¿Será
verdad que cuando toca el sueño
con sus
dedos de rosa nuestros ojos,
de la
cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo
presuroso?
.
¿Será
verdad que, huésped de las nieblas,
de la brisa
nocturna al tenue soplo,
alado sube
a la región vacía
a
encontrarse con otros?
.
¿Y allí
desnudo de la humana forma,
allí los
lazos terrenales rotos,
breves
horas habita de la idea
el mundo
silencioso?
.
¿Y ríe y
llora y aborrece y ama
y guarda un
rastro del dolor y el gozo,
semejante
al que deja cuando cruza
el cielo un
meteoro?
.
Yo no sé si
ese mundo de visiones
vive fuera
o va dentro de nosotros:
lo que sé
es que conozco a muchas gentes
a quienes
no conozco.
.
.
Las ropas
desteñidas,
desnudas
las espadas,
en el
dintel de oro de la puerta
dos ángeles
velaban.
.
Me aproximé
a los hierros
que
defienden la entrada,
y de las
dobles rejas en el fondo
la vi
confusa y blanca.
.
La vi como
la imágen
que en un
ensueño pasa,
como un
rayo de luz tenue y difuso
que entre
tinieblas nada.
.
Me sentí de
un ardiente
deseo llena
el alma;
como atrae
un abismo, aquel misterio
hacia si me
arrastraba.
.
Mas, ¡ay!,
que de los ángeles
parecían
decirme las miradas:
-El umbral
de esta puerta
sólo Dios lo traspasa.
Gustavo.a. Becker