Poema de Víctor Hugo (Siglo XIX)
Te
deseo primero que ames, y que amando,
también seas amado. Y que, de
no ser así, seas breve en olvidar
y
que después de olvidar,
no
guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así,
pero
que si es, sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas
amigos,
y que, incluso malos e
inconsecuentes, sean valientes y fieles,
y
que por lo menos haya uno en quien
puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también,
que
tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces,
te
cuestiones tus propias certezas.
Y que entre ellos, haya por lo menos
uno
que sea justo,
para
que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo además, que seas útil,
mas
no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa
utilidad sea suficiente para
mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo
que seas tolerante;
no conlos que se equivocan poco,
porque eso es fácil,
sino
con los que se equivocan mucho
e
irremediablemente,
y
que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven
no
madures demasiado de prisa,
y
que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y
que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
y es
necesario
dejar que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas
triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día
descubras que la risa diaria es buena,
que
la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que
descubras, con urgencia máxima,
por
encima y a pesar de todo,
que
existen, y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que
acaricies un gato,
alimentes a un pájaro
y
oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera, te
sentirás bien por nada.
Deseo
también que plantes una semilla,
por
mas minúscula que sea,
y la
acompañes en su crecimiento,
para
que descubras de cuántas vidas
está
hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año
pongas algo de ese dinero frente a ti y digas:
"Esto es mío",
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quien.
Te deseo también que ninguno de tus
afectos muera,
pero que si muere alguno,
puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te
deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que
siendo mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente,
y
que cuando estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre el amor para recomenzar.
"Si todas estas cosas
llegaran a pasar,
no
tengo más nada que desearte,
sino que seas feliz"
ROSA
FUENTE
RESPETE
LOS DERECHOS AUTORIALES
ROSA FUENTE