Todos los caminos conducen desde ayer a Teror. Hoy,8
septiembre, es el día de la fiesta mayor de Gran Canaria
Incluso los de quienes se jugaron la vida subiendo a una patera y
murieron horas antes de que miles de romeros se enfundasen el traje típico para
rendir honores a la patrona de la Diócesis de Canarias, la Virgen del Pino. El
azar quiso que se juntasen los dos elementos noticiosos de la jornada: la
tragedia en el litoral de Arinaga con la cara feliz de esos miles de romeros
bajo el sol de justicia de Teror y envueltos en el sabor a tradición, folklore
y, por qué no, juerga sana. El obispo se encargó de poner el punto de cordura al
pedir un momento de reflexión por los difuntos. Así, este Primer Mundo en el que
vivimos tiene más presente que nunca que a pocos kilómetros hay otra realidad,
la de aquellos que confían en pisar Eldorado y, en realidad, entregan su vida al
mar. En medio de tanto dolor de unos por la tragedia de Arinaga y tanta alegría
de otros por el Pino, cuesta pensar que con sólo una mejor y más eficaz
cobertura de los radares se podrían haber salvado diez vidas. ¿Y cuántas más
habrán de perderse hasta que se actúe en consecuencia?

La ofrenda del Ave María
Un prolongado aplauso recibió a la Virgen cuando llegó al pórtico del
templo. El Obispo de la Diócesis, Antonio Cases, flanqueado por un nutrido grupo
de sacerdotes, con el de Teror al frente, y por el presidente del Gobierno de
Canarias, Paulino Rivero, vicepresidente, José Manuel Soria, presidente del
Cabildo, José Miguel Pérez y alcalde de la villa, Juan de Dios Ramos, hizo uso
de la palabra y heló la sangre en las venas de todos los que le escuchaban.
Cases dijo textualmente que «es ésta una fecha donde hemos venido a celebrar el
cumpleaños de nuestra Madre y a traerle nuestros mejores regalos, y momento
también de decirles a todos ustedes que ahí está la Madre y a Ella que aquí
están sus hijos, pero faltan diez de estos que han muerto ahogados en un cayuco
en Arinaga. Por lo tanto, les invito a que recemos entre todos un Ave María por
su descanso eterno».
Fue algo impresionante que hizo recordar a todos que diez seres
humanos, que venían huyendo del hambre, habían encontrado la muerte en la orilla
del paraíso, mientras nosotros estábamos de fiesta. El Obispo, una vez la
oración compartida buscaba hueco en el cielo terorense, agregó que «hay que
seguir y ahora sí: vamos a entregarle los regalos a la Madre».

La Virgen del Pino y la tragedia de la inmigración
Ni siquiera esta festividad, celebrada por todos los municipios de la
isla que, por igual, enviaron este sabado a sus alcaldes u otros gobernantes a
Teror, donde tiene su basílica la Virgen, quedó ajena, por tanto, a la tragedia
de los africanos que intentan lograr una vida mejor ganando las costas canarias
y que sólo ha conducido a sus protagonistas, en no pocos casos, a la muerte en
el mar.

Muertes que no quiso pasar por alto el obispo por su cercanía
en el tiempo a la jornada festiva de este sábado, ya que esta última decena de
fallecidos se registró este viernes en la costa de Gran Canaria, junto a la cual
las víctimas cayeron al agua tras topar con una roca la barca en que viajaban y
lanzarse al mar los luego fallecidos creyendo, por error, que estaban ya en
tierra.
Francisco Cases insistió, no obstante, tras hacer un inciso para
pedir una oración por las víctimas, en señalar que la festividad de este sábado
era, principalmente, una ocasión para "felicitar a la Virgen
Extracto de Canarias7.es y canariasahora.es
A.Quintana