TAL
VEZ...
Tal vez vayamos a
olvidarnos de su nombre, de su ubicación o de su grandeza, pero no hemos de
olvidar al río que tantas alegrías nos dejó en aquellos días.
Tal vez ya no veamos como antes
a la montaña más hermosa, el orgullo del pueblo, pero nunca olvidaremos el
fresco aire de la cima ni de los arcos que formaban los pájaros en el aire
volando hacia ella.
Tal vez ya no podamos correr
por las playas como lo hacíamos al atardecer, pues ya no existe lugar entre la
alegría y el mar.
El calor cada día es mayor en
todas partes. El frío es particularmente cada vez más siniestro, parecería que
la tierra está enferma. Los vientos levantan casas, edificios enormes, arrastran
automóviles, se llevan todo. Parece que la tierra está enferma.
Recuerdo cuando era niño, y no
hace tanto, miraba hacia cualquier lugar y podía ver en el aire brillantes
luces, por millones, que circulaban en el aire. Todavía las sigo viendo, pero ya
no son tan brillantes, cada vez son más oscuras y pesadas. Las de antes eran
largas y brillantes, vibraban con la luz del sol y tenían una exquisita vida
propia. Hoy están más pesadas, más densas, más oscuras. No son aquellas miríadas
de fibras luminosas que veía en cualquier día.
¿Adónde se irán esos ríos del
color de la tarde, la luz de los bosques? Quizás se vayan apagando junto a los
recuerdos para quedar como la fantasía de antaño. Quizás alguien quede
murmurando plegarias bajo una noche sin estrellas. Quizás alguien estará
bebiendo agua ácida sin saberlo.
Ya no más días de alegrías y
música al viento. La tierra enferma deja caer sus pesados bloques de hielo sobre
los mares y los mares se elevan como nunca lo hicieron. Más allá quedan las
ruinas de lo que alguna vez fue una ciudad. La contaminación se esparce hacia
todos los rincones y han vuelto enfermedades que creíamos ya no tener que
padecer.
Se secan los lagos, se inundan
los bosques, se queman las plantas, se mueren los animales, sufre el humano. Una
cadena se ha roto y sus eslabones caen rodando hacia cualquier lugar.
¿Ya no hay remedio?
Posiblemente no. Solo medicamentos. Medicamentos humanos que contrarrestan
enfermedades creadas por el humano mismo. El remedio del sol, fuente de vida por
siempre se ha vuelto virulento y se ha transformado en pesadilla sobre la piel.
El remedio de los vegetales, se ha vuelto en resultado de manipulaciones
genéticas que quién sabe por qué sus semillas no se pueden reproducir. El
remedio del agua hoy se ha transformado, poco a poco, en vía de contaminación.
El remedio del aire es opresión y asfixia.
Los cuatro elementos de la
naturaleza modificados por el humano han dejado de brindar la normal protección
para convertirse en amenaza y desolación. Le han quitado la belleza a todo para
explicar misterios que abren la puerta a otros misterios que no tienen
explicación. La ciencia en su afán de conocer no ha podido sustraerse del rapto
del que ha sido víctima y trabaja para la producción del egoísmo. Y el egoísta
se levanta de su asiento para decir: ¿Quién como yo?.... mientras intenta dar
remedio a lo que ya no tiene remedio.
Quizás la alegría alguna vez
vuelva a atravesar la tarde de risas entre los árboles y los ríos vuelvan a ser
la sangre de cristal de la tierra. Quizás en algún momento te levantes de tu
asiento y le respondas : "No, ¿Quién como Dios?" y cuando uno lo haga y otro lo
siga, y todos juntos intentemos una vez más un mundo mejor, quizás nuestros
hijos y más allá la descendencia, puedan mirar hacia atrás y en memoria de quien
les dio una vida más plena no contaminen más el mundo que nos contiene y vive
con nosotros a cuestas.
© Miguel Angel Arcel
marc@angelred.com