- Vamos
a parar un poco.
- ¡No soporto este color naranja!
Pero, ¿de qué color naranja habla esta
mujer?
Estamos en el Trastevere,
en Roma, y todo lo que veo a nuestro alrededor son los bares, la gente
en la calle en este frío inicio de primavera, y las campanas de la
iglesia repicando.
Ya casi es de noche y
además está nublado, de manera que ni siquiera puede culparse al sol
de semejante ilusión óptica.
Paseo con una actriz a la
que conozco desde hace algún tiempo, pero con la que nunca había
podido conversar en profundidad.
Paro como me pide, pero
apenas por educación, suponiendo que esta mujer que yo tenía por tan
equilibrada y profesional debe de estar más loca de lo que
pensaba.
Entramos en un
restaurante para cenar.
Pedimos risotto
con trufas, y un buen vino.
Estamos charlando sobre
la vida cuando, de repente, llega otro comentario absurdo:
-¡Esta comida está
rectangular!
Ella me descubre poniendo
una cara de enorme perplejidad.
¿Comida
rectangular?
-Debes pensar que estoy loca, pero no, no lo estoy.
Durante un tiempo pensé
que lo que me pasaba era que tenía daltonismo (eso de confundir los colores).
Fui al médico, y descubrí
que lo que tengo es un disturbio neurológico común.
Una vez en casa, me puse
a buscar inmediatamente en internet, y me sorprendí con algo de lo que
nunca en mi vida había oído hablar:
-la sinestesia.
Consiste en que un
estímulo en un determinado sentido se percibe como si proviniese de
otro.
La persona que padece
este tipo de disturbio, confunde sonidos con olores, vista con
paladar, colores con tacto, etc. (son
posibles muy diversas combinaciones).
Algunos estudios
científicos sostienen que el hecho de ver el aura de un ser humano se
explica de esta manera.
No estoy de acuerdo con
estos estudios:
-pienso que todos nosotros
tenemos realmente un cuerpo
astral que puede verse alterando la percepción.
Pero lo que me resultó
más interesante de esta investigación fue que demostraba que lo que
percibimos a través de nuestros cinco sentidos no es una verdad
absoluta.
Las personas sinestésicas
tienen una noción del mundo completamente distinta de la nuestra,
aunque eso no les impide llevar una vida relativamente normal.
Mi amiga actriz trabaja
en la televisión italiana todos los días, y dice que acabó
acostumbrándose.
Profundizando en mi
búsqueda de información sobre el asunto, descubrí en la revista
británica Cognitive Neuropsychology un estudio elaborado
por un equipo de investigadores del Univer-sity College de Londres.
Tal estudio, dirigido por
el doctor Jamie Ward, había ido más allá en sus observaciones:
-algunos sinestésicos pueden
percibir colores en palabras
cargadas de emoción, como "amor" o "hijo".
La gran mayoría de ellos
termina asociando el nombre de alguien a una determinada tonalidad.
Ward describe el caso de
la joven G.W., cuyo campo de visión, por el simple hecho de escuchar
ciertos nombres, se cubría completamente de un determinado color
asociado a esa palabra.
Aprendo en una revista de
arte que las aureolas que vemos envolviendo las cabezas de los santos
pudieron ser creadas por algún pintor sinestésico de la antigüedad,
siendo imitadas por los demás posteriormente sin que ninguno se
llegara a preguntar por la razón de aquel disco de luz.
El premio Nobel de Física
de 1965 dijo cierta vez en una
entrevista:
"Cuando escribo ecuaciones en la pizarra, veo los
números
y las letras en colores diferentes".
Dice un artículo que
Feyman forma parte de un grupo de personas para las que el número dos
puede ser amarillo, la palabra automóvil sabe a mermelada de fresa, y
cierta nota musical evoca la imagen del círculo.
Afirma Ward que la
sinestesia no puede entenderse exacta-mente como una enfermedad:
" al contrario de lo que sucede en los
trastornos psiquiátri-
cos, el sinestésico no tiene ninguna función
básica compro-
metida, y presenta por otro lado un síntoma positivo,
ausen
te en la mayoría de los seres humanos ".
El principal problema
radica en los niños en edad escolar, los cuales no consiguen entender
por qué sienten las cosas de manera diferente a los demás.
Para mi gran sorpresa,
algunos estudios señalan que una de cada 300 personas es sinestésica (aunque la mayoría dice que la proporción es de una
entre 2.000).
Al día siguiente llamé
por teléfono a mi amiga y le pregunté por la sensación que ella
asociaba siempre conmigo.
"Suave", fue su
respuesta.
En fin, la sinestesia no
siempre es muy lógica.