Asunto: | [brisasrenovadoras] MADAME BUTTERFLY | Fecha: | Martes, 20 de Marzo, 2007 09:13:02 (-0300) | Autor: | marias carla sobral <mariascarlas @.........ar>
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Opera en tres actos (1904) - Libreto de giuseppe giacosa y Luigi
Illica sobre el drama "Madame Butterfly" de David Velasco  Pinkerton, un
oficial de la marina norteamericana, aprovecha su estada en Nagasaki para
dedicarse a una "aventura oriental". Una mujer, lo mismo que una casa, podía ser
arrendada allí, según las leyes fiscales, por el término de 999 años, pero el
adquirente se reservaba el derecho de rescindir el contrato, quedando la esposa
tan libre como el marido. En virtud de esa facilidad, Pinkerton decide cambiar de
estado, instalándose transitoriamente en el Japón... Cio-Cio-San, una geisha de
quince años a la que conoce con el nombre de "Madama
Butterfly" (Señora mariposa) ha interesado al marino. Por intermedio de Goro,
un comisionista en esta clase de transacciones, Pinkerton adquiere así casa y
esposa, olvidándose temporariamente de que tiene una novia en los Estados Unidos.
Se inician los preparativos de la fiesta nupcial, mientras Pinkerton y Sharpless,
cónsul americano en Nagasaki, esperan la llegada de la esposa. Sharpless aconseja
al marino que desista de su propósito, ya que de ello podrían derivar dolorosas
consecuencias... Poco después vuelve Goro anunciando la llegada de Cio-Cio-San,
quien aparece acompañada por sus amigas, proclamándose la mujer más dichosa de la
tierra. Butterfly entabla conversación con Sharpless, a quien relata
brevemente su historia. Mientras van llegando los familiares, la joven extrae de
un cofre algunos objetos personales que muestra ingenuamente a Pinkerton; entre
ellos se encuentra un puñal de samurai, con el cual el padre de Cio-Cio-San se
diera muerte
por haber caído en desgracia ante el Emperador. Butterfly confiesa a Pinkerton
que para serle más grata aún ha adoptado su religión. Goro ordena silencio y acto
continuo, en presencia del Comisario Imperial, se verifica la ceremonia
matrimonial. El brindis siguiente es interrumpido por la voz airada de un bonzo,
tío de Butterfly, quien enterado de que su sobrina ha abjurado del credo de sus
antepasados, maldice a Cio-Cio-San, a la que todos abandonan. Butterfly se
encuentra ahora sola, renegada pero feliz, frente a lo que ella considera la
realidad de un maravilloso sueño de amor.  Pinkerton ha abandonado el
Japón, prometiendo a Cio-Cio-San que volverá cuando florezcan las rosas y aniden
los petirrojos, pero pájaros y flores se han renovado ya tres veces y el ausente
no regresa. Suzuki, la doncella de Butterfly, demuestra
inquietud y desconfianza pero Butterfly tiene fe en su "Dios americano"...
Sharpless ha recibido una carta de Pinkerton en la cual le anuncia su regreso. Se
ha casado, viaja con su mujer y encarga al cónsul que así lo comunique a
Butterfly. La antigua geisha recibe al amigo de su esposo a la manera
occidental, entablándose rápidamente una animada conversación. Butterfly se queja
de Goro y de sus proposiciones de nuevos matrimonios. Sobre todo hay un
pretendiente, el príncipe Yamadori, a quien no puede soportar. Por fin el cónsul
queda solo con Butterfly y se decide a leer la carta de Pinkerton. Ante las
continuas y anhelante interrupciones de la joven, Sharpless no tiene coraje para
proseguir la lectura y bruscamente pregunta a Butterfly que haría si Pinkerton no
volviera. Dos cosas, responde la atribulada joven: volver a su condición de
geisha o quizá mejor morir. Antes de que el cónsul se retire, Butterfly corre
hacia una habitación contigua y
regresa con aire triunfal trayendo a su hijito en brazos. Pinkerton ignora la
existencia de ese hijo, y Sharpless, antes de retirarse, promete hacérselo
saber...Una salva anuncia la llegada de un buque extranjero. Butterfly
ansiosamente descubre la nave de Pinkerton. Todos habían mentido y las constantes
dudas se desvanecen ahora ante la presencia del blanco navío. Butterfly, frente a
lo que ella cree el triunfo del amor y de su fe, ayudada por Suzuki, vuelca en la
casa todas las flores del jardín... Acompañada por Suzuki y su hijito, Butterfly,
contemplando el mar en la noche estrellada, se dispone a esperar la llegada del
amado.  En la angustiosa noche, la espera fue tan larga como inútil.
Butterfly, con el llanto en los ojos y la muerte en el alma, ve surgir el nuevo
día, pero el ausente no regresa. Poco después Pinkerton,
Kate, su esposa americana y Sharpless se presentan de improviso, y Suzuki
comprende instantáneamente la dura verdad. El cónsul le pide preparar a Butterfly
para la amarga revelación. Pinkerton, advirtiendo la enormidad de su falta, se
aleja apesadumbrado. Un momento después entra Butterfly con la esperanza de
hablar a su marido pero en lugar del ser amado encuentra a Sharpless y a una
señora extranjera. La esposa de Pinkerton pregunta si podrán llevarse al niño.
Con gran tristeza Butterfly comprende la magnitud de su desgracia, respondiendo
que sólo lo entregará a Pinkerton si viene a buscarlo. Al quedarse sola,
Butterfly, en dolorosa meditación, toma en sus manos el puñal con el cual se
diera muerte su padre sobre cuya hoja lee la sentencia inexorable: "Con honor
muere quien no puede conservar la vida con honor...". Esta conmovedora escena es
interrumpida por la presencia del niño. Butterfly, después de despedirse
tiernamente de la criatura, se da muerte, sacrificando así
su vida ante al abandono del amado... Desde afuera se oye la voz anhelante de
Pinkerton que llama a Butterfly
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