Hace Unos dias fuimos al aeropuerto a recoger a una
amiga que venía de visita. Mientras la esperábamos afuera de la aduana,
fui sorprendida por la actitud y el comportamiento de un pequeño grupo de
personas que, ignorando por completo al resto de los que esperábamos
detrás de la barra de seguridad que establece el aeropuerto como el límite
a partir del cual podemos pararnos a esperar con una multitud la salida de
nuestros seres queridos, se atravesaban entre nosotros y el ventanal de la
aduana, para visualizar con más claridad a las personas que esperaban, al
momento de llegar, obstaculizando nuestra visión. Varias veces, personal
del aeropuerto les llamó la atención; entonces, se movían y regresaban de
nuevo a pararse en el mismo lugar, haciendo caso omiso del reclamo. Pero
no sólo ocurrió ahí, sino que esta situación se repite, una y otra vez, en
los diferentes escenarios de nuestra vida cotidiana, cuando nos sentimos
abusados e ignorados por aquellos que nos pasan por encima, considerando
que son los únicos habitantes del mundo.
Es posible que nos sea mas fácil ubicarnos en el
bando de las víctimas, en el de aquellos que son abusados por la viveza de
los demás, pero ¿Cuántas veces hemos sido nosotros los protagonistas de
estos pequeños actos de violencia urbana, sin darnos cuenta? La mayoría de
las veces las personas abusivas se sienten justificadas en su
comportamiento por la necesidad o la urgencia que tienen, y esto los hace
ignorar la urgencia y el derecho que también tienen los demás. Vivimos en
un espacio compartido con muchas más personas. De vez en cuando, extender
nuestra mirada para ver más allá, nos llevará a darnos cuenta de la
presencia de los demás. ¿Te has dado cuenta de que tenemos una visión
parcial de todas las situaciones que vivimos? Casi todo lo apreciamos y lo
interpretamos desde nuestro propio punto de vista y, por esta razón, nos
vamos volviendo egoístas e indolentes, perdiendo así la visión objetiva de
una situación que debería tomar en cuenta la necesidad, la opinión y el
punto de vista de todas las personas
involucradas.
Es tan sencillo. Lo primero que tenemos que hacer es
bajar la velocidad que envuelve nuestros actos cotidianos para que podamos
observar y reconocer todo lo que sucede a nuestro alrededor. Cuando vas
con tanta prisa, generalmente, te llevas por delante a los demás. También
es recomendable que aprendamos a vivir en el presente porque cada vez que
nos vamos al pasado o al futuro, perdemos la noción momentánea de lo que
está ocurriendo en el momento. Dejarnos llevar por la preocupación nos
hace vivir ensimismados; quiero decir, sólo pendientes de lo que nos pasa
a cada uno de nosotros. Esto nos lleva a actuar de forma irrespetuosa y
hasta desconsiderada con los demás. Alguno de estos comportamientos, nos
llevará, necesariamente, a sufrir las consecuencias de nuestra actitud.
También está el caso de aquellas personas abusadoras, que pretenden a
costa de los demás satisfacer sus necesidades o alcanzar sus objetivos,
haciendo caso omiso de las reglas de convivencia que nos permiten a todos
alcanzar una existencia plena. Te invito a vivir atento a tu manera de ser
y dispuesto a corregir tu comportamiento y actitud, si descubres, en algún
momento, que estás actuando igual o parecido a aquellos abusadores que te
afectan tanto.
Grace
Fdez