Dar y
recibir, conforma el circuito natural que confluye en el Universo. Dar sin
condiciones, libremente, sin pensar como reciben los demás. Sin controlar los
resultados de la vida, es permitirse recibir plenamente a través de los demás,
-pues al ser receptivo, el circuito del amor se completa-.
Tener confianza
en los procesos de transformación que obran en nuestra vida, es entender que
siempre estamos en brazos de lo divino, y no importa como aparezcan las
circunstancias. La confianza primordial, es elegir de momento en momento, qué
hacer, sin garantias y desde ese lugar, sabemos que no hay errores, sólo
aprendizaje, dones y procesos de crecimiento en camino a la entereza. El amor
ES. No es dado ni recibido, sino Descubierto y Permitido.
Al iniciarnos
en el camino de regreso al Maestro, somos nutridos y acompañados en el
desarollo. Tener el tiempo para darnos cuenta, nos otorga la posibilidad de
encontrar las respuestas a lo que queremos saber, para conectarnos con el
interior de cada uno, -ya que la información está dentro y no
fuera-. En muchas ocaciones tenemos la tendencia a quedar latentes,
buscando ser protegidos y vulnerables, con ganas de quedarnos a salvo en
detrás del caparazón de la fantasía. Pero estamos germinando y a su vez,
aprendiendo a utilizar la luz para florecer. Aquí estamos para romper con la
coraza de las viejas estructuras y creencias, que nos daban seguridad en otro
tiempo. Somos la tierra receptiva, y como hijos de la misma, ella está
en cada una de nuestras células.
Augusto Eloy Almagro
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