A LA BUSQUEDA DE UNA VIDA
MEJOR
Antonio
Cacereño, periodista canario
La
Provincia, 27 agosto
2006
En
Accra, la capital del país del que proceden muchos de los jóvenes que ahora
llegan en cayuco a Canarias en busca de su vida mejor, las noches son oscuras.
Casi no hay luz en la calle. Taxis destartalados, de los que huyen entre las
sombras tanto perros como ciudadanos no sea que se los lleven por delante,
trasladan al extranjero al Makumba de turno. Allí chicas pegajosas forman tanta
legión que cuesta quistárselas de encima y abrirse paso hacia la
barra.
Durante
el día, llama la atención un cartel de Bin Laden y los militares en cada
esquina. A sus espaldas, con la culata al cielo, el legendario Kalashnikov, el
fusil de asalto de los pobres, el de todas las guerrillas del mundo.
Prácticamente un cañón. Que se lo pregunten a los agentes del CNI. Pueden dar
más que fe.
En Ghana
hay hasta reyes. Son como
presidentes de comunidades autónomas, pero visten pieles y llevan coronas…de
oro. Y en puertos como el de Cape COSAT es raro encontrar una embarcación a
motor. El paisaje es todo velamen y madera. El olor es el de los puertos
pesqueros de hace varios siglos. Un olor intenso a mar. Y se pueden ver pulpos
aún vivos en las palanganas en las que esperan por su desguace. Y es raro el
claro de la selva en el que no se ponen a la venta ratas del tamaño de un perro
recién asadas. Los animalitos se alimentan de vegetales en los montes y no de
mierda, como aquí. Sus carnes, pues, están más saneadas. Los compradores
reconocen los puntos de venta por la columna de humo que sale de la barbacoa y
que se otea allá, a lo lejos.
Las
minas de oro y diamantes, el aluminio y el manganeso y también los recursos
agrícolas, forestales y marinos no parecen faltar en Ghana. Incluso, el mar
brilla azul y las gaviotas llenan la playa. Sin embargo, oleadas de jóvenes se
marchan en busca de una vida mejor que allí no pueden
alcanzar.