Carta a la amistad.

Querida amiga:

Hoy me he levantado pesarosa. El motivo no sé muy bien cual es. Es uno de esos días en los que más te necesito, pero sin preguntas. Más que nada porque no sabría responderlas. Pero para eso estás ahí, para arroparme con tu significado, con tu silencio, con tu risa e incluso con las palabras que salen de una boca. De cualquier boca que te tiene dentro y está a mi lado.

Eres un sentimiento hermoso, quizá un estado, pero igualmente bello.

Te reflejas en los gestos, en las miradas, en las actuaciones de esas personas en las que te introduces a lo largo de la vida y nos demuestran su afecto de mil maneras distintas.

Te valoro especialmente, cuando me siento desarraigada, desconcertada, dubitativa y cabizbaja. Entonces apareces, como una flor en el desierto más árido, como el agua que tras un largo recorrido, llega al mar sumándose a la inmensidad azul…

Traspasas ese dolor que a veces ha llegado a hurtadillas, sin avisar y se apodera de mi espíritu por el simple placer de trastornarme.

Y tú, lo avasallas, lo arrinconas, lo haces desaparecer como por arte de magia. Ésta es una de las razones de que te quiera tanto. De que me pregunte qué haría en caso de no tenerte. ¡Qué triste sería mi mundo particular!.

Hoy he mirado hacia el cielo y he dado gracias por saberte cerca, por tener la certeza de tu compañía, tu ternura, tu ánimo y buen hacer.

Hoy, una vez más has venido a mi encuentro levantándome, izándome cual bandera. De nuevo has logrado que me sintiera realmente bien. He olvidado en unos momentos los sentimientos negativos que me arrastraban al fondo de un abismo sin final y con tus manos cálidas me has hecho sentir segura e invencible.

Por todo ello y con el corazón te agradezco infinitamente que existas, que te me ofrezcas tan dadivosamente, para que a mi vez yo te regale a aquellos seres que amo, a los que deseo dar todo lo que tú me das…Amistad…

¡Qué palabra!. Todo lo llena, lo inunda con voluntad propia y así sin que nos demos cuenta, crea todo un paraíso de emociones para saborear, para experimentar, para disfrutar de la vida con las personas más variopintas.

Existen muchos sentimientos, muchas situaciones, pero si están rodeadas de ti, siempre son mejores, menos traumáticas, más deliciosas.

Eres un regalo excepcional que hay que valorar en su justa medida.

Amistad…sin duda, yo te valoro.

Un beso,

tu amiga.

Ónice

Débense buscar los amigos como se buscan los buenos libros. Que no está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; antes en que sean pocos, buenos y bien conocidos