EL ESPEJO QUE
EMBELLECE
(fábula)
El horrible ogro que todos odiaban compró en la
tienda un espejo de su propio tamaño.
Lo colocó en uno de los muros de su
palacio. Podía verse en él de cuerpo entero.
El vendedor le había
asegurado algo que terminó por convencerlo.
- Este espejo lo embellecerá, mi
excelentísimo señor, se verá usted en él como siempre quiso
verse.
Pasaba horas el ogro frente al espejo comprobando sus bondades.
Era cierta la promesa del tendero, podia verse allí como siempre
había soñado ser.
Cambió el ogro su mirada sobre sí mismo, y consiguió que todos lo
vieran distinto, a pesar de que su cuerpo no se había transformado.
Ya no era
tan horrible para los demás, porque había comenzado a embellecerse para
él.
Ya no era odiado por todos, porque habia aprendido a
quererse en el
espejo.
Moraleja:
Descubrete a tí mismo con amor, para que los demás
comiencen a quererte.
La belleza siempre
impacta.
Nadie puede dejar de reconocer que la
belleza física es un factor deseable y deseado y que, en primera instancia,
puede abrir muchas puertas.
Pero más allá de favorecer un primer
acercamiento, no asegura nada.
La belleza física, de por sí, no puede
asegurar la perpetuidad o la continuidad de los sentimientos despertados por la
persona que la posee.
La belleza interna, la belleza del
espíritu, en cambio, puede perpetuar los sentimientos y hacer que los mismos
perduren incluso después de la muerte... y en el recuerdo.
Y además, con la belleza interior sucede un
fenómeno opuesto a lo que sucede con la belleza externa.
El paso de los años desluce inexorablemente
las bondades del cuerpo.
Y aunque se lo cultive y hasta se lo someta
a cirugías, su belleza decrece con los años.
En cambio, para quienes cultivan lo lindo
de su interior, con el paso del tiempo ocurre lo contrario: El cuerpo envejece,
pero el espíritu se hace cada vez más noble y más hermoso.
Por eso, cuidemos nuestro cuerpo, es
importante.
Pero fundamentalmente cuidemos nuestro
espíritu, ya que es muchísimo más importante.
Y enseñemos a nuestros hijos a cultivar y
valorar la belleza interior.
Esa,
que es la que despierta sentimientos verdaderamente auténticos y duraderos, que
son, en definitiva...los únicos que sirven.