Amigas y amigos de....: Desde la RED
IRES (Investigación y Renovación Escolar) estamos realizando una campaña de
recogida de firmas en torno al Manifiesto pedagógico "NO ES VERDAD", en el que
tratamos de desmitificar ciertos estereotipos muy extendidos sobre la educación
en España (que creemos que suponen un análisis muy simplificador de la compleja
situación existente) y aportamos algunas ideas sobre los cambios que creemos
necesarios para intentar superar el importante fracaso escolar. Aunque no se
llegue a compartir el 100% de lo que se plantea, nos parece
necesario intentar hacer confluir en esta iniciativa a aquellas personas y
colectivos que comparten lo fundamental del Manifiesto, y, en todo caso,
promover una reflexión y un debate serio y riguroso en torno a estos
temas.
La campaña incluye también la
posibilidad de hacer una aportación voluntaria para poder publicar el Manifiesto
en un periódico de difusión estatal.
Os ruego que lo leáis y, si estáis
de acuerdo, lo apoyéis. Podéis hacerlo directamente en la página de recogida de
firmas:
http://www.firmasonline.com/1firmas/camp1.asp?C=1821
También podéis apoyarlo
económicamente haciendo una transferencia al banco Triodos (banca ética y
sostenible) a la c/c:
1491 0001 24 0010005933
a nombre de “Asociación para la
Investigación y Renovación Escolar”.
Por último, si estáis interesados,
por favor difundidlo a todas las personas, colectivos y organizaciones que
consideréis oportuno.
Os incluyo el Manifiesto en el cuerpo de correo y
os adjunto una versión del mismo con una edición más cuidada para su
impresión y difusión, así como un acceso a una versión maquetada en color y
demás, para tablones de anuncios, reparto “en mano” y otras utilidades: http://www.redires.net/NO_ES_VERDAD.pdf
Gracias por vuestra atención. Un
abrazo
Paco García
www.redires.net
PD.
Por favor, para
difundir este mensaje, utilizar "copiar y pegar" y no "reenviar". Tampoco borrar
esta nota para que todo/as hagamos lo mismo y así el correo no termine
resultando ilegible.
NO
ES VERDAD
(Manifiesto
pedagógico)
Las organizaciones y personas que firmamos este Manifiesto (docentes,
madres, padres, estudiantes y ciudadanía en general) estamos profundamente
preocupados por la difusión de creencias sobre la escuela española que
distorsionan gravemente la realidad. Se está generalizando una forma de pensar
según la cual hoy en la escuela se enseñan pocos contenidos, se hacen
actividades irrelevantes, los niveles de exigencia bajan, los alumnos y alumnas
son peores que los de antes y hay “mucha pedagogía” y poca
enseñanza.
Nos
preocupa particularmente la actitud de determinadas personas con impacto
mediático (pertenecientes al ámbito de la literatura,
de la universidad, de la intelectualidad, etc.) que divulgan estas
creencias con argumentos muy pobres, a veces incluso insultantes, poniendo en
evidencia una visión poco rigurosa sobre la escuela y sobre los procesos que en
ella tienen lugar. Nos preocupa, en fin, que la educación, a diferencia de otras
actividades de gran incidencia social como la medicina o la justicia, sea
analizada y valorada socialmente desde concepciones simples y
caducas.
Por
todo ello, hemos decidido manifestarnos colectivamente y hacer pública nuestra
opinión, afirmando lo siguiente:
No
es verdad que en la escuela española actual predomine un modelo de enseñanza
diferente al tradicional
La
creencia de que en los últimos tiempos se practica una enseñanza descafeinada y
permisiva, donde ya no se valora “el conocimiento de toda la vida”, es un mito
sin fundamento. Ocurre más bien lo contrario. A pesar de que hay importantes
argumentos en contra de la forma tradicional de enseñar, la cultura escolar
dominante en España sigue basándose en la transmisión directa de contenidos
inconexos y, no pocas veces, desfasados e irrelevantes, en el aprendizaje
mecánico y repetitivo, en la evaluación selectiva y sancionadora y en
la prolongación de la jornada escolar de los menores con abundantes deberes y
tareas. La mayoría de los alumnos y alumnas siguen teniendo grandes
dificultades para comprender lo que se les enseña y, como siempre ha ocurrido,
acaban identificando el saber con la capacidad de retener información hasta el
día del examen.
La
idea de que la LOGSE ha impregnado la enseñanza no universitaria de una práctica
pedagógica que abandona el esfuerzo y que se basa en “el todo vale” es un lugar
común que no se corresponde con la realidad. El ideario psicopedagógico de esta
ley, por más que planteaba cambios de gran interés, nunca llegó a penetrar en la
mayoría de las aulas, en gran parte porque la mejora de la escuela no es
básicamente una cuestión de leyes sino de cambio cultural, social y
comunitario.
No
es verdad que en la escuela española hayan bajado los niveles de exigencia
Basta comparar los libros de texto de hoy con los de antes para comprobar
que cada vez se pretende enseñar más contenidos, con formulaciones más
abstractas y en edades más tempranas. Muchos padres y madres no entienden los
libros de texto que con frecuencia protagonizan las tardes familiares. Cada vez
es más difícil para los docentes acabar el programa del curso. Cada vez es más
pesada la carga académica de los estudiantes. Cada vez hay más
asignaturas.
La idea de que “los niveles
bajan” trata de dar una explicación fácil al evidente fracaso de la escuela. En
cada nivel educativo los docentes comprueban la debilidad del conocimiento de
gran parte del alumnado. Pero los estudiantes fracasan, precisamente, porque
el modelo de enseñanza transmisivo y tradicional, y no otro, no provoca en ellos
un aprendizaje duradero y de calidad. Esto siempre ha sido así. No entender
las explicaciones de clase, no encontrarle sentido a muchos contenidos
escolares, estudiar mecánicamente sólo para los exámenes, olvidar rápidamente lo
aprendido y tener que empezar desde cero en cada curso, son experiencias
compartidas por muchas personas. Sin embargo, estas experiencias tienden a
olvidarse cuando se analiza el fracaso de los estudiantes de
hoy.
La
incompatibilidad entre el buen aprendizaje y la enseñanza tradicional, que
siempre ha existido, se ha venido incrementando en los últimos tiempos. Muchos
piensan que la incorporación a la escuela de los hijos e hijas de la
marginalidad, de los inmigrantes y de los que tienen capacidades diferentes ha
influido en que el fracaso escolar aumente. Sin embargo, esta incorporación,
además de suponer un avance social, ha servido para sacar a la luz con más
claridad lo que estaba difuso: que la enseñanza tradicional no promueve un
aprendizaje de calidad en la mayoría de los estudiantes, sean cuales sean sus
circunstancias.
Al
mismo tiempo, en un mundo globalizado, donde la información circula por
internet, donde la comunicación se ha hecho virtual, donde los graves problemas
de la humanidad tienen carácter interdisciplinar, donde las certezas absolutas
han desaparecido y nos enfrentamos a un futuro crítico, incierto y complejo,
la escuela sigue anclada en contenidos y métodos del
pasado.
El
fracaso escolar, por tanto, no se explica por que los niveles de exigencia
bajen, ni por que la escolarización se extienda a más estudiantes y durante más
tiempo, sino por que el modelo educativo vigente hace tiempo que ha
caducado.
No
es verdad que los alumnos y alumnas de ahora sean peores que los de
antes
Son diferentes, pero
no peores. Los niños, niñas y
jóvenes de hoy, y los de antes, son el producto de la sociedad en la que viven.
Juzgarlos negativamente como colectivo es un ejercicio simplista y una forma de
ocultar la responsabilidad de la sociedad adulta. La incitación permanente al
consumo (piénsese, como ejemplo dramático, en los anuncios sobre los juguetes
navideños), la diseminación continua de la
cultura del éxito, del triunfo y de la superficialidad, la conversión de los
niños, niñas y adolescentes en objetivos permanentes del mercado y la forma de
vida acelerada y estresante propia de los adultos con los que viven son, entre
otras, realidades que influyen poderosamente en su
desarrollo.
La sociedad manifiesta una cierta actitud hipócrita: se ve reflejada
en el espejo de niños, niñas y jóvenes y, a veces, no le gusta lo que ve,
pero, en vez de analizar las causas, arremete contra la imagen que se proyecta
en ellos. En la escuela esto es especialmente grave. A través de los medios de
comunicación se ha favorecido una alarma social injustificada en relación con la
conducta de los estudiantes. Temas como la falta de respeto hacia los docentes,
el acoso entre iguales, la violencia escolar, etc., aun siendo problemas reales
que siempre han existido y que, posiblemente, ahora son más frecuentes, se han
sobredimensionado, convirtiéndolos en productos de consumo a través del
periodismo sensacionalista. Junto a estos fenómenos existen multitud de casos de
estudiantes comprometidos, de jóvenes interesados por el medio ambiente e
implicados en las ONG, de niños y niñas concienciados con los problemas de la
salud y de las drogas, etc. que son insuficientemente resaltados, fomentándose
así un estereotipo social sesgado y negativo sobre los menores. No podemos
olvidar que los niños, niñas y jóvenes son modelados y formados por toda la
sociedad. Demonizarlos es un recurso fácil para eludir nuestra
responsabilidad.
Al
mismo tiempo, el desapego de muchos estudiantes hacia la cultura transmisiva y
tradicional de la escuela, oculto en otros tiempos debido al carácter
autoritario y represivo de la época franquista, se pone de manifiesto hoy de
forma más radical. Este desapego, más que confirmar que el alumnado de hoy “es
peor que el de antes”, como muchos creen, es la evidencia más clara del abismo
que separa a la sociedad de la escuela y a los asuntos relevantes de hoy, de los
contenidos y métodos escolares
convencionales.
No
es verdad que los docentes españoles tengan un exceso de formación pedagógica y
un déficit de formación en contenidos
Todo lo contrario. Los profesores de secundaria, por ejemplo, después de
cinco años de formación en una licenciatura centrada en los contenidos
(Filosofía, Matemáticas, Historia, etc.) sólo han recibido, en el mejor de los
casos, un curso de dos meses de duración donde se comprimen aspectos tan
importantes para su futuro profesional como los siguientes: la psicología de
niños, niñas y adolescentes; la importancia de la dimensión afectiva y social en
el aprendizaje y en la autoestima; los diferentes modelos pedagógicos y
didácticos que existen y sus resultados; la manera de seleccionar y formular los
contenidos; el diseño de actividades para el aprendizaje de materias concretas;
el uso didáctico de diferentes tipos de recursos, incluidos aquellos más
próximos a la cultura cotidiana de los estudiantes; las formas de evaluar y sus
repercusiones en la formación de alumnos y alumnas; las tendencias innovadoras
en educación; la dinámica de los grupos humanos y el trabajo cooperativo; el
funcionamiento de los centros y las relaciones con las familias y las normas
legales existentes sobre el sistema educativo.
Pero hay más. En una profesión centrada en la práctica, los docentes de
secundaria y de primaria han tenido
una formación muy poco vinculada a los centros escolares (sería inimaginable
algo similar en la formación de los médicos, por ejemplo). Por lo demás, en la
universidad, donde, no lo olvidemos, se forma a los futuros docentes, no es
necesaria ninguna formación pedagógica o didáctica para ser profesor.
Es de justicia reconocer aquí el esfuerzo realizado por los docentes de
nuestro país que han intentado dar respuestas a los problemas profesionales de
su trabajo a pesar de su insuficiente formación inicial, de la cual, obviamente,
no eran responsables.
No es verdad, por tanto, que haya un exceso de formación psicopedagógica
y didáctica. Somos, en este sentido, una anomalía en relación con otros muchos
países. Por eso, consideramos necesaria una profunda y urgente reforma de la
formación inicial del profesorado que asuma, por fin, que para enseñar no basta
con saber el contenido.
La
escuela y la universidad necesitan un cambio
Un cambio profundo. El fracaso escolar no sólo se manifiesta por los que
abandonan o suspenden, también por los que aprueban sin haber conseguido un
aprendizaje duradero y de calidad.
El
cambio que proponemos no puede venir de la mano del modelo tradicional,
como reclaman algunos, ignorando que dicho modelo es el responsable del fracaso
actual. Tampoco aplicando políticas neoliberales de mercantilización de lo
educativo, como puede observarse en determinadas Comunidades Autónomas y en
aspectos sustanciales de la reforma universitaria actual, ni trasladando a la
escuela modelos neotecnológicos y empresariales de planificación y control de
calidad, como es el caso de la implantación de incentivos salariales
vinculados al rendimiento académico del alumnado. Las personas y su educación
no son mercancías y la enseñanza y el aprendizaje no son meros procesos
técnicos y productivos.
El
cambio ha de venir de la recuperación y actualización de aquellas ideas y
experiencias que han demostrado su capacidad transformadora. La Institución
Libre de Enseñanza, la Escuela Nueva, la Escuela Moderna, las Misiones
Pedagógicas, los Movimientos de Renovación Pedagógica, etc. son, entre otros,
algunos ejemplos valiosos de nuestro pasado. Las aportaciones de ilustres
docentes e investigadores como Giner de los Ríos, Freire, Freinet, Montessori,
Rosa Sensat, Piaget, Vygotsky, entre otros muchos, o de intelectuales de
prestigio mundial como Morin, también pueden iluminar este proceso de
cambio.
Algunos principios orientadores de la escuela que necesitamos son
los siguientes:
1. Centrada en los estudiantes y en su desarrollo
integral (corporal, intelectual, social, práctico, emocional y
ético).
2.
Con contenidos básicos vinculados a problemáticas relevantes de nuestro mundo,
buscando la calidad frente a la cantidad, la integración de materias frente a la
separación.
3.
Con metodologías investigativas que promuevan aprendizajes concretos y
funcionales, al mismo tiempo que capacidades generales como la de aprender a
aprender. Donde el esfuerzo necesario para aprender tenga
sentido.
4.
Con recursos didácticos y organizativos modernos y variados. Una escuela que
utilice de forma inteligente y crítica los medios tecnológicos de esta
época.
5.
Con formas de evaluación formativas y participativas que abarquen a todos los
implicados (estudiantes, docentes, centros, familias y administración), que
impulsen la motivación interna para mejorar y que contemplen a las personas en
todas sus dimensiones.
6.
Con docentes formados e identificados con su profesión. Mediadores críticos del
conocimiento. Dispuestos al trabajo cooperativo y en red. Estimulados para la
innovación y la investigación.
7.
Con una ratio razonable y con profesorado ayudante y en prácticas. Con
momentos para diseñar, evaluar, formarse e
investigar.
8.
Con un ambiente acogedor, donde los tiempos, espacios y mobiliarios estimulen y
respeten las necesidades y los ritmos de los
menores.
9.
Cogestionada con autonomía por toda la comunidad educativa. Que promueva la
corresponsabilidad del alumnado. Comprometida con el medio local y
global.
10.
Auténticamente pública y laica. Con un marco legal mínimo basado en grandes
finalidades y obtenido por un amplio consenso político y
social.
No estamos planteando un espejismo. Hay docentes, estudiantes, padres y
madres que están haciendo realidad esta escuela en muchos sitios, también entre
nosotros. El que deje de ser testimonial requiere voluntad política, compromiso
social y visión a largo plazo, como han demostrado otros países. Por eso, frente
a la enseñanza tradicional que padecemos, afirmamos que:
Otra
escuela es necesaria, ya existe y es posible.
NOTA
1: El objetivo de este Manifiesto es conseguir su máxima difusión y
apoyo.
Para adherirte a él puedes acceder a:
http://www.firmasonline.com/1firmas/camp1.asp?C=1821
Para ampliar su repercusión, pretendemos publicarlo en un periódico
de difusión estatal cuando se hayan conseguido un número alto de firmas. Dicha
publicación se financiará con aportaciones económicas voluntarias. Si quieres
participar debes hacer una transferencia al banco Triodos (banca ética y
sostenible) a la c/c:
1491/0001/24/0010005933,
a
nombre de “Asociación para la Investigación y Renovación
Escolar”.
NOTA 2: Este manifiesto puede ser firmado por personas concretas o
por organizaciones. En el segundo caso, debe indicarse el nombre de la
organización en el campo destinado a indicar nombre y
apellidos.
NOTA
3: Si quieres recibir información sobre el proceso de publicación, recibir el
balance de los gastos del mismo y conocer otras posibles iniciativas vinculadas
a este Manifiesto, no olvides escribir
"recibir información" en el apartado
"comentario".
PROMOVIDO POR LA RED IRES (Investigación y Renovación
Escolar).
www.redires.net