Todo lo
puro, luminoso y bello que nos conmovió en la joven edad, los momentos de
oración silenciosa, los instantes de amor y de verdad; la nostalgia de algo
perdido, los sueños que el alma suele brindar. La lucha por mejores
ideales…
Esas cosas no morirán jamás.
La tímida mano que se
extiende a ayudar al hermano que ha caído, la palabra amable y consoladora que
demuestra al verdadero amigo; el pedido de clemencia suavemente pronunciado
cuando la justicia amenaza con golpear. El lamento de un contrito
corazón…
Esas cosas no morirán jamás.
Nada descuides, pues toda
mano ha dejado de trabajar con esmero. No pierdas la oportunidad de invocar el
amor. Se firme, justo y sincero, y así una luz imperdurable desde lo alto te
habrá de iluminar, y voces de Ángeles oirás decir:
Esas cosas no morirán
jamás.
Charles Dickens
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Aporte de Miguel Angel
Arcel
A.Quintana
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