Cuando las relaciones
han sufrido mucho deterioro, hay la tendencia de que las personas se involucren
en una comunicación negativa.
Cuando esto pasa, el deterioro
aumenta y la crisis se profundiza.
La comunicación negativa
solamente sirve para revelar lo peor de cada uno.
Cada uno quiere decirle al otro
exactamente lo que piensa y es una declaración que ninguno de los dos está en
condiciones de hacer.
Se ha dicho que todos los
argumentos tienen dos lados, pero algunos no tienen fin o extremos.
También se ha dicho que en las discusiones se usan las palabras más fuertes para
los argumentos más débiles.
Es sorprendente la cantidad de
faltas que encontramos en el otro, si nos acondicionamos para ver lo
negativo.
Se ha contado la historia de un hombre quien se enlistó en el
ejército sólo para estar lejos del constante regañar de su
esposa.
Aún cuando estaba del otro
lado del océano, recibía cartas de ella,
¡regañándolo!
Finalmente, él le escribió y
le dijo:
-"Deja de
regañarme, para que pueda gozar esta guerra en paz".
Dios nos ha hecho
para amar, no para odiar.
Cuando intentamos operar
nuestros organismos con combustible malo, los efectos se sentirán
individualmente en nuestras relaciones.
Ningún individuo puede
obtener un desarrollo máximo si envía o recibe un material negativo.
Esto no significa que en
nuestras relaciones nunca experimentaremos tensiones y conflictos, porque no hay
relación que escape todos los vestigios de negativismo.
Sin embargo, esto es muy
diferente de vivir continuamente en un ambiente plagado de
negativismo.
No hay un sustituto para una comunicación positiva.
El sabio dijo que una
palabra hablada apropiadamente es como una "manzana de oro con figuras de
plata".
Necesitamos
desesperadamente la afirmación de nuestro valor que solamente nuestros seres
íntimos pueden darnos.
Y cuando recibimos el don
de una buena palabra apropiadamente hablada, nos satisface
instantáneamente.
Pero más aún nos satisface
continuamente al recordar la palabra de ternura que se nos ha
dicho.
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