Y apareció María de
Nazaret
El texto evangélico de hoy - Mt 1,1-16.18-23- contempla la genealogía de Jesús, es toda la historia de sus ascendientes
desde David hasta José. Un texto que por la repetición de nombres puede resultar
pesado, pero que sin embargo nos muestra la cercanía de Jesús. Nos hace ver cómo
está enraizado en la historia de los hombres, y pertenece a los seres de nuestra
carne y sangre, y cómo, de diversas formas, pueden surgir cosas buenas de
cualquiera de nosotros y de cualquier aspecto de nuestra historia. En la larga
lista de nombres aparecen figuras excelsas de la historia y otras que solo
conocieron sus vecinos más cercanos, personas de renombre y de hechos famosos y
otras que fueron protagonistas por sus pecados, personas de la raza y extirpe de
Israel y otras extranjeras a dicha nacionalidad –de alguna manera se nos quiere
mostrar como Jesús es para todos y en su gestación está presente ese fenómeno
tan actual que estamos viviendo en los países desarrollados, cual es la
interculturalidad.
El texto termina con el relato de cómo fue la
generación de Jesucristo y cómo el ángel anuncia a José la concepción de María,
de tal manera que concebirá en su seno al “Dios con nosotros”. Es la elección de
María como madre del Salvador. Por eso hoy celebramos de forma especial la
figura de esta mujer, en su natividad o nacimiento. Fecha en la que muchos de
nuestros pueblos la honran de forma especial bajo diferentes advocaciones, tal
como Ntra Sra del Pino en la isla de Gran Canaria. Ella en su sencillez se ha
hecho acreedora de ser la protagonista de las fiestas mayores de muchos pueblos
y ciudades de nuestro mundo. Un recuerdo más de cómo Jesús se ha querido hacer
presente desde la sencillez, y además en la figura de una mujer tan olvidada en
aquellos tiempos y todavía necesitada de poner en su lugar en nuestros
tiempos.
Es lo que muchas veces nos hemos preguntado: ¿Por qué,
Señor, por qué a mí? Cada uno de nosotros es pieza importante en la construcción
de nuestra historia a través de los tiempos. Recuerdo que nos viene hoy de una
mujer que tomó en serio su condición de sierva de Dios y de su dignidad como
persona, haciéndose valer en todo momento con su presencia silenciosa pero activa en los momentos
destacados de la vida de Jesús, y con su saber actuar como en aquel instante que
todos recordamos de las bodas de Caná de
Galilea.
De esta forma, tan sencilla, con estos ejemplos, tan
contundentes, con su forma de actuar, estamos hoy celebrando nada menos que el
cumpleaños de la madre de Jesús, que es por tanto el cumpleaños de nuestra
madre. Todos debemos, pues, felicitarnos, así como intentar
imitarla.
María Consuelo Mas y Armando
Quintana
http://buscandolaluz.zoomblog.com/
08.09.07