Al terminar el año,
Señor,
te diré sólo dos
palabras...
Quiero que sean
sinceras
y
sencillas.
En el silencio de la
soledad
te digo en primer lugar
desde
lo más profundo de mi
corazón:
GRACIAS
SEÑOR
Gracias
Señor,
por todo lo que en este
año
me has concedido
porque
te lo
he pedido,
por todo lo que me has
dado
sin habértelo
rogado,
por todo lo que me has
otorgado
sin haberlo
merecido.
Gracias por la salud,
por el
bienestar,
por las alegrías y
las
satisfacciones.
Gracias también
por la enfermedad de la que
tuve cura ,
por las penas
y
los sufrimientos que los
supere.
Señor, te
agradezco
todo el trabajo que tuve que
hacer
porque puedo
hacerlo.
Gracias por el
rayo
de esperanza que me
iluminó,
por aquella mano que me
levantó,
por ese consejo que me
guió,
por aquellas
palabras
que me
alentaron.
Por esa sonrisa que me
alegró,
por aquellos brazos
que me
recibieron.
Pero sobre
todo...
Te doy gracias,
Señor.
por la fe que tengo en
Ti.
En este tiempo un tanto
confuso,
-aunque lleno de
esperanzas-
es a veces difícil
creer.
Te confieso
sinceramente;
no siempre he sabido cómo
actuar,
qué hacer, a dónde
ir.
Sin embargo sigo
teniendo
fe en
Ti.
Te doy gracias porque
en las
tinieblas
me has
iluminado.
Porque en las
caídas
me has
levantado,
porque has
perdonado
mis
pecados.
Te doy gracias,
Señor,
por todo aquello que
ignoro
y de lo cual debo darte
gracias.
Sin Autor,bajado de la
Web.