Como una red donde se pesca de
todo
(Mt
13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es
semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces
de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y
recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo:
saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en
el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis
entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha
hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que
saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas
parábolas, partió de allí.
Así somos las personas, las instituciones, las organizaciones, las
empresas, las familias. Como una red donde se va mezclando de todo. Como una
casa donde se van acumulando tantas cosas que cuando llega el tiempo de una
mudanza, de un descanso largo, de unas vacaciones o de un no saber qué hacer,
son muchas las cosas que tenemos que tirar porque ya no sirven ni para nosotros
ni para nadie, y otras porque acumulan recuerdos que pueden no ser gratos. La
vida es una mezcla de tantas cosas, que de vez en cuando necesita un cribador,
alguien que separe los peces buenos de los malos, lo nuevo de lo viejo. Así
también quiere Jesús que sea el Reino, metido de lleno en el hondón de la
historia y de los problemas y vicisitudes de la gente y sus
circunstancias.
El Reino del que nos habla Jesús ya está aquí entre nosotros. A
veces lo confundimos o lo reducimos solo a la otra vida, al cielo o paraíso. Ya
somos parte de ese Reino, tanto receptores como constructores. Con muchos
ejemplos y comparaciones, Jesús nos ha ido recordando y repitiendo nuestro papel
en esta tarea de hacer presente su Reino, con nuestra entrega a los demás, sin
regateos, sin egoísmos, sin limitaciones ni cobardías, con alegría y verdad, y
también haciéndolo crecer en nuestro interior, en nosotros mismos, porque nadie
da lo que no tiene. Y si no somos nosotros o los que nos acompañan en esta tarea
quienes nos ayuden a cribar, a separar la paja del trigo, al final vendrán otros
y serán ellos quienes se encarguen. Mejor ir empezando ya.
María Consuelo Mas y Armando Quintana
http://buscandolaluz.zoomblog.com/
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