Dijo Benjamin Franklin
Hay dos clases de personas en el mundo, las que son
felices y las que son desgraciadas.
Las personas felices fijan su atención en
lo conveniente de las cosas, en las partes buenas de una conversación, en los
platos bien preparados, en un día bien aprovechado, en los detalles más sutiles
de la vida... y lo disfrutan todo con alegría.
Las personas que son
infelices, piensan, hablan y se quedan siempre con lo negativo.
Si el ser
infeliz estuviera arraigado en la naturaleza de las personas, éstas serían
dignas de compasión, pero como criticar y lamentarse se adquiere por imitación o
por decisión propia, la infelicidad va creciendo hasta convertirse en hábito.
Porque, la felicidad no es un premio, sino una consecuencia y el sufrimiento
no es un castigo, sino un resultado.