El
entusiasmo es una manera de vivir. Uno puede optar por reconocerlo o ignorarlo,
por darle alas o por cortárselas. Esa actitud es la más sana, la más capaz de
engendrar bienestar y felicidad.
El entusiasmo es el
camino a seguir para encontrarse a sí mismo, la serie de vivencias que conducen
a quien se entregue a ellas a encontrar la salida de su propio
laberinto.
El entusiasmo
permite ubicarse en una vía por la cual se puede avanzar, porque es la vía
precisa que nuestro deseo establece desde la inmediatez de una sensibilidad que
quiere y busca más.
La
salud, la salud física en su expresión tanto muscular como mental, requiere que
aceptemos la vía del entusiasmo, que es la vía del
bienestar.