Método
rápido y práctico para achicar la soberbia
La soberbia es una forma
particular de la discapacidad que suele afectar a gobernantes, directivos,
funcionarios, profesionales, etc., pero también a porteros, choferes de
colectivos, empleados públicos y a casi todos aquellos infelices mortales que se
encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.
He aquí algunos
consejos para no caer en la tentación.
Diríjase usted a una zona rural,
elija el campo que más le guste, desnúdese y espere hasta que anochezca.
Cruce entonces el alambrado con cuidado de no perder ninguno de los
atributos del poder y camine hasta que sienta que está en medio de la soledad
más absoluta.
Una vez allí, levante la cabeza al cielo y mire las
estrellas. En ese instante, visto desde el espacio, usted debe ser algo así como
un virus instalado sobre una pelota de fútbol.
Piense entonces que usted
está parado sobre un minúsculo planeta que gira alrededor del sol y que el sol
es nada más que una pequeña estrella entre los millones de estrellas que usted
está viendo y que forman nuestra galaxia. Recuerde además que nuestra galaxia es
una de los millones de galaxias que desde hace millones de años giran a través
del espacio. Una vez que haya hecho esto, coloque los brazos en jarras sobre su
cintura en actitud desafiante o adopte otra postura que le parezca lo
suficientemente cabal como para expresar el inmenso poder que usted tiene e,
hinchando las venas del cuello, grite con toda la voz y con toda la fuerza que
sea capaz de juntar en ese momento:
- ¡Yo sé que soy verdaderamente
poderoso! ¡No necesito aprender más!
Luego espere a ver el resultado. Si
ve que algunas estrellas se sacuden, no se haga demasiado problema... es Dios,
que a veces no puede aguantar la risa.
Si hay algo entre los seres
humanos, entre otras muchas cosas, que es verdaderamente repugnante, es la
soberbia, hermana de la arrogancia, primita de la altanería y descendiente
directa del egoísmo.
Hay quienes se creen que por
haber nacido en determinado lugar, tener algunas constataciones legales,
permisos burocráticos, títulos de cualquier índole o algún que otro dinerito, u
ocupar un lugar de (les guste o no), transitorio poder, se arrogan para sí el
derecho de mirar de soslayo a quienes no están en una posición similar. Y a
partir de allí obran diciendo "Quien como yo", frase que por otra parte no les
pertenece, sino que es autoría de Satanás que bien supo ganarse el cachetazo.
La soberbia es un desmedido
deseo de gloria y honores que lleva muchas veces a las personas a cometer
cualquier acto con tal de lograr un fin. Es además el motor del que se vale el
egoísmo para avanzar a costa de cualquier precio sin importar los esfuerzos
ajenos.
En la vida te encontrarás con
muchas situaciones donde la soberbia es estandarte de muchas personas, sin
embargo ellas pueden decir que solo se trata de elevar su autoestima, y para
muchos tener una autoestima alta es muy importante. Pero una cosa es cuidar la
autoestima y otra es caer en la soberbia. Quien cuida de su autoestima debe
conocer necesariamente lo que se llama humildad. Y la humildad no es pobreza, la
humildad es una virtud cuando uno sabe construir un jardín en la vida de todos
con los pocos elementos con que cuenta, ¿y qué otra tarea más hermosa es sino
darle a la vida un poco de felicidad?. Para ello solo basta comenzar con una
sonrisa. Pues el mundo como nos ha sido dado es para dejarlo mejor de lo que lo
encontramos y no peor.
Cuando reconozcas que el
mundo no te pertenece, cuando sepas que los sentimientos son puentes que se
elevan al cielo, cuando veas que tu andar deja una huella, cuando comprendas que
de nada sirve la soberbia, entonces comenzarás a andar en la luz de la vida.
Habrás creado algo para combatir la nada y la pena del no ser, habrás hecho
brillar el rostro de quien te recordará por siempre con una sonrisa en el alma.
© Miguel Angel Arcel
marc@angelred.com