Noches en pleno
día
Jn
16,16-20: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro
de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces
algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice:
‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me
voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir».
Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis
preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro
de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y
os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza
se convertirá en gozo».
"Dentro de un poco no me verán y un poco más tarde me
volverán a ver” ¿Qué está queriendo decir?, era lo que se preguntaban los discípulos
ante las palabras del Señor... “Les aseguro que llorarán y se pondrán tristes,
pero esa tristeza se convertirá en alegría". Presentían que era una despedida,
con el desgarro y la tristeza que siempre lleva consigo, pero seguida con el
anuncio de que esa tristeza se convertiría pronto en
alegría.
Eso era lo que les decía a ellos. Pero en el
Evangelio nos habla también a nosotros, y sus palabras HOY, son las
mismas, pero con otro sentido.
El no se va ahora; no nos deja; está
siempre con nosotros, y sin embargo hay túneles en el camino de
nuestra vida, durante los cuales ni Le vemos ni se
deja oir. Noches en pleno día. La fe nos dice que camina a nuestro lado,
pero vamos a tientas.
Unas veces es la enfermedad, otras la pérdida de
un ser querido... a veces una incomprensión, en ocasiones un desencuentro, una
injusticia, un problema familiar, el no tener trabajo, el pasar apuros para
llegar a final de mes. Son muchas las cosas que en ocasiones nos nublan la luz
de su presencia. Pero tenemos la seguridad de que está ahí, haciéndose el
encontradizo unos pasos más allá donde acaba el túnel y vuelve a brillar la luz
y encontramos de nuevo la alegría, y la confianza se vuelve a apoderar de
nosotros. No hay vacaciones para el espíritu, siempre lo hemos de tener activo,
porque activa ha de estar en todo momento nuestra fe
María Consuelo Mas y Armando
Quintana
17 05 07
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