Profesión: lector
Bruno Kampel
Privilegio es la palabra que mejor define
al ejercicio de desenredar
las frases
una a una, letra a letra, averiguándoles
el gusto, el peso, el contenido, el continente.
Adivinar en cada verso los silencios
escondidos, los gritos que
jamás
serán escritos, las sonrisas navegantes
a la espera del milagro
que eche el ancla
en el puerto de algún pecho marinero.
Despojar cada sentencia del ropaje que la viste
y en su
piel descubrir la dirección de la esperanza,
disimulada en el velorio de
los amores fracasados
y prima donna en la conmemoración del encuentro tan
soñado.
Después de saciada la sed de metáforas
llega la
hora de acariciar el eco del poema
saboreando el significado vital de su sentido
oliendo
la sonoridad mágica de su mensaje
y bebiendo la solidez semántica de sus
ideas.
Leer entrelineas
- sea en la vida o en un poema -
es
prerrogativa de los duendes, los genios,
las hadas, y también las
hechiceras;
nosotros, apenas lo intentamos
persistiendo e insistiendo e
insistiendo
aunque no siempre sea fácil conseguirlo,
pero claro que no
por eso claudicamos
pués leer poesía es ser poeta
y serlo es declarar
sonoramente,
para ser entendido por todos los oyentes
y escuchado por
todos las audiencias,
que ser humano aún vale la pena.
Sí.
Leer poesía,
como escribirla,
es buscar
palabras
que sean notas
de un mismo pentagrama,
y encontrarlas;
es también dolencia y remedio
es premio y castigo
es la vida vivida
escribiendo el camino.