Aquí tienes tres metas que
puedes proponerte para tu acción diaria, luego no me digas que no sabes qué
hacer, cuando te propones hacer algo bueno: no enojarte, no enojar a
los otros, deshacer los enojos de los demás.
No enojarte tú por pequeñas o
grandes cosas, por sucesos sin relieve o de proporciones llamativas; no enojarte
con tus familiares y no enojarte con los que te rodean en el trabajo, o con las
personas con las que diariamente debes encontrarte y tratar.
No hacer enojar
a los otros: no darles motivo de enojo, de disgustos; no hacer lo que sabes que
a ellos les disgusta o les puede ser causa de enojo; no ponerlos en tales
circunstancias, que ellos deban hacer esfuerzos para conservar su calma
interior.
Deshacer los enojos de los demás: cuando veas que alguien está
impaciente, ofrécele un poco de tu paciencia; cuando alguien necesita ser
calmado, dale tu palabra de paz y serenidad; cuando alguno se extralimite en sus
apreciaciones o expresiones o actitudes, pon tú la cuota de serenidad, de calma,
de paz y de amor. Tres metas: un magnífico plan de acción
apostólica.
-ALFONSO
MILAGRO-
enviado
por Felipe de Urca