Existen
compañeros para un trecho de la existencia; muy breve o tal vez demasiado
extenso.
De
algunos de ellos, podemos llamarlos casi hermanos o aún, mejor que un
hermano.
Hay
quienes cumplen determinadas misiones con cada uno, por ejemplo desde una
profesión y lo hacen con extremo cuidado del otro, honradez y entrega.
(Aunque por alguna ética convencional, no puedan reconocer el mutuo afecto
existente)
A
veces, esas misiones se limitan a mostrarnos algo que debíamos
aprender.
También
a darnos palabras de aliento y fe, para sobrellevar momentos difíciles y
hacernos m¡s gratos los f¡ciles.
Lo
cierto, es que decir “amigo”, es algo sagrado y debe estar restringido a
quien se comporta como tal y no por ello, queda exento de errores. Pero,
cuando los comete, pide disculpas, no importa los años que pasen para que
ello suceda.
Qué
magnífico, si podemos llamar a nuestro Dios, como el mejor amigo y a ti,
que de alguna manera te acercaste a mi vida… Gracias. Graciela María
Casartelli, desde Córdoba, Argentina. Julio 20 de
2012
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