Asunto: | [brisasrenovadoras] como vivimos la autenticidad | Fecha: | Domingo, 18 de Marzo, 2007 22:54:09 (-0300) | Autor: | marias carla sobral <mariascarlas @.........ar>
|
Cómo Vivimos la Autenticidad Todo esto parece un poco algo así como
un sueño, en unos tiempos en que estamos viviendo en un mundo lleno de
reglamentos, lleno de obligaciones. Hoy casi no se conoce la autenticidad, e
incluso sabemos que no es posible o tal vez deseable esa autenticidad. Desde
jóvenes se nos ha educado, no tratando de que nosotros descubriéramos lo que
somos en nosotros mismos, sino valorándonos siempre en función de nuestras
actividades, de nuestro rendimiento, siempre en comparación con los demás. Tanto
es así que prácticamente éste parece, a simple vista, el único modo de
conocernos: yo soy bastante honrado (bastante es un término comparativo); yo soy
muy activo, yo soy más rico, yo soy muy emprendedor. Más, menos, es decir,
siempre en relación con algo. En todo momento nos estamos definiendo respecto a
los
demás. Se nos ha dicho que un ser humano vale lo que es capaz de hacer, vale el
valor que se le da, y, como este valor depende de su éxito, de su prestigio, de
su valoración social, esto ha hecho que nosotros, desde pequeñitos, nos apoyemos
en querer que los demás nos juzguen bien, nos valoren, en que estemos siempre
pendientes de estos esquemas de valoración social. Y, así, organizamos nuestra
conducta, nuestros valores, y estimamos a las personas según que nos valoren,
que nos reconozcan más o menos. Estamos viviendo en virtud de una valoración
comparativa constante. Nunca se nos ha valorado, nunca se nos ha educado para
que nosotros tratemos de descubrir qué somos nosotros mismos, en nosotros
mismos, por nosotros mismos. De este modo, nos sentimos satisfechos cuando
nuestro valor queda afirmado, confirmado, aceptado o reconocido por los demás,
y nos sentimos insatisfechos cuando no se nos reconoce, cuando se nos critica.
Tanto es
así que, si unos nos valoran y otros nos critican, llega un momento en que no
sabemos si valemos o no; estamos a merced de nuestra cotización social. Y esta
necesidad de aparecer de un modo, para merecer unos juicios determinados, nos
aleja cada vez más de nuestra posibilidad de ser. Hemos de cuidar las
apariencias ante los demás y ante nosotros mismos. Cuando uno hace algo que va
en contra de su valoración exterior, uno mismo se siente indispuesto, uno mismo
se siente deprimido. Estamos tan pendientes de esta valoración que hemos hecho
de nosotros mismos, del yo triunfante, del yo victorioso que, cuando algo de
nuestra experiencia contradice esa valoración, nos sentimos disminuidos; vivimos
más en nuestra idea que en la experiencia genuina que podamos tener de lo que
uno realmente es. Hemos trasladado nuestra vida desde un plano vivencial directo
a un plano de interpretación intelectual constante. De este modo estamos
edificando
un sistema de valores completamente falso, completamente artificial, que nos
aleja de nosotros mismos. Se ha llegado a decir que esto es inevitable, que esto
es lo normal, lo natural, y que las cosas son de este modo y hay que seguir el
juego y nada más Desconozco el autor
Preguntá. Respondé. Descubrí.
Todo lo que querías saber, y lo que ni imaginabas,
está en Yahoo! Respuestas (Beta).
Probalo ya!
|