuánto has retenido de esas
cualidades. ¿Hasta qué punto eres obediente ahora? ¿Hasta
dónde estás dispuesto a llegar en cuanto a aplicar lo que
sabes que es verdad? Una cosa te falta: anda, vende todo
lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el
cielo y ven y sígueme."
Hay un cierto humor irónico en la reacción del joven: abatido, por esta
palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones." ¿Se marcharía usted
sintiéndose triste por tener muchas posesiones? ¿Si acabase usted de ganar
50.000 dólares en un programa de televisión se marcharía apesadumbrado? No,
se sentiría usted muy contento. Pero aquel joven se marchó triste porque
tenía muchas posesiones. ¿Por qué? La respuesta es que se daba cuenta de que
no podía servir a dos señores. Jesús había llegado, de esa manera tan
maravillosa que tiene él de hacer las cosas, al fondo mismo del corazón de
aquel joven, llegando hasta lo más profundo de su espíritu y le había
demostrado que el joven era propiedad de otro dios. Aquel joven, que tenía
todo lo que el dinero, el poder y la juventud podían darle, había querido, sin
embargo, algo más importante. Lo vio, vislumbró un destello y lo quiso, quiso
la vida eterna no el sencillo hecho de vivir para siempre, sino una calidad
de vida que sabía que le faltaba, un vacío en su espíritu que no podía
llenar, pero sabía que aquello podía llenarlo y lo deseaba. Pero se
entristeció porque también supo, al escuchar las palabras de Jesús, que tenía
que renunciar a lo otro para tener esto porque no podía tener las dos cosas.
Por eso es por lo que se marchó triste, porque tenía muchas posesiones.
Como sabe usted, no creo que ese sea el final de la historia. Esto lo dije
en el mensaje inicial en estos estudios de Marcos. Estoy convencido, por
varias indicaciones de las Escrituras, de que el joven era el propio Marcos.
Solo Marcos nos dice que cuando Jesús vio a aquel joven le amó. ¿Cómo podía
Marcos saber eso a menos que Jesús se lo hubiese dicho? Y Marcos
era realmente un hombre muy rico, un aristócrata, miembro de la clase
gobernante de Israel. Encaja perfectamente en esta imagen y solo Marcos nos
cuenta el caso del joven que huye de la escena del arresto de Jesús, dejando
sus ropas tras de sí, en manos de los soldados y sale corriendo desnudo
perdiéndose en la noche. Si fue realmente Marcos, debió de llegar un momento en
el que aquel joven, sopesando lo que había dicho Jesús, comprendió que estaba
poniendo en la balanza sus comodidades terrenales y la riqueza que poseía
comparándolas con la vida eterna, la importancia y el valor de su alma tanto
en el presente como en la eternidad y entendió que estaba renunciando a
satisfacer todas las cosas profundas de su condición de hombre a cambio de
aquellas riquezas mezquinas y decidió dejarlo todo y obedecer a Jesús. Lo regaló
todo y no se quedó mas que con una túnica, vino y siguió a Jesús. Y por eso
es por lo que escribe este Evangelio. Esta es una especulación mía, no es lo
que enseña la Escritura. Es mi propio punto de vista y puede que usted no
esté de acuerdo con él y no hay problema.
Pero nuestro Señor recoge este incidente y nos enseña algunas cosas acerca
de la afluencia en el relato que sigue:
"Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus
discípulos: --¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de
Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron por sus
palabras; pero Jesús, respondiendo de nuevo, les dijo:
--Hijitos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios.
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar
en el reino de Dios. Pero ellos quedaron aún más atónitos
diciendo entre sí: ¿Y quién podrá ser salvo? Entonces
Jesús, mirándolos, les dijo: --Para los hombres es imposible; pero
no para Dios. Porque para Dios todas las cosas son
posibles."
Esa declaración que hace Jesús es realmente asombrosa. En ella destaca dos
cosas. El primero es el terrible peligro de las riquezas, de la abundancia,
de intentar volverse rico y de enamorarse de las cosas que puede adquirir el
dinero. Eso, nos dice, hace cosas espantosas al alma. La mayoría de nosotros,
si no abiertamente al menos en secreto, sentimos envidia de los ricos.
Desearíamos tener dinero, nos decimos a nosotros mismos. Pero, con todo y con
eso, si pudiésemos entender lo que está diciendo Jesús, no nos sentiríamos de
esa manera, sino que sentiríamos lástima de ellos. Creemos que son unos
superprivilegiados, pero Jesús dice que son unos desamparados. Son personas
que se ven privadas y son muchas las cosas que se pierden por causa de las
que ya tienen. De modo que Jesús nos habla de el terrible peligro de
la riqueza. Nos dice que "es imposible al rico entrar en el reino de Dios."
No escatimemos palabras. Jesús lo dice de un modo muy contundente y claro,
haciendo uso de una metáfora muy gráfica. Dice: "Más fácil le es a un camello
pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Sé
que algunos comentaristas intentan suavizar esto explicando que "el ojo de la
aguja" se refería a una pequeña verja, de unos dos metros de altura, que se
encontraba en la muralla de Jerusalén y que si se retorcía y ondulaba el
camello podía arreglárselas para pasar por ella y eso es lo que está diciendo
Jesús aquí. No encuentro demasiada evidencia en este pasaje que apoye esta
idea. Pero intente usted imaginarse a un enorme camello, con sus jorobas,
intentando apretujarse para poder pasar por el ojo de una aguja y verá la
imagen que vieron los discípulos de Jesús. Ellos le interpretaron
correctamente. Jesús les está diciendo: "Es imposible" y eso era lo que
también ellos pensaban. Dijeron: "Entonces ¿quién podrá salvarse? ¿Qué rico
conseguirá jamás ser salvo si eso es lo que le hacen las riquezas a las
personas?" Y Jesús lo admitió: "Es imposible para el hombre."
¿Por qué es imposible? ¿Qué es lo que hace el dinero, la riqueza y la
abundancia como para hacerlo imposible? Es evidente, basándose en el
contexto, que las riquezas, el dinero y la abundancia tienden a destruir las
cualidades que es preciso tener a fin de poder entrar en el reino de Dios.
Destruyen esa inocencia infantil de la vida y nos damos cuenta de por qué.
La riqueza crea una preocupación por los valores secundarios. A los ricos no
les preocupa de dónde saldrá su próxima comida, les preocupa el gusto que
tendrá y cómo será el ambiente en que la coman. A los ricos no les preocupa
si tendrán un tejado sobre sus cabezas ni ropa que ponerse, lo que les
preocupa es la moda, el estilo, la decoración y si van o no a la moda. No
les preocupa si están adorando a Dios como debieran o no, sino que les
preocupa estar en un edificio grandioso, que les complazca desde el punto de
vista estético. Las riquezas hacen que la preocupación pase de lo elemental y
de las cosas necesarias a las cosas secundarias. Esto destruye la sencillez
de la vida. Es por lo que se ha producido una revolución entre la juventud de
este país, que se han levantado para denunciar el materialismo y su énfasis
sobre otros que no son los valores básicos. Los jóvenes han clamado a gran
voz: "¡Abajo la institución! ¡Ya no la queremos! Queremos volver a la vida
sencilla, a las cosas naturales" porque la riqueza destruye la sencillez.
Además, la riqueza destruye la capacidad de aprender. ¿Se ha dado usted
cuenta de que algunas personas muy ricas parecen ejercitar un poder que no
tienen realmente en sí mismas? Si se les quitasen sus riquezas parecerían
simplones, casi retrógrados, pero debido al poder, al dinero y al hecho de
que pueden hacer que las personas hagan todo lo que ellas quieran, con
frecuencia se dejan engañar y creen que son sabias e inteligentes cuando la
verdad es que no lo son. No pretendo despreciar a todos los ricos, pero la
riqueza destruye un espíritu moldeable, que se deja enseñar, porque crea una
falsa sensación de poder y de autoridad. El hombre que tiene poder gracias a
su riqueza comienza a sentir que debería ser él el maestro. No tiene
necesidad de aprender ¡porque ya se lo sabe todo! Esto hace que sea
arrogante, indiferente e insensible a las necesidades de otros por causa del
aislamiento y por falta de interés. Esto es con frecuencia característico de
los ricos. Posiblemente no tengan intención de ser de esa manera, pero eso
es lo que hace el dinero. Es algo que está podrido y seco, que corroe la
sencillez de la vida y la sensibilidad del corazón, alejando a las personas
de las realidades de la vida.
Finalmente, la riqueza esclaviza gradualmente a aquellos que se aferran a
ella. Crea una cada vez mayor dependencia de la comodidad, de la "buena vida"
hasta que llega un momento en que las personas no pueden renunciar a ella.
Sus posesiones se han apoderado de esas personas. Como una droga que crea
hábito, se vuelven adictos a las cosas, adictos al confort y a la vida fácil.
Por lo tanto, destruye su espíritu de sensibilidad, que está dispuesto a seguir
la verdad siempre que es revelada. Eso era lo que le estaba pasando a aquel
joven rico. Estaba casi perdido, porque estaba cautivado de tal manera, ya en
su juventud, por el terrible poder de las riquezas acerca de las cuales habló
Jesús, llamándolo "el engaño de las riquezas" que crean una ilusión que no es
real, haciendo que las personas se crean ser lo que no son, de tal manera
que cuando se enfrentan con la verdad están atadas y no se pueden liberar y
son esclavas impotentes de todas sus propiedades.
Por eso es por lo que Jesús dijo que para el hombre era imposible. Esta es
la nota de la gracia y este es el segundo hecho que destaca. Para los hombres
es imposible, pero no para Dios. El puede romper esa esclavitud a las
riquezas y en ocasiones lo hace. Uno de los pastores que nos está visitando
esta semana me estaba contando acerca de su congregación. Me dijo: "En
mi congregación tenemos una cuantas personas ricas y me preocupan porque"
según sus palabras "se ocupan superficialmente del Cristianismo" y con
frecuencia esto es cierto. He oído de muchos cristianos que son ricos y me
encuentro con que pocos son los que realmente se entregan de lleno y obedecen
a la Palabra de Dios. Muchos de ellos siguen solo hasta cierto punto. Gracias
a Dios que hay unos pocos que obedecen y Dios les ha tocado. No sé cómo
lo hace, pero sólo Dios puede hacerlo. Puede llegar hasta ellos y en
ocasiones lo hace. A veces les hace sentir un profundo desagrado por las
cosas y hace que sean conscientes del vacío y el hambre que hay en su
interior, de tal modo que pierden todo interés por los asuntos relacionados
con los negocios, la riqueza y el dinero y, se dan cuenta de la burla que es el
vacío producido por el dinero, y entonces comienzan a investigar las
realidades de la vida. En ocasiones hay personas que han tenido que sufrir
catástrofes, estar a punto de perder a su familia, o ponerse enfermos, o les
sucede algún otro desastre antes de que empiecen a ver las cosas en su debida
perspectiva y de que vengan a Cristo de ese modo. Yo podría contarle a usted
una historia tras otra acerca de cómo Dios ha tenido que obrar para abrirles los
ojos a hombres y mujeres ricas para que volviesen a la verdad, y para
enseñarles el único camino que él ha provisto.
¿Y no es interesante que si un rico viene a Cristo, debe de hacerlo de la
misma manera que lo hace el pobre mendigo o el chico en la cárcel! Tiene que
reconocer su absoluta y vital necesidad, venir como un pecador culpable,
desgraciado y miserable y recibir el don de la vida de manos de Jesús desde
la cruz. No hay ninguna otra manera de venir, ¡ningún otro camino! También
los ricos tienen que venir de ese modo. No se ha provisto una manera especial
para ellos, a excepción de la que Dios ha establecido para todos.
En contraste con esto, nuestro Señor explica lo que les sucede a aquellos
que le sirven:
"Pedro comenzó a decirle: --He aquí nosotros hemos
dejado todo y te hemos seguido. Jesús le dijo: --De cierto
os digo que no hay nadie que haya dejado casa o hermanos,
o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos por causa
de mí y el evangelio, que no reciba cien veces más ahora
en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y
campos, con persecuciones y, en la edad venidera, la vida eterna. Pero muchos
primeros serán los últimos y los últimos serán los
primeros."
La clave de este pasaje es la última frase. "Muchos primeros serán los
últimos y los últimos serán los primeros." ¿Qué es lo que está enseñando
Jesús por medio de estas palabras? ¿Nos está diciendo que si tenemos dinero y
riqueza, primero tenemos que deshacernos de ello, como lo hizo en este caso
el joven gobernante rico?
¿Tenemos, de hecho, que deshacernos de nuestra fortuna y pronunciar un voto
de pobreza para poder servir a Cristo? El pasaje ha sido interpretado de esa
manera. Durante cientos de años en la iglesia cristiana, casi desde finales
del primer siglo, hombres y mujeres lo han entendido de ese modo.
Pronunciaron un voto de pobreza, entregaron todo cuanto tenían y se convirtieron
en frailes, en monjas y en ermitaños. Algunos entregaron absolutamente todo y
fueron por ahí como mendigos, pero ¿significa eso que fueron verdaderamente
obedientes y que cumplieron lo dicho en este pasaje?
"No", Jesús está diciendo que "muchos de los que son los primeros, en
aparentemente renunciar a las cosas, al final serán los últimos." Jesús no se
está refiriendo a las cosas externas. Hay testimonios mas que de sobra de la
historia de la iglesia a este efecto, que no puede ser eso a lo que Jesús se
está refiriendo, porque con frecuencia esta práctica no ha producido ni siquiera
la semejanza de la espiritualidad. Está hablando, mas bien, acerca de las
actitudes que tenemos en relación con las cosas. Esa es la clave, una actitud
en la que se da por sentado que estas cosas no se nos han dado para nuestro
beneficio exclusivo, no para que podamos tener un coche más grande o una casa
mejor o un lugar en el campo o una barca de lujo, o lo que sea. No es ese
el motivo por el que se nos da el dinero. El dinero nos ha sido dado con el
propósito de que lo invirtamos, de que lo empleemos para el progreso de la
obra de Aquel que nos lo dio. Nosotros somos mayordomos de los negocios de
Dios, mayordomos de las cosas que nos han sido confiadas. Y algún día todos
nosotros tendremos que rendir cuentas de la manera en que lo hemos usamos
todo. Ahora bien, usar cierta cantidad para disfrutarlo y para nuestro placer,
está bien. Pero no es ese el único propósito, también es para el progreso de
Su obra.
¡Si adoptamos la actitud de que las cosas que Dios nos ha dado le
pertenecen a él y no a nosotros, entonces si nos las quita no debemos
sentirnos molestos, porque no eran nuestras para empezar! Y si él nos las
quiere quitar y usarlas en otra parte, eso es asunto suyo. Esa es la actitud
acerca de la cual está hablando Jesús.
Y él nos dice que si realmente es esa la actitud que tenemos respecto a
nuestras posesiones, descubriremos que no podemos renunciar nunca a nada, sin
que Dios nos las restaure abundantemente, en los mismos términos que
renunciemos a ellas, en un cien por ciento.
Ahora bien, esto es mas que un cien por ciento, como cualquier matemático
podría decírnoslo. El cien por ciento querría decir que nos devolvería
exactamente la cantidad que nosotros le entregamos. Pero no es eso lo que
dice Jesús, sino que dice cien veces mas a cambio. Eso quiere decir que por
cada cosa a la que nosotros renunciemos, nos dará cien veces más a cambio. No
sé de qué modo se puede expresar esto en términos de porcentajes. A mi no se
me dan tan bien las matemáticas, pero ¿de qué modo se cumple esto?
Si está usted dispuesto a tomarse las cosas con moderación, se encontrará
con que las personas le abren las puertas, que otros hermanos le darán cosas
que puede usted usar y no tendrá usted que pagar impuestos o alquiler ni
nada. Tendrá usted hogares y familias y barcas y viajes de placer que le
ofrecerán por amor a Dios mismo, por medio de la amistad y las relaciones
con otros cristianos. Yo me he encontrado con que esto es cierto.
Claro que también Jesús nos promete persecuciones y las coloca justo en el
centro del pasaje como si fuese una de las ventajas. Y lo es, porque el Señor
dice que tendremos la clase de enemigos que debemos tener también. Durante el
escándalo del Watergate, había personas que consideraban un cumplido estar en
la "listas de los enemigos" de Nixon. Lo consideraban como algo que favorecía
su reputación y les complacía que las personas de la administración
se opusieran a ellas. Es decir, lo que está diciendo Jesús es que nuestros
enemigos serán los que deben ser y se convertirán en algo que favorecerá
nuestra reputación. Nos alegraremos de tener esa clase de enemigos, y de que
nos persigan, porque será para nuestro propio beneficio.
Cuando entendemos esto, qué gran diferencia hace en nuestra vida, el ver
las cosas con moderación por amor a su nombre y comprender que Dios nos ha
hecho responsables de cosas no para que nos complazcamos a nosotros mismos,
sino para que podamos hacer que progrese la causa que El nos ha encomendado.
Uno de estos días, nos dice, todas las fachadas, las apariencias y las
excusas quedarán al descubierto. Y muchos que están los últimos,
que aparentemente no han renunciado a mucho, pero por haber tenido la actitud
correcta con respecto a las posesiones, serán los primeros. Y a muchos que
aparentemente han renunciado a muchas cosas, y que se han ganado una
reputación como personas que han hecho sacrificios por la causa de Cristo, se
les dirá que ocupen el último asiento, porque lo cierto es que no
han renunciado a mucho.
Quiero acabar este mensaje sencillamente leyendo las palabras de Pablo en
1ª de Timoteo 6, que son realmente una exposición de las palabras de nuestro
Señor en Marcos:
"A los ricos de la edad presente manda que no sean
altivos, ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las
riquezas, sino en Dios quien nos provee todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas
obras, que sean generosos y dispuestos a compartir,
atesorando para sí buen fundamento para el porvenir, para
que echen mano de la vida verdadera." El hombre que aprende a usar
el dinero para ese propósito ha aprendido cómo ser pobre
en espíritu, para que pueda ser rico en su mayordomía.
Oración
Padre te damos gracias por esas palabras escrutadoras,
de labios de Jesús. Vemos una vez mas que nos entiende
completamente, lo bien que nos conoce. Pedimos que seamos
sensibles a este mundo, Señor, que como niños pequeños obedezcamos a la verdad,
que no hagamos un mal uso de ella ni demoremos nuestra
respuesta a ella, que no busquemos excusas ni nos
justifiquemos nuestras actitudes equivocadas, sino que las
corrijamos rápidamente y, como ese magnífico joven, que
acudamos corriendo y nos arrodillemos a los pies de Jesús,
dispuestos a renunciar a todas nuestras posesiones y volvamos
a dejarlas en las manos de Aquel a quien le pertenecen y
que le sigamos. Lo pedimos en su nombre, amen.
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