En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos.
Uno era ciego y otro rengo; durante el día
entero en la ciudad competían el uno contra el otro. Pero
una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió.
El ciego no podía escapar, porque no podía ver hacia dónde
correr, no podía ver hacia dónde todavía no se había extendido el fuego. El rengo, podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía
salir corriendo -el fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo único
que podía sentir con seguridad era que se acercaba el momento de la
muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el
uno al otro.
El rengo tuvo una repentina claridad: "el otro hombre, el
ciego, podía correr, y él podia ver". Olvidaron
toda su competitividad.
En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentan
a la muerte, necesariamente uno se olvida de toda estúpida enemistad, crearon
una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría en
brazos al rengo y así funcionarían
como un sólo hombre, el rengo puede ver, y el
ciego puede correr. Así salvaron sus vidas.
Y por salvarse naturalmente la vida, se
hicieron amigos; dejaron su antagonismo.
... El mundo está en
llamas.
La unión de todos
puede salvar a toda la humanidad. La
unión es la única esperanza.
Osho