Asunto: | [brisasrenovadoras] LA HABITACION VACIA | Fecha: | Sabado, 24 de Marzo, 2007 17:24:35 (-0300) | Autor: | marias carla sobral <mariascarlas @.........ar>
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La habitación vacía DESCONOZCO EL AUTOR Aquella habitación
desconocida le atraía poderosamente, sabía que estaba vacía pero ese conocimiento
al contrario de ser un acicate para ella había sido su mayor impedimento. Tenía miedo, era incapaz de penetrar dentro de ella; ni siquiera se había
atrevido a abrir su puerta para atisbar desde el umbral. En todos los años de su
larga vida ni una sola vez tuvo la decisión de tocar el pomo e intentarlo. Pasaba a menudo por delante de ella, hubiera sido imposible no pasar.
En ocasiones (pocas) se había
detenido un instante dubitativa, mirándola entre esperanzada y recelosa. Otras en
cambio pasaba rápidamente para no tener que verla en un vano intento de olvidar
que estaba allí. Hubiera deseado que desapareciera, que no la atormentara
con su presencia que se hacía más patente a cada año que cumplía. Con frecuencia
(demasiada para su gusto) había comprobado como se deslizaban por la estrecha
ranura que había debajo de ella; sus sueños, deseos y aspiraciones; la gran
cantidad de oportunidades, para ser algo más dentro de sí, que había ido
posponiendo, arrinconando, dejando escapar... Había ido perdiendo
muchas cosas de sí misma, su aspecto, su cultura, su amor; y las había visto
esconderse al otro lado de
la puerta de la " habitación vacía ". Estaba casi segura, aunque le daba
miedo comprobarlo, de que allí habían ido a parar todos los libros que no quiso
leer, la educación y cultura que siempre despreció, los viajes que se negó a
emprender, la gran cantidad de personas y temas interesantes que siempre evitó.
Allí habían ido a parar, seguramente también, todas las mezquindades (pequeñas y
grandes) conque había jalonado la mayoría de sus actos. Su odio, su pereza,
su avaricia, su desinterés hacia los demás. Sospechaba que la " habitación
vacía " estaba a estas alturas de su vida llena a rebosar de todas esas cosas que
ella había ido desechando. Pero le daba miedo, cada vez más, abrir su puerta.
Sabia perfectamente que en el momento que lo hiciera tendría que enfrentarse a
todo
lo que había ido acumulando allí dentro y... cambiar, sobre todo... cambiar.
Y vivir, reír, compartir, leer, aprender y comprender. Y como era cobarde
(siempre lo había sido) prefería seguir cómodamente instalada en su indiferente
pasividad... Y al igual que muchos otros, nunca abrió la puerta. A pesar de
su creciente curiosidad, a pesar de su vacío interior... nunca fue capaz de dar
un primer paso... y abrirla.
Preguntá. Respondé. Descubrí.
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