Renuncia
a la propia voluntad:
Tu
tienes, o es como si tuvieras dos yoes: el yo inferior, que generalmente te
gobierna egoístamente, y el YO
Superior, que está presto a hacer de ti un glorioso instrumento. Debes
subordinar el yo inferior, evitando hacer las cosas que no son buenas, hacia
las cuales te sientes motivado, no suprimiéndolas sino transformándolas, de
manera que tu YO Superior pueda
tomar el control de tu vida.
Renuncia
al sentimiento de separación:
Todos nosotros, en todo el mundo somos células en el cuerpo de la
Humanidad. No estás separado de tus congéneres y no puedes encontrar armonía
para ti solo. Puedes encontrar armonía solamente cuando te percatas de la
Unidad del Todo y trabajas por el bien de todos.
Renuncia
a los apegos:
Sólo cuando has renunciado a todos los apegos puedes ser realmente
libre. Las cosas materiales están aquí para ser usadas, y cualquier cosa a la
cual no puedas renunciar cuando haya rebasado su utilidad, te posee a ti. Sólo
puedes vivir en armonía con tus semejantes si no sientes que los posees y, por
lo tanto, no tratas de gobernar sus
vidas.
Renuncia
a todos los sentimientos negativos:
Trabaja por deshacerte de los sentimientos negativos. Si vives en el
momento presente, que es realmente el único momento presente, que tienes para
vivir, tenderás a preocuparte menos. Si te das cuenta de que los que hacen
acciones poco amables están psicológicamente enfermos, envíales tus
sentimientos de compasión. Si reconoces que todas tus heridas internas son
causadas por tus propias acciones erróneas o tus propias reacciones
equivocadas o tu propia inacción errónea, entonces dejarás de hacerte daño a
ti mismo.
Peregrina
de
Paz