Leer
los signos de los tiempos
Lc
12,54-59): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una
nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así
sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede.
¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no
exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es
justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino
arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al
alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí
hasta que no hayas pagado el último céntimo».
De
la naturaleza siempre tenemos que aprender pues es sabia, y a ella recurre Jesús
en muchos de sus ejemplos y enseñanzas. Algo a tener en cuenta también para los
momentos en que vivimos, donde sociedad, política, empresas parecen ir separados
o en contra de la misma.
Aprender
también de los signos de la historia, saber leerla desde los criterios
evangélicos. Es lo que se nos ha explicado como los signos de los tiempos.
Intentar comprender el mundo que vivimos, sus rasgos culturales son muy
diferentes a los de otro tiempo, no solo a los de nuestra infancia sino también
a los mismos tiempos históricos de Jesús. Y hay que leer sus cosas positivas,
discernir en las entrañas de la historia. No podemos ser agoreros de malos
tiempos. En la evolución social hay también la semilla y la fuerza del progreso
del Reino de Dios. A juzgar por nosotros mismos lo que es justo, nos invita el
Evangelio de hoy. Como el labrador que ve venir la lluvia cuando las nubes se
oscurecen.
Aunque hay hechos negativos que se
repiten siempre, como el racismo que recién hechos desagradables lo han vuelto a
poner de nuevo en la reflexión y juicio de la sociedad.
Tercera
lección del mensaje de hoy: hablemos y conversemos en directo nuestros problemas
y con aquellos con los que podamos tenerlo. Siempre mejor arreglar las cosas
personalmente. El diálogo es la llave que soluciona muchas cuestiones pendientes
en nuestra vida. Y si no, el tiempo que nos ayuda a olvidar. Mejor que pleitear
con el compañero de viaje, que en definitiva es un hermano
más.
María
Consuelo Mas y Armando Quintana
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