SONETO II
Amor, cuántos caminos
hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen
los trenes solos rodando con la lluvia.
En Taltal no amanece aún la
primavera.
Pero tú y yo, amor mío,
estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de
agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.
Pensar que costó tantas
piedras que lleva el río,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que
separados por trenes y naciones
tú y yo teníamos que
simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con
la tierra que implanta y educa los claveles.
Pablo Neruda, 1959 |
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