¿De qué quieres
liberarte?
Recibí la invitación para tu próxima
graduación. Y la cartita donde me dices que ese será el momento culminante
para tu libertad, para obtener un trabajo que te permita vivir y ser la
dueña absoluta de tu vida.
Y yo te pregunto: ¿De qué quieres
liberarte?
Los padres de hoy no son incompatibles con la vida
moderna.
También ellos han evolucionado mucho, en parte porque han
perdido autoridad, y saben atenuar, sobrellevar, esperar. Se miden y se
contienen para enfrentarse a un hijo. Llegan a transigir con un montón de
cosas pero tienen que ponerte un freno, un aviso a los peligros de la
realidad que quieres enfrentar. Tus excesos trajeron situaciones
intolerables en el hogar. Reflexiónalo.
No pueden claudicar ante su
conciencia; de su propio amor tienen que sacar el valor para decirles que
no pueden admitir y hacerse cómplices de una conducta que saben va a
traerles desastres tanto sociales como emocionales y
sentimentales.
¿Aspiras a ser una mujer liberada por ese camino? De
los deberes para con los padres y con los hijos no podrás liberarte nunca.
De los hombres, por más liberada que te quieras sentir, siempre desearás
en el fondo ser para ellos femenina, débil, tierna, dulce… tu propio “yo”
te lo estará pidiendo.
¿Liberarte de las barreras y los prejuicios?
Si por naturaleza necesitas un hogar, una solidez, un compañero completo,
que sepa darte tu lugar. Entonces, ¿de qué quieres liberarte?
Te
vas de la casa pintando en tu imaginación un cuadro amoroso que no
funciona con la realidad y del que vas a despertar. Es un proceso pasional
de la niña a la mujer que te lleva al desenfreno. Y para que no te hagan
oír, reflexionar, martillar argumentos que te vas a repetir luego muchas
veces, prefieres escapar.
Es verdad que han nacido en dos épocas
que marcan mundos diferentes, otras costumbres, otros puntos de vista,
otros elementos en su personalidad… Pero los principios, la moral cierta
rectitud de carácter serán válidos en todos los tiempos, tendrán vigencia
en todas las circunstancias, definirán siempre la calidad y la formación
de las personas.
Hay estilos de vida que los padres no pueden
tolerar… aunque darían su vida por amparar y proteger a sus hijos, por
llevarlos a su intimidad, cerca de su corazón.
Tu vida sola será
triste, aunque no lo aceptes. Conocerás el desasosiego, los desengaños.
Eres tú la que se opone a todo lo bueno que puede darte el destino… Puedes
limpiar tu mente de muchos prejuicios, puedes llevar una vida
independiente y activa, de superación, de vocación, de estudio. Eso es
liberarse. Pero no puedes sobrepasar los mandamientos de Dios, no puedes
marchitar el alma de tus padres y dejarlos atrás, como una sombra, solos,
como si nunca hubieran cuidado, sufrido, sacrificado, velado por tu bien.
No puedes dejar que se acuesten todas las noches con los ojos mojados y la
misma pregunta: ”¿Dónde andará mi hija?”
Buscas nuevas experiencias
arrasando con la moral, y para eso cierras los ojos con excusas, con
disfraces a la verdad, y lanzas sobre ellos todos esos adjetivos que
repiten las jovencitas de las discotecas y los carros sport:
intransigentes, fuera de onda, desconocedores de la nueva forma de gozar
la vida...
Pero vuelve sobre tus pasos. Dale cabida a tiempo a la
sensatez y los razonamientos. Dale la vuelta al llavín y abre de nuevo esa
parte de los padres que te adoran. Tiéntate el corazón y verás que no
necesitas engañarte ni aturdirte. Y que también el mundo de hoy es
generador interno de grandes energías, de bien, de provecho y de orgullo
para ti y para los que por ti han llorado y han sufrido.
Quita todo lo
dañino que se está enredando en tu corazón. Dale sangre nueva, y deja que
florezca.
La destrucción moral no conducirá jamás a la
felicidad.
La llave de tu departamento será una tentación y un
tormento, yo lo sé. Nunca se pierde del todo lo que hemos sido y lo que
hemos aprendido. Las ovejas extraviadas siempre acaban buscando la voz del
pastor y la mano de Dios.
Al menos espera… Madura dentro de tu
hogar un poco más esos conceptos incompletos que son como espejismos de
liberación, y necesitan todavía una concepción más plena, un último
desarrollo.
Vives una generación más que mala, ligera; más que
ávida, atormentada; más que rebelde, tensa. El tiempo puede ser un factor,
un buen aliado a tu edad para evaluar las relaciones con tus padres y
esperar una felicidad real, positiva, y no un sustituto de felicidad que
va a sumirte en un mundo de confusión y de complejos.
Moderniza tu
imagen, pero siempre sobre el patrón que te dieron tus padres. No pierdas
ese llavín de la puerta dondre siempre encontrarás amor, ayuda y compañía.
No lo pierdas, que a veces el tiempo es más positivo y puede hacerte
lanzar otra pregunta: “¿Bajo qué prismas miré la vida cuando los dejé con
la puerta cerrada?”
El barro con que nacimos no se quita del todo.
Pero podemos mejorarlo, pulirlo, trabajarlo. Que la sacudida de los
sentidos y la libertad mal entendida no eliminen a tus padres ni manchen
tu nombre. O serás una rosa llamada a morir en labios que comentan, manos
que señalan y alma que no encuentra reposo.
¿De qué vas a
liberarte?
Si esa vida sola, a tus anchas, desmoronando principios,
no será más que un nuevo paso a otras ataduras y otra
esclavitud.
¿De qué quieres liberarte?
Si esta forma de
vida, ocultando lo que todos ven y aparentando lo que nadie cree, te
mantendrá insegura y presa de ti misma.
¿De qué quieres
liberarte?
Si esa cadena que quieres romper para sentirte dueña del
mundo dejará con tus padres unas huellas siempre pendientes. Dejará
eslabones diseminados que serán siempre, para ti, como voces acusadoras. Y
esa maravillosa libertad, esa apasionante aventura, acabará dejando un
nudo tan apretado que a lo mejor no deja pasar jamás la felicidad a tu
corazón ni la paz a tu alma.
Por eso, reflexiona bien primero y
contesta tu pregunta: “¿De qué es en realidad de lo que voy a
liberarme?”
Grace
Fdez