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Sent: Friday, December 14, 2007 10:03 AM
Subject: Para Brisas: La Sabiduría se acredita por las
obras
La
Sabiduría se acredita por las
obras
(Mt
11,16-19): En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién
compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las
plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis
bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino
Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre,
que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de
publicanos y pecadores’. Y la
Sabiduría se ha acreditado por sus
obras».
Como niños
que juegan y solo hacen caso al entretenimiento en el cual están
centrados. Como niños que se pelean y al momento pasan a otra escena diferente.
Como chiquillos sin centrarse en nada concreto, muy propio de la edad. Así pasa
también con aquellos que escuchaban - ¿y escuchan? ¿escuchamos?- el mensaje de
Jesús. A pesar de que la
Sabiduría se ha acreditado por las obras de Juan y de Jesús,
permanecen sin hacerles caso, y preocupándose de otras cuestiones diferentes.
Llegan incluso a parecerse a los niños malcriados.
Estamos en el Adviento,
tiempo de espera y de preparación, también de nuestro estilo o manera de ser, de
nuestro temperamento o carácter, de nuestra forma de enfocar las cosas. Y ningún
criterio de calidad mejor que contemplar si las obras y acciones acompañan a
aquello que pensamos y defendemos. Pues, no lo olvidemos, la Sabiduría se acredita por
sus obras.
Por otra parte
constatamos que es fácil criticar –“este ni come ni bebe”, “aquel es un
glotón”-. No lo hacemos justamente así, pero de vez en cuando nos sale de forma
parecida, del que trabaja, del que parece tener otras posibilidades diferentes a
la nuestra, del que no trabaja y come de nuestros impuestos. Criticamos al otro,
porque a veces no nos paramos a ver las causas de su comportamiento, no sabemos
analizar la realidad y enfrentarnos a ella, y nos quedamos en sus apariencias.
Estar bien informados, ser reflexivos ante lo que se nos dice es también tarea a
realizar por parte nuestra como ciudadanos, si queremos hacerlo con la calidad
del creyente. Criticar por las apariencias, criticar por criticar no tiene
sentido para el que piensa que el Evangelio es la norma de conducta. A veces nos
esconcemos allí donde nada se cuestiona para no vernos obligados a tomar
decisiones, como si huyéramos de la verdad, de esa verdad que nos hace libres,
de aquella libertad que nos lleva a la responsabilidad de elegir, dejándonos
llevar por el criterio de turno social, político o de propaganda. Tener bien
amueblada nuestra cabeza es algo también importante, y esos muebles no nos lo da
el Evangelio sino nuestra capacidad de, siguiendo sus orientaciones, estar
informado de la realidad y saber analizarla desde diferentes vertientes. Así
seremos también parte de esa Sabiduría que se acredita por sus obras.
María Consuelo Mas y
Armando Quintana
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14 12
07
Otros Elías y Bautistas
(Mt
17,10-13): Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le
preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?».
Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin
embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto
quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos».
Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el
Bautista.
Baja de la montaña, vuelve a la
realidad de cada día, no quiere quedarse en el estado de glorificado. Todavía le
falta un tiempo. Y ha de cumplir su misión. Ya llegaron Elías y Juan el Bautista
y le prepararon el camino. Ahora solo tiene que seguirlo trazando. Ya llegará el
momento. Tuvo buenos amigos que le prepararon el terreno. Ahora necesita nuevos
amigos que colaboren en la tarea. Antes fueron los apóstoles, los más cercanos.
Ahora somos los bautizados, pero siempre que hagamos consciente cada día nuestro
Bautizo.
Como personas que pusieron los
cimientos tropezaron con muchos problemas, y fueron incomprendidos y
maltratados. Es el designio de los profetas. Y además como casi siempre no tuvo
la culpa de ello el pueblo llano y sencillo, sino aquellos que eran considerados
como guías religiosos y servidores del pueblo, bajo el rango de
autoridades.
Hoy siguen haciendo falta muchos
Elías y Juan Bautista. Profetas en la actualidad pueden serlo, y lo son, todos
aquellos que aunque no hablen con los labios lo hacen claramente con su vida,
con su entrega, con su testimonio, con su generosidad y servicio. Hombres y
mujeres, jóvenes y adultos, niños y ancianos que conviven con nosotros y pasan a
nuestro lado cada día, y que aman a sus hermanos, sirven a los demás de miles de
manera, también a través de la dedicación a otros a través de los emails, y
viviendo con hambre y sed de justicia buscan para todos la venida del Reino de
Dios, lo cual es, recordémoslo, tarea del Adviento. Cada uno que le ponga
nombres y apellidos a esos profetas, aprendamos de ellos y seámoslo cada uno de
nosotros también.
María Consuelo Mas y Armando
Quintana
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15 12 07
En la historia de las
personas
Mt
1,1-17): Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de
Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá
y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a
Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a
Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz
engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.
David engendró, de
la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró
a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram,
Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz
engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón
engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la
deportación a Babilonia.
Después de la
deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a
Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim
engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a
Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a
Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús,
llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta
David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia,
catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce
generaciones
Así
como que leyendo este texto resulta un tanto aburrido, pues aparentemente es el
relato de una serie de nombres que pudieran servir como listado de nombres
hebreos que poner a un recién nacido. Pero detrás de ellos hay algo mas. ás de
ellos hay algo mas. Y es el final
que se remarca: “…de la que nació Jesús, llamado Cristo”. Es el árbol
genealógico de Jesús de Nazaret. Y el texto tiene un marcado interés en ascender
en las generaciones hasta Abraham, el padre de los creyentes, como para
indicarnos y dejarnos bien claro que Jesús, el Cristo, el Mesías, no es alguien
caído de las nubes, sino que está inserto en la historia humana y es heredero de
todas las fases por las que ha ido pasando la humanidad, desde el camino por el
desierto, la búsqueda de la Tierra Prometida
pasando por las deportaciones. Y en esa lista de nombres y de seres humanos los
ha habido famosos y anónimos, gente buena y no tanto, listos y tontos. Es hijo
de la historia, por donde han pasado gente que ha intentado ser buenas personas
y pecadores hasta públicos.
También
nos viene a decir que en Jesús se cumplen las Escrituras porque es descendiente
de David y de Abraham, y por todo ello hombre, que ha puesto su tienda entre
nosotros, en medio de nuestras vicisitudes y alegrías. Una historia que no
termina con Jesús, sino de la cual El es un eslabón más, cualificado eso sí, al
que seguimos el resto de la humanidad que hemos de continuar su obra asentando
también nuestra historia no en los desiertos y oasis de la tranquilidad y el
retiro sino en medio de la realidad actual, donde hay guerra y paz, donde hay
miedo y alegría, donde hay hambre y abundancia.
María
Consuelo Mas y Armando Quintana
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