Un
regalo que nos viene de lo alto
(Jn
3,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de
que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere,
y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que
nace del Espíritu. Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?». Jesús le
respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en
verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que
hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas
de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha
subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del
hombre, para que todo el que crea tenga por él vida
eterna».
Retomando la conversación con Nicodemo a quien Jesús le
había dicho que debía volver a nacer del agua y del Espíritu, de la disposición
personal y de la
Gracia, hoy le insiste en lo segundo. En definitiva, la fe es
un don de Dios; el ser cristiano, por tanto, también. Es un regalo recibido,
como la brizna de aire que alienta nuestro rostro, va y viene, como el viento,
pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. No parece que Nicodemo lo entienda
del todo.
Es, como insiste Jesús, una cosa del cielo. Si nos cuesta
trabajo creer las cosas de la tierra, ¡cuánto mas si son cosas que vienen de lo
alto¡.
Y al explicarse más y más, Jesús dice, y lo dice en
plural:”te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos, y somos testigos de
lo que hemos visto. Y lo curioso es que habla en plural. Parece referirse a esa
unión que ya es connatural, después de la Resurrección, de estar
conectado con el Padre con quien vive en unidad. Habla de los dos.
Pero también podría referirse a nosotros todos, los
discípulos y nosotros, que formamos comunidad, y que “somos testigos de lo que
hemos visto, por eso te aseguro que nosotros hablamos de lo que
sabemos”
Y estas cosas, más que nos pesen, nos las da a conocer sólo
Jesús, pues “nadie ha subido al cielo sino el que bajó del mismo, el Hijo del
hombre; por eso tendrá que ser levantado, para que todo el que crea tenga por él
vida eterna”.
Sí. No podemos negarlo. Hace falta nuestro trabajo, pero el
básico es la acción de Dios en las personas. Por eso hay que estar en postura de
gratitud. Porque es un regalo que nos viene de su parte.
De ahí que seremos testigos en la medida en que nos dejemos
llevar por el Espíritu, que sopla en cada uno de modo diferente. Lo seremos si
nuestras vidas hablan en silencio de una nueva vida, que es lo que significa
“nacer de nuevo”. Lo seremos si podemos hablar en plural porque nos sentimos uno
con los demás.
Como siempre nuestra reflexión termina en plegaria:
Instrúyenos, Señor como hiciste con Nicodemo, abre nuestro corazón para que
podamos entenderte desde dentro, fortalece nuestra voluntad para que hagamos el
esfuerzo que se requiere para renacer, y haz que sople sobre nosotros tu
Espíritu para que, dejando que Dios actúe en nosotros, seamos capaces de hacer
lo que nos pides.
17 04 07
María Consuelo Mas y Armando Quintana