No quiero que me
quiten la esperanza...
No quiero que la
gente de mi país sufra por tantas cosas,
no permitiré que el
caos se apodere de mi ser,
porque eso
justamente es lo que algunos están buscando...
No quiero que mi
gente sucumba ahogada por el agua
los unos y por los
indicadores económicos, la miseria y la marginación casi
todos...
Quiero aportar mi
corazón desde este lugar para que todos sepan
que sufro por ellos
y con ellos,
pero que no podrán
con mi esperanza,
porque no la
deposité en un banco ni compré títulos de la deuda
pública.
No, mi esperanza
está en el verde de los campos que todavía
se ven y en la
lucha de esa gente que defiende con su vida su lugar en el mundo para que no
sea devorado por las aguas...
Mi esperanza no la
tiene ningún político, sindicalista o lo que fuere...
Mi esperanza es mía
y la deposito donde quiero. Sin caprichos pero con convicción. Con Caridad,
que es una de las formas más sublimes del Amor. Con afecto, ternura, bronca y
tristeza por no poder hacer otra cosa que escribir...
Tengo esperanza en
la solidaridad que construye murallas contra el agua, que le da de comer a los
pobres hambrientos, que ayuda por ayudar, porque simplemente es honrar la
vida, tengo esperanza en los diez mil adolescentes que debieron abandonar sus
carreras
porque sus padres
con los campos bajo agua no pueden costearle sus estudios
universitarios,
tengo esperanza en
que ellos hallarán el camino para salir de la exclusión a que los somete el
sistema...
Tengo esperanza de
que los queridos viejos puedan seguir comprando sus medicamentos, teniendo
internación en los centros de salud y alguna vez, un salario
digno...
Quiero creer que
todos tendrán trabajo algún día...
Y a cada necesidad
se agrega otra esperanza...
Es mi deseo y
voluntad el que no me la roben.
(c) Juan José
Mestre.